Claudia Faci: poder sin fin

“Cantar para no llorar…”, decía Chavela Vargas en una entrevista reciente, mantenida en la Residencia de Estudiantes, con motivo de la publicación de un libro y dvd en homenaje a Lorca.

“Bailar para no llorar, bailar para distraer la muerte…”, podría haber sido alguna de las muchas frases con las que Claudia Faci artícula su última propuesta, un tríptico a modo de recopilación de sus últimas creaciones, en las que recorre vida, obra y cuerpo, en una suerte de geografía del desastre que concluye (parece) en punto y aparte.

Construyo sobre el olvido es el nombre de esta pieza en la que la Faci despliega una energía poco correspondiente con su aparente fragilidad física. No tanto un animal como una suerte de deidad escénica. Capaz de generar una empatía, no sólo respecto a su historia, sino, sobre todo, a través de las zonas de dolor que señala en escena. Claudia construye el discurso a partir de su propia experiencia, un discurso que en ocasiones deviene en verborrea, se expone, se cuestiona, y sin embargo, no resulta soliloquio o monólogo interior, logra interpelar al espectador, generar un tipo de comunicación que, aun unidireccional, crea una ficción de diálogo fluido.

La acción final, cuchillo en mano, abre, disecciona y es puerta de entrada a ese tunel que funciona como lugar de encuentro entre ella y el público. Resistir es la manera que Claudia Faci parece haber elegido para hacer de su vida una política en escena.

http://youtu.be/KD_EHCba6MI

ocupacion(es): La_Porta

«No es lo mismo variación que cambio. No es lo mismo poner en duda que destruir. La destrucción es necesaria. Hogueras. Fuegos muy íntimos, muy adentro, venas. Hilos rojos ardiendo. No hay que salir a las calles. Hay que dinamitarse el esófago. Hay que ponerse barricadas en el cerebro, bombardear los rincones enquistados. Cagar, vomitar, amarse, amarse, aferrarse al sistema nervioso y amarlo, desearlo, amarlo, amarlo, amarlo. No es una cuestión de discursos es una cuestión de entrañas, una cuestión de vida y muerte, y lo que está entremedio. Yo no quiero hablar con el craneo. Quiero hablar con el cerebro sangrante.»

[Revisto mayo 2012]

ojo, cabeza, corazón

¿Es posible representar el dolor a través de las imágenes? ¿Es posible dar cuenta/funcionar a modo de testigo de las ausencias?

Hacer del pasado presente, actualizar la pérdida. Nombrar el dolor, capturarlo, en forma de palabra, imagen, cuerpo… Encarnar al otro, traerlo al aquí y ahora sin instrumentalizarlo, solo impulsados por el deseo de sentirnos, por un instante, un poco menos solos.

Sé que tu dolor será para mí siempre algo obtuso, ralo, innaccesible. Sé, además, que la representación de tu dolor llegará siempre tarde. Sin embargo, sé también que en esa distancia y en ese retardo, acontece la responsabilidad. Es en este entre, en ese espacio insalvable que nos separa a tu cuerpo del mío, donde surge la posibilidad de una ética que es también la posibilidad de una estética.

Auschwitz, Beirut, Sao Tomé… escenarios, todos, donde hallar tu dolor. Lugares, estos, sobre los que posar ojo, cabeza, corazón.

Los olvidados son siempre los (más) importantes.

Las palabras perdidas

Las palabras perdidas. Un hermoso vídeo de Elena Alonso y Marisa Amor con poemas de Alfredo Buxán (Las palabras perdidas, Bartleby, 2011), presentado en el Teatro Pradillo el 1 de mayo, en «Cuidar el fuego. Jornadas de apertura». Ocho minutos muy recomendables.

Fuente: AF Lera/Magrinyana

Elena Córdoba: (una) aproximación anatómico-poética al interior del cuerpo

Como no puedo enseñar mi interior, como ni siquiera puedo verlo, voy a trabajar con mis danzas para dibujar en el exterior de mi cuerpo (en lo que tú puedes mirar), las funciones y los movimientos de mi adentro. Así, cuando vengas a verme bailar conocerás en mi cuerpo lo que no se ve de él y lo que tampoco ves del tuyo. Verás en mi constitución la tuya.

(Elena Córdoba)

El aire. Fotografías del alma

Esta instalación fotográfica acompañada de acciones es la segunda obra (escénica) del proyecto Anatomía Poética. En palabras de la autora: “El aire” es un estudio de las vías respiratorias: la nariz, la cavidad de la boca, el diafragma y la musculatura del tórax. Una transposición al cuerpo vivo de la mirada anatómica”.

Para la composición de la pieza, Elena Córdoba se centró en los movimientos de contracción y relajación impulsados por el músculo del diafragma así como en el eco que estos movimientos encuentran en bronquios, pulmones y tórax. . Al poner en escena este conjunto de movimientos surgió una suerte de «coreografía de la respiración» , interpretada por el aparato respiratorio.

La paradoja de esta danza reside en que la coreografía interpretada por el aparato respiratorio –y que tiene como intérpretes a bronquios, músculos y pulmones- es un baile que precede a cualquier intención previa del individuo. En este sentido, el cuerpo baila sin necesidad de que el movimiento sea impulsado externamente, siguiendo tan sólo la lógica orgánica del cuerpo. Una danza constante e inserta hasta tal punto en la cotidianidad del ser humano que únicamente le permite hacerse consciente al detenerse a observarla.

La inconsciencia o ausencia de intencionalidad con la que dicho proceso es realizado contrasta con el carácter primordial de su función para que el cuerpo se mantenga vivo.

Sobre esta ausencia de consciencia se construye gran parte del trabajo de Elena Córdoba. En esta pieza recurre a la reiteración y la hipérbole de una acción ya existente, para tratar de provocar en el espectador una toma de conciencia acerca del funcionamiento del cuerpo que se expone en escena y, con ello, de su propio cuerpo. La observación pausada y detenida del ejercicio de respiración en el otro funciona a modo de reflejo en quien lo observa. De esta forma, la mirada del espectador se despliega en un doble gesto a través del cual observando el cuerpo del otro, (re)conoce también el suyo.