«A taula!», Playground, Espai lliure, 2/5/2009

1) Texto de Aimé Pansera

A TAULA!

Un impresionante trabajo de precisión y coreografía es la obra de la compañía Playground. Todos los elementos escénicos están al servicio de la creación de un universo familiar, el que está sobre, al costado y alrededor de la mesa. El cuidado del detalle, la elección de los objetos (el juego de escala entre éstos –tazas pequeñas, más grandes, tapas de platos que no coinciden, fuentes sin tapa-, su calidez y su carácter inmediatamente reconocible), el sonido de las voces y de la vajilla, las luces bajas y recortadas, todos estos elementos contribuyen a hacer de este espectáculo una pieza de un gran valor escénico.

Cuando entré en la sala lo primero que pensé fue: ¿dónde me siento? No quedaba sitio entre los asientos situados de frente al espacio escénico, y tuve que sentarme de costado, inquieta por lo que imaginaba que sería una visibilidad dificultosa. Sin embargo, creo que uno de los hallazgos de esta pieza es prescindir del supuesto “vis-à-vis” necesario en un espectáculo tal. La dificultad de hacer una obra donde los objetos son los protagonistas con el público situado en tres frentes diferentes ha sido bien resuelta. Por un lado, la elección de dos intérpretes, sentados en espejo, permite ver, si uno está sentado a los costados, de frente a uno de ellos, e imaginar el rostro y la expresión del que está de espaldas. En otro momento, la movilidad del espejo que hace de fondo del mueble nos deja ver reflejada la imagen y la postura del intérprete que no vemos.

Uno de los planteos más interesantes de la cuestión de los frentes es para mí la corporeidad que toman los objetos cuando dejan de ser vistos desde un solo ángulo. Y no sólo a nivel visual. Los objetos que nos son mostrados son mayoritariamente de formas redondas (platos, vasos, tazas, copas). Estos son exhibidos, puestos en movimiento, y se les otorga una presencia especial en el espacio. Protagonistas de vidrio, de porcelana, volando como ovnis en la oscuridad de la sala, estos objetos son observados a través de una mirada nueva, sorprendida. Y es que se trata de llevar nuestra mirada hacia lo cotidiano, y más allá de ello, hacia la memoria, hacia lo invisible impregnado en esos objetos que nos rodean.

Como lo mencioné más arriba, la frontalidad tiene que ver con la visibilidad, pero también con lo que nos da la espalda. Creo que esta pieza, más que otras, es una obra a completar, ya que apela a la memoria de cada uno, por la elección de un universo que nos es tan cercano. El ruido de un plato o el tambalear de una copa remiten a situaciones pasadas, personales, y, por mi parte, me hundieron en pensamientos y recuerdos lejanos. El rostro que no vemos o las historias mudas que cuentan los objetos toman forma y resuenan dentro de cada uno.

Pero percibo una paradoja entre las sensaciones que me dejo esta pieza. Hay una dificultad de aprehender esta obra que reside para mí en un cierto corte que siento en lo que podría llamar mi recepción emocional del espectáculo. Intentaré explicarme. Estoy frente a una pieza perfectamente ejecutada y bella, que se pasea por mis recuerdos y recorre, de la ensalada al café, una posible relación de pareja sinuosa y reconocible, de manera clara, progresiva y exacta. Pero en ningún momento estos estados por los que trasito yo o la obra me movilizan, me comprometen, o me llevan más allá de una atenta expectación. Fue como contemplar algo hermoso y, aunque aparentemente familiar, ya que hablaba de mí, y de cualquiera, lejano e intocable. Quizá necesite tiempo, quizá con esta crítica embellezca el recuerdo o al contrario, encuentre argumentos y razones para entender y apreciar de un modo más racional la obra, al mismo tiempo que teja estos lazos entre mi historia y la que cuenta el espectáculo.

En todo caso, doy a conocer una impresión compartida por algunos espectadores en relación a lo que comento. Noche de estreno, noche del clásico (Barça-Madrid), un grupo de espectadores ansiaba silenciosamente allá por la mitad de la obra que un pelotazo o un petardo hiciese explotar en la mesa todo el equilibrio y la fragilidad de la minuciosa puesta en escena. Un deseo de sacudida, de interrumpir ese universo de sueño en el que nos transporta la obra. ¿Deseo o sueño compartido? Como siempre invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!

También remito a los textos publicados en el último numero de los DDT (Documents de Dansa i Teatre 13 – Abril 2009), que me ayudaron a pensar y apreciar todos estos espectáculos.

2) Text del Remy Valdau

L’any 1942 Francis Ponge escrigué un llibre cabdal de la poesia francesa del s.XX, Le parti pris des choses. Heus açí alguns bocins:VORAMARFins que no aborda els seus límits, el mar és una cosa simple que es repeteix ona a ona. Les coses més simples en la natura, però, no es deixen abordar sense adoptar un munt de maneres, sense un feix de compliments, així com tampoc les coses de més gruix sense sofrir una certa minva. És per això, i també per rancúnia contra llur immensitat, que se li fa carregosa, que l’home es precipita a les vores o a la intersecció de les coses grans per definir-les. Car, al si de l’uniforme, la raó trontolla perillosament i s’enrareix: una ment a la recerca de nocions ha de proveir-se, abans de tot, d’aparences.
(…)
LES MÓRESAls matolls tipogràfics constituïts pel poema en un camí que no mena ni enfora de les coses ni vers la ment, certs fruits estan formats per una aglomeració d’esferes omplenades per una gota de tinta.Negres, rosats i caquis plegats al raïm, ofereixen més aviat l’espectacle d’una família altiva a edats diverses que no pas una temptació gaire viva a collir-les.
Atesa la desproporció dels pinyols en relació a la polpa, els ocells els aprecien poc, de tan poc que els resta quan del bec a l’anus en són atravessats.
(…)
LA PAPALLONAQuan el sucre elaborat a les tiges sorgeix al fons de les flors, com tasses mal rentades, un gran esforç té lloc al terra des d’on les papallones, tot d’una, emprenen el vol. (…)
Llumí volant, la seva flama no és contagiosa. I, d’altra banda, sempre arriba massa tard i sols pot constatar les flors descloses. No hi fa res: comportant-se com un fanaler, verifica la provisió d’oli de cadascuna. Posa al cim de les flors el cassigall atrofiat que porta amb ella i venja així la seva llarga humiliació amorfa d’eruga al peu de les tiges.
(…)

LA MOLSA

Les patrulles de la vegetació s’aturaren, temps ha, en l’estupefacció de les roques. Mil bastonets de vellut de seda s’assegueren llavors a la turca.
Des d’aleshoresm, d’ençà de l’aparent crispació de la molsa arran de roca amb els seus licors, tot pres pertot arreu en una enganyament inextrincable i clos al dessota, s’agita, pica de peus, se sufoca.
(…)

LA TARONJA

Com en l’esponja, hi ha en la taronja una aspiració a recobrar continença després d’har estat sotmesa a la prova de l’espremuda. Allà on l’esponja, però, reïx sempre, la taronja mai: car les cèl·lules se li han rebentat, els teixits se li han esquinçat. Mentre que només la pell retorna blenament a la pròpia forma gràcies a la seva elasticitat, s’ha escampat un líquid d’ambre,  acompanyat d’una frescor de suaus perfums, sí –però sovint també de l’amarga consciència d’una expulsió prematura de pinyols.
(…)

ELS PLAERS DE LA PORTA

Els reis no toquen mai una porta

No coneixen aquest goig: empènyer endavant amb suavitat o bruscament un d’aquells plafons familiars, girar-s’hi de cara per tornar-lo a deixar al seu lloc –tenir als braços una porta.

…El goig d’empunyar pel seu nus de porcellana el ventre d’un d’aquells alts obstacle d’una habitació; aquell ràpid cos a cos per mitjà del qual, refrenat el pas un instant, l’ull s’obre i tot el cos sencer s’acomoda al seu nou apartament.
(…)

Francis Ponge s’apropa al món de les coses amb una nova mirada, amb un nou vocabulari, amb una nova delicadesa i sobretot, amb un domini total de la paraula amb la que apama l’objecte i el fa bategar per paratges desconeguts, estimulant la pensa, fent-te reconsiderar la teva pròpia visió i renovellant la teva relació amb la realitat sensible. És aquest atreviment i aquesta cura la que fan de Le parti pris des choses un llibre tan especial.

3) Text del Quim Pujol

Ya lo dije el año pasado y lo repito de nuevo. El trabajo de Xavi Bobés es riguroso y refleja un universo personal, algo que no todos los creadores poseen y que constituye un gran tesoro. Las piezas de Xavi siempre tienen algo amable, y al mismo tiempo algo muy sombrío cuya naturaleza exacta resulta difícil discernir. La parte amable de sus piezas queda a millas de mis preocupaciones personales, así como la estética de sus obras. Nada que decir al respecto, salvo que esta diferencia de sensibilidades merma mi goce. El oscuro potencial de la penumbra en la que Xavi manipula sus objetos es sin duda lo que me interesa más de su trabajo. ¿Qué es eso que planea amenazante en sus piezas y que no logro aprehender? Quizás algún día veamos cómo adquiere más protagonismo. Quizás son imaginaciones mías.

A parte de la evidencia de que se trata de un trabajo de filigrana, hay una fractura en la pieza que me resulta llamativa. Por un lado tenemos la manipulación de objetos puramente abstracta y por el otro lado hay una serie de acciones con una clara vertiente narrativa. La primera parte me fascina, mientras que la segunda no me suscita apenas interés. Y es que esta narrativa silenciosa me remite a un mimo casi convencional que identifico con lo que he llamado la «parte amable» de la pieza.

La otra sección de la obra donde los objetos se manipulan sin apuntar a una narrativa resulta para mí mucho más interesante. Los objetos guardan todo su potencial semántico y dibujan una coreografía. En este sentido, el papel prominente del espacio sonoro corre el riesgo de crear interferencias que dificulten la identificación. Curiosamente, tengo la sensación de que estos elementos que menos aprecié son lo que más ayudan a un público poco entrenado a mantener la atención (el ritmo sonoro, la narrativa).

En cualquier caso la posición de la obra me parece peculiar, a medio camino entre un trabajo experimental árido pero fascinante (y que por desgracia quizás no tiene cabida en el Lliure tal y como contextualizan las piezas hoy en día), y otro planteamiento más accesible que no ofrece alicientes para mi subjetividad. Debido a esta confusión, tengo curiosidad  por saber cómo leerán la pieza los diferentes perfiles de espectadores…

Por otra parte, mis más sinceras felicitaciones por la precisión y el rigor. Son dos virtudes que escasean.

Como siempre invito a todo el mundo a expresar su propia opinión y rebatir, apoyar, contradecir o ampliar todo lo que afirmo con sus propios argumentos. ¡Muchas gracias!

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Una Respuesta a «A taula!», Playground, Espai lliure, 2/5/2009

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