Niña interior herida

Chove en Santiago y me han traído un horno y una placa de inducción que estaban de oferta en el Alcampo para parchear mi cocina de antes de la guerra. Los señores que me harán el apaño no están disponibles hasta dentro de un mes pero la ganga es la ganga. No sé si habéis visto un horno desencastrado alguna vez pero son una mole bárbara. He pedido a mi huésped de Phoenix, o Memphis, que me ayudara a colocarlo encima del pilón del cuarto de la lavadora porque mi consorte está en México hinchándose a mole. A pesar de que el señor es un strong man ha sido imposible, porque la puerta de ese espacio cruel choca con la estantería de almacenaje de mierda de mi casa y no da el ángulo, así que después de varios intentos el horno ha quedado obstruyendo la lavadora y el hombre ha comenzado a decir que si tiene la espalda mal y yo a competir que si me había pelado dos dedos y que casi muero aplastada pero que muchas gracias y muchos so sorrys porque eso no cabía de ninguna manera. No quise abusar de la confianza de mi gran huésped así que fuí al piso de enfrente a cobrarme el favor que les hice el otro día dejándoles un destornillador de estrella. Una chica muy maja me abrió y me ayudo a levantar el horno , sacarlo del cuarto infernal y colocarlo debajo de la mesa de la cocina. Se pierde un poco de espacio para las sillas, que tendré que colocar encima del pilón, pero mejor eso que no poder usar la lavadora.

Un día de mierda. Ayer se me cayó el móvil en el váter justo al vaciar el cubo de la fregona. Realmente no me di cuenta en el momento y hasta que empecé a preguntarme dónde lo había dejado, el móvil había estado buceando en agua con canela y limpiador de pino unos quince minutos.

¿Qué por qué canela? No es un truquito de ambientador natural del google, no. El día anterior había roto un frasco de canela molida ecológica y tuve que limpiarlo con la fregona. Semana chunga en la que todo se cae y todo se rompe y yo resisto aquí en mi hostalillo que se desmorona con la llegada del invierno y las huestes de coreanos que son como el caballo de Atila y no hay manera en la aplicación de poner vetos a las nacionalidades. Sí, a ver, no es que sea racista, simplemente no soporto a los coreanos. Se duchan por fuera, tienen la costumbre de inundar el baño cuando se bañan y la cocina cuando lavan los trastos y todo el tiempo pidiendo heating y washing machine. ¡Que no! que no os voy a dejar poner la lavadora para lavar dos bragas, una camiseta y  un par de calcetines, que lo lavéis a mano mientras os ducháis durante 30 minutos!

Perdón, acaba de activarse la alarma antihumo que tan amablemente me ha regalado bnb. He vuelto a quemar la compota de manzana porque estaba muy metida en el relato de los coreanos y no se me ocurrió mejor sitio para poner la alarma que al lado de la puerta de la cocina. Ha sido el karma, una chica coreana me ha tirado hoy el marco con la foto de la niña interior que uso en Lo que sigue al quitar sus dos maletas y dos mochilas de mi living. Y me enfadé, mucho la verdad, y después le pedí que me lo pagara a precio sin rebaja. Es que tengo que puntualizar que todo lo que hay en mi casa ha sido comprado en periodos de rebajas y saldos o en black fridays por internet, o directamente cosas que encuentro en la calle, al lado de la basura normalmente. Todo restaurado y muy limpio y sin chinches, que también los he sufrido… es que  he tenido que hacer cosas que no puedo poner aquí por si me incapacitan para lo de acoger  extranjeros en mi hogar.

A ver, todo son señales, y cuando algo se rompe es una razón inequívoca de que hay que hacer algo. Puede que la niña interior esté partida en dos desde hace una hora pero igual lleva así mucho tiempo y este es un símbolo cósmico para dejarla atrás y poner otra foto en el marco.  Pues eso, que le hice pagar a la coreana el precio del marco en temporada y ahora siento que el karma me está persiguiendo. Me duelen más los ovarios que hace una hora, acabo de quemar por milésima vez el cazo de la leche que tendré que dejar en lejía dos días y me ha saltado una gota de limon al ojo al aliñar mi te kukicha con jengibre para el gripazo que tengo. Estoy por devolverle 10 de los 15 pavos que le cobré por miedo a más represalias, que no tengo yo el colon para farolillos.

Y es que después de un estreno las artistas como yo nos enfrentamos a los estertores del olvido y de la insignificancia.  ¿Sucedió o no sucedió? Vale que trastabilleé un poco en la presentación pero qué es eso comparado con la magia de una vida teatralizada para público reducido. La mayoría eran mis amigos y estaban invitados, que no se quejen. Mis disculpas para con quienes pagaron la entrada, que no es barato el teatro. Siempre será mejor opción una caña en el Moha con su pedazo de tortilla patrimonio de la humanidad. Las actrices que trastabillean tienen mala prensa pero en mi caso es parte de mi proceso creativo, trabajo con el error y cómo sobreponerme a él.  Doy gracias que nadie ha escrito una crítica de mi paso por Compostela pues peligraría bastante mi candidatura a los María Casares.

Que sí, que hice muy mal al pedirle a la coreana que me pagara el marco, fuí, soy  y seré muy cutre. Ya le he escrito diciéndole so sorry, que estoy de regla, y le he devuelto 10 pavos. La pobre ha tenido que pagar el pato de muchas y muchos coreanos que han inundado durante años mis instalaciones y yo ya no estoy para tragarme nada que tengo digestiones muy pesadas y evacuaciones inconsistentes.