Hemos triunfao

«Así nos debiéramos cuidar todos.
¡Esto sí es márqueting social!

Otro texto de agradecimiento, por lo de ayer. Recién publicado en Público. Continuación del de ayer. Ahí va. Escrito entre clase y clase.

HEMOS TRIUNFADO

Eso exclama mi amiga Tina con frecuencia, después de lanzarnos a hacer algo. No sabe la acogida que tendrá ese nuevo proyecto, apenas iniciado. Resulta tan nuevo que siempre parece una locura. Por eso, solo por haberlo intentado, por demostrar que era posible, Tina exclama: «hemos triunfao». Te lo dice porque te propone hacer cosas como si no tuviésemos nada que perder. Te lleva a una hermosa situación, aquella en la que una derrota digna se convierte en un verdadero triunfo: de los que nunca, jamás, te pueden, te podrán arrebatar. Y, como Tina es ante todo generosidad, lo que te proponía era un don, un regalo: sin derechos de autor, apenas firma.

Lo mismo le dijo mi hijo de cinco años al único profesor de su escuela que se mantuvo en huelga indefinida durante siete días. Es cierto que aleccionado por la breve chapa (juro que no fueron más de tres frases) que le dimos otro padre y yo. Debió de meterles el mismo rollo a sus compas en cuanto entró en clase. Les escuchó su profesora, los reunió y llamó a Rafa. Los niños le dijeron: «gracias por defender nuestra escuela».

A todos los empujados, apaleados y pisoteados ayer: gracias. Gracias porque cada una de esas agresiones es una grieta más del búnker en que el Gobierno convirtió al Parlamento. La derrota se transformó en triunfo. El Gobierno no dimitió, pero mostró su verdadera cara: la del Alien. La bestia que, dice Isaac Rosa, habita ya las instituciones. Y que, añado, debemos combatir sin que penetre en nosotros, sin que le ayudemos a reproducirse.

Ayer ese monstruo le partió la columna vertebral a uno de los nuestros e hirió a muchos más. Lo hizo porque estaba votando con su cuerpo. Así se manifiesta el Pueblo. Así nos auto-determinamos, minuto a minuto, quienes no tenemos partidos ni figuramos en los Consejos de Administración. Arrimamos nuestros hombros y ponemos el cuerpo: lo desplazamos o lo asentamos para mover el mundo. La posible tetraplejia de nuestro compañero es la derrota de una democracia que nos quiere paralizar. Su supervivencia, creen sus gestores, reside en convertir a sus ciudadanos en paralíticos.

En realidad, el 25S puede haber quebrado la espina dorsal del Régimen que padecemos: una democracia que recela de la participación ciudadana y que la reprime cuando no la puede controlar. La ruptura que tantos deseamos, para que sea cierta, debe materializarse en las instituciones. Los partidos, sindicatos, centros de trabajo, colegios profesionales… deben exigir la dimisión de quien alardea de la situación que ella misma generó. Según sus palabras había una ratio de cinco manifestantes por cada policía. Miente o es una incompetente. Les hemos inhabilitado. Sólo la purga institucional (en el seno de su partido, en el Congreso, en los tribunales… en los medios: no más entrevistas a una fuente embustera y/o inútil ) podrá hacer esa limpieza.

Porque entérense bien. Las decenas de miles de personas reunidas ayer en Madrid siguen erguidas. No sueñan con guillotinas ni con tribunales del Pueblo y pelotones de ajusticiamiento. Como Rafa, como mi hijo y sus compas, ya saben quién es el Alien. No vivirán de rodillas frente a él. Ni dejarán que se les meta dentro. Ahí ya hay otra cosa y crece sin cesar: digna indignación. Y esta no se dobla, no se doblega fácil.»

Del gran Víctor Sampedro.
D.

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