Teatro del nicho

He escrito tres entradas para lo que sigue y no he posteado ninguna ya que no las consideraba a la altura de las expectativas de mi público, teniendo en cuenta la repercusión que está teniendo este blog.  Es lo malo del éxito, que luego tienes que superarte siempre. Me salían cosas muy de lugares comunes, que pese a sus sentencias ingeniosas e irónicas se quedaban en una suerte de autoexpresión banal, una cantinela quejosa y pervertida del hastío vital. Y de verdad  no me puedo quejar porque soy la tía más vaga del planeta. Lo cierto es que soy seguidora de Ven a cenar conmigo y pesadilla en la cocina, veo infinidad de series y películas, tengo netflix y spotify,  tengo un e-book con unos 115 títulos y un cargador portátil para salir de casa tranquila. Voy a festivales con voluntad alternativa, a conciertos, a charlas coloquio, a los pinchos de las inauguraciones del CGAC. Soy de la firme convicción que para llenar la vasija del arte con contenido que dé paso al florecimiento del engendro de la obra necesitamos las artistas un período de ingesta cultural demasiado grande. Porque sobretodo soy una  prosumidora, concepto adoptado del libro La cultura como reserva india de Jorge Linheira, que significa que la consumidora cultural es también productora en una simbiosis perfecta de toma y daca. Sobre las proporciones entre consumo y producción no se especifica nada, en mi caso sería un 98 por ciento consumo y un 2 por ciento de producción, que no es por prosumir, aunque la  prosumidora que prosume buena prosumidora será. Paso más tiempo cocinando que creando e intento comer bien, amaso la masa de mis propias pizzas y compro maca y cacao crudo por internet. Me gusta más una ganga que comer con los dedos y me puedo pasar 30 horas buceando en amazon y ebay para conseguir una riñonera, la mejor, la más bonita, la más barata, la más ganga. Y aunque produzco muy poco a nivel artístico, lo que produzco es arte con letras mayúsculas, del que se valorará después, más específicamente arte del nicho o teatro del nicho, un término nuevo que he adoptado para definir mi trabajo después de un encuentro de distribución teatral aquí na miña terra galega. Y es que  no me di cuenta y fui a un encuentro de distribución de teatro, no de teatro del nicho. Ya me parecía a mí raro que los de Santa Lucía me llamaran tres veces en el último año para que me afiliara.  Eran las señales, no las veía. Pero no nos quedemos con la parte gráfica del asunto, que podría aludir aun teatro muy íntimo, muy de dentro de una misma o de una caja, teatro pompa de jabón o pompa fúnebre. Quedémonos con la vanguardia, lo raro, lo marciano que hay en ser la precursora de la nueva generación de teatro del nicho y que sé que dentro de 35 años lo va a petar. Es que tienes que buscar el nicho de tu teatro, Cristina – me dice un gestor… que puede que no sea aquí… y yo digo que claro, que seguro es en otro sitio, en el Pais de las Maravillas, en Ítaca o en un lugar muy lejano de cuyo nombre no puedo acordarme allí en la Mancha. Quién sabe dónde está el nicho de mercado de mi arte. Yo me voy a dedicar a lo artístico como me aconsejaron hoy, que al final las cosas salen.