Supongo que en el algún momento de la noche decidiré escribir en serio.

Madrugá

Una noche decides sentarte en una mesa y escribir hasta que salga el sol. Narrar por narrar. Sin dar importancia a lo que se dice ni cómo. Sincero en tu mesa. Escribir tal cual escuece el pensamiento. Nunca volver a lo escrito. Siempre hacia adelante. Mientras, en tu mirada, esperas que en otro lugar alguien esté haciendo lo mismo, como en tus primeras noches de insomnio compartido. Y entonces recuerdas y deseas que esta noche sea larga. 

Preámbulo a la Madrugá.

Si, es cierto que la noche no empezó bien debido a los problemas técnicos, a pesar de todas las pruebas previas y de la ayuda de carácter urgente que brindaron los amigos de PLAYdramaturgia. Pero había que continuar con lo que había aunque no fuese lo previsto: sin audio, en algunos momentos sin vídeo… Y lo peor de todo es que después de cinco horas largas de estar emitiendo se colgó el streaming y no pude grabar nada de lo emitido. Toda imagen que quedó fue posterior a las 05:35. Pero no quisiera llamar a todo esto pormenores sino intervenciones y esa noche invitaba a la intervención: estuvimos con Jaime Gil de Biedma y Loquillo, Louise Glück, Rainer Werner Fassbinder, Paul Virilio,  la Virgen de la Macarenay otras imágenes más que no consigo recordar.

Afortunadamente fue una larga noche que me empujo, prácticamente, a reducir todo a una única acción: escribir sin mirar.

Escribir como un disparo del pensamiento, sin añadidos ni rectificaciones, con los errores y faltas ortográficas. Una verborrea incomprensible y sin orden que intenta arañar en el recuerdo para estrechar distancias. Mi particular procesión. Concretar un tiempo y un lugar en un texto de 6278 palabras y poder volver a él cuantas veces uno quiera.

Aquí os dejo lo que quedó de todo ello.

Madrugá