Beautifull boys de Javier Alemán / VIDEOMATÓN_1

5.2

Me gustas. Me gustas. Me gustas, me gustas, me gustas. Lo diré mil veces sin saber si lo habrás comprendido. Rodeados de opiniones, le gustas a tanta gente que mi declaración parece diluirse en un mar de likes. Lágrimas en la lluvia, esas cosas. Se que mi frustración es rotunda no solo porque te vas, sino porque entiendes que me gustas cuantitativamente, un like más, y no el milagro, lo que tiene de único haber encontrado eso. El amor tiene partes difíciles.

Beautifull boys

Javier Alemán es un gran conversador. Se nota en el VIDEOMATÓN de siempre, esta vez con un café tras el reciente estreno en el LEAL.LAV de ‘Beautiful boys’. Ahí Javi comparte mucho alrededor de un solo gestado tras un largo periodo dedicado a ‘otras cosas’ que tal vez sean la misma. Tanto por decir y la forma de hacerlo indican lo mucho que le dedica a escuchar. El vídeo le resta a la escritura la utilidad de hacer crónica para quienes no estivueron, de aludir a sensaciones e ideas para quienes disfrutaron la pieza. Una liberación oportuna que permite que nos adentremos por derroteros inesperados. Puertas invisibles en ‘Beautifull boys’ abiertas tiempo después. Así funcionan algunos placeres desconocidos en una obra, sí, que golpeó el viernes, pero que vino a hacerme daño luego.

 ‘Beautifull boys’.

Llego temprano a la sala. Parece mayor, distribuida con elegancia y sobriedad. Javi se mueve sobre el linóleo. Le sonrío sin ganas de hablarle. No hay solemnidad. Sí un ambiente intenso de trabajo. Elijo no interferir. El intérprete excitado, mueve el cuerpo para mantenerse conectado a lo esencial. El creador y director, exigente, operativo y claro, procura fluir y evitar cualquier presión. Lo último que sugiere su cuerpo al retirarse es que tiene un pie en cada uno de esos dos sitios. Y lo primero, al exponerse cuando el público ya llena la sala. Ahora sería bonito hacer sonar esta música:

El cuerpo tendido. Sobre un silencio denso un pie se mueve lento, como si despertara desde ahí, y encontrara espacios que recorrer, arrastrando al resto del cuerpo con él, que a su vez va encontrando huecos que llenar. Vale, de esto va la cosa. Paciencia pues. El procedimiento se alarga. Tiempo dilatado para apreciar que una polilla escénica se cuela en el espacio, arriba, muy arriba, vuela de un lado a otro deslumbrada por los focos. Pocas personas la ven. Javi lo hace. Alarga un brazo hacia ella. Los dos. Hasta que se va. Una mariposilla que entra en la coreografía. Hasta que continúa el movimiento por otro lado. Y sucecede: suena música en mi cabeza. La línea de bajo de esta canción de Radiohead. (‘Desnudo’, se titularía en castellano, espero que por casualidad). Pero no puedo recrearme en eso. Javi ha elegido una música más adecuada, menos narrativa. Mi sorpresa es la similitud de una misma sensualidad en el sonido de ambas pistas, incluso la similitud en el tono del arpegio. ¿Qué hace que el movimiento del cuerpo del intérprete lleve a un espectador a imaginar sonidos tan cercanos a los que elige el creador? Ni idea. Pero sí se que sería bonito hacerla sonar cuando la canción anterior acabe:

El movimiento de Javi ya nos ha arrastrado con él, igual que antes todo el cuerpo siguiera lo que comenzó en un pie. Este punteo de guitarra con truco nos atraviesa: estamos completamente atrapados y Javi ‘simplemente’ está bailándonos su música, apoyándose en ella como si fuera sólida. Tanto que parece que nos muestra un dúo. Ok. Dejemos aquel inicio, yo también creí que la pieza iba a ser más… O sea, menos…

Beautifull boys

 Olvidemos el principio. Olvidémoslo todo, incluidos nuestros principios. Esto es fácil de comentar, queda clarito en la conversación: si el actor interpreta lo que sea, su cuerpo se implicará al 100% hasta llevarle a momentos de silencio verbal. Pero la palabra sigue todo el tiempo en el cuerpo, aunque a veces no suene. Es movimiento y se traduce con placer. Javier cierra los ojos para que le veamos, y me digo que ahí hay mucho de intimidad. La misma (¿por qué no?) con la que bailamos a solas al ponernos música en casa y nadie, juzga, ni nosotros mismos. Es en ese moverse con la música donde Javier de nuevo interpreta. Se mueve blando, casi lánguido y ahora su cara refleja esa relajación para que cuando el rostro y la dinámica corporal entren en contradicción se abra un espacio donde imaginar o sentir que un buen o mal recuerdo acaban de aparecer.

Beautifull boys

 Antes dije que el punteo de guitarra que era tramposo. Si lo escuchas, lo notarás. Como me decía el propio Javier, ‘se va y viene’. Yo me fui mucho con la música. Y algo de su caracter vertebra ‘Beautifull boys’, un trabajo que es lo que es… y todo lo demás. La guitarra inevitable en primer plano desaparece y reaparece inesperada, pasa de un lado a otro. Esa música, esa forma musical se mantiene en toda la pieza. Con ella Javi atraviesa una escena que mezcla un karaoke con una pista de baile, otra casi de teatrillo en la que interpreta a una pareja sobre la que podemos proyectar las alegrías y miserias de las relaciones, como sucede con la violencia en los tradicionales títeres de cachiporra.
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Un carrusel de géneros que los presenta sin mezclarlos. Porque algo de género tiene también este trabajo escurridizo, de contenidos ocultos en su apariencia de sencillez inofensiva. Si se quiere leer, aparece algo queer, presente como una capa más, no como cimiento, pues si efectivamente eso está ahí es porque el cimiento versa sobre la identidad, del mismo modo que casi sin aludirla explícitamente hay cierta mirada a la adolescencia, vista como esa reserva para algunas verdades, aquel lugar en el tiempo donde el ansia de amor nos llevó a ser tan apasionados.

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Mi herida tras ‘Beautifull boys’ se llama ‘Love’, una película de Gaspar Noé.

Javier me preguntó por el trabajo con una cerveza tras el estreno. Mi imprecisión fue incómoda para los dos. ¡Con lo fácil que hubiera sido felicitarle y ya! Pero estaba algo afectado. Salvé la situación hablando de lo concreto y entonces me di cuenta. Me había gustado. Pero me llevé algo más a casa agarrado por dentro. Y pensé: ‘Esto mañana me va a doler. Y a ti también, amigo’. Efectivamente. El fin de semana podría haber puesto cualquier otra peli pendiente. ¿Por qué elegí ésta?

‘Love’, último rodaje del más que interesante Gaspar Noé, no es un peliculón y aún así recomiendo verla. Tampoco es fácil. Es larga y encima el ritmo cojea a la mitad, rozando el tedio. Sin embargo, paciencia. No arranca para nada así y llega a enganchar (hasta que coquetea con ciertas puerilidades, efectismos o pasajes un tanto incongruentes). Pero por otro lado, está muy bien cuidada a la hora de moverse por el tiempo narrativo, de presentar a unos personajes poliédricos y contradictorios, incómodamente realistas, con los que es inevitable tanto identificarse como arrepentirse de haberlo hecho. Todo con una luz y una fotografía bastante suculenta. Aunque solo con luz y encuadres no se llega a ningún lugar.

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 Gaspar Noé se ha atrevido y dedicado a contar una historia de relaciones y las relaciones de una historia adentrándose en lo que normalmente el espectador debe sobreentender detrás el fundido en negro de un beso. Ha habido quien polemiza con este tema. ¿Es necesario mostrar esto? Bueno, me pregunto qué es necesario. Y no me interesa el tema. Porque aquí está ‘Love’, incomprensible sin toda la pasión de su delicadeza. Y también con la ceguera destructiva a la que esa pasión hace derivar. Aquí está para hacernos ver todo lo que comprendemos a través del cuerpo, y como sin la esponja para el conocimiento que el propio cuerpo es quedarían tantas cosas incomprendidas. Por eso es un misterio íntimo lo que conocemos con nuestro cuerpo en relación con otro.

Beautifull boys

 Javi, como los niños a los que nos refiere, tiene un cuerpo bonito. Nada más (y nada menos) que con él se presenta y representa también cosas que están más allá de su cuerpo, en nuestro cruce de miradas cuando nos sirve de pantalla. Sobre la del cine, Gaspar Noé en su epopeya de relaciones ha cometido un error, o bien algo se le va de las manos. Justo lo que Javier Alemán maneja muy bien en todo momento. Lo voy a llamar contención. No se me ocurre otra palabra. Eso que en ‘Beautiful boys’ hace que lo pequeño reluzca, lo que deja abierta la posibilidad de que el trabajo pueda crecer y crecer en adelante, haciendo que una pieza que apela a lo pequeño sea de alguna manera enorme.
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Sí, vale. Todo esto de incluir la película es un tanto forzado. Pero, ¿qué voy a hacer? Son las cosas que me pasan. No puedo evitarlas. Ocurren. O voy tras ellas, o me persiguen. Porque, ¿cómo podría obviar que en una de las escenas centrales de ‘Love’ suene precísamente el largo solo de guitarra que Javi eligiera como pareja de baile en ‘Beautifull boys’? Y es que la sensualidad, a pesar de todo, está en algún lugar, esperando a que le añadamos la nuestra para realizarse. Así que no nos quedemos en casa. Solos. No nos quedemos en casa solos. Olvidemos de una vez el miedo. Dejemos de ser tanto lo que creemos. Abramos de verdad la puerta a placeres desconocidos

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* Las imágenes del estreno de ‘Beautifull boys’ se las debemos como de costumbre al buen hacer de Javier Pino. Gracias.
* Los fotogramas de ‘Love’, son pantallazos de la peli. Gaspar, no te enfades. En el fondo ha sido para hablar bien de lo que has hecho.

 

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