carta a Ramón

25/11/08

Justificación y primeras explicaciones del proyecto

¿ Cómo quiero hacer teatro ?

Parto de una constatación : el acto de representar no es algo natural. Cuando voy al teatro y estoy sentada frente a un grupo de actores que me cuentan una historia y encarnan cada uno un personaje sin hacer referencia, explicar, justificar, o hablar de ese acto de representación, sin mostrarme el proceso que los lleva a realizar y a actuar esa obra, no les creo nada y termino negándome a entrar en el juego de la ficción, es decir, en la ilusión.

Hay muchas maneras de tomar en cuenta en un espectáculo la condición totalmente artificial de toda representación. Ahí entra la idea de los grados de convención, de verosimilitud. Un tipo de actuación totalmente verosímil y naturalista, que imita a la perfección la realidad, es máxima convención, artificialidad pura, ya que podría ser real, pero al estar en un lugar de exhibición, bajo unos focos y en una caja negra, anula totalmente esa cercanía con la realidad. Es puro espectáculo. Lo mismo pasa con lo que se denomina « happening » o acciones : son, muchas veces,  realizaciones extraordinarias, en un contexto cotidiano, que anulan así ese contexto, lo construyen como espacio de ficción, y al mismo tiempo, cuando se trata de exhibir una acción cotidiana, con esa exhibición se anula el caracter real de esa acción, y se muestra su artificio, denunciando así las convenciones que rigen nuestra vida cotidiana.
Hay muchos grados distintos de convención, de técnica, y cada uno se hace notar más o menos, y habla, opina, o pone a descubierto y en debate, sobre el escenario, más o menos, el acto de representación.

Creo que los grupos de artistas que trabajan actualmente con no-actores ponen a descubierto la artificialidad del hecho teatral, al igual que la idea del objeto cotidiano insertado en un museo, el « ready-made », e investigan « el poder de la black box como máquina de representación, que convierte automáticamente en teatro todo lo que se inserta en ella », además de reflexionar sobre « cómo se modifica la mirada hacia el interior de la caja negra segun lo que en ella se inserte» (1) . No creo que pretendan dejar de mentir, de engañar, de ilusionar al público, sino al contrario, exhibir el carácter ficticio en ese esfuerzo por cumplir con la convención (estar sobre un escenario, decir un texto aprendido, respetar posiciones en el espacio, etc.), y al mismo tiempo lograr ilusionarnos, hacernos creer una historia (siempre ficticia, aunque basada en hechos reales, ya que es una historia construida para el espectáculo, es una ficción) a pesar de todos los elementos que denuncian su artificialidad. Es, en parte,  una fascinación por lo teatral.

A mí me gustaría, en este proyecto, utilizar únicamente como convención el movimiento y las posiciones (espaciales, físicas y sociales) que adopta el cuerpo. Creo que cada intérprete tiene un rol, a veces un personaje, diferente en cada escena, y que actúa de eso puntualmente. La interpretación (ya sea del movimiento o del texto) partirá de un estado de tranquilidad, y requiere un cierto virtuosismo (tanto en la ejecución de los movimientos como en el lograr esa serenidad en la interpretación). Me gustaría que el público alterne entre momentos de observación y de participación activa en un diálogo con los intérpretes.

(1)  «Dramaturgias de la asistencia y la desestabilización (I) La historia de RIMINI PROTOKOLL», en: RIMINI PROTOKOLL – Alexander Verlag Berlin, Florian Malzacher
www.rimini-protokoll.de

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