Boletín # 9 a 19/10, 2014

LM

ARTISTA residente | danza | madrid

ELENA CÓRDOBA

SOY UNA OBSTINADA CÉLULA DEL CORAZÓN

Y NO DEJARÉ DE CONTRAERME HASTA QUE ME MUERA

9 a 19 de octubre de 2014 | J a D, 21h

¿Sabes que un corazón fuera del cuerpo sigue latiendo si cuidas su equilibro salino? ¿Hay algo más obstinado y más absurdo que olvidar que te has muerto? Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no dejar de latir y de bailar ni muerta.

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Teatro Pradillo acoge el estreno de la última creación de la coreógrafa y bailarina Elena Córdoba, una de las artistas residentes de nuestro espacio. Soy una obstinada célula… es una aproximación al latido y a su ausencia, a lo vivo y a lo muerto, que forma parte del ciclo Anatomía Poética, iniciado en el año 2008: un proyecto de creación y estudio sobre el interior del cuerpo, la historia de la anatomía y sus posibles desarrollos poéticos y coreográficos.

«Después de Atlas, el gigante y la vértebra, y siguiendo con su prolongada investigación artística Anatomía Poética, Elena Córdoba se ha lanzado de nuevo a una tarea titánica. Se ha colocado delante del cadáver, uno de los tabúes más incómodo y silenciado en nuestra cultura occidental, para observarlo y aprender de él, para conocer al detalle todo lo que le acontece al cuerpo después del último latido, cuando la sangre se detiene y empieza a ser el recipiente de otra vida, de otro movimiento incesante e implacable.

Pero también, y quizás más relevante, por imposible, por misterioso e inviable, se ha propuesto dialogar con el cuerpo inerte, ha empezado a hablarle, a lanzarle preguntas, a atender y esperar las posibles respuestas, los signos que puedan llegar de ese otro lado infranqueable. Sin misticismos. Como una científica del espacio sensible que pueda permitir relacionarnos con la detención de la vida, se ha empeñado en entablar un diálogo con esa nada llena de tantas cosas que intentamos evitar siempre y en la que se basa el negocio aséptico de la muerte en nuestra sociedad avanzada.

Un empeño que, lejos de implicar un gusto por lo morboso del tema y sus inevitables connotaciones fúnebres, le impulsa a la acción, a seguir buscando la belleza y desvelar una posible poética, como ha hecho siempre en este ciclo anatómico, sin necesidad de parapetarse en metafísica alguna, mirando al cuerpo como materia, sangre, músculos y huesos, basculando sin problemas entre lo forense y lo sublime, entre la aprensión y la maravilla.

Esta búsqueda le lleva a oponer su capacidad de seguir generando movimiento, con su cuerpo de bailarina, maduro, palpitante, para intentar atravesar, con la carne viva, la barrera de silencio, el misterio de nuestra inevitable desaparición.»

Oscar Dasí

LM

DetalleConoce y sigue el proyecto

El tejido de Soy una obstinada célula… se ha ido construyendo a través del diálogo de Elena Córdoba con Cristóbal Pera, Oscar Dasí, Jaime Conde-Salazar y Carlos Marquerie. Desde hace unos días estamos desvelando, una a una, algunas de esas correspondencias. Puedes encontrarlas en este blog, en la sección «Acompañar > Elena Córdoba».

Últimos post

Paseo por mis bosques [tercera postal de Oscar Dasí]
Diálogos sobre el color [Jaime Conde-Salazar]

Más información en la web de Pradillo

Soy una obstinada célula…
Precios, venta de entradas

LMY ademásElenaCórdoba

De aquellos Polvos, estos Barros: un baile en el bosque

Proponemos un pequeño viaje fuera de la ciudad, más allá del teatro, hacia las raíces de esta célula obstinada del corazón. Saldremos en autobús de Pradillo y llegaremos a un bosque en alguna parte, allí comeremos y bailaremos a oscuras, llenos de tierra, celebrando cada uno de nuestros latidos. Un paseo conducido por Oscar Dasí, Elena Córdoba, Nilo Gallego y Carlos Marquerie.

Miércoles 15/10 | Hora de salida 20h | Hora aproximada de regreso 24h | Aforo reducido (máximo 30 personas) | Precio único sin descuentos 10 € | Reservas antes del 8/10 en el T 91 416 90 11 o en info@teatropradillo.com | más información

LMMás noticias, más allá de Pradillo

Claudia Faci, Fernanda Orazi y Pablo Messiez en el Festival Temporada Alta
Este fin de semana comienza el Festival Temporada Alta de Girona. Y allí tendrá lugar el estreno absoluto de A-creedores, basada en la obra de Strinberg, con versión y dirección de Claudia Faci, y con Pablo Messiez, Fernanda Orazi y la misma Claudia en escena. Un proyecto que cuenta además con un gran equipo y al que deseamos larga vida.
temporada-alta.net

Curso anual de danza con Mónica Valenciano en Estudio 3
La voz del cuerpo, escrituras y gramática del movimiento, la piel de un espacio posible, la acústica del tejido espacial… Mónica Valenciano imparte un curso anual en Estudio 3, todos los jueves de 12 a 15h.
estudio3.org

Aurora Fernández Polanco: Pensar la imagen / Pensar con las imágenes
Acaba de publicarse, en Editorial Delirio, este libro editado por Aurora Fernández Polanco y que reúne textos de diversos autores en torno a tres objetivos: pensar la imagen en las nuevas sociedades de control; pensar con las imágenes en su acepción de singularidad o dato visual; y repensar las narrativas oficiales para reescribirlas desde lo parcial.
delirio.es

LM

Correspondencias alrededor de una célula obstinada del corazón # 4

La correspondencia que he mantenido con Jaime Conde-Salazar durante el proceso de creación de Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera, ha girado alrededor de la imagen, de los colores de la vida y de la muerte, de la sangre, de la luz, de la pintura. Pasado un tiempo él me la está devolviendo convertida en una narración que podríamos titular “Las cartas de La Una y La Otra”.

Aquí va la primera entrega

* * *

DIÁLOGOS SOBRE EL COLOR I

Todo comenzó con una coincidencia: estando en dos lugares distintos, las dos llegamos al mismo tiempo a la misma imagen del misterioso pintor veneciano Giovanni Bellini (1433-1516). La Una perseguía los orígenes de la pintura moderna: Giotto, Masaccio, Fra Angelico… Y La Otra estaba en Milán donde había tenido la fortuna de encontrarse en la Pinacoteca Brera con la exposición dedicada a Bellini y al nacimiento de la imagen de devoción humanista. La imagen en la que tuvo lugar el encuentro muestra el cuerpo muerto de Cristo erguido sostenido por la Virgen y San Juan. La Una dio con un dibujo preparatorio, La Otra con el cuadro.

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El cuerpo de Cristo muerto se convierte en el paradigma del cadáver. En vez de mostrarse un cuerpo muerto tumbado, abandonado al peso, entregado a la horizontal, aparece erguido. Cuerpo muerto en postura de cuerpo vivo. De esta forma se convierte en objeto de contemplación como si la posibilidad misma de que ese cuerpo fuera una imagen pusiera en cuestión la propia idea de lo vivo y lo muerto.

La pintura hace evidente la cuestión: la clave está en el color, en la diferencia entre el color del cuerpo vivo y del muerto. A veces veo que lo que los separa es un matiz de temperatura, pero en otros cuadros los colores son tan diferentes que parecen cuerpos de naturaleza distinta, esas veces me parece que esas imagines se vuelven un vánitas, una forma de decirte: hoy sonrosado, mañana gris.

DetalleEl del muerto es un color con muchos matices. Aquella noche/mañana que La Una pasó junto al cuerpo de su padre, se dio cuenta de que el color fuera lo más cambiante de la muerte, lo que la delataba y lo que delataba cada uno de sus estados. Eso estaba en todas las representaciones de la muerte que vio en aquellos días de viaje por Italia.

Al volver a casa, las dos se dieron cuenta que la imagen de Bellini les había hecho pensar en el maravilloso cuadro de Antonello da Messina (1430-1479) que se conserva en el Museo del Prado. Aquello era una señal: el siguiente encuentro tendría lugar frente a aquella imagen.

MILÁN 042Jaime Conde-Salazar

Correspondencias alrededor de una célula obstinada del corazón # 1

En el proceso de creación de Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera me acompañan Jaime Conde-Salazar, Oscar Dasí, Cristóbal Pera y Carlos Marquerie. Con cada uno de ellos he mantenido un diálogo diferente, algunos se han producido cara a cara y otros en la distancia, las voces de todos ellos han ido dirigiendo los pasos de este trabajo. Nos ha parecido bueno desvelar algunas de estas correspondencias a la vez que vamos dando los últimos pasos de este proceso.

Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera es una aproximación al latido y a su ausencia, es una aproximación a lo vivo y a lo muerto.

Gracias a los cuatro.

* * *

Oscar Dasí me ha mandado una pequeña serie de postales a modo de respuestas a los diálogos que hemos mantenido en sala de trabajo. Aquí va la primera postal que Oscar encabeza así: un encuentro con el cuerpo (o la imagen) que ya no soy.

Boletín # 28/05 a 1/06, 2014

LB A I L A R,  ¿ E S  E S O  L O  Q U E  Q U E R É I S ?

III: Q U E  N O S  Q U I T E N  L O  B A I L A O

28 de mayo a 1 de junio de 2014

LProyectos de comisariado | Investigación y espacios de pensamiento
danza | Andalucía, Asturias, Cataluña, León, Madrid, Valencia

 

FranzKafka[dibujo de Franz Kafka]

 

Bajo el lema «Que nos quiten lo bailao» convocamos la tercera edición del proyecto Bailar, ¿es eso lo que queréis?, acercándonos al baile como uno de los actos más efímeros del hombre.

Durante esta semana nos reunimos en Pradillo bailarines y amantes del baile procedentes de toda España para trabajar a puerta cerrada en torno al baile, a su aparición y desaparición. Abriremos las puertas por las noches para compartir los caminos paralelos que han ido alimentando este encuentro: Las Noches de la PAM! (noches de conocimiento nocturno y alevoso). Y el fin de semana compartiremos con el público dos formas diferentes de celebrar lo efímero bailando: Una consagración de la primavera y un Salón de baile donde bailar agarraos.

Participan:

Elena Alonso • Tania Arias • Ana Buitrago • Patricia Caballero
Jaime Conde Salazar • Elena Córdoba • Oscar Dasí • Chus Domínguez
Claudia Faci • Sergi Fäustino • Antonio Fernández Lera • Sandra Gómez
Camille Hanson • Jorge Horno • Mar López • Colectivo maDam • Anxo Montero
Janet Novas • María José Pire • Bárbara Sánchez • Mónica Valenciano

Y los músicos:

 Javier Álvarez • Jorge Frías • Nilo Gallego • Fernando Lamas • Marcos Monje
Katsunori Nishimura • Raquel Sánchez • Cy Williams • Las Indi-gestas

Bailar, ¿es eso lo que queréis? es un proyecto comisariado por Elena Córdoba,
Ana Buitrago y Jaime Conde Salazar

LP R O G R A M A

X 28 a V 30/05  LAS NOCHES DE LA PAM!
Entrada libre

PAM! es un intento de post-academia. Se trata de probar maneras de compartir conocimiento que no son aquellas establecidas por la academia. Nos pondremos al estudio al final de la jornada, después de haber trabajado todo el día, con el cuerpo cansado y la atención escasa. No nos interesa la claridad del discurso pulido y perfecto hecho de voluntad y sacrificio (para nada). Preferimos permanecer en la indolencia de las últimas horas de los últimos días de la primavera. Y desde ahí, intentar contar cosas que realmente acompañen la gozosa sensación de cansancio que nos sobreviene después de haber bailado como perras todo el día.

X 28/05, 21h • Una mirada a la Consagración de la Primavera
De la mano de Jaime Conde Salazar y PLAYdramaturgia

J 29/05, 21 h • Cine fórum: sobre Harmony Korine y el fuera de campo
De la mano de Sergi Fäustino

V 30/05, 21h • Audición de música efímera
De la mano de Katsunori Nishimura y Chus Domínguez

 

S 31/05, 21h  UNA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA
Precio: 5 €
Reservas T 91 416 90 11 y taquilla desde las 20h

Vamos a meterle mano a La consagración de la primavera, la obra de Nijinsky y Stravinsky en la que por primera vez se prescindió de las jerarquías escénicas del ballet y todos los cuerpos en escena parecían formar parte del mismo baile. No se trata de comentar, rehacer o explicar aquella obra perdida que acaba de cumplir cien años de su estreno. Se trata más bien de tomarla como excusa para imaginar la posibilidad de un baile compartido en el que su propia desaparición se convierta en motivo de celebración profunda y radical.

A cargo de los bailarines y amantes del baile participantes en el proyecto

 

D 1/06, 20h • SALÓN DE BAILE AGARRAO
Entrada libre

Un salón de baile abierto a todo aquel que quiera bailar, sin distinción de edad o condición: grandes, pequeños, medianos o de otro planeta. En ese abrazo agarrao puede que esté la clave: pegado a otro cuerpo, abandonando el peso en un apoyo cómplice, las pieles apretadas, los olores mezclados, los pasos arrastrados por el ritmo compartido, la voluntad cedida al otro… en ese punto se suspenden los límites del ser macizo e individual de la filosofía, en ese bailar juntos se produce un sacrificio de lo propio, los límites de lo “solo” comienzan a disolverse y la desaparición se revela como algo compartido.

Una propuesta de Nilo Gallego, con los músicos invitados a la guitarra, saxo, batería y voz, Javier Álvarez como DJ y la intervención especial de
Las Indi-gestas

Y  A D E M Á S . . .

INTERCAMBIO DE PAREJAS: TEATRO DEL BARRIO Y TEATRO PRADILLO

El viernes 30/05 a las 22:30h nos iremos a bailar bajo las bombillas de colores del Teatro del Barrio, con la Orquesta del B. Y quienes quieran hacer este puente entre los barrios de Lavapiés y Prosperidad podrán reencontrarse el domingo en Teatro Pradillo para bailar agarraos y bien apretaos. Hasta que el cuerpo aguante, y que nos quiten lo bailao.

LC O N O C E  Y  S I G U E  E L  P R O Y E C T O

toda la info en nuestra web

Materiales de trabajo e inspiración y Banco de bailes en:
blog Bailar, ¿es eso lo que queréis?

Apuntes para un glosario sobre lo efímero
Antonio Fernández Lera

Antonio Fernández Lera (escritor, traductor, editor y director de escena) ha construído en estos meses previos un glosario de palabras que evocaran lo efímero, a partir de las propuestas de los participantes en Bailar, ¿es eso lo que queréis?. Él las ha devuelto en forma de etimología, de poema, de idea…

Haciendo clic en la imagen puedes leer el glosario:

GlosarioY para terminar un hermoso y radiante baile agarrao de nuestro Banco de bailes:

Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera

Imagen: latido de células aisladas del corazón. Cortesía de Cristóbal Pera.

 

Este texto lo leí en Pradillo en el mes de diciembre de 2013 dentro del ciclo La música en la escena que construyeron Claudia Faci y el Colectivo maDam. Lo cuelgo ahora en el blog de Pradillo, porque lo considero el primer paso del proceso en el que ando metida y que desembocará en el estreno en Teatro Pradillo, en octubre de 2014, de la obra Soy una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera. Me gustaría ir reflejando aquí lo que se va produciendo en este camino. Gracias a Claudia y a maDam.

SOY UNA OBSTINADA CÉLULA DEL CORAZÓN
Y NO DEJARÉ DE CONTRAERME HASTA QUE ME MUERA

PENSAMIENTOS DE UNA BAILARINA QUE COMPRENDIÓ EL RITMO
CUANDO MIRÓ UN CADÁVER

La desaparición del ritmo es la muerte. Yo me di cuenta de esto mirando un cadáver, mirando un cuerpo en el que el latido ya no existía. Desde que lo vi con mis ojos de bailarina romántica que nunca hizo caso al ritmo, le tengo mucho respeto. Desde que vi la ausencia de todo ritmo dibujado en el cadáver quiero acercarme al ritmo, quiero entenderlo y quiero entregarle mi cuerpo y mis movimientos para que los siga bañando en la vida.

Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no parar de contraerme con un ritmo sostenido.

Nunca le hice mucho caso al ritmo porque me lo enseñaron mal, me enseñaron a contarlo antes que a habitarlo. Los bailarines, bailábamos en frases de ocho tiempos, en las que al final todo debía equilibrarse. Era imposible dudar, era imposible el conflicto, era imposible, incluso, que se te fuera la olla de dominio y de placer, todo acababa con el numero 8. El ritmo era aquello que nos daba la sensación de controlar el tiempo, podíamos movernos y contar a la vez, contar el tiempo es lo mismo que matarlo, y contar a la vez que uno se mueve, además de ser infernal, es lo mismo que matar el movimiento y el tiempo a la vez. Y así pensé que el ritmo era el primer causante de las mentiras que nos enseñaban a hacer con el cuerpo al bailar, y lo desterré y no quise saber nada de él. Pero ahora como bailarina mayor quiero someterme a él, ahora que aumentan las debilidades de mi cuerpo quiero aprender a dejarme llevar por la continuidad de la vida.

Voy a preparar mi cuerpo para convertirme en una vieja fibrosa y obstinada como una célula del corazón. Obstinatus, me dice mi amigo Cristóbal Pera, significa: pertinaz, tenaz, contumaz, que sigue con empeño haciendo lo que lo hace, y que está decidida a vencer o morir. Yo, en mi obstinación, voy a preparar mi cuerpo para no tener que elegir entre vencer o morir, me voy a entrenar para vencer y morir a la vez, para que mi último latido sea una victoria, porque como decía D. Francisco de Quevedo morir vivo es la última cordura.

A veces pienso si el origen de la música es el canto o es el ritmo, y si el origen de la danza es el pulso o es el gesto. En el fondo son pensamientos que no me importan demasiado, pero me gustan porque me hacen darme cuenta de que cada vez que me acerco a mi oficio de bailarina me acerco  al tiempo y a su suceder en los latidos del corazón.

Desde hace algún tiempo (no mucho, quizá desde este otoño) siento un cansancio peculiar en el cuerpo: en los dientes, en los ojos, en mi pelo, en mi aspecto, en mis músculos. Un cansancio que me dice que la cosa va a ir así, que este es  un cansancio de alguien que ha vivido ya la plenitud de sus fuerzas. Y es complicado encontrar los argumentos para hacerlo visible, porque es complicado no querer ocultármelo a mí misma, y menos a quien venga a mirarme.

En el ritmo desaparece el pensamiento. Toda la sensibilidad se vuelve impulso, en él cada músculo escucha y responde. Los músculos sometidos al ritmo no juzgan sus actos y eso es estupendo. Sin embargo hay algo que se limpia en el cuerpo cuando bailas a ritmo, algo que vuelve los movimientos ciertos y precisos  y me pregunto si podríamos seguir el ritmo de nuestro corazón en una danza que no se volviera cierta y precisa; y me pregunto si se puede seguir el ritmo mientras que se duda; y si sería la duda más profunda el sentir que quizá no haya un paso a seguir después del último que hemos dado, y que por eso el ritmo al asegurar, la continuidad del siguiente paso,  borraría esa gran zozobra de no saber qué es lo que viene después, y que entonces duda y ritmo estarían reñidos y eso no me parece estupendo.

Existe un movimiento que empieza cuando se detienen nuestro corazón que empieza cuando uno se muere. Ese movimiento es vertiginoso, y es difícil de entender con nuestras ideas de movimiento. Es un movimiento que, no solo mueve las formas del cuerpo, sino que cambia su esencia, es un movimiento que huele, es un movimiento de una velocidad sin sonido, sin ritmo, de una velocidad suspendida. Un movimiento en el que he querido entrar con la cabeza, para transformar esas ganas de salir pitando que siento frente a la idea de lo muerto, en una comprensión tranquila de lo que ocurre cuando la vida se acaba. Por eso ahora trabajo sobre el latido. Para entender ese movimiento maravilloso y entender, así mismo, lo que produce su ausencia.

Me envía Cristóbal Pera la etimología de latir:
LATIR (Joan Corominas)

“Ladrar el perro en todo agudo o en forma entrecortada”, h. 1300, “dar latidos el corazón o las arterias”, 1490. Del verbo latino GLATTIRE con el significado de “lanzar ladridos agudos”.

DERIVADO: Latido, principios del siglo XIV

Soy una célula del corazón y soy la sangre que muevo con cada una de mis contracciones.

Yo lo vi, vi como detrás de la rigidez y del acartonamiento del cuerpo muerto se escondía el cambio de los cambios, un movimiento inexplicable. Los signos de la vida se alejan rapidísimo y transforman lo que era vivo en algo desconocido que cambia y cambia y cambia, y en todo este movimiento lo único que faltaba era el latido y el aire en el cuerpo.

Los ojos que ya estaban cerrados se le volvieron a abrir y me enseñaron que existe la nada.

Desde que miré el cadáver pienso que el amor y el ritmo son las formas más puras de conocimiento porque son ciegas e irracionales como todo lo que tenemos delante, la objetividad frente a lo que es misterioso, no sirve para una mierda y frente a lo que no es misterioso, tampoco. No quiero ser lúcida, la lucidez es terrible, no se puede ser lúcida y ser bailarina. No quiero ser lúcida, quiero ser obstinada como una célula del corazón y juntar en mi movimiento intermitente la victoria de mis latidos y la muerte de mis latidos, y así no tendré que imaginar ninguna de las dos, ni mi muerte, ni mi victoria. Y seguiré bailando.

El labio, primero de color azul y luego amarillento, se plegó más allá de donde podrían colocarse las palabras.

¿Tanto sujeta el corazón para que al detenerse aparezca el infinito?, ¿para que aparezca lo que no tiene forma ni explicación?. El corazón es el Atlas de los Atlas, el coloso de los colosos, por eso, después de haber sido el Gigante durante un tiempo, ahora quiero ser una célula obstinada del corazón y sujetar todo contrayéndome a ritmo.  Lo mejor de morirse es que no te toca ver ni oler tu propio cadáver.

Al mirar despacio el cadáver entendí porque nos inventamos a Dios, pero no entendí porqué nos habíamos inventado un Dios inmutable, inmóvil y eterno. No pensamos bien, los hombres nunca hemos pensado bien. Nos consolamos en la posibilidad de lo que no somos, pensamos que la inmovilidad es un bien superior y la inmovilidad es desesperante. Es una putada saber que uno es un futuro cadáver, pero, si se trata de engañar a la muerte yo me inventaría otro Dios,  un Dios lleno de sangre, húmedo y caliente, que latiera, que latiera sin parar, un Dios que me asegurara que después de muerta voy a seguir latiendo y voy a seguir bailando: Dios corazón, Dios latido, un Dios bailarín, cualquier cosa menos un Dios inmutable. Los Dioses del Olimpo soñaban con follar con los mortales, quizá porque teníamos un corazón que latía y cuando lates, a la fuerza tienes que follar mejor que alguien que no haya sentido dentro los golpes de la sangre.

Y todo esto es lo que se me va apareciendo después de mirar su cadáver, como si esa mirada fuera el punto de partida de un nuevo conocimiento.

Cuando bailo, algunas veces, no todas, puedo pensar en estas cosas de una manera carnal y a la vez sentirlas sin el vértigo que me dan ahora cuando os hablo.

El fisiólogo francés Xavier Bichat definía la vida como aquello que resiste a la muerte. Él seguro que habría mirado detenidamente muchos cadáveres, porque lo que hay después de la muerte del latido es la demostración palmaria de que el Sr. Bichat tenía razón, de que el corazón cose la vida con un ritmo obstinado, que la aprieta y que cuando se detiene comprendes la fuerza que tiene la muerte como estado. Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón para resistirme a la muerte y además hacerlo bailando.

Siempre había pensado que la percepción más pura del tiempo se producía cuando era capaz de frenarlo, cuando sentía en el cuerpo una duración suspendida, casi infinita. Pero ahora pienso que mi vida nada tiene que ver con la inmovilidad y menos con el infinito; y que si entrego mi cuerpo al ritmo, si escucho los golpes de los latidos entenderé mejor este tiempo loco, el que me empuja por dentro a la vez que me desparrama por fuera. Ahora pienso que voy a golpes y a contracciones como las células obstinadas del corazón y que mi vida no cae, ni por asomo, con la suavidad con la que cae la arena del reloj. John Berger decía que el alma es simplemente la percepción de otro tiempo. Y yo, al Sr. Berger le cambio la palabra percepción por la palabra invención y digo: el alma es la invención de otro tiempo, y la emparejo con la idea de la eternidad y de todo lo que nos hemos inventado para alejarnos del latir, y del cadáver.

Y al ver el cadáver también comprendí que la sabiduría es una mezcla de consciencia y de olvido. La consciencia de que vas para allá a quedarte inexplicablemente muerto, feo y frío y el olvido necesario para agarrarte a cada latido y pensar solo lo justo en esa imagen de tu cuerpo feo y frío. Y al ver el cadáver, me entraron ganas de bailar  porque al bailar (bien), como al follar (bien) hay algo que te dice que ese acto perfecto es efímero e irrepetible y, además, que es perfecto porque es efímero e irrepetible, y hueles entonces (por un instante) que perfección y eternidad son palabras antagónicas. Y que el precio a pagar por ese super polvo o por ese bailazo es tu cadáver feo y frío. Como decía mi amada Szymborska “Por tener cuerpo se paga con el cuerpo”.

¿Sabéis que un corazón fuera del cuerpo sigue latiendo si cuidas su equilibrio salino? ¿Hay algo más obstinado y más absurdo que olvidar que te has muerto?

Por eso quiero ser una obstinada célula del corazón y no dejar de latir y de bailar hasta que me muera.

Correspondencia entre Claudia Faci y Colectivo maDam

Fragmentos de la correspondencia mantenida entre Claudia Faci y el Colectivo maDam durante el proceso de creación de Arashi.

Mars, 26 de julio

hay fiebre, sí.

he asistido nítidamente a una conversación entre claudia y franco.

ella le preguntaba qué es la música.

entonces, él ha sacado de un bolsillo del pantalón militar, de entre el cabello de la sien y el bigote, prestifrancodigitador!, algunas monedas de 50 céntimos, con agujero en el centro. ponía «españa 1949». lo prometo.

entonces va y las pincha en agujas de hacer punto, clavadas a su vez en un pan redondo de los de antes. eso parecía un bosquecillo de setas.

después coge un par de agujas y dice «tocar la batería», y se pone manos a la obra.

no me gusta delirar, francomente.

francomen.

franco.

fran.

Mars, 23 de agosto

el título, ‘la música en la escena’, ese ‘en’ central, me inquieta, en el buen sentido. parece que dice ‘a está en b’ y es como si me agobiara un poco. quizá charlar en torno a ese ‘en’ pueda aportarnos algo en el proceso creativo. nunca se sabe.

me encanta que se describa el proyecto mediante el recurso a la pregunta. quizá sea lo único que tenemos hasta el momento: preguntas; quizá nunca contemos con respuestas, lo cual no está mal. me seduce la idea de trabar y fundir todas las preguntas que se formulen a lo largo del proceso en una sola, abierta, completamente abierta para siempre.

yo, tratando de abrir aún más la piedra, quiero picar en ella añadiendo algunas preguntas al texto de rubén. pego aquí el ‘comentario del creador sobre el proyecto’ e inserto algunas bobadas en letra mayúscula:

El tiempo en escena, el tiempo en la música, el tiempo percibido, el tiempo cronológico y el tiempo histórico… ¿son tiempos distintos? ¿ACASO EXISTE EL TIEMPO? ¿Podemos parcelar los procesos? ¿Podemos describir, fechar con exactitud, cuándo se producen los cambios? ¿IMPORTA QUE LOS CAMBIOS, SI SE DAN, SE ACABEN DESVANECIENDO EN OTRO TIEMPO INCIERTO O BIEN DEVENGAN TRANSFORMADORES? ¿Podemos asirnos a algo o todo es rastro deshilachado? ¿ES CONVENIENTE ASIRSE A ALGO, INCLUSO AL DEVANEO ESPECULADOR? ¿ES RELEVANTE HACERLO? ¿El tiempo del que hace es el mismo del que no hace? ¿Quién hace más, el que hace o el que no hace? ¿Y QUÉ ES ‘NO HACER’? ¿ES ALGO, ES UN PUNTO EN EL VACÍO O EN EL TODO? ¿Puede constituirse la escucha en acto desestabilizador? Y, ANTES, ¿PUEDE UNA INTENCIÓN, O UNA ACTITUD, DESARTICULAR Y CONSUMIR CUALQUIER ACTO? ¿ES LA ATENCIÓN UN MARCO DIRECTOR? En un mismo espacio y en un tiempo compartido, ¿puede separarse a los que hacen de los que observan? ¿PUEDEN, LOS QUE OBSERVAN, SALIR DE SÍ Y OBSERVARSE A SÍ MISMOS OBSERVANDO? ¿LES PERMITE ESTO CONOCER(SE) MEJOR, DE OTRO MODO? ¿ES TRANSFORMADOR O SOLO UN DESARROLLO HELICOIDAL ENAJENANTE? ¿PINTA ALGO LA CONCIENCIA EN TODO ESTO? ¿Pueden las herramientas espectaculares ayudar a luchar contra la sociedad espectacular? ¿Podemos hacer o, mejor dicho, podemos no hacer? ¿PODEMOS OBSERVAR, TOMAR NOTA, IDENTIFICAR Y NO JUZGAR, NO HACER JUICIOS DE VALOR, NO ELABORAR CUANDO SUCEDE ALGO FRENTE A NOSOTROS? ¿ES ESTO NO HACER NADA? Y, FINALMENTE, ¿NO SOMOS, ANTE EL TIEMPO, ENTRE EL TIEMPO, EN EL TIEMPO Y EN EL ESCENARIO DE LA VIDA MEROS PAJARILLOS CON LAS ALAS CORTADAS?

residente

Mars, 22 de octubre

nuevamente les dejo aquí un pequeño fragmento de «entrevista con francis bacon», en el que se habla del accidente, de lo accidental en el proceso creativo de bacon (en realidad el tema aparece una y otra vez a lo largo del librito).

cuando yo pintaba, solía aceptar de buen grado cualquier evento no previsto, accidental, y me era especialmente grato detenerme un instante (que podía durar días) a jugar con la parte material de ese accidente. era una investigación sumamente placentera. cuando no tenía delante el lienzo, la parte no material del accidente se mezclaba con ensoñaciones (y pesadillas) y me hacía casi imposible llevar una vida normal, pero esta es otra historia…

releer este librito me ha situado de nuevo en ese registro, y siento que volver a poner en el foco de mi conciencia este asunto y, sobre todo, aceptar plenamente lo accidental en el devenir del proceso que ahora compartimos (y de aquello que finalmente vayamos a poner frente al espectador), va a ser especialmente importante para mí.

por otro lado, lo accidental es connatural de la improvisación libre, no tanto de la pintura, donde hay, en general, previsión, composición, cálculo. hay un matiz en el accidente en pintura que aún no puedo explicar con palabras y que creo que se puede trasladar a lo que tenemos entre manos, o así lo veo yo.

en fin, que me estoy enrollando…

aquí les dejo ese fragmento, por si fuera de su interés y pudiera conducirles a otros territorios:

David Sylvester:

Pero ¿puedes generalizar sobre hasta qué punto prevés estas transformaciones de imágenes preexistentes antes de empezar un lienzo y cuántas transformaciones se van a producir durante la transformación del cuadro?

Francis Bacon:

Ya sabes que, en mi caso, toda la pintura es accidente. Sí, lo preveo mentalmente, lo preveo, y sin embargo casi nunca lo realizo tal como lo preveo. El cuadro se transforma por sí solo en el proceso de elaboración. Utilizo pinceles muy gruesos, y tal como trabajo no sé en realidad muchas veces en qué acabará, y resultan muchas cosas que son mucho mejores de lo que yo podría hacer que fueran. ¿Es esto accidente? Quizá pueda decirse que no es un accidente, porque se convierte en un proceso selectivo que parte de ese accidente que uno decide preservar. Uno intenta, claro está, mantener la vitalidad del accidente y al mismo tiempo preservar una continuidad.

En realidad todo es constante lucha entre accidente y sentido crítico. [esto me parece la leche.]

Joan, 28 de octubre

hace unos días se me ocurrió, por aquello de implicar al público, que nos atáramos cada uno una cuerda o algo con un letrero al estilo: SI QUIERE QUE TOQUE TIRE DE LA CUERDA, que permitiera que el público eligiera nuestro comienzo de la intervención, cual perros que somos

Clau, 28 de octubre

Respecto a lo del sentido que tiene la presencia del saxofonista en un recital-preformance-o-lo-que-sea, ya hemos hablado algo esta mañana y tengo la impresión de que a Rubén (corrígeme si me equivoco) esa presencia le tocó los cojones por algo que va más allá de lo que él mismo puede argumentar y lo entiendo porque a todos nos pasa y a mi, en concreto, bastante a menudo. Por ejemplo, el típico recurso expresivo-lírico-pero-abstracto de la bailarina en un recital o en un concierto o en una exposición, desata con facilidad mis instintos asesinos. Sin embargo, estoy convencida de que el acierto o el error de poner bajo un foco tal o cual cuerpo-objeto con habilidades especiales no responde a ninguna teoría sino, como casi todo, al talento con que se pongan en relación las cosas entre si, incluyendo a los espectadores. Porque para mi la escena es una máquina de producir sentido que se sostiene y sobre las relaciones y se articula a partir de ellas.

Mars, 30 de octubre

lo del sentido se me hace muy cuesta arriba, lo reconozco… aquí voy a tener, ya las encuentro, dificultades para adaptarme a la dinámica del grupo. no encaja conmigo el ir tras un resultado; es más, no quiero esperar nada de este proceso, de hecho no lo hago, de ahí que todo él me esté resultando interesante, gratificante y yo me sienta afortunado de formar parte de él. si enfoco mi atención en la producción de un sentido, me estoy yendo a un lugar que no existe. no quiero tener que hacer esto, no quiero tener que especular en el contexto de algo que, creo, no lo necesita.

ojalá que esta reflexión no les cause enfado, nada más lejos de mi intención. si a uds no les incomoda contar con la presencia de un individuo que no quiere preocuparse por el sentido de lo que estamos pariendo juntos (y sí en poner conciencia a lo largo y ancho de un proceso, y sí en adoptar y mantener una actitud abierta y, en cierto modo, de abandono a cuanto suceda -aquello del accidente-), magnífico, será bonito seguir tejiendo junto a uds esta pequeña investigación.

mi ignorancia es enorme, en todo, más aún en esto de la escena y la música, por eso espero que no me regañen uds si digo que no veo nada claro eso que ud, claudia, afirma de que «la escena es una máquina de producir sentido». bueno… así, así… cuando sucede, si lo hace. eso que llamamos ‘sentido’, qué demonios será, de qué hablamos… para qué el sentido… y así hasta perder el sentido, el otro.

Rubén

qué bonito, qué bonito..

el sentido tiene que ver también con el sentir, y no solo con el resultado como expectativa/reflexiva fuera del cuerpo…no se preocupe usted, señor sarramian, pero sí, aquello es una máquina de producir sentido. el para qué está ahí..y no es lo mismo que espectáculo, no (al menos, no tendría porqué) y no es -tampoco tendría porqué serlo nunca- incompatible con ese lugar en el que usted está

se me rompió una muela y me araña la lengua así que tampoco me hagan mucho caso

Clau

No se inquieten por la alusión al sentido en mi comentario anterior, caballeros, porque no era mi intención significar que lo que hagamos tenga que tenerlo y menos aun el mismo para todos. Yo hablaba de la máquina: también podría decir que el teatro es una tecnología de producción de subjetividad o una máquina de desear, porque me compete pensar ese dispositivo en la medida en que me sirvo de él para mis fines, pero nada de esto quiere decir que yo pretenda adjudicarles a ustedes responsabilidad ninguna sobre ese hecho. Precisamente, una de las cosas que más me gusta de la máquina de marras es que funciona a pesar de los bichos que se metan dentro; una vez puesto en marcha el motor por el deseo del espectador, aquello va solo. Y así es como me gustaría usarla en su compañía; no se trata para mi de producir sentido, ni de generar significados a partir de nuestra colaboración, sino de explorar in media res el asunto de la escucha, tanto por la oreja como por el ojo  y la piel.

Mars, 1 de noviembre

claro, mi temor era que aquello que ya estamos haciendo tuviera que tener tal o cual sentido. y no es que sienta una devoción irracional por el proceso, tampoco a él querría apegarme, pero reconozco que le tengo afecto, y esto es así porque su apariencia es algo que parece flotar en y sobre él continuamente. no cerca ni obstruye nada: finalmente uno tiene que rendirse, aceptar, renunciar a esperar.

me fascina el proceso, me siento cómodo en esa especie de constante desarticulación y disolución de cualquier literalidad y perspectiva en que consiste su pensamiento (si es que el proceso ‘piensa’). es como si no hubiera salida, o, mejor, como si ésta estuviera vibrando nerviosa y persistentemente allá al fondo y no fuéramos capaces de enfocarla.

al final se encuentra una, eso parece, pero no por haberla esbozado tiempo atrás (que es de lo que huyo), sino por la alocada e inacabable aplicación de trazos no representativos sobre trazos no representativos, por la coagulación de todos estos actos en la forma de una imagen maravillosa que nunca fue esperada.

lo que más respeto me da de las máquinas es que también conspiran…

mars, 3 de noviembre

¿por qué la música no desprendería, ella también [como la pintura], puras presencias, pero en función de un oído convertido en el órgano polivalente para cuerpos sonoros? ¿por qué no la poesía o el teatro, cuando son los de artaud o de beckett? el problema de la esencia de cada arte es un problema menos difícil de lo que se dice, y eventualmente el de su esencia clínica. es cierto que la música atraviesa profundamente nuestro cuerpo, y nos pone un oído en el vientre, en los pulmones… etc. entiende de onda y de nervios. pero arrastra justamente nuestro cuerpo, y los cuerpos, a otro elemento. desembaraza los cuerpos de su inercia, de la materialidad de su presencia. desencarna los cuerpos. de modo que se puede hablar con exactitud de cuerpo sonoro, e incluso de cuerpo a cuerpo en la música, por ejemplo en un motivo, pero es, como decía proust, un cuerpo a cuerpo material y desencarnado, donde no subsiste «una sola migaja de materia inerte y refractaria al espíritu». en cierto modo, la música comienza ahí donde la pintura acaba, y es eso lo que se quiere decir cuando se habla de superioridad de la música. se instala sobre líneas de fuga que atraviesan los cuerpos, pero que encuentran su consistencia en otra parte. mientras que la pintura se instala en lo alto, allí donde el cuerpo se escapa, pero, escapándose, descubre la materialidad que lo compone, la pura presencia de que está hecho y que no descubriría de otro modo. en pocas palabras, la pintura es quien descubre la realidad material del cuerpo, con su sistema líneas-colores, y su órgano polivalente, el ojo. «nuestro ojo insaciable y en celo», decía gauguin. la aventura de la pintura consiste en que sea solamente el ojo quien haya podido encargarse de la existencia material, de la presencia material: incluso para una manzana. cuando la música levanta su sistema sonoro y su órgano polivalente, el oído, se dirige a cualquier cosa menos a la realidad material del cuerpo, y les otorga a las entidades más espirituales un cuerpo desencarnado, desmaterializado. por eso, la música no tiene por esencia clínica la histeria, y se enfrenta mucho más a una esquizofrenia galopante. para histerizar la música habría que introducir en ella los colores, pasar por un sistema rudimentario o refinado de correspondencia entre los sonidos y los colores.

II

desde otro punto de vista, la cuestión de la separación de las artes, de su autonomía respectiva, de su eventual jerarquía, pierde toda importancia. porque hay una comunidad de las artes, un problema común. en arte, tanto en pintura como en música, no se trata de reproducir o de inventar formas, sino de captar fuerzas. incluso por eso es por lo que ningún arte es figurativo. la célebre fórmula de klee «no hacer lo visible, sino hacer visible» no significa otra cosa. la tarea de la pintura se define como el intento de hacer visibles fuerzas que no lo son. del mismo modo, la música se esfuerza por hacer sonoras fuerzas que no lo son. es una evidencia. la fuerza está en estrecha relación con la sensación: es preciso que una fuerza se ejerza sobre un cuerpo, es decir, sobre un punto de la onda, para que haya sensación. pero si la fuerza es la condición de la sensación, ella sin embargo no es sentida, puesto que la sensación «da» cualquier otra cosa a partir de las fuerzas que la condicionan. ¿cómo podrá suficientemente la sensación dar media vuelta sobre sí misma, aflojarse o contraerse, para captar en lo que nos da las fuerzas no dadas, para hacer que se sientan fuerzas insensibles y elevarse hasta sus propias condiciones? así es como la música debe hacer sonoras fuerzas insonoras, y la pintura visibles fuerzas invisibles. a veces son las mismas: el tiempo, que es insonoro e invisible, ¿cómo pintar o hacer que se oiga el tiempo?, ¿y las fuerzas elementales como la presión, la inercia, el peso, la atracción, la gravedad, la germinación? a veces, por el contrario, la fuerza insensible de tal arte parece más bien formar parte de los «datos» de tal otro arte: por ejemplo el sonido, o incluso el grito, ¿cómo pintarlos? (y al revés: ¿cómo hacer que se oigan los colores?).

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«Tal vez incluso existan dos tiempos, el que observamos y el que nos transforma».

Albert Camus

claudia, 7 de noviembre

yo estoy totalmente con Camus en su sospecha.

Joan 7 de noviembre

nos transforma una actitud intemporal, sí señor, el padre sarramián es un poeta.

a veces no sé si es necesaria siquiera una actitud, porque el presente esconde mil pasados agazapados que nos acechan los busquemos o no y todos hemos vivido la paradoja de que se nos junten los tiempos…

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Claudia Faci y Colectivo maDam, artistas residentes de Teatro Pradillo en 2013, presentan su primera creación conjunta: Arashi, cuyo deseo es poner la atención en cómo se articulan las relaciones entre la música y la escena y entre la improvisación y la composición. A partir de esta propuesta se articula el ciclo La música en la escena, en el que participan otros invitados como el compositor austríaco Radu Malfatti o el artista sonoro Dr. Kurogo, entre otros. Más información

Atlas, el gigante y la vértebra /Elena Córdoba

El pensamiento es siempre expresión de un tipo de vida, así mismo, podríamos decir que el movimiento de un cuerpo es demostración de una manera de vivir.

Atlas, si bien no pertenece a la trilogía de Anatomía Poética, es una pieza que vuelve a aproximarse minuciosamente  al cuerpo y el alma, en este caso, a partir de la primera vértebra cervical que sostiene la cabeza. Por una parte, esta imagen, o digamos realidad física, sirve para comenzar pensando en la tarea agotadora de la fuerza y el esfuerzo al que está sometido nuestro cuerpo. Y continúa adentrándonos en un territorio metafísico siempre complejo, el de percibir nuestro principio y fin, el de la vida atada inexorablemente a la muerte, que, como dice la pieza, sabemos, intuimos, pero no comprendemos ni asumimos.

Con pocos recursos escénicos que la sostengan, Elena danza entre estas dicotomías que se funden entre en sí: el gigante y la vértebra, la mujer joven y la que envejece, la hija y el padre, la bailarina y la madre, el esfuerzo y el cansancio, la tierra y las estrellas. Digo danza y con ello quiero decir lenguaje híbrido delicadamente construido para ser comunicado con sinceridad. Para ello, nos invita a compartir un espacio y tiempo de intimidad -en el sentido en que Pardo utiliza este concepto- a un territorio de pliegues,  inestable, sobre el cual es difícil sostenerse, como Atlas equilibrando el mundo sobre sus hombros en un infinito bucle de ajustes entre fuerza y fragilidad.

Este estudio sobre fuerza y esfuerzo además de abrir la reflexión a partir del movimiento y la fábula de Atlas sobre los límites de esas potencias (sobre esas capacidades en las que nos reconocemos como hombres hechos de pura resistencia) me permiten hacer una distinción entre esos dos conceptos. El esfuerzo es algo que nos enseñan y que nosotros aprendemos porque se nos dice que no hay otra manera de hacer las cosas: es así o el mundo cae sobre ti. Es poder hacer algo mediante la práctica y el aprendizaje. Implica repetir la forma una y otra vez, hecho que se encuentra en la base de la praxis social y artística. Mientras que el esfuerzo se adquiere, los humanos disponemos de fuerza antes de ser adiestrados como sujetos sociales. La fuerza opera por sí misma y no siempre tenemos certeza de sus límites. La fuerza es formadora y por lo tanto carece de forma, a diferencia del esfuerzo que siempre tiene una meta, algo con qué medirse. En este sentido, la fuerza es pre-social y el esfuerzo social. Pertenecen a la misma historia y a los mismos cuerpos, pero una es potencia de la otra aunque sus naturalezas sean diferentes. Esa es la lección que Atlas aprende cuando liberado del peso de sostener el mundo vuelve a tomarlo al ser engañado por Hércules: el esfuerzo.

La pieza se compone de cuadros de distintas duraciones que van sucediendo uno detrás del otro. Todos poseen intensidad, aunque lo que vemos en algunos momentos apenas sea perceptible, y en otros, sea la cadencia de un baile que emociona hasta las lágrimas por su dulzura. De esta manera se desplaza hacia esa dimensión más oscura de la obra, aquella que alumbra nuestro destino efímero como un enigma que podemos ver como su reflejo en la inmensidad del cielo estrellado; el vínculo más antiguo que poseemos como la propia certeza de nuestra extinción. Si la naturaleza del ser humano sobrevive debajo de las capas de lo social, es quizás por mirar su rostro cada vez que alzamos los ojos hacia esa oscuridad, por saber que lo que define su naturaleza es estar inclinados a la muerte.

En Atlas, el gigante y la vértebra, vestida con chandal y zapatillas de escalar, Elena construye una ficción y deja ver al mismo tiempo toda su hechura. En ese gesto radica la veracidad de su historia dentro de esa otra historia del Titán, la de su fragilidad ante el momento en que la fuerza la deje de sujetar y la abandone.

Fracaso, catástrofe y disidencia / Fernando Renjifo. La República

En escena, los cuerpos de Claudia, Isaac y Alberto caminan, se detienen en el espacio muy cerca de nosotros, nos enseñan sus cuerpos desnudos. Lo hacen lentamente, sin apremio, como si no lo hicieran, como si aquel gesto hubiese perdido su fondo y emergiera ante nosotros el vacío de la sangre, sin su doble. El arte ha dedicado siglos a representarnos. Presiento que estamos cansados de ver nuestra superficie, muertos en la representación.

Alberto describe un cuadro del pintor alemán Anselm Kiefer: “un hombre tumbado boca arriba sobre la tierra cuarteada, bajo un inmenso cielo estrellado, como si las estrellas se le fueran a caer encima”. Esta imagen pareciera querer reestablecer una forma de estar en el mundo, y en consecuencia, de representarnos. ¿Cuál es esa forma? ¿Es la existencia inconmensurable la que se ha dejado atrapar por su imagen hasta convertirnos en un espacio liso dónde no nos reconocemos, en el que nos hemos perdido? Lo que sea que hayamos perdido duele y todavía no lo lloramos, nos comemos el postre.

Pienso en la fragilidad de una mirada, en lo fugaz de una respiración, en un beso. Pienso en la fuerza que hay que tener para estar a la altura de nuestra debilidad en vez de continuar esforzándonos en la debilidad de cultivar la fuerza. Cuerpo, progreso, potencia: utopías sociopolíticas que nos han llevado a la impotencia, al fracaso. Ahora no se trata de superar nuestras afectaciones para continuar, se trata de encontrarnos en el dolor que produce el encuentro con la exterioridad, con las fuerzas del mundo que hemos ayudado a crear. Reivindicar ese espacio no ya liso, sino doble, como afirma Deleuze, para ser un cuerpo que no cesa de ser sometido a los encuentros, para no perder esa relación esencial para la cual no hay palabras que la expliquen.

¿Es el fracaso un atributo del alma? ¿Ha llegado el momento de reivindicar esas dos palabras: fracaso y alma? ¿Nos recuperaremos? ¿Aprenderemos? ¿Nos abriremos a una sensibilidad elemental, a experimentar soportar lo insoportable sin representaciones?

Es aquí que los cuerpos que habitan la escena se desplazan sin construir imágenes rentables. Ellos dicen: no decir nada, ser inútiles, ser escasos, participar poco de este mundo. Sobre esa decisión que resiste a la representación surge la disidencia -a la acción rentable, a la emoción fácil, a la imagen digerible, al tiempo ficcional-.  Envuelto en un tono de serena radicalidad la composición es esencial, despojada. Aún así ese espacio disidente se vuelve provocativo con sus cuerpos afectivos, intensos, siempre en el umbral de las distancias y la otredad. Con esos cuerpos que se arrojan los unos a los otros a gestos expuestos se deshacen y confunden las jerarquías conservando sólo sus velocidades inciertas, devueltas a sí misma. Esos cuerpos en abierto combate eluden el adiestramiento y la disciplina desobedeciendo con lo que tienen más propio, su potencia en el acontecimiento vivo. ¿Acaso esos cuerpos deshacen su forma, su representación porque gozan de sí mismos, tal vez porque no carecen de nada? Esos cuerpos ponen en jaque nuestro modo de existencia, como el hecho de compartir una separación y un encuentro dado por la singularidad.

Llevar la acción hacia su propio quiebre, hacia su disolución podría llevar nuestro pensamiento a su extremo, a experimentar como dice Pál Pelbart, su haz de ideas, su dispendio, su disipación, eso que interrumpe la continuidad del tiempo, la acumulación material y el encadenamiento del poder, que no lleva a nada, que es una pérdida de sí y que por ello resiste a la servidumbre de la historia.

La pieza declara su impotencia. Sus presencias, para no servir, aceptan no hacer, aceptan estar ahí y después ausentarse, dispersarse. Una potencia impotente, asociación siempre lista para disociarse, dispersión siempre inminente. Presencias que ocupan efímeramente el espacio liso para volverlo su doble momentáneamente, y no obstante, no tener lugar alguno.  Mayo siglo XXI es un devenir sereno de seres que se buscan los unos a los otros en la intimidad de la catástrofe para encontrar su propia forma de resistir

Nuestra tristeza y fracaso nos hará felices y esa será nuestra venganza.

«Y fabricarás mundos con pocas palabras,

Y descubrirás el silencio entre las palabras,

Y descubrías el silencio de tu silencio,

Y el silencio del silencio de los otros,

Y el silencio en el ruido que dejan los astros al pasar.»

(Dibujo de Javier Lozano)