POR ÉTICA, ARISTAS

Imaginaros unas escaleras, o una escalera. Algo para avanzar en línea recta, en descenso o en ascenso, da igual, eso puede variar simplemente girando 180 grados. No hay paredes. El resto es vacío, como una caja negra enorme, y solo existe esa consecución de peldaños extraños. Aristas como dientes. 90 grados, tras 90 grados. Ángulos rectos acechando e invitando a proceder. Solo un elemento opresor que constriñe y hace que saques lo mejor de ti. Aunque lo mejor de ti para el arte siempre será en realidad lo peor.

“No hay ética ni moral, solo la acción de apretar el tubo de la pasta de dientes para que salga la crema que limpie la roña. Lo sobrante. Lo incrustado que molesta”.

Estas dos líneas de texto van apareciendo sin pretexto intermitentemente con lapsos tan cortos que se hace imposible leerlas. Es una proyección en holograma. Letras en 3D que ocupan el espacio entero. Esa es la única luz que hay y que permite ver el vacío y la escalera. Al final molesta tanto esta intermitencia de luz que puede ser que desees que pare. En ese momento, cuando deseas que pare, que se pare todo y se divida, no entra más luz y parece que percibes las dos líneas escritas en tus parpados. Se han quedado como impresas y si cierras los ojos puedes leerlas:

“No hay ética ni moral, solo la acción de apretar el tubo de la pasta de dientes para que salga la crema que limpie la roña. Lo sobrante. Lo incrustado que molesta”.

Entonces salimos todos disparados, sin gravedad. 360 grados al cubo. Cinco grados más y nos pasamos un año entero viajando. Experimentamos algo parecido a volar hasta que nos estampamos en un cuerpo blanco y arrugado. Como si las líneas temporales se juntaran y del vacío pasáramos a una densidad mucosa que nos conecta unos con otros. Somos cabezas pegadas a cuerpos lánguidos que bailan y se mueven sin saber porqué encima de este cuerpo blanco e irregular. Como si este cuerpo fuera un papel mal doblegado. Somos un desperdicio. Unidos, pero un desperdicio. Estamos pegados. Nos pegamos.

No hemos ido a ninguna parte. Hemos fracasado. No parecía que tuviéramos ningún objetivo vital y aún así sentimos que todo esto no esta bien, que no vamos a ningún lado. Hemos experimentado algo así como una sensación de placer, pero el placer se evade en cuanto tomamos consciencia de él.

Seguro que había algo mejor, algo que seríamos capaces de explicar con orgullo.

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