«La razón de las Ofelias», L’explose danza + Ara Malikian, Mercat de les flors, 29/1/1009

 

He tardado varios días en escribir este texto porque la pieza me generó una impresión extraña.

Esta obra en realidad eran dos piezas al mismo tiempo, ya que una de las intérpretes se desplazaba a un ritmo extremadamente lento y realizaba movimientos minúsculos mientras que el resto de las bailarinas solía seguir un ritmo mucho más vivo. Por decirlo de alguna forma, teníamos un solo de butoh minimalista en un rincón y, simultáneamente, una pieza de danza contemporánea más «clásica» en el resto del escenario. Esto creaba un curioso efecto.

En el fondo, el solo ya era una pieza que funcionaba. El ritmo muy lento pero constante, como hemos descrito aquí tantas veces, es una ténica infalible para captar la atención del espectador, aunque por momentos se haga un poco farragoso.

Luego teníamos la pieza de danza contemporánea más «tópica» en el resto del escenario. Hacía allí huía mi mirada cuando me cansaba de contemplar el solo o cuando ocurría algo que me resultaba imposible obviar. Aunque mucho más llamativa que el minúsculo solo, mi atención se veía repartida a partes casi iguales, con una ligera preferencia por este último. Como se diría en inglés, teníamos un circo con dos pistas funcionando al mismo tiempo.

Había elementos ocasionales de texto, vídeoproyecciones puntuales y sofisticadas, imágenes poéticas y teatro de objetos. Había también bastantes tópicos y elementos muy previsibles. Era obvio que los huevos eran para romperlos, que la jarra de agua se iba a verter y que el martillo se emplearía para romper los platos. No es muy difícil llegar al maquillaje corrido ni a la agitación y el delirio cuando hablamos de esquizofrenia. De hecho, es lo primero que se le vendría a la cabeza a cualquiera. Por otro lado había imágenes más elaboradas (como las manos presas en el papel de periódico, el pastel de bodas oculto bajo la tapa de metal, las bragas dentro de la nevera) que eran inteligentes y funcionaban bien.

Pero es sobre todo esta danza contemporánea más «clásica» lo que me cuesta entender y clasificar. Nada que no hayamos visto antes mil veces. Danza plástica: ahora todas a la vez, luego cada una a lo suyo, ligeramente exhibicionista pero no mucho… Podría haber sido cualquiera de las compañías catalanas que ya no voy a ver. Pero al mismo tiempo había una cierta espontaneidad de los cuerpos, una forma de moverse con imperfecciones y sacudidas que me sedujo. No era un trabajo de relojería suiza con materias primas y tecnología punta. Tenía pasajes algo sucios y un poco viscerales, transiciones ligeramente entrecortadas en esta amalgama de lenguajes y estrategias… Y ahora alguien podría deducir que todo esto eran puntos a restar. Al revés. A mí me gusta la suciedad y la imperfección. Mucho más que la asepsia y la exactitud. Sobre todo después del virtuosismo americanísimo y aturdidor de la semana pasada en el Mercat.

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