Ingredientes: [3]

Instalación de Enrique Marty, Deweer Gallery (Bélgica).

«….estos dos chavales estudiantes de Bellas Artes han decidido ir a la feria de Arco en Madrid porque así, de pasó, pasan unos días por Madrid. Les han dicho que este año en Arco, como no va mucha gente por la mañana, han puesto unos performers para ver si se anima la cosa. La putada es que las performances son a las 11.30 de la mañana y no se sabe quién se animará a ir tan pronto.
Ahora mismo, ellos están esperando la segunda performance de la mañana. La primera ha sido un poco mala, iba de un chico que lo lavaban con ropa mientras él decía unos textos raros sobre problemas de la vida, que no se entendían nada porque era en alemán… Un poco viejo, la verdad. Pero se ve que el rollo Joseph Beuys ha vuelto .

Estos dos chavales se han levantado pronto, han cogido el metro en Tirso de Molina, han parado en Campo de las Naciones han llegado a Arco les han invitado al entrar a un café promocional, y se han puesto a mirar galerías. Este año el país invitado es Bélgica, y están todos con las esculturitas de los bichos de Jan Fabre que no cagan.
Estando a punto de empezar la 2o performance el chico de azúl le dijo a su amigo: -“El mes pasado, cuando estuve en Noruega, me fui al Museo Nacional de Arte que tienen allí en Oslo, y estuve viendo cuadros y después de dar tumbos, me quedé mirando el cuadro del grito de Munch, el de la boca abierta y cara de bombilla, y me di cuenta de que está todo el mundo muy equivocado cuando piensan que lo que hay allí pintado es alguien bramando por que sí, porque lo que hay pintado no es, ni un grito de desesperación, ni un grito de horror, ni lamento, ni mierdas.” – Le dijo el chico de azúl a su amigo…..»

Rebecca Praga

Esta entrada fue publicada en Escenas para una conversación después del visionado de una película de Michael Haneke. Guarda el enlace permanente.