Elena Córdoba: (una) aproximación anatómico-poética al interior del cuerpo

Como no puedo enseñar mi interior, como ni siquiera puedo verlo, voy a trabajar con mis danzas para dibujar en el exterior de mi cuerpo (en lo que tú puedes mirar), las funciones y los movimientos de mi adentro. Así, cuando vengas a verme bailar conocerás en mi cuerpo lo que no se ve de él y lo que tampoco ves del tuyo. Verás en mi constitución la tuya.

(Elena Córdoba)

El aire. Fotografías del alma

Esta instalación fotográfica acompañada de acciones es la segunda obra (escénica) del proyecto Anatomía Poética. En palabras de la autora: “El aire” es un estudio de las vías respiratorias: la nariz, la cavidad de la boca, el diafragma y la musculatura del tórax. Una transposición al cuerpo vivo de la mirada anatómica”.

Para la composición de la pieza, Elena Córdoba se centró en los movimientos de contracción y relajación impulsados por el músculo del diafragma así como en el eco que estos movimientos encuentran en bronquios, pulmones y tórax. . Al poner en escena este conjunto de movimientos surgió una suerte de «coreografía de la respiración» , interpretada por el aparato respiratorio.

La paradoja de esta danza reside en que la coreografía interpretada por el aparato respiratorio –y que tiene como intérpretes a bronquios, músculos y pulmones- es un baile que precede a cualquier intención previa del individuo. En este sentido, el cuerpo baila sin necesidad de que el movimiento sea impulsado externamente, siguiendo tan sólo la lógica orgánica del cuerpo. Una danza constante e inserta hasta tal punto en la cotidianidad del ser humano que únicamente le permite hacerse consciente al detenerse a observarla.

La inconsciencia o ausencia de intencionalidad con la que dicho proceso es realizado contrasta con el carácter primordial de su función para que el cuerpo se mantenga vivo.

Sobre esta ausencia de consciencia se construye gran parte del trabajo de Elena Córdoba. En esta pieza recurre a la reiteración y la hipérbole de una acción ya existente, para tratar de provocar en el espectador una toma de conciencia acerca del funcionamiento del cuerpo que se expone en escena y, con ello, de su propio cuerpo. La observación pausada y detenida del ejercicio de respiración en el otro funciona a modo de reflejo en quien lo observa. De esta forma, la mirada del espectador se despliega en un doble gesto a través del cual observando el cuerpo del otro, (re)conoce también el suyo.