juego y placer (Benjamin)

hola a todos, después de los días de fiesta.

el otro día me fui al capítulo que dedica Benjamin en el Libro de los pasajes al juego

Dedica el mismo “archivo” al juego y a la prostitución, en realidad se centra en juegos de azar en el ambiente de la noche parisina

define el juego como un dejar el destino en manos del placer. Esto me hizo pensar, por un lado, que todo juego implica un ponerse en manos de unas reglas previamente acordadas, es decir, perder la seguridad que uno trata de tener en su vida cotidiana y participar de otra cosa cuyo destino es incierto. Cuando comienza el juego hay un nivel de incertidumbre, uno no sabe cuál será el desenlace, cómo se va a desarrollar, cómo le irá en el juego, qué cosas irá sintiendo.

Todo eso da placer, el ponerse en una situación que uno no controla. Incluso si es uno mismo el que fija las reglas, una vez fijadas, las reglas ya están ahí, dan lugar a una realidad aparte de la que uno decide participar (aceptar, someterse) porque eso, de algún modo, le va a dar un placer, el placer de dejar de ser uno mismo, o de dejar de pensar a partir de las reglas que asumimos como “reales”, para adoptar otras reglas, ponerse en manos de otra situación, de una situación inventada… y lo que nos lleva a ese entrar en una situación incierta, es decir, a jugar, es el placer que nos da jugar, el placer que nos da entrar en esa situación de pérdida, de no saber bien cómo te irá, cómo reaccionarás, si ganarás o no, qué vas experimentar…

cuando hayas retomado nuevamente el control, ya sea porque vas ganando, porque el juego se acabó, o porque has perdido, ahí el placer de jugar, incluso si has ganado, se acabó. El placer dura mientras no se sabe bien cómo van las cosas, mientras que todo está todavía en juego, mientras que algo está haciéndose o deshaciéndose.

proyectando estas reflexiones a la vida social, pensaba que cualquier relación implica también ponerse un poco en manos del otro o de los otros, perder tus seguridades para “jugar” con los otros, aceptar unas reglas comunes que nos van a permitir relacionarnos en un terreno común, que no es ni el tuyo ni el mío, y poner el destino, como decía Benjamin, en manos de esas reglas nuevas… y hacer esto además por placer, no por un beneficio concreto.

Ponerse en manos de los demás por placer puede ser una manera también de pensar lo que la vida (social) tiene de juego. Quizá por eso Benjamin puso la prostitución y el juego en el mismo capítulo, por lo que ambas actividades implican, al menos como alegorías, de ese ponerse en manos ajenas y hacerlo además por placer.

pensar el placer como termómetro social, es decir, en qué medida me relaciono con los demás por puras ganas de pasarlo bien, es una manera de ver lo que de juego de verdad tiene una sociedad. Utilizar el juego, o el placer que te da jugar, para resolver algún tipo de situación (eso que ya hemos hablado), una situación de crisis económica, crisis de ideas, crisis de identidad… es poner el motor del juego (el placer) al servicio de una rentabilidad x… esto parecería un poco una perversión del principio fundamental del juego? (obvio que jugando se puede aprender, la pregunta es si vienen primero las ganas de jugar, de divertirse jugando, o la necesidad de tener que aprender o resolver algo y luego, para que no resulte tan aburrido, lo hacemos mejor con un juego). Es decir, el juego, en cuanto que responde a ese principio lúdico, es algo que en cierta medida, al menos cuando las condiciones no lo impiden, no se puede ni siquiera evitar.

creo que en ese cruce entre la relación con los otros y su estímulo a través del placer  (es decir: “me relaciono con los demás porque me gusta”) es uno de los lugares (aunque quizá resulte un poco obvio) donde juego y comunidad se encuentran: juego para estar con los demás, o sea, para pasármelo bien estando con los demás, aunque ese otro demás pueda ser yo mismo… juego para divertirme conmigo mismo o jugamos para divertirnos todos juntos…, pero ese “divertirse” parece fundamental, claro (siento la obviedad)

fin de la reflexión (besos a todos, llenos de placer), Óscar

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