Imagined Hell

Allí, bajo un cielo sin estrellas, resonaban suspiros, quejas y profundos gemidos, de suerte que, a penas hube dado un paso, me puse a llorar. Diversas lenguas, horribles blasfemias, palabras de dolor, acentos de ira, voces altas y roncas, acompañadas de palmadas, producían un tumulto que va rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro, como la arena impelida por un torbellino.1

Do-re-mi-fa-sol-la-si-do se oye de fondo. Imagined Hell. Me cuesta, entre tulipanes, salas de ensayos y cuerpos perfectos bailándose unos a otros. La danza subida en un tren que se dirige a la Estación Central. Los trenes existen para que nos lleven a la Estación Central. Básicamente. Aunque para mi, lo más complicado es saber cuál es la Central. Pero eso es otro tema.

Me interesa la mirada que Maite Bermúdez proyecta sobre la pieza Hell de Ickamsterdam. El espectador acaba entendiendo que en Imagined Hell, la cámara también baila. ¿O son los bailarines los que graban? Las tres veces que he visto esta video-creación, me he preguntado: ¿Pensaba Dante en el infierno como en un aula de ensayo? Resina. Sudor. Cansancio. Dolor. Voces altas. Diversos lenguajes que necesariamente tienen que entenderse. Espacios eternamente oscuros. Llantos. Y la mayoría de las veces, el cielo tampoco tiene estrellas. De hecho no existen, pero compensa.

Imagined Hell es un inter-espacio. Un espacio donde convergen los ensayos y el estreno. Las palabras y el movimiento. Los cuerpos desnudos y el vestuario. Las repeticiones y las sonrisas.  Un “inter”: la vida, el ensayo y el estreno. ¿O el orden es otro? Un tópico típico. Lo sé. Pero así es. No puedo dejar de pensar en las gafas de John Lennon. Y en la ultra-sonada “Imagine”. Perdonarme. Otro típico que entenderéis cuando hayáis visto este trabajo.

El momento más poético es la verbena. Los bailes de salón. Los jubilados. En definitiva, el final del viaje y también el de la pieza. ¿Qué sensación se debe de tener cuando uno llega a la Estación Central y no hay trenes que conecten? Jubilarse es acercarse cada vez más al juicio final. ¿Y el infierno? Como nos equivoquemos de paso acabaremos pisando al acompañante. No quiero arrepentirme de los trenes que perdí. Seguro que duele más que los pisotones.

En la pasada edición del Festival Cinedans, Maite presentó  Los Incredibles Purgatorio, otra de las piezas de esta trilogía. Y una se pregunta, ¿hay que trasladarse a Ámsterdam para ver su trabajo? En fin… formato queja.


1 La Divina Comedia, Dante Alighieri. Canto III.

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