Crítico con peluca 2007-2010 (archivo escénico)

Los posts que hay en esta sección pertenecen a la etapa como crítico con peluca que va desde el 2007 hasta el 2010. El texto siguiente explica las premisas bajo las cuales se escribieron estas reflexiones.

PRIMERA PARTE DEL PROYECTO «EL DISCURSO ES MÍO»

CRÍTICO CON PELUCA

1. ¿Por qué algo tan poco serio?

Podemos entender que los críticos son

a) Seres sobrenaturales de conocimiento ilimitado y juicio infalible que entienden y valoran las obras de los artistas en su justa medida sin cometer jamás error alguno y por encima de toda subjetividad. Con sus textos iluminan a la plebe ignorante sobre el interés de cada creación y nos guían hacia la Verdad y la Luz.

b) Personas normales con un conocimiento más amplio que el espectador medio que intentan entender y valorar las obras de los artistas dentro de su siempre limitado bagaje. Como seres humanos, sus gustos dependen de la educación que han recibido, su juicio es terriblemente subjetivo y cometen errores. Aún así, hacen lo posible por analizar cada creación de forma tan rigurosa como lo permite la subjetiva e imperfecta condición humana.

Si estamos de acuerdo en que la segunda definición se acerca más a la realidad, resulta difícil comprender por qué numerosos críticos se comportan como si su juicio sobre las obras que analizan fuese inapelable y definitivo. Estos señores de barba gris y gruesas lentes pontifican y sentencian con docto ademán sobre las piezas a las que han asistido. Mi peluca sirve para recordar algo tan sencillo y elemental como que mi análisis crítico se puede poner en duda en todo momento. Desde este punto de vista, lo que no es serio no es que yo lleve peluca, sino que no se la pongan también los demás críticos.

2. ¿Bueno o malo?

Imaginemos cuatro sofás igual de cómodos: el primer sofá tiene dos plazas y un diseño sencillo, el segundo sofá tiene cuatro plazas y el mismo diseño que el primero, el tercer sofá tiene tres plazas y está tapizado con piel de cebra, el cuarto sofá es un tresillo del siglo dieciocho de dos plazas. ¿Qué sofás son buenos y cuáles son malos? ¿Cuál es el mejor sofá? Todos estaremos de acuerdo en que estas preguntas son absurdas. Los sofás no son buenos ni malos en valor absoluto. Si vives en un piso pequeño no sabrías donde poner el sofá de cuatro plazas. Sin embargo, si tienes un piso amplio y una familia numerosa probablemente ésta sea la mejor opción. Si la estética del siglo dieciocho te gusta y encaja con tus muebles, es posible que el sofá antiguo sea el más adecuado para ti. Pero tampoco resulta difícil imaginar una persona con una inclinación por los objetos llamativos que prefiera el sofá tapizado de piel de cebra.

Por supuesto las obras de arte siguen razonamientos mucho más complejos, pero la lógica sigue siendo válida. Aquí lo crucial no es descubrir cuál es la mejor obra de arte o quién tiene razón al afirmar que una pieza es mejor que otra. Lo que resulta realmente interesante es entender cómo funcionan estas obras y por qué gustan a unos y disgustan a otros. Al poner en común nuestros gustos, conocimientos y argumentos es posible que aprendamos mucho sobre la forma de mirar de los demás y sobre el funcionamiento de nuestra propia mirada. Es posible que tras este debate nuestra forma de entender la realidad sea más compleja y profunda. Es posible incluso que nos dejemos convencer por los argumentos de los demás y cambiemos de opinión. O no.

3. Un sofá con agujeros

Imaginemos ahora un sofá de dos plazas con agujeros en la tapicería y una pata rota. Se podría preguntar, ¿acaso no era preferible cualquiera de los cuatro sofás de antes? Se me ocurren tres explicaciones. En primer lugar, es posible que asistamos a una pieza simplona donde, incluso después de analizar el contexto y las intenciones del artista, resulte relativamente fácil determinar que la propuesta no guarda gran interés para nosotros. Sí, en determinadas situaciones hay arte que no plantea cuestiones relevantes ni ofrece goce alguno para nuestra subjetividad.

Sin embargo, como ya hemos apuntado, el arte sigue razonamientos mucho más enrevesados. La segunda posibilidad que se me ocurre es que este segundo objeto, al chocar con nuestras expectativas más inmediatas sobre sus características, ponga en marcha un debate muy interesante sobre qué esperamos y para qué sirve una obra de arte. En este segundo caso el contexto de la pieza y las explicaciones del artista nos ayudarán a apreciar este objeto extraño.

La tercera posibilidad es que un artista espabilado nos proporcione una explicación oscura y alambicada y, mediante este discurso, nos intente colar algo que en el fondo no tiene gran valor.

El arte contemporáneo se encuentra en un momento muy complejo donde no siempre resulta fácil determinar ante cuál de estas tres situaciones nos encontramos. Discutamos juntos y con conocimiento de causa. Entre todos llegaremos a comprender mejor qué es lo que se nos presenta y qué importancia tiene para nosotros.

4. ¡Ponte peluca!

¿Por qué demonios mi opinión ha de resultar más válida o interesante que la de cualquier otro espectador? Mi análisis como crítico plasma tan sólo la perspectiva de una sola persona en un momento determinado de su existencia. Igual sabéis cosas sobre el contexto de cada pieza que yo desconozco y, por otro lado, igual sois personas más perspicaces o sensibles que yo. Quizás tenéis una opinión radicalmente distinta e igual de relevante, o una perspectiva que ayuda a complementar algo que yo he visto en la pieza.

Creo que si hasta ahora algunos críticos se presentaban como individuos cuya opinión no podía ser contestada y prevalecía por encima de la de los demás se debía a la naturaleza de los documentos impresos. ¿Cómo dialogar con un texto impreso en un periódico y cuyo autor no conocemos en persona? El único rastro que permanecía tras la obra escénica eran unos cuantos artículos de un grupo muy pequeño de personas.

Por suerte, hoy en día tenemos Internet. Tras asistir a una obra suelo colgar un análisis personal sobre la misma. Espero que estos textos sean un buen punto de partida para que desarrollemos una discusión conjunta sobre lo que hemos visto. A través de los comentarios abiertos al público podéis contradecir, apoyar o complementar los argumentos que yo propongo. Si queréis elaborar un texto autónomo que represente vuestro punto de vista, mejor todavía. Lo podéis hacer en cualquier blog personal o abriros uno en http://www.tea-tron.com/. Si lo hacéis en Teatrón, conseguiréis más lectores y haréis más fácil el acceso a estos textos. Si queréis también podéis enviarme el enlace y lo publicaré en mi blog. Cuántos más puntos de vista obtengamos, más completa y enriquecedora será la discusión. Si no os gusta escribir u os resulta difícil, también podéis abordarme antes o después de las representaciones y podemos discutir sobre el asunto. Estaré encantado de saber qué opináis al respecto. Todo el mundo puede ser crític@. Lo de la peluca es opcional, pero está vivamente recomendado. 😉

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