Brossa y Santos

Carles Santos conoció a Joan Brossa, y durante años no dejó de visitarlo, hasta que un día no fue por su casa, y nunca más le volvió a ver.
Carles Santos, que se considera su discípulo, homenajea a Brossa en un espectáculo teatral, a pesar de las dudas que podrían despertarle al homenajeado tales homenajes.
En él, vemos piezas de Brossa (muy buenas, buenísimas, viejísimas, como La Tempestad), escuchamos sus maravillosos poemas o sus aforismos («…una carta urgente, … déjala, mañana será más urgente«), y vemos un montaje de Santos, sus pianos maltratados, su puesta en escena, ¡al ataque! Brossa y Santos, Santos y Brossa.

Ambos dialogan entre sí, a pesar de que uno de ellos ya ha fallecido. Su obra no.
Ni su presencia, que se nos aparece en forma de documentos de archivo, donde nos habla del oficio de artista (Brossa, escribe, publica su obra y vive como un artista), pero sobre todo del drama que es nacer en este (ese) país y ser un bueno (tan vigente aún).

Los demás somos sus discípulos. Los demás, ahí estamos.
D.

*Nota: Joan Brossa se ha estrenado en Madrid varias veces, la primera que yo sepa en el Ciclo Autor del Teatro Pradillo, año 2001. Mira tú por dónde.

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