«Aquilo de que somos feitos»


de Lia Rodrigues, Mercat de les Flors, 3 de octubre de 2007

La compañía de Lia Rodrigues escogió el Teatro Ovidi Montllor para este espectáculo donde no se da tregua al espectador. La obra está compuesta de pequeños fragmentos y para cada uno de ellos el público debe sentarse en una zona diferente sobre el suelo de la escena. Incluso en el momento de los aplausos el público se ve obligado a esquivar los intérpretes. Esta posición activa del espectador resulta incómoda y cansina, sin embargo esta plenamente justificada y finalmente se agradece.
La obra empieza con una serie de esculturas humanas. Los cuerpos de los bailarines se tienden desnudos bajo un haz de luz y apenas se mueven, subrayando los trazos que forman los huesos y la musculatura bajo la piel. Este recurso a los paisajes corporales no es nada nuevo, pero hay que subrayar la sensibilidad y originalidad de las formas que se presentaron. A pesar de la dificultad que comporta centrar la atención del espectador en detalles sutiles, el progresivo silencio del público revelaba que el juego era efectivo. Si el uso de paisajes humanos está algo trillado, la desnudez aportaba un elemento diferenciador. Los sexos rebotaban entre las piernas creando formas y perspectivas que, por pudor, no suelen verse en la danza conemporánea.
Para la segunda parte de la obra los intérpretes recuperaban sus vestimentas y adoptaban un tono político que justificaba la posición activa del público y le daba unidad a una obra que de otra forma hubiese parecido un collage. Primero un sólo bailarín paseaba entre el público espetando el nombre de países con conflictos armados (Irak, Birmania, Sudán) intercalados con nombres de marcas (Nike, Adidas) e iconos de la cultura de masas (Britney Spears, Madonna). El mensaje aún guardaba un mínimo hermetismo, así que la escena no estaba desprovista de interés.
Sin embargo en las escenas siguientes se pronunciaban a bocajarro consignas progresistas de toda la vida. La unidireccionalidad del mensaje y su candor resultaban sonrojantes. Y por si fuera poco al final, con los aplausos, el «Imagine» de John Lennon.
Este planteamiento político casi adolescente sorprende mucho en Europa, sin embargo es una caracterísca cultural de Brasil, donde apostar por la igualdad y la prosperidad sin más ya es un paso al frente.
En lo coreográfico esta segunda parte era extremadamente sencilla. Apenas algunas variaciones sobre un mismo tema y movimientos simples que evocaban el ejército, las artes marciales y otros códigos conocidos. A pesar de la llaneza, la coreografía era eficaz y esta capacidad de expresar mucho con pocos elementos destaca como la mejor cualidad de la obra.

Comment posted by rubén
at 10/4/2007 9:24:00 AM
Me parece estupendo que nos regales estas crónicas. Sigue, por favor.

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