«Museum of Incest», Simon Fujiwara, Hangar, 19/9/2009

 

«Museum of incest» es una performance-conferencia auspiciada por «Por la vena» que se desarrolló dentro de las jornadas de puertas abiertas de Hangar. Su autor y protagonista es Simon Fujiwara. En esta conferencia de 30 minutos Simon explica cómo se le ocurrió el proyecto de un «Museo del incesto».

Todo comienza con una visita a África para visitar las tumbas más antiguas de la historia, en una especie de viaje iniciático a los orígenes que viene propiciado por una mala relación con su padre. Simon piensa que en esas pequeñas poblaciones primitivas sería inevitable el incesto y de ahí la idea de diseñar su museo, que él ve como una especie de subversión de la línea del tiempo, ya que el descendiente vuelve al progenitor en vez de mirar al futuro.

A pesar de ciertos saltos lógicos, lo que sigue puede leerse como un proyecto muy serio o bien como una ironía respecto al origen y diseño de los museos.  No sé si esta ambivalencia es intencionada, pero para mí fue uno de los atractivos de la conferencia. Una capa adicional de lectura proviene de las pocas menciones que Simon hace de su mala relación con su padre. Éstas imprimen un toque biográfico que nunca se elucida, ya que a pesar de que la yuxtaposición de un museo del incesto con una mala relación padre-hijo alimenta de inmediato todo tipo de conjeturas, la conferencia apenas entra en lo personal.

¿Conferencia artística? ¿Conferencia irónica? ¿Artefacto biográfico? ¿Ficción? La performance de Simon es un objeto muy abierto del que todos pueden extraer la conclusión que quieran, si es que quieren sacar alguna. En cualquier caso se palpa tras ella erudición y una afilada inteligencia.

Yo por mi parte disfruté del contexto del arte contemporáneo, que últimamente me atrae más que los teatros. En «Cuerpos en blanco» José A. Sánchez explica esta atracción por el blanco de las galerías porque «lo blanco impone un ritmo más contemplativo, cuesta más romper el silencio, tratamos de no emborronar más de lo necesario, de no marcar con nuestras pisadas la superficie lisa de la nieve si no es para indicar con claridad cuál ha sido el camino escogido». Es una explicación muy poética, pero mi perspectiva es más pragmática. Obsesionados con ciertos géneros entendidos como compartimentos estancos, presos de algunos formatos y de lo espectacular, poco lugar hay para lo contemporáneo en los teatros hoy en día si entendemos por contemporáneo aquello que puede poner en cuestión sus principios de forma permanente. De hecho, nada menos contemporáneo que ciertas formas de danza contemporánea que, ellas sí, son fruto de un endogámico incesto. Como los resultados genéticos del incesto son de sobra conocidos, quizás deberíamos perder toda esperanza en los teatros y volvernos definitivamente hacia la apertura de miras del arte contemporáneo.

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