Movimientos Anormales: laboratorio de formas. [Texto-máquina]

El dolor propone una forma; un vector que sitúa en el tiempo. Atraviesa la carne estremeciendo las fibras y, en el ejercicio de la inercia, articula un patrón físico; una resistencia efectiva que pauta la potencia del organismo, pues ante su repetición se fija. Tal vector -un abstracto que sitúa el motor de este análisis- y en estrategia esponjiforme, entrelaza los tejidos del cuerpo asociando una memoria del suceso; estado basal de reacción y comportamiento, o punto de apoyo foco de cierta actitud.
Las crisis entre la dinámica rítmica del patrón, amarrado con energía de índole psíquica (fantasmática), y la naturaleza del propio cuerpo y sus tractos genera dolor. Dolores que suelen ser, son, motivo de fuga; pero que al percibir más allá del habitual y primer juicio estético -diletante y polar-, encontramos que tal tensión propone un cauce; una forma en la que situar y respirar nuestro ánimo, posando el cuerpo en tal matriz para así balancearlo entre los nuevos valores propioceptivos descubiertos; restableciendo, por ende, nuevos modos extereoceptivos. En tal coreografía el cuerpo se transforma, ardiendo la subjetividad que supone el patrón al movilizar (o al invertir) la propia energía singular que sostenía tal estructura. Energía potencial, pues, que se revela como la más específica, oportuna y cualitativa para el cambio acontecido; actualizándose al movimiento. Se trata de una desarticulación o purga efectiva de la parálisis, encontrando la sencillez en su recorrido hacia la desaparición. Una textura que se origina o se recuerda.
Cuesta diluir el patrón de tensión debido a la intimidad compleja que con dicha energía psíquica se establece, finamente hilada en la urdimbre caótica que llamamos cuerpo. Un entrelazamiento de contradicciones, asociaciones vagas y rememoraciones forja emociones que perpetúan la acción del fulcro inercial; fiel de balanza que sostiene la trama física motivo de análisis, y cuya acción mediatiza la totalidad del organismo. Tales emociones a su vez construyen ideas referenciales que ponen la actitud en fuga pues no se ajustan a la realidad del fulcro, haciéndolo constante o rítmico; perpetuándolo (la reacción computa); entrando, pues, la actividad de tal objeto en el tiempo, pautando subjetividad; a nuestro pesar. La tensegridad, o el vaciado de la memoria, hace el resto; recuperando el pliegue, la sensación coherente a la obcecación; deviniendo la trama subconsciente.
¿Qué formas precipitan? Las texturas en el movimiento se refieren a vibraciones, tensiones, mioclonos, parestesias, convulsiones, balismos, rigideces -constelaciones y entrelazamiento-, actitudes, intenciones, distonías, velocidades, intensidades, devenires, etc. Coreografías limpias y sutiles que sostienen circuitos que revelan capas y capas de memorias matriz; configurando cuerpo y psique, desubjetivando. Nos servimos del tacto para corroborar la respiración de tales vibraciones, y de la cinestesia para atestiguar su realidad. (No es verdad que tengamos cinco sentidos, de hecho tenemos cerca de 20, incluyendo el balance, el dolor, el movimiento, el hambre, la sed, etc).
“Un universo poliédrico, múltiples caras que confluyen en otras tantas aristas. Éstas, a su vez, confluyen en infinitos vértices que van formando cuerpos geométricos singulares y disímiles”. De la quietud desborda movimiento, base de todas las formas; y cada ritmo desplegado implica una singular condensación en la forma.
symptoma | artes del movimiento
https://vimeo.com/137825730
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