EL ECZEMA CONTRAÍDO A BASE DE LEXEMAS CONTRARIOS

Problema, mi emblema.

Mantra que me atrapa.

En el cuello esa flema

que me deja sin hablar

para darle al paladar

fino gusto, placer y manjar.

Contener lo no dicho

y masticarlo. Un capricho.

Palabras se repiten en un track;

un bucle intenso.

Interno infierno.

Palabras, palabras, palabras:

Ser, estar, patalear.

Parecer. Sembrar sememas.

Bombo, caja. Ritmo lento.

Graves que me llevan a una vibración intensa,

interna y sin patera que me lleve a la deriva.

Soy un presó del discurso,

curso el día sin ensayo

para darle un flujo lento,

si lo sé mejor me callo.

Lo que no sé es como aplicar el verbo ser

sin lapidar lo que fue fijo antes de hablar.

Dilema incrustado en mi lengua,

quema y me enfado si mengua

el placer de decir lo que pienso

intenso en cada momento.

Bien, este va a ser el plan:

Escuchar a los que cantan,

a los que plantan el postre en primer plano contradiciendo el protocolo,
plantando un manto en la cara del porvenir si por venir hay que decir lo planeado.

Si el rebelde es el que planta la guerra al dictado,

la rebelión esta en la punta de mi lengua. Pecado.

Maldecí a mi profesor

por ser censor

de mi alegría.

Maldecí la procesión

de mi interior

porqué sufría.

Maldecí: mi protección

contra el temor

a lo que enfría.

Lo sabia.

Todos los que juzguen mi dicha

serán amparados por la estupidez

como hijos de la ignorancia y la empatía por la mayoría.

Mejor iría el mundo si me dejarais gobernar

hijos de la fuente divina a la que tratáis como estampa de vuestro pesebre infectado.

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