En mi entorno y en los comentarios del blog hay muchas demandas de escribir con más luz. Pero yo no sé todavía cuál es mi luz. Quizá no sea una luz amable, y menos aún una luz suave. Mirar un foco de frente duele en los ojos, un foco es agresivo. Y menos aún es moral o inmoral: mi luz no sabe nada de pecados. Pero entonces, ¿ya no es luz? Ahí es donde me pierdo. Yo puedo borrar algunas frases y cambiar alguna palabra por otra, y ya tendré un texto más optimista – es una operación muy fácil, también realizada a la inversa. Pero no me puedo pedir eso. Ni siquiera sé si un faro tiene consciencia de estar emitiendo luz y sólo es vista por los demás. Me confunde mucho la idea de tener que salvar la adolescencia de otros a través de evidenciar lo positivo. Por ahora lo que me tienta es la idea, más elemental, de buscar esencias adolescentes, sean cómo sean.

Daniel Veronese dice: «Plasmar una visión negativa del hombre en nuestro universo dramático no significa promover el pesimismo en el espectador: es una advertencia del mundo que vemos, nunca una solitaria apología de la crueldad y la tragedia.» Pero creo que a mí no me importa lo positivo o lo negativo, me importa lo verdadero – entonces lo verdadero sería mi luz. Un concepto de verdad extremadamente subjetivo, interior. Dar verdad y no ficción es iluminar el mundo, volver transparentes todas las cosas que no son el mundo. Tal vez ésa sea la luz que en estos momentos yo puedo intentar emitir.

*

¡No les gustaban especialmente los teleféricos, no les divertían!
El más rebelde subió al teleférico porque algo adivinaba.
El otro lo acompañaba.
Causas idiotas o pétalos ladearon la cabina.
Quedaron veintidós minutos colgados, así decía el titular.
Era obvio que alguien tendría la sangre fría de medir el tiempo.
La playa se ve perfectamente desde el teleférico de Montjuïch.
La veían torcida, la veían balancearse como un copo de nieve.
En las agencias de viajes del mundo no explican eso, no muestran esas fotos.
Mientras colgaban, el que tenía diecisiete años se miró el pliegue entre dos dedos.
Había semen – por la mañana se había masturbado.
Se había masturbado hacia las baldosas blancas.
Veintidós minutos pueden ser un coito o bostezo de ballena.
Cuando empezó la caída libre todo fue orgasmo.
Porque ambos desengancharon la cabina con sus propias risas:
una risa de millones de años tiró del cable hacia arriba
y cayeron los dos muchachos con un entusiasmo envidiable.
Durante la caída su fe en el impacto era tan grande
que la cabina fue durante un segundo y medio la verdadera catedral de la ciudad.
El éxtasis los mató justo al impactar contra la carretera.
Los teatros entonces no sirven – son teatros.
Siento esta noche heridas de muerte en los teatros.
Pero nos queda el mejor porno: esos siete últimos minutos que registraron las cámaras,
ese brazo que asoma como si quisiera agarrarse del aire
y la cara del otro a través del vidrio sucio.
He comprobado que dilato mejor el ano si veo esas imágenes.

Acerca de emipastor

Emiliano Pastor es un director y dramaturgo español, nacido en Barcelona en 1985, que a veces reside en Buenos Aires, de donde proviene su familia. Estudió dirección y dramaturgia en el Institut del Teatre de Barcelona, pero huyó desencantado y siguió formándose en Argentina, donde destaca su formación de dirección con Emilio García Wehbi. Ganó el "Premi de Teatre Principal de Mallorca" con la obra Allà on s'estimen els peixos ("El lugar donde se aman los peces"), escrita conjuntamente con Adriana Bertrán. Esta obra quedó finalista en el "Premi Born" y fue publicada. Con El jardinero de la N-II ganó el accésit al "Marqués de Bradomín", premio del Ministerio de Trabajo español para jóvenes autores, que además la publicó. Esta obra también quedó finalista en el "Premi J. M. Bartrina". Sus obras Ríanse del hipopótamo y Aquello que no entienden los marcianos serán próximamente publicadas en antologías. Esta última obra fue estrenada en Argentina en el Teatro El Fino bajo su dirección. Otro texto, Mercedes Benz según los pájaros ha sido semimontado en la sala Beckett de Barcelona, bajo la dirección de Jordi Casanovas, en el Ciclo de Autores Catalanes Contemporáneos 2007. Recientemente ha escrito un artículo sumamente crítico con el Institut del Teatre y su influencia en la cultura local, que se publicará en el próximo número de la revista Artributos. En la actualidad trabaja en los siguientes proyectos: -Escribe un texto teatral acerca de su adolescencia. -Trabaja en una puesta en escena de "Árbol de Diana" de Alejandra Pizarnik, con el dramaturgista Javier Pérez y la actriz Amanda Delgado. -Prepara una acción teatral individual provisionalmente titulada "Aquí el caosmos". -Trabaja en el proyecto multidisciplinario "Ik", junto con Paula Pogranizky en Buenos Aires y Javier Pérez en Madrid. El contenido de este proyecto es absolutamente secreto. Da clases de dramaturgia escrita y dramaturgia escénica en Barcelona, así como a través de Internet. Su mail es gatomapuche@gmail.com
Esta entrada fue publicada en Que no quede ni un solo adolescente en pie. Guarda el enlace permanente.