No comment

¡Hola¡

Como algunos habéis notado, he desactivado la posibilidad de añadir comentarios al blog. El motivo es simple, he dejado de creer en los comentarios como herramienta eficaz para la discusión, ya que suelen propiciar textos muy breves sin apenas argumentación. Esto obliga a que, si alguien quiere decir algo sobre un artículo, deba hacerlo en su propio blog. En este caso las respuestas suelen ser más elaboradas y de paso cada uno asume un espacio de reflexión propio. Esto ha ocurrido ya con el artículo «Eichmann en el Lliure», que ha propiciado respuestas extensas tanto por parte de Elena Albert como del mismo Roger Bernat. A Elena Albert ya le he agradecido en persona que haya aportado un punto de vista diferente del mío y también se lo agradezco a Roger Bernat desde aquí.

Sorprendentemente, Bernat afirma que «Quim Pujol me compara a Eichmann (teniente-coronel de las SS) y, de paso, insinúa que La consagración de la primavera que he dirigido junto a un grupo de artistas mexicanos y chilenos es una pieza fascista». He releído mi texto y desconozco qué parte del mismo puede haberle llevado a tal conclusión. El mismo Bernat explicaba en el Seminario de Nuevas Dramaturgias de Murcia que las 3 F con las que firma sus obras últimamente son las siglas de «The Friendly Face of Fascism». Esto resulta coherente con la ambivalencia de sus últimos trabajos donde la participación (que resulta esencial en la democracia) puede implicar también un cierto autoritarismo. Esta ambivalencia resulta muy productiva, ya que se trata de una cuestión crucial en una sociedad donde participación y autoritarismo se entremezclan constantemente sin que sea fácil dilucidar hasta qué punto ciertos mecanismos participativos son una estrategia de dominación. No hay más que recordar la consulta sobre la Diagonal que lanzó el ayuntamiento de Barcelona recientemente. Personalmente, lo que me interesó en «La consagració» fue esta ambivalencia que emanaba de una participación estrechamente vinculada a la obediencia. Implícitamente, esto permitía entender cómo la participación puede ser una herramienta de sometimiento.

Debido a la reacción de Bernat, probablemente ése no era uno de sus objetivos. No obstante, como sabemos desde que Roland Barthes escribiese «La muerte del autor», las obras generan lecturas que no siempre coinciden con los objetivos del creador. Por este motivo «la muerte del autor» acarrea también lo que Barthes denomina «la muerte del crítico». Es decir, no se trata de hallar «la interpretación correcta», sino de ofrecer lecturas desde puntos de vista diversos y metodologías diferentes.

Que tengáis todos un excelente día,

Q

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