2ª “Noche salvaje”, Festival LP’09, 7 de marzo del 2009, CCCB

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Teo Baró en Nits Salvatges from MiPrimerDrop on Vimeo.

La segunda «noche salvaje» transcurre de forma más fluida que la primera. No sé si las piezas eran más cortas o si el acceso del público fue más organizado, pero el caso es que salimos una hora antes.

La primera pieza de Roger Bernat parte de una idea inicial excelente. Por los altavoces suena una grabación como la que se reproduce a veces en los teatros para anunciar el inicio de la representación. «Apaguen sus teléfonos móviles, presten atención a las salidas de emergencia», etc. Pero esta grabación se extiende más allá de cualquier límite razonable y profiere todo tipo de obviedades respecto a la situación en la que nos encontramos. Progresivamente, en la grabación se intercalan otras voces que simulan diálogos o pensamientos del público que está allí sentado y espera el inicio de la actuación. El escenario queda vacío y sólo las luces cambian de foco e intensidad a lo largo de la pieza. Este solo de luces cumple una función importante, ya que sortea el riesgo de un ritmo monótono. Al mismo tiempo, cuando la luz cae sobre un sector determinado del público mientras se oyen las voces de supuestos espectadores, parece que quien habla es una persona de las que se encuentran bajo los focos, y buscamos entre las caras del público aquella que podría estar pronunciando esas frases. Naturalmente, el escenario queda vacío y la representación nunca empieza, pero mediante la grabación Bernat pone al descubierto la naturaleza peculiar del encuentro escénico. Esa extraña mezcla de ritual, institución, zoco, pasatiempo y reflexión que constituye el teatro. Como a Angela Lamprianidou, a mí también me gusta el vacío. Así que valoro muy positivamente esta performance minimalista con una articulación lógica impecable.

La segunda pieza corresponde a Félix Fernández que, al igual que Alejandra Pombo, tiene una formación mixta de bellas artes y artes escénicas. Si hay algo que aprecio sobremanera en los creadores que han transitado por las bellas artes es que saben que la implicación del público durante la representación es algo totalmente prescindible. En las artes escénicas con un contexto «teatral» a menudo se da por sentado que el público debe «disfrutar» de la representación en todo momento. Se arrastra el peso del «espectáculo», la idea de que el público asiste a las representaciones para distraerse o entretenerse. Como ya apuntaba en el análisis personal de la anterior noche salvaje, ésa es una posibilidad pero no la única. Una performance puede incluir largos pasajes llenos de tedio si así lo justifica el planteamiento de la propuesta. De esta manera, el interés de la performance a veces aparece sólo al final de la misma o, incluso, mucho después, cuando entendemos de repente un valor oculto en aquello que habíamos presenciado.

Esto plantea un problema a la hora de escribir un análisis inmediatamente después de ver la pieza, ya que no pocas veces he entendido que una propuesta era brillante tras darle vueltas en mi cabeza durante varios días. De hecho, algo que nadie sabe es que los textos de este blog están vivos. A medida que transcurre el tiempo modifico adjetivos o añado frases, porque mi opinión sobre las representaciones varía a medida que profundizo en mis reflexiones. Nota personal: quizás debería añadir los cambios en la sección de comentarios para poner de relieve este fenómeno.

En fin, digo esto porque gran parte de las performances de Alejandra y Félix no buscaban la atención del público. Si el performer prescinde claramente de tu atención inmediata hay que examinar otros niveles de lectura. El valor puede surgir del significado de las acciones, de la estética o de muchas otras fuentes.

La pieza de Félix se puede dividir en tres partes. Primero una serie de viñetas que hacen referencia a diferentes facetas de nuestra realidad con un marcado carácter político. Luego un baile con gafas, bañador y gorro de natación negros donde se unta el cuerpo con pintura negra mientras las luces de unas sirenas parpadean en el suelo y suena una canción disco. Finalmente, Félix se limpia el cuerpo con toallitas y suena una retahíla de verbos en infinitivo por los altavoces. Si sólo hablo de la fluctuación de mi atención durante la pieza, debo decir que aprecié por si solo e in situ el baile totalmente kitsch al estilo de gogo de discoteca que nos brindó Félix. El interés del mismo procedía de su carácter descontextualizado dentro del CCCB. Es decir, el mismo baile en la tarima de una discoteca no hubiese despertado mi complicidad socarrona.

Pero intentemos profundizar en la performance. Para eso necesito poner las tres escenas en perspectiva e interpretar su significado. Las iniciales referencias políticas nos remiten a diferentes problemas de nuestra realidad. El apocalíptico baile de gogo de discoteca alude a una cierta actitud de desesperanza y frivolidad. La retahíla abrupta de verbos en infinitivo del final contrasta con esta frivolidad y parece un llamado a la acción. Es decir, hablando en plata: «estamos jodidos pero sólo nos miramos el ombligo de forma hedonista. Hagamos algo de una vez, cojones.»

Ésta es una interpretación muy arriesgada y no tengo en absoluto la certeza de que coincida con el planteamiento de Félix. Si casualmente estuviese cerca de su lógica, su performance tendría una articulación racional igual que de válida que la de Roger Bernat. Si mi interpretación diferiese de su planteamiento, irónicamente yo apreciaría positivamente su performance debido a un malentendido.

¿Algún problema? En absoluto. Cualquier pieza, incluso la más diáfana, genera una multitud de interpretaciones. Y las interpretaciones se elevan a la enésima potencia cuando las obras resultan relativamente herméticas como es el caso de este «Turbodriver». Sin duda Félix debía de ser consciente de que su propuesta no se leería de forma clara como un pasquín. En este sentido, hay un artículo histórico de Susan Sontag que se titula «contra la interpretación«. En él, Sontag carga contra los eruditos que buscan «la» interpretación correcta de algunos textos, ya que los textos admiten multiplicidad de interpretaciones. Ocurre lo mismo con las piezas escénicas: Susan Sontag era una pensadora con peluca.

Personalmente, me gustan las piezas algo herméticas porque la ambivalencia siempre es más rica que los comunicados de prensa. Cuando alguien recita una artículo de opinión en escena yo suelo desesperarme porque no se requiere ninguna actividad mental por mi parte. Es como si me diesen de comer con cucharilla.

Hablemos ahora de Alejandra Pombo. Su actuación es sin duda un objeto extraño como los que menciono en el tercer apartado de mi declaración de intenciones como «crítico con peluca«. Durante la performance sentí cierta indiferencia e incluso un poco de rechazo. Pero el hecho de que apenas hubiese una satisfacción inmediata no quiere decir nada. Debo intentar comprender cuáles son las intenciones y el imaginario del artista.

Me sumerjo en www.cursodeescapismo.net y www.vampirillasilvestre.net, los dos blogs de Alejandra. En ellos encuentro multitud de vídeos muy similares a la performance que presenciamos ayer. No fue un accidente. Éste es el estilo de Alejandra. Éste es su trabajo. Los vídeos cortos del blog funcionan mucho mejor que el directo y tienen una cierta poética, pero aún así hay algo que me incomoda. Alejandra parece acompañar las acciones con su justificación teórica más inmediata. Este grado de transparencia no requiere mi implicación. El material que me ofrece el blog tampoco me permite entender claramente de qué trata exactamente su propuesta. Llego hasta aquí y de momento no voy más lejos. Sin mayor comprensión no puedo hacer una valoración más profunda. Naturalmente, la incomprensión me genera desagrado, pero estoy abierto a entender algo en el futuro que me haga cambiar de opinión.

Por otro lado, lo que tiene un valor indudable en la obra de Alejandra Pombo es su coherencia absoluta y su marcado carácter personal. Cuando esta coherencia surge de la necesidad de un artista de repetir unos patrones a lo largo del tiempo, esta necesidad imperiosa termina por convertirse en una justificación por sí misma. Ella es así. Éste es el trabajo que exige su individualidad creativa.

Finalmente, la pieza de Teo Baró fue sin duda la más delectable a nivel de la experiencia en directo. Teo trabaja materiales autobiográficos desde una presencia escénica muy neutra. Apenas muestra emoción en directo pero, aún así, hay una fuerte carga emocional tras sus monólogos en apariencia distantes. Eso le da un carácter muy personal a lo que hace. Yo sólo había visto antes sus vídeos «Relaciones sexuales» y, en el ciclo sobrenatural de La Porta, «El trabajo de artista«. La pieza de ayer se titulaba «El trabajo de artista: Otro sábado noche». Me gustó mucho más que sus vídeos y me convenció por completo. El resto del público parecía compartir mi impresión. Parece que Teo tiene abierta una interesante línea de trabajo por aquí. Esperamos que la siga desarrollando.

Por último me gustaría aludir a la magia del cuadrilátero de las «Noches salvajes». Este escenario al mismo nivel que el público y rodeado de gente potencia de forma increíble todo lo que allí se muestra. Si las fábricas de cultura llegan algún día con un planteamiento correcto para fertilizar el pedregal escénico catalán, que los arquitectos tomen nota. La opereta del siglo diecinueve ha muerto. Los espacios como el TNC o el Lliure también deberían adaptarse a nuevas formas de ser y representar.

De nuevo, muchas de las cosas que afirmo aquí son discutibles y están abiertas a debate. Por favor, utilizad los comentarios del blog para contradecir, matizar, apoyar o ampliar mis reflexiones. ¡Muchas gracias!

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7 Respuestas a 2ª “Noche salvaje”, Festival LP’09, 7 de marzo del 2009, CCCB

  1. T* dijo:

    Un par de videos de la segunda jornada de Nits Salvatges.

    http://www.youtube.com/watch?v=mlIZi6ndALo (Alberto Tognazzi)
    http://vimeo.com/3526128 (miprimerdrop)

  2. antonia dijo:

    en mi humilde y anonima opinión me alegró enormemente comprobar que a roger bernat aun no se le ha secado la vena creativa. ultimamente me daba la impresion que la sangre no le corria por esa vena, quiza distraido por otras cuestiones menos «artisticas», no se. que siga asi.

  3. shangay mirinda dijo:

    l’actuació del teo va ser maquiiiiiiiiissima
    teo + liddel lo millor en molt de temps

  4. Hola Quim, quería confirmarte tus suposiciones en cuanto al contenido de mi performance. Mi intención está muy cerca de lo que tú has planteado.

    Quería decir que me parece muy curioso el ver cómo una performance a alguien le puede parecer extremadamente obvia y al mismo tiempo otro la encuentre muy hermética. Digo esto porque mi gran duda venía de ahí:

    Antes de presentarla en Barcelona se la presenté a un amigo mío en Madrid, que es comisario y crítico de arte, y me dijo un poco sonrojado que le parecía «obvia hasta morir». Entonces yo entré en un dilema terrible en el que pensaba si estaría haciendo una obra simple hasta la médula. Al día siguiente tomé la decisión de no cambiar nada, que se presentaría tal cual la había pensado.

    He de decir que no me gustan los trabajos panfletarios porque para eso ya están los panfletos, claros y concisos, y que me interesa que el público reconstruya lo que ha visto desde su propio lugar como ser pensante y viviente.

    Por cierto, me ha gustado mucho tu artículo.

    Un abrazo.

    Félix

  5. Quim Pujol dijo:

    Muchas gracias por tu comentario, Félix. En él planteas algo muy interesante: cuando se requiere un trabajo de reconstrucción por parte del público algunas personas leen la misma performance como una obviedad (tu amigo comisario de arte), otros logran leerla parcialmente tras pensar un poco (gracias a tu confirmación puedo decir que es mi caso) y otros no la leen en absoluto (también fue el caso de otros espectadores).
    Esto ocurre porque la lectura no sólo depende del grado de hermetismo que tú imprimes a tu trabajo, sino de la habilidad lectora del público que te observa. En este caso había un tercer factor que dificultaba la lectura de tu performance: la cantidad de información.
    «Turbodriver» no se presentaba de forma aislada. Sin duda, las piezas que se presentaron inmediatamente antes y después disiparon un poco la atención del público.
    De todas maneras, no hay receta alguna para lidiar con este fenómeno. En mis propias performances tengo muy asumido que aparecerá esta multiplicidad de reacciones. Es algo que no me parece mal e incluso me divierte: que cada uno se lleve a su casa lo que quiera/pueda.

    Otro abrazo para ti, 🙂

    Quim

  6. Núria dijo:

    Yo también estuve en las dos Nits Salvatges y, la verdad la primera me dejó mejor sabor de boca que la segunda, pese a ser la primera mucho más larga (quizá demasiado). Estoy de acuerdo con casi todos tus comentarios, Quim, y me parecen unas críticas muy interesantes. En cambio, hay algo que no me acaba de cuadrar. Cuando dices que el arte no tiene que entretener, estoy totalmente de acuerdo. Ni tiene que satisfacerte, ni tiene que ser transparente, ni tiene porque buscar ser interpretado. Pero creo que el arte al menos tiene que causarte algo, mover algo dentro de tí, ya sea a nivel físico, emocional o mental, o todos juntos. En todo caso, ¿puede el arte dejarte indiferente? No digo que entonces no sea arte (no me embarcaré en una discusion sobre qué es y qué no es arte, ni yo, ni creo que nadie tiene una respuesta definitiva a eso, quizá sea parte del juego), pero, ¿qué sentido tiene un arte tan autorreferencial que no provoque estímulos en aquel que lo «consume»? ¿Puede un arte quedarse encerrado en el universo del artista y aún así ser arte?
    No sé, quizá tengas razón y haya que dejar reposar ciertas obras y esperar a que estas cobren sentido en un tiempo y un espacio diferentes. Pero, ¿Cómo conservar en la memoria un hecho que te ha afectado tan mínimamente? ….
    Respecto a la pieza de Roger Bernat quería comentar algo que me hizo pensar y que no he visto en tus comentarios. Ese espacio vacío en el que no había nada que «ver» te obligaba a mirar a tu alrededor, al resto de espectadores, y a mi me hizo pensar, ayudada por los textos que se iban oyendo, en nuestra condicion de espectadores, en la función y el poder de la mirada, en la relación entre espectador y actor. En esta pieza el público mira y es mirado al mismo tiempo, sintiéndose un poco como actor, pero sin saber muy bien cómo actuar. Sin moverlo de su lugar, el artista ha trasladado al espectador y lo ha colocado en un contexto nuevo, quizá incomodo, que le obliga a resituarse conceptualmente. Desconcertante pero tremendamente evocador.
    La pieza tambien reflexiona sobre la naturaleza del acto escénico, sobre los límites del mismo, pues convierte aspectos tangenciales en su leit motiv. De esta manera, nos hace preguntarnos por nuestra actitud como espectadores ante una obra escènica,qué esperamos y cómo percibimos aquello que ocurre en un escenario. Esta pieza cuestiona y da la vuelta a todos estos temas y resulta sorprendente a la vez que edificante.
    Parece como si Roger Bernat quisiera en cierto modo pasarnos la pelota, obligar al espectador (normalmente esclafado en su silla con actitud pasiva) a construir el sentido. Este tipo de obras te hacen preguntarte cosas, te obligan a reconsiderar cuestiones que creías tener muy claras, te hacen pensar, y eso esta bien.
    Eso es todo, … por ahora.
    Saludos
    Núria

  7. T* dijo:

    Os copio un post que habla sobre la performance de Teo Baró. Incluye una acuarela que aquí no consigo colgar. Via Miss capricho http://www.fotolog.com/misscapricho

    » 13/03/09

    Banda sonora: Teo Baró “La conga del artista”

    La conga del artista,
    ahí viene arrollando,
    va creciendo y se anima,
    cada vez está más viva y crece sin parar,
    ahora ya hay nadie que se resista…

    Hace años que no me entero de ni una canción de verano. Este año en cambio creo que la otra noche en el CCCB, fui testigo junto con unos cuantos más, del nacimiento de la canción de verano con su baile incluido y todo.

    Ya podéis empezar a ensayar…»

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