Reflexiones SISMO (y III)

¿Por qué es tan rara la empatía? Se pregunta David. ¿Por qué? Aunque igual estoy equivocado, tengo la sensación que se refiere principalmente a la escena, pero podemos extender la pregunta a nuestro entorno urbano inmediato.

Antes de proporcionar mi respuesta personal me gustaría repasar algunos conceptos que están estrechamente ligados a lo relacional y la comunidad: la identidad y el poder. La relación entre lo que dos personas tienen en común y lo que las separa es la identidad. Los constructos identitarios (meras fabulaciones humanas sin ningún peso real más allá del que queramos acordarle) surgen de esta relacionalidad entre características comunes y dispares: de ahí surge el «negro», el «varón», la «mujer», el «gordo», el «marica», etc.

Naturalmente estos constructos tienen un valor social asociado. En determinados ambientes todos sabemos que las «mujeres» «bolleras» valen menos que los «varones» «heterosexuales» y que los «blancos» son preferibles a los «negros». De manera que la identidad va de la mano con el poder. En un texto leí una vez que Foucault se interesó vivamente hacia el final de su vida por la «amistad». Parece un desarrollo lógico para el filósofo que invirtió sus energías en diseccionar diversas formas de poder. La amistad podría ser lo más cercano al grado cero de poder, donde el reconocimiento de un «otro» igual de válido desanima cualquier intento de dominación.

A continuación, como «crítico», analizaré los espectáculos y  las actividades de Sismo, pero no en función del  valor artístico de las propuestas, sino de cómo se relacionaban con el espacio tanto físico como conceptual de Matadero o bien entre ellas. Empecemos por «Paisajes invisibles» de Renjifo e «-Im» de Camacho y Mota. No sé si estos espectáculos fueron preparados para la ocasión, pero podrían haberse representado en cualquier otro teatro. Apenas utilizaban ninguna característica especial del lugar ni hacían referencia a su realidad particular. A excepción de Txalo Toloza, que grabó el vídeo para la ocasión, los performers de Teatrón veníamos con propuestas diseñadas de antemano, así que poco de site-especific teníamos. Incluso el vídeo que elaboró Txalo surgía de un proyecto personal preestablecido. Sin embargo, como somos una comunidad, de forma tangencial estamos vagamente ligados a lo relacional: hay una relación entre nosotros.

Así pues lo más (o lo único) site-specific fueron las intervenciones del grupo «En proceso», la pieza de la compañía Puctum «Corte Arganzuela», la actuación del Epicentro de propagación sónica que hacía referencia a la falta de dinero para su actuación y las reflexiones in situ de Room.

Está claro que Sismo ha nacido en precario y que se haya podido desarrollar es de por sí un milagro. Le deseo lo mejor para años venideros. Pero si el tema central del festival es lo site-specific igual se debería insistir en esta dimensión. Por otro lado, si hablamos de políticas de la afectividad, o de amistad (que para mí es lo mismo), resultaría importante entonces en un futuro proponer condiciones de igualdad que diluyesen en la medida de lo posible los grandes desniveles de poder. La disparidad de dimensiones y recursos posiblemente era contraria al espíritu del site-specific.

Por otro lado, ¿qué site-specific se desea y desde dónde se enfoca? ¿Desde el diseño espacial y social de Matadero o desde la realidad institucional de Matadero en sí? Si se trasciende lo meramente espacial, surge el teatro social y el arte crítico con sus principios. Desconozco las entrañas políticas del Matadero pero, ¿estaría dispuesto a promocionar un festival sísmico que hiciese temblar sus propios cimientos? En teoría esa es la esencia misma del arte, pero la realidad nos muestra que pocas instituciones gustan de patrocinar actividades que puedan poner en duda su funcionamiento, su existencia y sus jerarquías verticales. Por otro lado un arte realmente «amistoso» (y con eso me refiero a su finalidad afectiva, lo cual no es incompatible con la animosidad) tiene casi siempre un perfil bajo de escaso rendimiento político para sus mecenas.

Se trata pues de una tarea tan difícil como necesaria y que dependerá sobre todo de la buena disposición de los estratos más altos del Matadero para dejar que se escruten sus intestinos.

Mientras, ¿por qué la falta de empatía? Por la falta de igualdad, por la ausencia de trabajos que hayan insistido en lo relacional en los últimos 20 años, porque la identidad se vehicula mediante los objetos de marca que compramos con dinero en vez de vehicularse mediante relaciones interpersonales o valores comunes, porque se ha primado la individualidad en exceso y porque estamos totalmente agilipollados como sociedad. Mientras no nos necesitemos los unos a los otros parecemos totalmente dispuestos a ignorarnos mutuamente. Todos sabemos la ola de solidaridad que se produjo en Argentina durante la crisis. A ver si aprieta un poco más la nuestra. Con dos millones más de parados igual lo arreglamos.

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