La hora de una justicia que nunca llegará

«Se han creado dos mundos paralelos hace mucho tiempo. Tenemos por un lado el de los políticos de campañas electorales (“mantenme en mi puesto de trabajo a tu costa y te prometo que todo seguirá la misma línea”) y por otro el del pueblo (“dime dónde tengo que meter el papelito para que me dejes en paz”). Hasta que el pueblo se cansa y dice: ya no me puteas más, que si me llamas tonto, al menos deberías darme pan. Y entonces comienzan los palos.»

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D.

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