«Te espero a la salida» o «eso no me lo dices en la calle»

No sabía si titular estas notas rápidas como te espero a la salida o eso no me lo dices en la calle. Y al final he puesto los dos. Ese ambiente de discoteca a las cinco de la mañana, donde los pensamientos están nublados por la borrachera, ha sido la tónica de la autoproclamada “profesión teatral” en los últimos días. No se me ocurre otra manera de justificar reacciones del tipo: “nosotros nos jugábamos el dinero y a esta gente ahora les van a pagar cachés” (Concha Busto, recogido por José Luis Romo en El Mundo) ¿En serio el problema es pagar cachés en un teatro público? ¡y yo que pensaba que eso es lo que tenía que haberse hecho desde siempre!

El teatro, que es el arte de la escucha, tanto que “se escucha hasta el silencio”, “ese espacio de reunión e imaginación”, como dice Juan Mayorga, se ha convertido hoy en el lugar de las ideas preconcebidas. ¡Y eso de ponerse en el lugar del otro y eso de la empatía, mejor ni hablar! Esos lugares tan comúnmente defendidos por “los del teatro”: el encuentro, la reunión, el bien común, son palabras ya vacías. En la presentación de Naves de Matadero parece que los autocoronados como “profesión teatral” se han atrincherado en el qué hay de lo mío. Pero es que lo suyo, en lo público, también es mío. Lo vuestro, en lo público, también es nuestro. De todos. ¿Necesitamos que vuelva a escribir Javier Marías?

Es triste, patético y penoso que una parte de la “profesión teatral” sea incapaz de reconocer a otra. No voy a repetir lo obvio, aunque manipuléis las palabras, aún considero que todo es teatro. Teatro, igual de necesario e igual de valioso, por usar vuestras palabras. Aquellos a los que no reconocéis, los otros, los marginados, han estado trabajando igual que vosotros, buscando y creando espacios, llamando a unas puertas que siempre estaban cerradas, que rara vez se abrían para ellos y si se abrían lo hacían en forma de breves y efímeros ciclos que desaparecían de un año para el otro. Y ahora que Mateo Feijóo y su equipo ha ganado un concurso público y ponen en marcha el proyecto por el que fueron elegidos soltáis a los perros. ¿Qué os han hecho?, ¿por qué no les queréis ahí? Durante años en esos espacios se ha programado igual que se programaba en el Teatro Español. Con todo lo bueno y con todo lo malo. Solo quiero recordaros, no me vengáis con argumentos cogidos con pinzas, que si allí habéis visto a Romeo Castellucci o Angélica Liddell es porque en esos espacios se celebraba el Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid, no porque los programase el director artístico del Teatro Español. Y si habéis visto a Mapa Teatro o Agrupación Señor Serrano ha sido porque existía un Frinje, que tanto habéis criticado y al que ahora parece que tanto vais a echar de menos, y que ya no hará falta de la misma manera (dicen que están pensando otros contextos), como bien ha explicado esta mañana Getsemaní de San Marcos. Matadero no tenía identidad propia, eran los almacenes del Teatro Español, no se programaba nada “más contemporáneo ni menos” que en la Plaza Santa Ana.

No me parece tan descabellado, llamadme loco o Salomón, que si el Ayuntamiento de Madrid gestiona dos buques insignia: Teatro Español y Naves de Matadero, y digo insignia porque son los que más presupuesto manejan, pues, como empecé diciendo, al separase en dos direcciones artísticas autónomas, se pongan en marcha dos proyectos diferentes y cada uno dé cobijo a sensibilidades diferentes. Nadie echa al teatro de ningún sitio. Por primera vez en las artes escénicas madrileñas habrá algo de igualdad.

Y luego está el debate estúpido ese de “las artes vivas”. Me gustaría pensar que habéis sacado a relucir ese argumento a la desesperada, al no tener otro. Decís que qué desfachatez de nombre, qué tomadura de pelo, qué desencuentro. Que eso quiere decir que lo demás está muerto. Si esos argumentos los dabais en serio no puedo pensar más que qué poco mundo, qué desconocimiento de las artes escénicas, de sus festivales y encuentros, pero no lo pienso, os tengo aprecio. Me gustaría pensar que solo era un mal juego de retórica y que no vivís en una realidad tan pobre y sesgada. Espero que en la presentación de Naves Matadero hayáis empezando a comprender que ni es un concepto que se ha inventado Mateo ni se ha inventado ayer noche. Hacía tiempo que Madrid necesitaba un proyecto como Naves Matadero. Más allá de disciplinas y generaciones, expandiendo la escena.

Nunca habéis querido sumar en las programaciones oficiales este tipo de prácticas, ya sea del Teatro Español o del CDN, por más que se reclamaba año tras año, y ahora decís que en vez de sumar, Mateo ha sustituido. ¿Cuándo habéis sumado a vuestras programaciones otra manera diferente de trabajar en escena? ¿Qué han hecho durante este tiempo los directores artísticos de estas instituciones: sumar u obviar, convivir o marginar? Os quejáis porque ahora será más difícil ganarse la vida y os equivocáis, no sólo porque el Teatro Español y Naves Matadero dejan de programar a “ventanilla” -por utilizar la nueva expresión de Daniel Ramírez en El Español-, si no porque los teatros van a seguir programando a gente que se dedica a la escena (danza, teatro, llámale X, etcétera). Tendréis que dejar hueco a los que no queréis considerar de los “vuestros”. Pero nadie dice que se deje de programar nada. Podéis ver toda la programación de Naves Matadero en su página web. Eso también es gente que quiere “ganarse la vida con el oficio”. Reconozco que si fuese Mateo Feijóo, que menos mal que no lo soy, hubiese incluído en la programación un Rodrigo o un Conde o alguna de la gente que está en Madrid haciendo cosas interesantes y así, creo, estaríais más contentos.

¿En serio estamos en ese nivel de mirarnos el ombligo? ¿Quién os ha dado el uso y disfrute exclusivo de la palabra?, ¿acaso sólo existen vuestras palabras?, ¿vuestro teatro? No hay porque darle la razón a la canción. En España no tiene porque haber “un hombre que lo haga todo”. Habláis de la «violencia» de Mateo en la presentación, pero ¿de dónde viene la vuestra, tan enraizada en la médula? «¿Qué pasa que nos vais a pegar?»

Y luego, por favor, si os queréis autoproclamar, una vez más, como “modernos”, que conocéis y respetáis otras manera de hacer en escena, como si hiciese falta un carnet o algo por el estilo, y dais como argumento que os gusta Angélica Liddell, al menos escribid bien su nombre. He leído a dramaturgos, actores y directores diciendo que a ellos les gusta Angélica “Lidell”, “Ángela Linde” o la “Lidl”. Como si fuera un supermercado. No sé qué pensar. Por cierto, hay cosas mucho más allá de Angélica Liddell. Mucho más lejos.

He leído a unos y otros. A los que se han erigido a sí mismos como portavoces. A los de las pataletas. A los que les cuesta leer hasta el punto final, a los que no escuchan. A los tibios que les parece todo mal y todo bien. ¡Llenemos los espacios de exhibición y dejemos de pelearnos en las puertas! Si tenemos en cuenta las palabras de Heiner Müller, “si una obra no es capaz de generar controversia, es irrelevante”, la presentación de Naves Matadero es lo más relevante que le ha ocurrido al teatro de Madrid desde hace tiempo.

 

4 pensamientos en “«Te espero a la salida» o «eso no me lo dices en la calle»

  1. Buenos días,

    En esta misma plataforma se publicó un artículo hace unos días lleno de errores en los nombres (por ejemplo, Lluis Luque) en el que se menospreciaba toda la programación de la temporada actual del Teatro Español, desde los más simplistas descalificativos. Lo digo porque tristemente el desconocimiento / desinterés, el descuido y la condescendencia parecen ser moneda común de muchos y me sumo con ello a tu frase «es triste, patético y penoso que una parte de la “profesión teatral” sea incapaz de reconocer a otra», remitiéndote al artículo de marras, difundido aquí.
    Quizá, por ejemplo, si en tu reflexión en vez de construir un «vosotros», los otros, los de enfrente (que no sé muy bien a qué ni a quién se refiere, pero que quizá insiste en esta visión, como tú mismo dices, simplista y dicotómica) se atribuyese cada argumentación a cada hombre o cada mujer estos días, se daría una visión más ajustada de la realidad, que es mucho más compleja afortunadamente de lo que que aquí se refleja. ¿Quién y dónde ha criticado el Frinje? ¿Quién se ha atribuido el uso de la palabra? ¿Quién «tendría que dejar hueco»? ¿Quién os va a pegar (sic)? Porque en esa construcción de un «vosotros» me gustaría saber quiénes son unos y otros, tan compactos, tan ligados, tan al unísono. Por fortuna no lo veo, no lo creo. Me gustaría, de verdad, ya que tú sí lo conoces, saberlo. Quizá es mucho más trabajoso y lento señalar el sujeto de la opinión pero es fundamental para no caer en generalidades. He leído a muchos ubicados supuestamente en ese «vosotros» dando opiniones bien distintas y encontradas incluso. Aquí no hay clanes ni sectas ni pandillas. Hay hombres y mujeres hablando de teatro. Y esto está bien y no deberíamos convertir esta querella en un desencuentro (más). La vida pasa por otro lado, quizá lejos de estos debates elitistas, sea cual sea la élite.
    Por supuesto que hay mucho más allá (y acá) de Angélica Liddell pero en vez de señalar la ignorancia /desconocimiento quizá se podría invitar a la experiencia / conocimiento. Puede que algunos hagamos eso que se llama a veces «teatrito» pero tenemos hambre de otras teatralidades, de descubrirnos en el teatro que nosotros no hacemos, aquel que no sea complaciente con nuestra propia poética. Ojalá así todo en todo. Ojalá menos gente convencida de tener la verdad, la receta, la razón en algo que debería siempre acechar nuestras certidumbres. Ojalá menos en todos lados perdonando la vida a los demás. Sí, es muy triste leer que se mataba al teatro en el Matadero. Tan triste como leer que por fin habría algo interesante en el Matadero. Qué fácil debe de ser vivir aupado en las certezas. Tiene un nombre.
    Me alegra (alivia, esperanza) profundamente que teatralidades diversas, relegadas al margen por lo público hasta ahora, ocupen un lugar central; que nuestra escena se expanda, y se haga más rica. Ojalá sea desde la seducción y no desde el resarcimiento, ojalá desde la voluntad de encuentro y no de trinchero, de encrucijada y no de linde. Seré un espectador de todo lo que desconozca.
    Muy de acuerdo en «Hacía tiempo que Madrid necesitaba un proyecto como Naves Matadero. Más allá de disciplinas y generaciones, expandiendo la escena.» Ojalá ayer hubiera estado el nombre de Max Aub (sí, volverá, era un «error») para dar la bienvenida a esta nueva línea programática, que tanto esperábamos y necesitábamos en Madrid.

    • Buenas noches, lector de Ferlinghetti, a grandes rasgos no puedo hacer más que agradecerle el comentario. Pero también me gustaría apuntar un par de cosas. O alguna más.

      Uno. El artículo al que hace referencia supongo que es el de Pablo Caruana, en MAMBO, en esta misma plataforma. Él mismo, en los comentarios, ha publicado, y pedido disculpas, una FE DE ERRATAS corrigiendo el lapsus de los nombres. Ejercicio de honestidad.

      Dos, la construcción de los bandos se ha utilizado estos días en la prensa, pero también por “profesionales del teatro” que se han llevado las manos a la cabeza porque se les “desahuciaba”. Si no hubiese bandos y todos formásemos parte del mismo barco, como pienso y he explicado en uno y otro artículo (aunque a veces me dan ganas de quitarme esta máscara tonta de buenrollismo), nadie se hubiese llevado las manos a la cabeza. En un ejemplo tontorrón: es como si Juan Mayorga se lleva las manos a la cabeza porque programasen a José Ramón Fernández y viceversa. Paula Corroto ha publicado una reflexión esta misma tarde en ese sentido: http://www.letraslibres.com/espana-mexico/cultura/matadero-otra-guerra-mas-por-la-hegemonia-cultural

      Tres. En ningún momento yo he dicho, y si lo he dejado intuir no era ni mucho menos mi intención, que lo que se programaba antes en Matadero era malo. O que se mataba al teatro. No he entrado hacer esas valoraciones. Que nos harían entrar en el paisaje de la opinión más subjetiva. Había, como en todo, cosas que me interesaban más y cosas que menos. Lo que afirmo es una realidad y es que no se daba cabida en Matadero, gestionado por la misma dirección que el Teatro Español, a prácticas de sensibilidades diferentes. Si se ha visto allí a Angélica Liddell o Rodrigo García ha sido porque formaban parte de la programación del Festival de Otoño y si hay gente que ha visto allí a El Conde de Torrefiel, lo habrán visto, supongo, en el desaparecido festival SISMO que comisarió durante tres años Pablo Caruana y Mariana Barassi. Utilizar ese argumento para hablar de la pluralidad de Matadero es cogérsela con papel de fumar, si me permite la expresión. No había allí, por desgracia, como no hay tampoco en el CDN quitando el ciclo «El lugar sin límites» (del que corren los rumores de su defunción, por cierto) tal pluralidad.

      Cuatro. La frase “¿qué pasa que nos vais a pegar?” hace referencia velada, y quizá por ello fallida, al turno de preguntas de la presentación de Naves Matadero, cuando un hombre le dijo a Mateo, cito de memoria, “¿qué pasa que me vas a pegar?” Referencia al claro ambiente de crispación y falta de reconocimiento.

      Cinco. Si no he dado nombres de creadores aquí es porque no era el sentido de estas apresuradas líneas, que no son más que una opinión sobre la presentación y los acontecimientos de los últimos días. Pero no sabe cuánto me alegra su curiosidad y ganas de descubrimiento. En TEATRON, por no ir más lejos, puede encontrar artículos sobre creadores y montajes de nuevas prácticas escénicas. Visite MAMBO: http://www.tea-tron.com/mambo/blog/ Incluso yo mismo, con mayor o menor acierto, he hablado de algunos en este blog.

      Seis. Sobre las críticas de Frinje. La hemeroteca y el basto océano de Google está lleno. Como sería abrir un tema diferente, le pongo el enlace a un blog, para no remitirle otra vez a TEATRON, que no tiene nada que ver ni con esta plataforma: https://apuntesdeunmosquetero.wordpress.com/category/festivales/

      Me alegra que estemos en el mismo bando. Aquel de los espectadores que quieren conocer aquello que aún desconocen. Le aseguro que uno aquí lo que menos tiene es certezas, como mucho lo que uno hace es «tomar posición» en un sentido brechtiano.

  2. Muy bonito todo, muy nuestro. Podemos es muy de churipandi y de ponerse enfrente de todo, para marcar diferencias; nada nuevo. No hay debate con Mateo, sí con Celia. Yo también podría titular la cosa: Matadero, de bolos por Madrid. Ah, que no importa el dinero… que yo vivo de la institución… un poquito de vergüenza y de pudor para una profesión que tiene un 92% de paro. La Nave 10 se ocupará 20 días de 135 posibles. ¿Podemos los «teatreros» ocupar las naves el resto de los días? ¿De qué visibilidad hablas? ¿De qué artistas hablas? Porque Mateo tampoco lo sabe; no sabe de artistas españoles que ocupen sus salas… ah, sí, perdón… 5 días de producto nacional… Y mientras en la concejalía pensando: ¿qué hacemos con el Daoiz y Velarde? Lo que Esperanza Aguirre llevaba años intentando, que los teatros privados, en manos de tres empresarios, canalizaran todo el teatro, lo habeis conseguido vosotros en cinco minutos. Muchas felicidades por la gestión; los empresarios privados y el PP os están super agradecidos. Y si con esto no te queda claro cual es el problema, si no comprendes que no va de arte, sino de gestión, no tenemos más palabra que decir. Todos fuimos a votar con el corazón en la mano… que pena… que costosa la ignorancia…que visión más mezquina de Madrid, que poca luz hay en esa concejalía.

  3. Pingback: O sancta simplicitas! | LA MANDANGA

Los comentarios están cerrados.