La tercera persona

Caminaba cabizbajo por la acera absorto en sus pensamientos. Como siempre, intentaba comprender el porqué de cada cosa. Analizaba hasta los detalles más ínfimos de cada uno de sus actos para entender por qué sólo seguía ciertos recorridos, por qué actuaba de cierta manera en su trabajo, por qué sólo se enamoraba de algunas mujeres. Era como si se desdoblase para observarse a sí mismo y, en vez de pensar en primera persona, intentaba verse desde fuera tal y como haría un observador imparcial y omnisciente. Ahora mismo, mientras se dirigía pensativo a su casa se decía «Caminaba cabizbajo por la acera absorto en sus pensamientos…»

Esta entrada fue publicada en General. Guarda el enlace permanente.