El conde de Torrefiel. Observen como el cansancio derrota al pensamiento

por Elena López Riera

La primera imagen es la imagen un árbol, la segunda es la imagen de una línea negra pintada sobre un fondo blanco. Las dos imágenes corresponden a cuadros de esos que cuelgas en tu casa, que tus padres cuelgan en tu casa. Ambas son imágenes abstractas, pero una es más desafiante que la otra. El árbol, aunque sea igual de poco definido, aunque no contenga en su propia figura una explicación, aunque no seamos capaces de descifrar su significado ni su paisaje, resulta una imagen familiar, y por lo tanto, menos sospechosa de amenaza. La línea negra, insondable, aislada, es indicadora de todas las posibilidades, de todas las amenazas. Es la imagen incisiva de un pensamiento minimalista, de una expresión que resume el pensamiento complejo de lo desconocido.  Es el miedo. Es la sugerencia velada. Es el amor. Es la muerte. La línea puede llegar a ser, incluso, un espejo. Y eso, eso sí es peligroso.

Al tiempo que el Conde de Torrefiel formulaba esta teoría sobre las imágenes, el arte abstracto y el interiorismo familiar, 6 tíos se peleaban contra una canasta. 6 tíos aislados como esa línea negra, ponían en escena la progresión del cansancio más inmediato, el más empático, el más inteligible: el cansancio físico. El cansancio de los jugadores de baloncesto, que trazaban trayectorias aleatorias sobre una superficie blanca, indicaba como esa línea negra, un gesto minimalista y a su vez, complejo. Indicaban la amenaza del cansancio. El inmediato, el físico, pero también todos los otros cansancios que nos hacen envejecer precipitadamente, que hacen que todo se convierta en una “puta mierda”. Y el cansancio del jugador de baloncesto, se convirtió en el espejo de todos nuestros cansancios.

Cuando era pequeña nunca jugaba al baloncesto. En realidad nunca jugaba a ningún deporte porque era torpe o porque ninguno de mis compañeros me escogía para sus equipos. O por las dos cosas, vaya usted a saber, las capacidades de la crueldad infantil son infinitas. Unos minutos antes de la adolescencia (algún año, meses, quizá. También el tiempo en la postinfancia es infinito) me apunté al equipo de balonmano del colegio, así no tendría que esperar a que mis compañeros eligieran equipos. Pero tenía las manos demasiado pequeñas para coger el balón (tengo el bizarro record de manos pequeñas entre todas las personas adultas que conozco) y sólo me sacaron a jugar en un partido dos veces en todo el tiempo que estuve allí. Me cansé de que nadie me sacara a jugar y abandoné el deporte para siempre. Nunca lo había pensado, pero seguramente ésa fue la primera vez en que tuve consciencia del cansancio. De que el cansancio era sinónimo de la derrota, era sinónimo de abandono. Y ése fue, seguramente, el principio de lo que soy hoy. Ayer, una voz en los auriculares preguntó ¿Por qué a los 15 años dejas el deporte y empiezas a fumar?

El conde de Torrefiel habló de muchas cosas diferentes. Habló de amor, habló de arte, habló de cosas inexplicables como el exceso de los valencianos, el exilio, las familias, el amor, Europa. Las familias son como cromos que se repiten. Siempre y todas las familias son la misma, repetida. “¿Bajas en nochebuena al pueblo?” Bajar al pueblo, esa formulación gramatical imposible del levante, otra condición inexplicable del cansancio que empiezas a sentir con 14 años. Cuando dejas el deporte por los porros, cuando vives en un pueblo donde todo está demasiado lejos. “La familia es la representación a pequeña escala del desastre del mundo”. Y seguían los tiros, o los intentos de tiros y se iba acumulando el sudor y la humedad. Y los tiros eran a veces canastas, y a veces eran hostias y a veces recuerdos demasiado parecidos a los nuestros. Porque los tiros siempre son balas que van a matar, se disparen desde donde se disparen.

Contar España ¿quieres que te cuenta algo de España? Contar España como el negativo. Como aquello que no es todo lo demás. Como aquello que no es Europa y entonces…Entonces contar Europa haciendo la lista de los fascismos que la gobernaron. Alemania 12 años. Italia 21 Años. Francia 4 Años. España, 40 años de fascismo. ¿Y cómo quieres que vivamos después de eso? ¿Cómo quieres que las familias, los colegios, los curas y la gente que deambula por la calle haya cambiado después de un cáncer de 40 años? Y por eso las familias son la escala de todos los desastres, de todas las pestes y por eso todos los cromos se repiten. Los de las familias y los de la historia, y ahora sólo estamos esperando a que este fascismo esté tan cansado como nosotros y a que venga otro. Repetido. Repetir hasta que nos cansemos. Hasta que nos vayamos agotados.

¿Has pensado alguna vez en marcharte de tu país? Cuando tu país es España. La marca España, eso que llaman España, el contenedor de 17 negociaciones autonómicas de la transición o todo lo que no es Europa. ¿Te gustaría irte de aquí? ¿A cuánta gente conoces que ya se haya ido de aquí? London Calling. La gente se va a Londres siempre porque está triste,  porque piensa que no tiene un sitio mejor al que irse, porque parece que en Londres se llora mejor porque está gris y hace frío y porque los ingleses te tratan siempre mal y entonces las ganas que ya traías de llorar se vuelven más intensas. Más sentías. Y tu pueblo, ese pueblo español o lo que sea, que antes parecía muy pequeño ahora te parece más grande y sigues sin querer volver ni siquiera bajar para nochebuena o para las fiestas de moros y cristianos, pero tampoco quieres estar en Londres. Entonces…Entonces es ya el s. XXI y te vas a Berlín. Berlin Calling.

¿Por qué todo lo importante ocurre a los 15 años? Como el amor, como la política, como el cansancio. El amor, mientras los vimos sudar y encestar o fallar los triples, sus voces hablaban del amor. ¿Cómo describirías el amor? Contradictorio, difuso, y excesivo. Proyectarse en el otro y olvidarse de uno mismo. ¿Y cómo describirías tu primer beso?

Mierda. Y a lo mejor ese primer beso de mierda, coincide con el primer síntoma de cansancio a los 14 años. Ese día que no te apetece salir de casa y lo que parece una siesta banal, se convierte en el primer trazo del resto de tu vida.