Recibí esto de Jaime Conde Salazar

«Pensando estos días en la cuestión «Anatomía poética» se me vino a los entenderes que se le podía dar la vuelta a la cosa: «Poética anatómica». Y me vino de inmediato nuestro Valente «Solo se llega a ser escritor cuando se tiene una relación carnal con las palabras». Obviamente estoy barriendo para mi casa, para mis preguntas sobre la escritura y la palabra que son asuntos bien particulares. Pero me pareció que buscarle un fundamento anatómico a la cosa poética podía ser bien interesante. Qué órganos producen metáforas? en qué tejidos se encuentra el sujeto? y el predicado? qué hormonas se relacionan con las metonimias? y con las hipérboles? por dónde circulan los subjuntivos? qué residuos producen los condicionales? en qué parte de la piel aparece el verso libre?…»
 
y respondo:
Vayamos a la lengua como primer músculo. Me parece bueno empezar por ese gran músculo que en realidad son 17 músculos unidos, y que no solo es lenguaje, también es movimiento, es la reguladora del aire y del sonido, también es tacto, y está colocada en la entrada hacia el adentro del cuerpo. Pensando en ella recordé la inscripción que encabezaba la puerta de entrada al Museo de Anatomía de Nápoles DUM LUCEM HABETIS, CREDITE IN LUCEM (Juan 12, 36) Mientras tenéis luz, creed en la luz. A la lengua aún podemos mirarla, en la boca aún hay luz para mirar, la lengua puede ser nuestra antesala la que nos lleve hacia adentro, después más adentro iremos a oscuras……
Elena