Prohibido pasear

Comparto unas reflexiones de Andrés Ehrenhaus sobre algunas discutibles disposiciones que nos han impuesto sin demasiado cuestionamiento

de la pandemia al pandemonio y vuelta
– marzo 17, 2020
no puedo parar de pensar y pienso: en serio están convencidos de que encerrar a todo el mundo durante 15 o 20 días (con suerte) es la mejor solución? es decir, encerrar a todo el mundo en sus casas, en sus trabajos, en sus vehículos… tengo la sensación de que se está actuando a nivel social –con la mejor intención, sin duda– con la lógica de la medicina occidental pura y dura: un problema, una solución. un síntoma, una pastilla. una enfermedad, una cura específica. es decir, se olvida el resto del cuerpo, como si cada órgano actuara, sufriera y se curara por sí solo. se piensa en los efectos económicos, claro, porque son externos al cuerpo, son externos a la sociedad en sí, son asuntos de bolsillo. pero no se piensa en el efecto del aislamiento radical en el resto de órganos, tanto físicos como sociales, de tutti quanti.
no puede ser que la gente no pueda salir a pasear. no puede ser que no pueda hacer algo de ejercicio al aire libre. no puede ser que pierda contacto con el Otro. hasta los presos en las cárceles salen al patio; si no lo hacen, se matan entre ellos o queman las prisiones. es decir, hay que buscar maneras de racionalizar todo eso otro que el cuerpo social necesita para no enloquecer. hay que encontrar el modo de que la gente pasee sin peligro de contagio, de que salga de la paranoia doméstica y que deje de mirar al Otro como si fuera el mismo virus en persona. alguien tiene que empezar a organizar eso o no vamos a llegar ni a la segunda semana, sobre todo en los países latinos, donde el contacto social y la vida al aire libre están impregnados en el adn, más incluso que los anticuerpos que podamos generar.
cómo hacer eso, cómo dotar a la gente de movilidad segura? yo no soy experto en nada salvo en traducción de poesía, y encima clásica, pero no puedo dejar de pensar y pienso.
por qué no organizar circuitos amplios por donde puedan pasear grupos de dos o tres (núcleos familiares) en horas y días alternos, con instrucciones claras, con medidas de higiene y conducta, de modo que al salir no nos sintamos pecadores contra el dios de la salud universal? de qué sirve todo lo andado si un triste virus de mierda nos vuelve a inocular la culpa, el pesimismo y la resignación milenaria en menos de lo que canta un callo? realmente estamos dispuestos, no al aburrimiento, que eso es inherente al ser humano, sino a entregar el cuerpo (y, por consiguiente, la mente) a la incertidumbre, el miedo y la culpa?
organicemos esta miseria o preparémonos para que haya más desquiciados que enfermos de covid. hay que darle a la gente elementos y herramientas para que sientan que, aparte de estar encerrados sine die rezándole al dios de la vacuna y el tratamiento milagroso, pueden hacer algo útil por sí mismos y por los demás. abrir canales amplios de cooperación real, no para recibir ayuda sino para darla. sentirse útil es la mejor manera de no caer en la melancolía autoindulgente, en el peor de los onanismos que es el onanismo sin goce ni alivio, el onanismo inducido por decreto. démosle a la gente un objetivo alcanzable, un camino de vaciamiento de la angustia.
con todo esto no pretendo ir en contra de ninguna medida de higiene y prevención, solo buscar vías dentro de la clausura que nos acaricien el espíritu. puede haber cuerpos sanos en medio de una pandemia, pero no los hay en medio del pandemonio.
esto no se juega en un solo tablero, esto son partidas simultáneas. y en todas hay que pensar varias jugadas concretas por delante.

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El paseo de Robert Walser en Berlín

Se hace saber a todas las unidades que se presenta por primera vez EL PASEO DE ROBERT WALSER en Berlín
Dos únicas presentaciones
Viernes 28 y sábado 29 de febrero a las 4 pm
Con la colaboración de la librería Bartleby & Co.
Entrada-Colaboración: 10 euros
Inscripciones: robertwalser2012@gmail.com
****A los que se inscriban se les indicará el punto de salida por mail

EL PASEO DE ROBERT WALSER es una obra de teatro site-especific, caminada, donde un grupo de no más de 15 espectadores se encuentran con Robert Walser y lo siguen durante una hora y media, en aparente anarquía, por un barrio en cuestión. Durante el camino se producen encuentros, azarosos o no, teatrales o no, improvisados o no, con un comerciante, una actriz retirada, un librero, una cantante y/o con las vecinas del territorio.

Una vez paseamos por Sao Paulo y lo contaron así en El Estado Mental

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Pasión y omisión en el eje del plata

El traductor y escritor argentino Andy Ehrenhaus leyó este texto en la presentación de Neuros Aires, ayer sábado, en la librería Lata Peinada.

a modo de consigna luminosa, cito del propio libro:

“Me sorprendía entonces y me sigue sorprendiendo que toda la experimentación que algunos escritores trabajan en sus textos se diluye a la hora de presentarlos en vivo. Ya se trate de un escritor convencional como de otro más vanguardista, ambos presentan sus textos de la misma manera. No se tiene en cuenta que la presentación de un libro o una mesa redonda son [o deberían ser, añado yo] un espectáculo“.

esperemos, pues, estar a la altura de la cita.

he leído el libro de marc con sumo placer e interés, y me parece sin duda muy valiente, por no decir osado, como todo lo que hace él, y, a la vez, divertido, rompedor y juicioso, es decir, siempre atento a tocar de peus a terra, siempre latiendo entre el seny i la rauxa, capaz de no dejarse prepotear por el obelisco ni rendirse al tango, ese retrovirus moderno. lo que más me gustó, en una primera lectura, es su lucha por salir indemne de la inmersión en el caldero de las brujas, no emerger con las manos manchadas, no quedar aporteñado para siempre jamás. para eso hay que saber caminar sobre huevos y transitar el paisaje como quien cruza el escenario de una obra conceptual escrita por y para otros.

pero debo decir que hay algo más que me sorprendió al principio y ahora, tras una segunda lectura más profunda, en la que puse el texto del revés, lo leí entre líneas, achiqué la tipografía, lo sacudí con ganas, apagué la luz, cerré la portada, etc., hay algo, decía, que ya me preocupa un poco más y es que en todo el libro no se habla de lo que más le importa a marc, en el sentido ondontológico de lo contingente y lo necesario: en neuros aires no se habla de fútbol!

bueno, sí, de pasada, y no olvidemos este dato porque es “central”, en la pág. 101 dice que “me cae bien garamona, porque es de rosario, como messi”. y en la pág. 25 menciona de pasada al Nápoles y el Milan a propósito de la milanesa napolitana. pequeñeces así, pero nada más, nada de fútbol en serio. en todo el libro! hay mucha droga, sexo y rocanrol, como era de esperar, pero nada de fútbol. lo más profundo que dice el hombre sobre fútbol es si cantar el himno en la previa a los partidos internacionales influye en el juego o no. eso es todo? por favor. no leí a fondo los otros libros de la serie (carcelona, caracaos, drogotá) pero me atrevería a asegurar que adolecen más o menos de lo mismo. pongo un ejemplo, de los muchos que jalonan el libro:

en el capítulo Neurosis en Colegiales, donde se narra uno de los hitos del antikodamismo mundial en el marco de la celebración dionisíaco-barrial del 1 de mayo, se omite ex profeso un dato esencial ocurrido aquel día, cual es que marc salió exultante de la casa de mi hermana a la calle tomada por animadores infantiles y progenitores sobreestimulados con el grito sagrado en la boca: goooool, dijo marc, y a continuación, això ja està dat i beneït, pues había presenciado en la borrosa pantalla de un televisor del siglo XIX el mejor de los goles que la pulga le acababa de endosar al liverpool en la ida de la champions. con ese ánimo, con ese gol en la retina, nos metimos en el taller electromecánico tomalino a empoderarnos de lo que es del pueblo y comer con borges por milésima vez en casa de bioy casares. y esto lo sé porque fue marc el que me arrastró casa adentro para que me arrodillara ante la repetición del tanto y me abrazara a su ilusión.

ahora bien, a mi modo de ver, esto responde a una cuestión concreta, un arcano particular del propio texto. no lo digo en clave barthesiana, ni de roland barthes ni de bart simpson ni de pat metheny, sino en aras de ofrecer al lector un atisbo de la verdad, por turbia y oscura que esta sea. bajo su capa asfáltica más evidente, bajo los baches, las bicisendas y los carriles figurados de metro-bus de neuros aires se percibe una subtrama, un subsuelo, un subestrato urbano, una cartografía oculta que no coincide en absoluto con la de buenos aires sino que dibuja el trazado de otra ciudad, como ya insinúa, sin desvelar el secreto, el inefable jordi carrión en su iluminador comentario de la contraportada: “este libro es muchos libros, porque son muchas las ciudades que llamamos buenos aires”.

el tema, amigues, es que, de esas tantas otras ciudades, surge una en particular como un grano encarnado en una espalda tersa, como un tatuaje en un gemelo, como un surubí en un lago de palermo: este no es un libro sobre buenos aires, o bajo, ante, cabe, con, buenos aires sino un libro sobre… rosario. sí señor.

y lo es precisamente porque la carencia de fútbol es el síntoma que desnuda el arcano: el problema de marc no es porteño sino rosarino y tiene que ver con que una novia lo quiso hacer canalla pero él, en el fondo, temeroso de dios, sabe que no puede traicionar a Messi, que su karma es ser leproso. porque novias rosarinas las hay a montones, a cientos e incluso a miles, pero Messi, que también tiene una novia obviamente rosarina, solo hay uno. y es del barça. y marc teme que si no se hace hincha de la lepra como el tata martino, Messi acabe yéndose al manchester city…

al principio, tot s’ha de dir, lo intentó con san lorenzo. pensó que lo más fácil era hacerse cuervo, compartir los colores y entrar en el selecto club de francisco I, marcelo tinelli y vigo mortensen, y viajar con ellos en el avión privado del vaticano allí donde el viento azulgranate los llevase, pero se suscitó un problema de papeles: lo obligaban a renunciar a su carnet del barça. que es, como la nacionalidad argentina, irrenunciable. y ahí se acabó la aventura. que marc calló, por pudor o elegancia, cubriendo ese hueco en el libro con un fragmento robado, elegantemente también, a cristina fallarás.

porque, cuál es el problema que le plantea una ciudad como neuros aires a un culé como marc? el fútbol. hay que ser de un equipo o morir. hasta borges era hincha de un club, por obra y gracia de su más cruel amigo, y ahí no valen el barça o el madrid, ni pendejadas como la juve o el tottenham. hay tantos equipos para elegir que no se puede andar con remilgos. y una vez interiorizado el estigma, eso ya no se borra más, como se vio en el ejemplo de san lorenzo.

dice marc que tanteó a atlanta, pero le pedían que se circuncidara. no sé si llegó a fantasear con chacarita o con ferro, pero hay que ser muy bravo para esos avatares, no se pueden acometer con ligereza. bravo y lonjevo, porque la suerte cae por esos barrios cada 30 o 40 años… y hay que saber vivir en la B, y hasta en la C, esos purgatorios heroicos. como dice el manual del hincha porteño: primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. un culé no tiene cuerpo para algo así. un culé se enferma de gravedad si el equipo pierde el porcentaje de posesión y entra en depresión profunda si un año no juega la champions. es por eso que el proceso soberanista pone nervioso a todo el mundo, salvo quizás a los periquitos, que sí podrían adaptarse a un escenario duro y hacerse de all boys o de banfield sin desmayos y acaso con mayores alegrías.

el caso es que marc entró en la deriva rosarina como quien se aparta de la sana medicina tradicional y la automedicación con antibióticos o barbitúricos para refugiarse en la amabilidad discursiva de las terapias alternativas, y cayó presa ahí de esa dialéctica binaria que le resultaba más familiar, más sosegada, menos desgarrante. pero le pasó lo de la novia y los canallas y entonces entendió que su tema era otro, o el otro, o mejor dicho La Otra Ciudad, la barcelona del peloponeso, la ciudad condal del subdesarrollo, la venecia de la soja, la brujas del sur, ese bastión de la banda oriental en tierra argenta, esa cabeza de puente de la invasión charrúa, ese lugar –rosario– central en la historia del análisis (pues nadie ignora que todos los psicoanalistas, lacanianos, junguianos o luteranos, son rosarinos) y de la poesía light de la experiencia.

ahí, en esa otra ciudad, al pie del monumento a la bandera, a orillas del paraná, por donde bajan los camalotes con tropas uruguayas camufladas, ahí se desarrolló un descomunal congreso panhispano de la lengua, un tremendo evento multipantalla y abierto a la diversidad probiótica de los pueblos y sus tradiciones folclóricas más absurdas, con multitud de ponencias, seminarios y mesas redondas de una riqueza telúrica incalculable, y consta en acta que en una de esos encuentros, cuando marc pidió el nobel póstumo para borges, alguien, unos dicen que fue un requeté carlista, otros que un académico sueco, otros más que un acalorado tertuliano merengue, tuvo el tupé, o el tupí-guaraní, de expresar, en medio de la desordenada charla, aquello tan célebre de:
marc, por qué no te caellas!

por suerte para todos nosotros, marc no se caelló y escribió también sobre eso, sobre borges en marbella e ifigenia en hospitalet, sobre la ciudad bajo la ciudad bajo la ciudad, sobre una geografía urbana hecha de estratos de lasaña, donde todas las ciudades son una misma aldea superpoblada por aborígenes centroeuropeos hambrientos de gol. qué pasó para que el anarquista lombardo, el socialista polaco, el nihilista ucraniano, el aventurero extremeño se fundieran en la figura ingenua, voraz e inclemente del hincha de fútbol? todo eso está, y no está, es decir, está al estar ausente, en el libro de marc: igual que se lee distinto el fiord de lamborghini si se tienen o no las claves peronistas esenciales, neuros aires se lee distinto en clave rosarina, que es como decir en clave yoruga y latinoamericana.

la mayor irreverencia que puede hacérsele a buenos aires es verla en su esencia latinoamericana, en su esencia indígena y caníbal, y así nos ve marc. nos ve hambrientos, desaforados, gauchescos, capaces de ir a degüello por los motivos más nimios y de enternecernos hasta las lágrimas ante un plato de chinchulines. nos ve desde europa, desde la platea del barça, desde el temor a que un minúsculo error de cálculo se lleve a messi para siempre a la pérfida albión. como los buenos toreros, marc domina su terror simulando no tenerlo, porque no tenerlo de verdad solo está al alcance de los locos o de los porteños. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires sin el culo en la mano. nadie en su sano juicio atraviesa neuros aires.

no sería de extrañar, y creo que averiguarlo bien merece una segunda y tercera lecturas, que carcelona fuera un texto dedicado a zaragoza (no en vano se destaca en la nota biográfica de la solapa que caellas nació en [la calle] aragón), y otro tanto con caracaos o drogotá, que seguramente versan sobre mérida o medellín. y entiendo que no las nombre directa o indirectamente, porque qué títulos iba a tener que ponerles a ese libros: miérdida? medallón? zara no goza?

a continuación, algunos ejemplos salpicados de la hermenéutica rosarino/yoruga de neuros aires:

– se menciona (p. 56) al che guevara, un conocido rosarino que, encima, se crió en córdoba, se fue al trópico y cuando volvió a estas latitudes, adónde fue? a punta del este, uruguay!
– en esa misma pág. se habla de un pesebre animado publicitado como “uno de los más grandes del mundo”; es evidente que este constructo no puede estar en buenos aires porque en ese caso sería “EL más grande del mundo”, sin la menor sombra de dudas, como la 9 de julio, que es la avenida más ancha del mundo, o rivadavia, la calle más larga del mundo, etc.
– el libro entero confluye hacia un texto final de salvador pániker sobre la literatura del self. digamos que es el téxto vórtice del libro. y es de salvador pániker, un intelectual dedicado a poner en relieve la cultura, la mística, el pensamiento orientales. un orientalista! es decir, un ideólogo del uruguayismo.
– no aparece el mate. nunca. esto resulta altamente significativo, porque la omisión no delataría tanto el carácter rosarino de la obra como su mal disimulado patriotismo oriental; al no merecer ni una sola mención, es como si el libro en sí gritara a voz en cuello: mate, mate, mate, termo, termo, termo.
– para subrayar ese corrimiento geográfico, marc introduce un concepto nuevo, el otrapartismo: en la p. 79 cita un texto de fernanda trías que dice abiertamente: “la literatura de buenos aires siempre sucede en otra parte” y, no contento con eso, en páginas sucesivas (80 y 81) tiene el golpe de genio de inventar una supuesta revista llamada, cómo si no, Otra Parte, codirigida por una tal graciela speranza, nombre inverosímil donde los haya, porque toda mujer argentina que se precie se llama gabriela antes que graciela y porque la speranza es eso “que no llega, que no alcanza, que no puede vislumbrar la tarde mansa”.
– sigamos. la palabra “rosario”, que no viene a cuento de nada, aparece 7 veces, 7 veces! la primera vez en un fragmento de ABC; en la pág. 178 está dos veces seguidas; y en la pág. 22, en un alevoso ejercicio de osadía esotérica, aparece atrapada en “Los misterios de Rosario”, título que el autor no pudo ponerle al libro porque ya estaba pillado.
– marc habla más de pescados que de vacío, entraña o cuadril, y siempre se refiere a la carne –cuando todos sabemos que se muere por un cocido– con distancia brechtiana o ironía socrática. sabido es que, a día de hoy, hay en bs as más veganos que carnívoros, pero es gente educada en las tradiciones nacionales, que no se ríe de una vaca ni a palos y mucho menos de un choripán. en rosario, en cambio, adoran a los manatíes y las sirenas de río.
– en la p. 125 dice algo de que las tipas florecen en bs as, cuando todo el mundo sabe que las tipas de neuros aires no florecen, escupen. y qué decir de las palmeritas de la tapa! si le sacamos el obelisco y el congreso, qué queda? rosario.
– el término oriental “impecable” (como en la frase: “impecable, bo”) aparece dos veces, en las pp. 50 y 139. “imponente”, en cambio, brilla por su ausencia.

hablando de ausencias, otra imponente ausencia del libro, bo, es la de spinetta, pero eso ya es arena de otro collar. abur y muchas gracias.

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Comentarios, críticas, reseñas sobre Suicide Notes

El escritor Miqui Otero escribe sobre Suicide Notes en El Periódico

El filósofo Xavi Bassas escribe sobre Suicide Notes en La Directa

“Suicide Notes és llavors un brillant i colpidor experiment escènic, de gènere indefinit, que consisteix a recuperar les notes escrites per persones, poc o molt conegudes, just abans de suïcidar-se, i en escoltar-les col·lectivament. Anem escoltant així les darreres paraules que ens van deixar per escrit aquelles i aquells que, uns moments més tard, s’absentarien d’aquest món per una decisió pensada, potser també podríem dir, per una decisió política. Paraules pòstumes que prenen força col·lectiva en aquesta obra i que compten amb música en directe”.

El crítico cultural José de Montfort escribe sobre Suicide Notes para BCN Mes

“una obra performance que mezcla el teatro, la música en directo, el videoarte y el testimonio gráfico. Todo ello para acabar en una emocionante catarsis colectiva que, a pesar del tema que trata (o quizá precisamente por ello), resulta luminosa, reconfortante”.

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Presentación de Neuros Aires en Barcelona

Este sábado 15 de enero
A las 13 horas
Vermut de presentación
Librería Lata Peinada
Carrer Arc de la Verge 10

“Este libro es muchos libros porque son muchas las ciudades que llamamos Buenos Aires. Un libro muy caminado, que destila la esencia cultural, erótica y psicoanalítica de una gran ciudad barrio por barrio. Un libro muy leído, que cita poemas, ensayos y ficciones para crear la banda sonora de una interpretación urbana. Un libro muy vivido, cargado de experiencia y de amistad y de pasión y de ironía; de verdad —digamos. Un libro performático, puro teatro, que recurre a los mecanismos de la apropiación y del collage para sacar a la literatura autobiográfica y documental de sus marcos convencionales, porque al fin y al cabo su autor, además de cronista y de gestor cultural, es un dramaturgo que ha sacado de sus casillas a actores, escenarios y textos para acercarlos al arte contemporáneo. Este libro es también poético, neurótico, drogotano, confesional, carcelonesco, postfreudiano, canchero, etnográfico, autocrítico, venezolano, híbrido: en fin, muy argentino. Este libro es carnaval y tango”.
Jorge Carrión

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Cielo TV en el Teatro del Barrio

Si no pudiste ir a la Edad de Oro y ver a Santiago Auserón entrevistado por Nico, si no viste a Valerie Solanas en la Factory de Warhol, ¡ven a CIELO TV! Y si sí estuviste, ¡vuelve a bailar al Teatro del Barrio!.

En CIELO TV invocamos el ambiente libre, abierto, desinhibido y divertido de algunos programas de televisión de los 80, desde Paloma Chamorro a TV Party. A través del humor, la cita gamberra y la reactuación homenajeamos a personajes como Blondie, Chris Stein, David Bryne, Radio Futura, Federico Manuel Peralta Ramos…

Viernes 17 / 22.30 horas
Sábado 18 / 22.30 horas
Domingo 19 / 18.00 horas

“El espectador lleva ventaja: no paga un precio alto y no corre riesgos. Puede reconstruir, explicar y revivir sus momentos favoritos. Puede dilatar y amplificar los recuerdos ajenos […] Forzar las referencias, las derivas, los escenarios y las personas. Rescatar una actitud antes que una época. Y narrarlo todo. En un relato”. Ese relato es el de cómo la artista catalana Sindria Segura, un 30 de octubre de 1985, le roba la peluca a un impávido Andy Warhol aprovechando una firma de libros en la librería Rizzoli de Nueva York; historia que sirve de nexo de unión del libro de Torres y que en la adaptación teatral de Marc Caellas desaparece, en beneficio de una utopía que pasa por encima de la vida, que es un sorpasso. La vida entendida –para Caellas– como el riesgo de desnudarse y exponerse, sin saber qué pasará después. Un mostrarse televisivo, en un modo híbrido entre La edad de oro, de Paloma Chamorro, y el programa TV Party, conducido por Glenn O´Brien y Chris Stein (Blondie), que se emitió en el canal de cable de Nueva York desde 1978 hasta 1982. Igual que allá, en la adaptación teatral una banda de música instrumental (al estilo de la de Walter Stedin) sirve de acompañamiento musical (Los Tentáculos), con ritmos rockeros y el proto-punk del legendario Link Wray.”
David G. Torres

“Este viaje por las nubes lo conduce el artista argentino Esteban Feune de Colombi (socio artístico de Caellas en múltiples trabajos previos), un versátil maestro de ceremonias de dicción perfecta. Alejandra Martínez de Miguel, una joven poetisa y actriz, y la creadora escénica Iara Solano interpretan, juegan, bailan, cantan, recitan y se entregan al son de este dispositivo hipnótico. Cielo TV ofrece un triángulo de talentos de vértices que calan en el espectador”.
Laura Ventura para The Objective

Dedicamos estas funciones a Nico, una (insu)musa que inspiró una canción a Bob Dylan, un poema a Jim Morrison, una película a Andy Warhol, un relato a Ernest Hemingway y un ensayo a Jean Baudrillard.

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Entrevista con Esteban Feune de Colombi

En enero de 2020, el editor, escritor, fotógrafo y performer argentino Esteban Feune de Colombi tiene funciones de 4 obras distintas:
– Suicide Notes
– Cielo TV
– Juego de Cartas
– El paseo de Robert Walser

Las presentaciones suceden en diferentes teatros y librerías de Barcelona y Madrid. Una voz anónima le entrevista para conocer detalles sobre estos y otros proyectos en los que anda metido.

Cielo Tv se presenta en el Teatro del Barrio del 17 al 19 de enero

De nuevo en España y metido en varios proyectos teatrales o escénicos o performativos en los que eres intérprete, creador, director o performer, o todo a la vez, ¿cómo llevas esa multiplicidad de funciones?

Llevarla, del verbo llevar, la llevo bastante bien y sin sobrepeso: todo entra más o menos en una maleta… El sombrero de El paseo de Robert Walser, las botas de Suicide Notes, la camisa de Cielo TV, el mazo de cartas de Juego de cartas –¡cuatro obras en un mes!– y algún otro elemento por ahí que me convierten en un perverso polimorfo, parafraseando, y mal, a Freud. Me muevo descaminado y avanzo en modo “larvatus prodeo”. Y, por otra parte, la escritura se transporta a sí misma, pura inmanencia. En todos los casos, me sostengo a base de deseo y Google Calendar, y en casi todos los casos, eso se suma a la disciplina, el rigor y la puntualidad de mi coequiper escénico-vital catalán, el señor Marc Caellas. Su disciplina, su rigor y su puntualidad son peores –o mejores– que las mías, salvo cuando está frente a una botella de mezcal o a una canción de Nacho Vegas; si ambas cosas suceden a la vez, tsunami. Fuera de broma… Hoy me desperté en Madrid, en la divina casa que me prestó un amigo (mágico esto de “hacer casa” en casas de otros), y fui directo a la cocina a preparar un brebaje con tinturas madres y jugo de limón que me indicó Díaz Varela, un homeópata que es también médico ayurvédico. Desde allí, a través de una ventana, vi a una oficinista quieta en su oficina, frente a la pantalla de la computadora, y entendí que esa rutina me destrozaría por completo; entonces bebí de un saque la pócima, recordé que la noche anterior había compartido mesa con Peter Kaldheim y Alberto García Alix, y abracé el estúpido vértigo que me invento para parecer interesante, para parecer. En el fondo, como Xavier de Maistre, yo quizás me quedaría feliz dando vueltas en mi habitación. Por cierto, de Kaldheim recuerdo su terror de niño al creer que su padre haría un sándwich con sus tripas, el “Peter Sándwich”, y de García Alix, que una holandesa le tatuó la polla con una suma incorrecta que se le apareció en un sueño y que una china, en China, se horrorizó al constatar que los números no cerraban. “Para los chinos”, concluyó el fotógrafo, “los números son sacré”. Pues para mí también son sacré. Y como digo últimamente, para desacralizar, yo sólo soy escritor cuando escribo y sólo soy actor cuando actúo; el resto del tiempo, no sé lo que soy, pero acá estoy.

Este fin de semana estás con Cielo TV en Madrid, en el Teatro del Barrio, ¿cómo explicarías la propuesta y cuál es tu rol en ella?

Esto no va a ser sencillo. La obra recrea el ambiente de los 80 tanto en Nueva York como en Madrid, inspirándose tanto en Glenn O’Brien como en Paloma Chamorro y sus respectivos programas TV Party y La edad de oro. Inspirarse es un poco eufemismo, un poco verdad. Los ojos de los espectadores son las cámaras del plató en que las actrices, los músicos y yo, a modo de presentador del artefacto, nos movemos así como así, sin pretensiones. Se nos ven las costuras, los dobleces, pero no importa. Habiendo estrenado la obra en México y luego en Barcelona, hay algo de que cada vez es distinta, pero distinta en serio. Menos yo y los dos subdirectores, Marc Caellas y David G. Torres, todo lo demás es nuevo. Lo que no cambia es la nube de nombres y apellidos que homenajeamos, tan heteróclita como improbable: Nico, Federico Manuel Peralta Ramos, Warhol, Montse y Miralda, Patti Smith, Clayton Cubitt, Valerie Solanas, Cindria Segura, Santiago Auserón, Lou Reed… Esta obra y Suicide Notes son como disparadores para que luego el público, si quiere, profundice más en la materia. Por eso las referencias son sutiles y se mueven como placas tectónicas que permean la cosa por debajo, sigilosamente. Eso me gusta. Y me gusta terminar arriba, bailando y festejando. ¿Se entiende algo? Anticipé que no sería sencillo. ¡Mejor si vienen!

Es interesante que en Cielo TV se pasa del Manifiesto Infrarraelista, de Roberto Bolaño, en la función de México, al Manifiesto Gánico, de Federico Manuel Peralta Ramos, en Barcelona y Madrid. ¿Qué hilos invisibles crees que los unen y los separan?

Del “déjenlo todo nuevamente” de Bolaño y compañía al “ser gánico es hacer lo que uno tiene ganas” de Federico Manuel creo que se cuece algo que hace unos días releí en el Gargantúa de Rabelais y que había olvidado, como casi todo lo que leo y que se instala en un bizarro espacio latente esperando la resurrección: Thelema. En esa suerte de abadía utópica, de sociedad ideal, se vivía bajo el lema “fais ce que tu voudras” –haz lo que deseas– hay ecos de los griegos y un grito precursor, por qué no, del Libro de la ley de Aleister Crowley. Creo que en la vida todo está de algún modo ligado, a veces de formas peculiarmente íntimas, sabrosamente peligrosas. Creo en eso con fervor. En los hilos invisibles, en los pases mágicos. Mi madre murió hace poco y antes de que partiera le pedí que por favor me mandara una señal cuando llegara “al otro lado”. Sin que yo lo supiera, mi hermana le pidió lo mismo. Corte a: una semana después, estoy de gira en Colombia. Un día de descanso, caminábamos con Marc por unas bellas montañas del eje cafetero cuando de pronto vi, en el carrete de fotos de mi móvil, en el carrete de ese día, el 13 de octubre, una selfie que me hice con mi madre en junio. No sé cómo se apareció ahí. O sí, porque de inmediato sentí: es mamá avisándome que llegó. Salíamos de una sesión de quimioterapia. Yo estoy al volante de su auto. Es el atardecer. La luz, poca. Estamos en invierno. Aprovecho un semáforo para disparar. Yo sonrío. Ella no me mira: está concentrada en la pantalla de su móvil, que le ilumina el rostro de blanco como si fuera un ángel. El rostro, redondo, resplandece; está en paz con la vida. Mi madre murió el 6 de octubre. Una semana después, la tarde del 13 de octubre, la veo aparecer en mi móvil y esa misma noche, que es “doble luna llena”, me dice mi astrólogo, sueño con mi madre. “La luna es la madre”, insiste Darío, mi astrólogo. Al día siguiente, llamo a mi hermana para contarle el sueño y me contesta que ella y sus tres hijas también habían soñado con mi madre… “Llegó”, dijimos al unísono: mi hermana en Buenos Aires, yo en una finca de aguacates en Pereira. En Gargantúa se lee, respecto de los habitantes de Thelema: “Ellos se levantaban de sus camas cuando juzgaban conveniente; ellos en efecto comían, bebían, trabajaban, dormían, cuando lo desearan y estuviesen dispuestos a ello”. Ahí están los ecos gánicos y disruptivos de Bolaño y Federico Manuel, aunque uno tenía menos hormigón en la columna vertebral que el otro, resonando en Rabelais y Crowley. Quien sabe si en la próxima temporada de Cielo TV los incorporamos…

En estos meses salió tu libro Del infinito al bife en la editorial argentina Caja Negra (que pronto presentarás en la librería Lata Negra barcelonesa) y, de alguna manera, te convertiste en uno de los portadores del legado de Federico Manuel, ¿te sientes honrado con ese testigo?

Honrado y aterrado. Federico es demasiado grande y en él está todavía todo por descubrir. Adoro poner a circular su magia, sea en un libro o recitando sus poemas, cantando sus canciones o contando sus proezas artísticas. Hoy puedo entender mejor desde dónde decía, desde dónde proclamaba, desde dónde creaba. Hace una semana, un artista amigo que dibujó la tapa de mi primer poemario me escribió para decirme que había leído Del infinito al bife de un tirón. Eso de “de un tirón” me encanta, no sé por qué. Suena a algo hipnótico, a un péndulo. Y ojalá logre con ese péndulo restaurar el equilibrio, como quería Federico, entre la gente infinito –el espíritu– y la gente bife –la materia–. En fin. Mi amigo artista me dijo que tenía la sensación de que a Federico lo habían dejado solo. Él era íntimo de Federico y participó del libro con un testimonio muy interesante: prefirió que publicara una foto que el propio Federico le regaló: un retrato propio y, debajo, la frase “¡fuerza!”. Le agradecí y agregó que mi libro, de alguna forma, venía a redimir esa falta. Me doy por hecho. Muchos sabemos que el trabajo literario es, en el 95% de los casos, totalmente amateur… Uno gana unos pesos, pero esos billetes no compensan el esfuerzo y la dedicación y, en cierta manera, a mí me da igual. Me da igual porque sí lo compensan. Y más. Esa energía canaliza otra energía que canaliza otra energía. Uno hace –yo hago– para seguir haciendo. En el fondo, ¿qué compensa qué? El libro sobre Federico me hizo y me hace muy feliz. El día en que lo presenté en Buenos Aires, en la Fundación Cazadores, hice una performance bastante loca, medio chamánica, 24 horas después de una sesión de ayahuasca. Al terminar, Diego, el hermano más cercano de Federico, me dio un abrazo de oso y llorando, me dijo: “Esta noche lo bajaste a Federico acá”. Creo que la literatura –un objeto con tapas de cartón y cien páginas, por ejemplo– produce efectos aún poco explorados.

¿Cuáles son los planes de futuro para este 2020?

Justamente, como contestó alguna vez Federico cuando le preguntaron cuáles eran sus planes para el año entrante, “estar presente”.


Del infinito al bife se presenta el jueves 23 de enero en la librería Lata Peinada

31-01 Pinamar-01 Pinamar La noche de las ideas en el Viejo Hotel Ostende. Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas. Foto: Andres D’Elia

Juego de Cartas se presenta en la librería NoLlegiu los días 24 y 31 de enero

El paseo de Robert Walser se presenta en Madrid (función privada) y en Barcelona los sábados 25 de enero, 1 y 8 de febrero a las 11,30 de la mañana.
Para anotarse escribir a robertwalser2012@gmail.com

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Suicide Notes en Antic Teatre

“No tengáis prisa, sin la posibilidad del suicidio ya me habría matado hace mucho tiempo. El suicidio es un acto afirmativo, lo podéis hacer cuando queráis, ¿qué prisa tenéis? Calmaos. Lo único que hace soportable la vida es la idea de que podemos elegir cuándo escapar”
Enrique Vila-Matas – Suicidios Ejemplares

“En épocas de depresión me hago la imagen mental del entierro que sigue a mi suicidio, hay muchos amigos, tristeza y belleza, el acontecimiento es tan conmovedor que me entran ganas de vivirlo…”
Édouard Levé – Autorretrato

Las notas de suicidio son un último intento de comunicarse, de conectar. Son también cartas de amor, poemas o canciones que queremos compartir en un espacio poético que es también un altar de homenaje a grandes creadores del siglo XX como Hunter S. Thompson, Mark Rothko, Anne Sexton, Virginia Woolf, Stefan Sweig o Edouard Levé.

Las notas de suicidio, al marcar y explicar la decisión de abandonar la vida, la sobreviven de manera infinita.

4 noches, de jueves a domingo, del 9 al 12 de enero, a las 20
horas.

En este link info detalles para reservas y entradas

MARC CAELLAS & DAVID G. TORRES – SUICIDE NOTES

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Lo que puede un libro – Ralston Farina

Aprovecho el evento del próximo viernes en el Macba para recuperar un texto que publiqué en Editorial Concreta sobre este misterioso personaje conocido como Ralston Farina.

«Una persona creativa actúa, no persiguiendo un objetivo, sino precisamente para averiguar cuál es el objetivo a perseguir. Así, de entrada, una persona creativa nunca sabe lo que quiere. Pero se trata de acertar. Se trata de trascender la disociación entre los medios y los fines, aproximarse, en medio del azar, a la gracia. ¿de qué manera? ¿Cuáles son las condiciones del acierto? Lo decisivo es alcanzar la cota de no-alternativa, que es el resultado de conducir las propias opciones hasta el límite. Nada de imperativos éticos, nunca creí en los imperativos éticos; se trata de llevar la libertad hasta el acorralamiento, hasta una situación de no alternativa, conciliando el valor (courage) con el desinterés».
—Salvador Pániker

Si tuviera que resumirlo en un tuit tal vez escribiría: un desconocido escritor que firma como Ch. Mill escribe un libro sobre un misterioso artista que se hace llamar Ralston Farina. No sé si sería suficiente para llamar la atención de un lector. Quizás haría falta leer las primeras páginas donde apreciamos el interés que la figura de Farina despierta en el autor. ¿Es su biógrafo? No. Desde el inicio queda claro que las intenciones del señor Mill no son biográficas. Sabemos que nuestro personaje muere antes de los cuarenta, pero en ningún lado se nos cuenta cómo ni por qué. Tampoco sabemos nada sobre sus preferencias sexuales, si tuvo hijos o si se emborrachaba con sus amigos. El autor se comporta como un detective privado que únicamente investiga sus acciones públicas. Se trata de desvelar lo que hizo, lo que mostró. Es una tarea encomiable porque si de algo se preocupaba Ralston es de que no quedara registro de sus performances.

¿Quién era Ralston Farina? ¿Qué extraño mecanismo nos hace querer saber más de él? Vagabundo, bicho raro, intelectual sin publicaciones, artista sin domicilio, Sócrates delirante son algunos de los epítetos que le dedican los que hablan de él en artículos de periódico, ensayos académicos o textos de catálogos que nuestro esforzado detective va recopilando y analizando y convirtiendo en los hilos que tejen una narración que es un recorrido por una trayectoria artística que atraviesa la escena neoyorquina de los años setenta del siglo pasado. Dicho tránsito no es lineal. Cuando un hilo le llama la atención, el sabueso tira de él hasta sacar petróleo. Así, si descubre que Ralston hizo dos cursos en la escuela NSSR, se ve en la necesidad de contarnos la importancia de la NSSR. Si se da cuenta de que la obra de Ralston no se explica sin las teorías de Edmund Husserl, se ve en la obligación de adentrarse en la mente del filósofo y extraer de él unas ideas que nos ponen algo de luz sobre las relaciones entre performers y espectadores en la época de los happenings. Así, los no versados en La fenomenología entendemos que el tiempo es el material con el que trabajaba Ralston en escena. Lo interesante es que esas y otras reflexiones sobre sus obras discurren en paralelo con la descripción de las mismas. De esas fricciones saltan las chispas de lucidez que validan la propuesta y que justifican el interés del lector por un artista que podía ser al mismo tiempo intelectual y frívolo. Como en la canción de Radio Futura, el autor promete ser ligero como la brisa y decirnos al oído secretos que harán brotar nuestra risa.

Sigo leyendo y aprendo que después de la escuela, Ralston viajó a Nepal y Tíbet y entró en contacto con el budismo y el taoísmo, que le hizo comprender el valor de la experiencia inmediata, el estar presente en un momento determinado. De ese viaje el detective extrae una de las mejores definiciones de algo tan difícil de definir. “El arte podría no ser más que un punto de encuentro entre dos perezosos de signo contrario”. Se refiere al artista y al espectador, claro. Ya Duchamp recalcó que uno de los méritos de los happenings era haber introducido la noción de aburrimiento en el arte. Ralston supo muy pronto que hacer algo para aburrir a la gente era una idea hermosa.

A su regreso del periplo asiático Ralston se matricula en el Goddard College, gesto que hace pensar a nuestro autor-detective que el artista tenía medios de subsistencia o generosos mecenas para sostenerse. Si el autor fuera periodista quizás sabríamos algo más al respecto, pero como ya ha quedado claro, esos temas no interesan al autor. Lo que sí le interesa es explicarnos las Altenative Media Conference que se desarrollaron en 1970 y a las que, viendo las imágenes que acompañan el texto, nos hubiera gustado asistir. Aprovecho este momento para ponderar el delicado trabajo alrededor de las numerosas imágenes que pueblan el libro, que por momentos tiene la factura de una novela gráfica. La calidad del trazo del señor Mill va a la misma altura que su perspicacia en hilvanar unos temas con otros, y saltar de Duchamp a Blade Runner y de los replicantes a Eric Hobsbawm, para terminar con una declaración del propio Ralston Farina en la que justifica su insistencia en no documentar sus performances con el argumento de que ese gesto es vida, no es arte. Y aquí este cronista recuerda cómo Isidoro Valcárcel Medina siempre insiste en que es mucho más importante documentarse, para llevar a cabo una obra, que documentarla, una vez hecha. Que muchos artistas del siglo XXI están más pendientes de documentar que de documentarse. “Yo no documento”, me dijo una galerista en México. Ante mi sorpresa, me explicó, entre risas, que se refería a lo que en español de España llamamos facturar las maletas.

Lo cierto es que sí hay varias películas que documentan algunas de las performances o happenings de Farina. Reseñarlas lleva al autor a marcarse una genialidad comparando los “erráticos” movimientos de cámara de algunas de esas filmaciones con la “errática” lectura de la traducción que el Google Translator hace de la entrada de Wikipedia, escrita en alemán, de nuestro querido artista. Sabemos entonces que Aleatorie Je Ne Sais Quoi se encuentra fácilmente en Vimeo y nos permite ver en acción a nuestro personaje. El Tiempo Tiempo no pasó en balde y ciertas situaciones descolocan a un espectador del siglo XXI, aunque el magnetismo y la simpatía de Ralston derrotan esa mirada irónica del que parece estar de vuelta de todo. El autor es generoso en sus apreciaciones sobre la película y nos explica que solicitó a uno de sus editores la transcripción de las preguntas y respuestas entre Ralston y la audiencia, un ping pong verbal o una entrevista polipoética que el autor trata de convertir en una suerte de conferencia performativa o meta reflexión sobre su trabajo con la que se cierra el libro.

Antes del epílogo el detective desarrolla una atractiva teoría sobre la autoría partiendo del análisis pormenorizado del pseudónimo que Steven Robert Snyder, así se llamaba nuestro hombre, escogió para presentarse en público. Descubrimos entonces que un obituario de la época definió a Ralston como un híbrido entre Ernie Kovacs y Heidegger. Aquí debemos lamentar que el autor no tire de ese hilo. Se agradece que nos ahorre sus pensamientos sobre el filósofo alemán, pero se echa en falta saber más de Kovacs, un auténtico crack de la televisión, un avanzado a su época de quien se dice que fue una de las mayores influencias de Ralston ya que, de niño, solía ver sus programas de televisión en su Philadelphia natal. Kovacs fue de los primeros cómicos en entender el potencial de la televisión para influir en la conciencia colectiva. Aunque para obituario lo que dejó dicho John Cage, que otros hubieran usado como faja promocional: “todas las performances que he visto de él son misteriosas, inesperadas y potentes. Si dijera que su obra es bella, eso solo significaría que a mí me hace clic (lo cual es el caso)”.

La ausencia de Kovacs es un pequeño detalle, criticar por criticar, que no empaña un notable trabajo, que posiciona a Libros 189 como una colección a seguir con atención. Con la misma atención con la que leemos sobre el espectacular homenaje que amigos y colegas le hicieron a su muerte. Lo llamaron Purgatorio Show y consistió en la ocupación, durante tres horas, de todo un edificio, por parte de 350 artistas, los nombres de los cuales quedan anotados en el libro para la posteridad. Nos damos cuenta, al cerrar el libro, de que el autor comparte el sueño de Ralston: escapar del tiempo y de la gravedad a través del arte. De Ch. Mill podemos decir, parafraseando a Osho, que nunca nació y nunca murió, solo visitó el planeta tierra desde agosto del 2016 hasta septiembre del 2018.

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El paseo de Robert Walser en Medellín

Yo fuerte, yo exaltado, yo anhelante,
opreso en la urna del día,
engreído en mi corazón,
ebrio de mi fantasía,
y la Eternidad adelante…
adelante…
adelante…

Porfirio Barba Jacob

#elpaseoderobertwalser
Festival Colombiano de Teatro Ciudad de Medellín

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