Esto no es una crónica del FAM 19

Entre los pasados días 5 y 9 de junio se desarrolló en Tenerife una nueva edición (y van 9) del FAM, Festival de las Artes del Movimiento, organizado por el Cabildo de Tenerife. Un nombre concreto pero ancho a la vez, que permite imaginar trabajos muy variopintos en su cartel, desde la danza al circo. FAM desplegó su programación por distintos espacios de de Tenerife, en teatros, calles y plazas, consolidando aún más la buena salud de este encuentro anual con una serie de actividades alternativas para hablar también de los alrededores de la escena y su salud. Por todo ello esta no será una crónica del festival, como indica el título. Si a estas alturas a muchas personas ya no nos atrae tanto la idea de festival, que suele suponer un atracón de trabajos sin tiempo intermedio de digerirlos, hacer crónica de ello sin un plan o sin colaboración sería un despropósito que obligaría a enumerar propuestas. Puede ser que esto también empiece a comprenderse desde algunas instituciones, pues esta vez se ha elegido no saturar y ofrecer también esos espacios de encuentro y discusión. Quienes quieran echar una ojeada a más información, el enlace del principio.

De todas las propuestas, tan variopintas como atractivas, haré unos comentarios solo de dos. Qué más quisiera que poder pasear por la mayoría (poder, con los recursos que eso supondría). Al menos este par de piezas, ni peores ni mejores, por suerte han nacido en lugares remotos la una para la otra, pertenecen a ecosistemas distintos y eso enriquecerá lo que pueda quedar entre líneas, que es probablemente lo mejor de lo que uno escribe, lo rozado, casi dicho, lo que se lee sin palabras.

Para hablar de Las Alegrías, trabajo en estreno con el que Paula Quintana inauguraba a la vez el festival es preciso hacer un ejercicio grande de distanciamiento, no se bien por qué, pero ya lo he dicho. Ahora recuerdo que viéndolo, viéndola no pude quedarme en el asiento, no pude abandonarme a contemplar, con ese abandono que significa involucración plena. De Las Alegrías hay tanto por decir que es un jaleo comenzar. Es un solo acompañado, como podría definirse, tanto, que requiere nombrar a muchas personas y alargaría esto como un gran programa de mano. Si bien, es ineludible la mención al acompañamiento artístico y la dramaturgia a cargo de Javier Cuevas, presencia constante que ha imprimido su carácter en lo que ocurre en escena y que también ha limado lo que de antemano pudiera caracterizar a la bailarina, haciendo posible tanto un entorno como un modo de habitarlo inexistente antes de que ambos colaboraran, y muy probablemente igual de sorpresivo y extraño para ambos. Aunque eso de limar no se ajusta a lo que quiero decir. Sustituyamos limar por moldear, pero sin molde, sino con las manos, pensando que dramaturgia, espacio, cuerpo, movimiento y carácter se han juntado de manera líquida para ser, ahora sí, un material con el que conseguir ese algo fluido que no termina de ser ante la mirada y que, por tanto, se escurre, se deforma entre las cuatro manos que lo sostienen, lo remueven, lo agitan o lo apaciguan.

Sin embargo, hay gente cuyo trabajo es materializar ese espacios, hasta entonces solo ensoñación, al que Javier invita a pasar a Paula, al que Paula pasar atravesando a Javier, sin que ninguno lo reconozca como casa. Construir un espacio para el tránsito hecho de tránsito. Un espacio líquido, como el sueño vívido de un paraje natural extraño, orgánico, un espacio en movimiento, constantemente auto-regenerándose, de lo micro a lo macro, un hueco en una profunda caverna subterránea o una burbuja a unos centímetros del borde de la atmósfera, pero ya en su exterior. La gente que hace que eso sea posible y se den párrafos como éste se hacen llamar CUBE.

Ese espacio, caverna o burbuja, es un vacío latente, como el interior de un órgano de un animal vivo, recorrido por una la luz como sabia o sangre blanca, que hace que resulte lejano e ingrávido en su conjunto, o bien que se nos acerque y apreciemos el peso del cuerpo milagroso de Paula sostenida sobre las aguas. Pero su cuerpo no se establece en lo milagroso para ser admirado como tal. Porque las formas en las que se mueve son salpicadura, agua que quiere sublimarse, como primera vida en un caldo primigenio con la voluntad de saltarse cada peldaño de la evolución y erguirse. Esa salpicadura, que es agua buscando una verticalidad invertebrada es Paula en movimiento.

Reversionar el mito de Narciso hoy, del que tan aquejados estamos, y superarlo solo se puede hacer desde lo femenino, en un sentido amplio. Y claro que Narciso era femenino, basta pensar que se enamoró de su imagen líquida. Sin embargo, esta Narcisa de Paula sabe de su propia naturaleza líquida y tiene lo que le faltara al mito, el compromiso al completo con la feminidad, que no desdeña la escucha. Y es ahí donde otros cuerpos entran a bailar, dando forma a un sistema que como público astrónomo podemos estudiar, investigando qué gira en torno a qué, qué leyes rigen el campo gravitatorio de ese hueco robado a un sueño en que se convierte por instantes la caja escénica.

Vuela, ajeno y suficiente, el asteroide o la roca, el tótem o la montaña desprendida, ese artefacto fruto del hacer de Tahiche Díaz, escultor y realizador de instalaciones que en este caso también ha participado de la misma escucha. Con ella ha dado forma a otro cuerpo, tosco y pesado, corporizando lo primario como un diamante no tallado que entra en la órbita que los pasos de Paula generan en ondas concéntricas, plegando la piel del espejo sobre la que se reflejan las distancias, volúmenes y huecos de este dúo. Poco a poco, la evolución peculiar de este mundo/pieza supera el vacío inicial. Como si el movimiento de estos dos cuerpos y sus reflejos lo produjeran, el sonido comienza a fluir, dando cuenta del aire que vibrando, aúna las distancias. La música, a cargo de Óscar Villegas, genera todo esto de un modo sutil, tanto, que sus distintas capas van apareciendo sin que lo notemos especialmente hasta que algo se instala y desaparece, tal y como ocurre con el cuerpo del meteorito y el de Paula.

Las Alegrías es una oda sin épica, una ensoñación sin referentes obvios que mientras transcurre nos mece, nos baja la tensión pero no la atención, que cuando acaba no acaba, porque va acabando, está acabando desde el primer segundo, en una concepción del tiempo como vórtice que subraya lo efímero de la mínima eventualidad. Las Alegrías no tiene euforia, no trata el sentimiento, sino que a través del establecimiento y la retirada de las distintas capas de los elementos que la integran va atravesando sensaciones. Es una obra sin palabras que no necesita que quien la mira se las ponga. Mucho menos éstas que escribo. Así cada cual la hace desde fuera, dejándose arrullar por un baile cósmico y moviéndolo al mirar un posible ritual folclórico del futuro donde nada está exacerbado.

Amuhaici Luis, con un vestuario igualmente adecuado ha sabido rimar su verso con el resto del poema para que cosas como ritual del futuro puedan ser imaginadas. Y por otra parte, Roy Galán ha tenido la tarea de escribir un texto de, para, por, desde, entre, la pieza. Un texto homónimo, publicado por Con tinta me tienes que no se ve en la pieza, que no sirvió de inicio ni le da fin, que no explica el trabajo ni lo apoya. Un texto que es otro reto, pues es escribir sobre un poema que ya dije que está hecho sin palabras. Un texto que nace del mismo cogollo creativo, como si una semilla del espacio exterior hubiera germinado en la tierra y al brotar la planta diera cuerpo, agua, diamante, sonido, palabras, luces, gravedad, reflejos, ecos y silencios. Porque tal vez toda alegría comparta el mismo átomo de paz sin la que no podría ser posible.

La segunda pieza de la que diré cosas es Esto no es una prueba de sonido, de Carlota Mantecón. Al igual que antes, que no lo dije, se me hace un poco más complicado comentar cosas de personas a las que conozco. Este vuelve a ser el caso, como antes, con tantas personas cercanas formando equipo, gente nombrada y no nombrada. Tal vez empiezo así porque ésto es lo único que ambas piezas comparten. Esto y que ambas son solos, pero solos que no están solos. Ahí se abre otra puerta por la que no entraré, pero que señalo para pensar cuánto de la vida cotidiana puede haber en eso. Hacer solos acompañados. Ahí lo dejo.

Como Magritte, Carlota comienza estableciendo lo que no es. Las expectativas, a las que les gusta la marcha, están deseosas de saltar. El linóleo blanco, la luz uniforme y general. Vaya. He usado dos adjetivos muy militares para hablar de la luz. Puede que no sea casual, y por eso algo en nosotros asimile rápidamente que Carlota entre en escena vestida de una pieza, con un mono de trabajo, cual obrera, a lo Meyerhold. Y sí, todo esto es la mar de subjetivo, son construcciones mentales elaboradas a partir de pequeñas informaciones de alguien que ha asistido a su (también) estreno, construcciones incluso de lo que el resto de espectadores podría estar recibiendo subliminalmente. ¿Es consciente esta decisión? Mejor dicho, ¿es intencionado sugerir algo de esto al tomar esa decisión? Realmente no importa. La información está ahí, pero no es imperativa. Podemos tomarla más o menos. El trabajo comienza a desarrollarse, vamos entrando en él. Sin embargo, cuando las primeras propuestas de la bailarina se establecen para que entremos en su juego, algo estalla, algo conecta con todo eso de antes. Esas cosas que eran solo ideas y ahora brillan con lo demás en escena.

Carlota está bailando. Se está desplazando a un ritmo rápido, y constante, algo sincopado, dibujando círculos, más bien óvalos que no son concéntricos, sino que parten más o menos del centro del espacio, como pétalos de una flor. Y ahora acelera el paso, y corre alrededor, manteniendo los giros laterales del torso hacia atrás mientras avanza. Antes de eso no se desplazaba. Su movimiento se mantenía en su eje. Y antes era aún menor. Solamente recorría algunas partes de su propio cuerpo. Todo esto porque antes hay un micrófono inalámbrico en escena. Un cuerpo pequeño cuya cabeza tiene voz. Los pasos de Carlota hacia el micrófono suenan amplificados. Al agacharse a recogerlo, el crujido lento del tejido del calzado, el chirrido amortiguado de la suela en el linóleo. En ese planteamiento mínimo queda establecida la base del juego. Y luego, todo lo anterior.

Hablar de la biomecánica de Meyerhold a estas alturas es como si este blog estuviera lleno de polillas, como si fuera a soltarme una chapa aburridísima. Sin embargo, sin ningún interés en hacer una arqueología escénica, hay algo de todo eso filtrado lo que Esto no es una prueba de sonido propone, y digo filtrado adrede, por no decir infiltrado, pues no podemos saber hasta qué punto ha sido una decisión consciente y hasta qué punto un hallazgo o una intromisión mágica del destino, estas cosas buenas que aparecen cuando uno iba en busca de su cosa.

Esto no es una prueba de sonido es una pieza de danza sonorizada, o un instrumento musical bailado, un solo tocado a cuatro manos y dos cuerpos, un dúo dinámico, o una instalación sonora intervenida. Poner micrófonos a la danza o poner cuerpo a la instalación sonora. O poner la norma de no definir cuándo se está en una cosa y cuándo en la otra. No distinguir. Estar. Estar vibrando. Bajar. Bajar mucho. Ir a un principio muy básico. Si lo escuchas es porque ha sonado. Si suena es porque algo ha movido otro algo que se mueve, que mueve una onda que mueve el aire que sigue moviendo la onda que entra en tu oído y que martillo, y que yunque, y que tímpano y que estribo y que microvibración, que electricidad, que información neuronal, que escucha.

Desde este punto de vista, tal vez gracioso, pero torpe en mi exposición, el hacer de Carlota se entiende mucho mejor como operaria de su pieza que estrictamente como bailarina, y mucho menos como intérprete. Al presentar su propuesta, Carlota se dispone como cuerpo vibrante a surcar las dinámicas del sonido de su propio movimiento en escena. Pero como una mesa de sonido retroalimentada, que recibiera el mismo sonido que estuviese emitiendo, a lo largo de su travesía encuentra, cómo no, momentos de acople de frecuencias que producen estridencias, tanto como silencios producidos porque las ondas sonoras que recibe y produce se neutralizan. Así, el cuerpo genera sonido y el sonido corporalidades posibles a las que el cuerpo-operario, sujeto y a la vez objeto de la propuesta reacciona en un presente contínuo.

Pero Carlota no está para nada sola en todo esto. Ese dúo, ese solo a cuatro manos y dos cuerpos lo realiza con la encomiable labor de Luz Prado, que además de su buen hacer, apoya el discurso anterior sobre la operatividad de la pieza y su concepción instalativa estando muy presente en todo momento, pese a permanecer inicialmente tras la pantalla y la mesa de mezclas. A las primeras incursiones de Carlota al micrófono va añadiendo paulatinamente delays con cuyos tiempos y feedbacks va jugando. De ese modo, algunos sonidos del cuerpo de Carlota quedan atrapados en repeticiones largas, sonando idénticos o degradándose cada vez, perdiéndose o permaneciendo en bucle. Y es aquí donde entra un cuerpo invisible en la propuesta: el tiempo (y con él, la memoria, la memoria de otros cuerpos y la memoria de los espacios). Sin ningún afán ilustrativo, y del mismo modo que actúa en nosotros el sentido del olfato, el sonido repetido del cuerpo y las voces, bien instantáneamente o bien transcurrido un tiempo en el que lo olvidamos, nos trae de vuelta (representa) los movimientos que lo produjeron. Por eso nombro ese tercer cuerpo, actor evocado, como cuerpo real. Sobre todo si la bailarina ha parado o ha entrado en una dinámica más pausada y lo que oímos es parte de un momento anterior de gran dinamismo, donde la musicalidad de su repetición nos hace revivir, casi ver la coreografía que suena, completada con la memoria de nuestros ojos.

Con todo esto, hay tiempo para uno de los momentos más hermosos del trabajo, en la que Luz Prado entra en escena, colocándose lejos de Carlota para que tomar ambas el extremo de un cable, hacerlo girar como una gran comba y convertirlo en una onda que gira en M sobre sí misma al acercarse. Una sinusoidal orgánica, ocurriendo en escena, que escuchamos girar ante nosotros.

Grandes trabajos recién estrenados, ambos solos acompañados. De este último uno se va con algunas preguntas que apuntan a lo dramatúrgico. Tal vez por mucha o poca, o otro tipo de dramaturgia, en Esto es una prueba de sonido ocurra que algunas propuestas se dilaten en detrimento de otras que no llegan a establecerse del todo, o donde cabría profundizar aún más sonoramente. Lo mismo ocurre con el efecto que produce el sonido en la memoria. Ambas cosas son minas donde sin duda ambas artistas pueden seguir excavando. Sin embargo, volviendo a lo esencial, pienso en que Magritte decía que no era una pipa su pintura de una pipa. Tal vez Carlota y Luz podrían presentarnos aún más una auténtica prueba de sonido (que negar con el título y la acción), pero que como tal tuviese tanto de sonido como de prueba. Y dejarse naufragar en ella, entrando por caminos que funcionen y abandonando otros que no lo hagan tanto según el día, siguiendo la prueba, moviéndose tras el sonido y viceversa, en ese presente.

Como dije al principio, muchísimas otras propuestas formaron parte de esta novena edición del FAM. Entre otras contamos con la siempre bienvenida Janet Novás presentando Mercedes y yo, o varias piezas con la firma de nuestro querido Daniel Abreu, al frente de LAVA, Cía de la que es director artístico. Me comentaba una amiga hace poco que este año había mucha presencia de artistas canarios y tenía razón en lo que quería decir. Es necesaria esa presencia. Pero así, del modo en el que se está dando. Si hace no tanto festivales como éste tenían un cartel más internacional, lo cual siempre es bueno para nutrirse de otras sensibilidades, en esta ocasión ha habido un porcentaje bien alto de propuestas canarias. Y lo bueno es que se nota que no tiene que ver con un proteccionismo por lo local. Se trata de un cambio de paradigma, pequeño, que no levanta ningún revuelo, pero donde la creación escénica canaria va encontrando naturalmente su lugar. Qué frágil es todo esto. Sigamos haciéndolo entre muchas.

Moerugomi, basura para quemar. Fabián A. Gómez Bohórquez en el LEAL.LAV

Llueve. Acabo de ver el documental sobre Angélica Liddell. Ese donde prepara Todo el cielo sobre la Tierra. El síndrome de Wendy. Donde Fabián Augusto Gómez Bohórquez recibe indicaciones sobre cómo sujetar la cabeza de Lola Jiménez. Ese que intercala fragmentos del diario de Angélica, del que miro las fechas. Coinciden con aquellas donde yo mismo hice un estreno. Ese donde alguien me envió por correo una carta dentro de un libro que la propia Angélica le había dado. Ese. Pero estreno de qué, me pregunto. Porque el pasado viernes 23, Fabián estrenó ‘Moerugomi, basura para quemar’, tras una residencia de dos semanas en el LEAL.LAV, Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Tiempo donde yo mismo también he estrenado algo, esta vez sonoro, quizá por miedo a la escena. Pero otro estreno de qué, me repito. Si en unos cuantos meses, Lola Jiménez también vendrá al LAV, sola, sin Fabián, sin Angélica, a mostrarnos su último trabajo. Y ahora que sigue lloviendo veo que es exáctamente así como me encuentro. Como lo que aún no ha llegado. Como lo que ya se fue.

¿Cómo se hace una obra de teatro? ¿Cómo, si es algo que solo se hace mientras se está haciendo, mientras ocurre? ¿Qué se hace, pues, antes de esa hora sagrada donde el ojo ajeno, curioso, tal vez cómplice o frío, observa?

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En Moerugomi, Fabián usa un texto antiguo, retocado en el tiempo como un pequeño monstruo de Frankenstein. El destino ha querido que su criatura cobrara vida en La Laguna. Para moldearla, Fabián ha trabajado concienzudamente en una estructura que articulase su osamenta. Piezas como cuadros independientes orientadas a crear por separado imágenes precisas y contundentes, como quien monta un bodegón o la escenografía para un autorretrato. Grandes cuadros rellenos por el músculo que Fabián fue trabajando, encerrado en el teatro, solo, recorriendo insistente sus fibras. Más tarde fueron bañados por el fluido que los recorrería, unificándolos: la sangre de ese texto ya sonando.

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Sostenido sobre Fabián, como un exoesqueleto que le hiciera enorme, el conjunto ganó en matices bajo la luz de Carlos Dalton, que asistió la pieza, y la llegada de la pareja de músicos Jan Raydan, generando potentes loops en directo, y Giomar Espiñeira, delicada en el manejo de distintos tipos de flautas, dio al conjunto el latido necesario para vibrar e insufló ese aire para que la criatura de Fabián se nos presentara realmente viva.

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Justo ese aire inaprensible del que Fabián habla, tal vez un alma (como la de Ghost in the shell, como la de un replicante, como la de su propia pieza) capaz de hacernos viajar del cuentacuentos a una gruta donde espiar la primera pintura rupestre, a una misa pagana, a un contramanifiesto donde queda bendecida nuestra estéril simiente, la de los tristes solos que escribimos, mejor si llueve, y ojalá con la entrega que reside en Moerugomi.

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Las imágenes de esta entrada son, como sienmpre, de la mirada intrépida de Javier Pino, excepto la segunda, tomada, entre muchas otras, por el grupo de alumnos de BBAA que realizan el Prácticum Universitario en Leal.Lav y han acompañado a Fabián en su proceso de residencia previo al estreno, realizando además una gran labor de documentación.

VIDEOMATÓN con Fabián Augusto Gómez Bohórquez

Mañana veremos en el LEAL.LAV ‘Moerugomi, Basura para quemar’, del performer colombiano afincado hace ya mucho en Madrid, Fabián Augusto Gómez Bohórquez, que se presenta rápidamente en este nuevo ‘VIDEOMATÓN’ junto a su equipo en escena para hablárnos un poco de este trabajo.

Fabián, que ya nos había visitado años atrás como intérprete de Angélica Liddell, ha venido a realizar residencia artística a partir de la que este trabajo ha crecido en dos semanas y se ha visto reforzado. La muestra será mañana viernes 23 en la sala principal del Teatro Leal a las 21h.

La resistencia: Maria Arnal y Marcel Bagés en LEAL.LAV

Mi padre ha estado delicado hace unas semanas y le hemos dedicado tiempo. Bromeamos viendo la tele. Ya no se ni quién juega en qué equipo. Cómo ha cambiado el fútbol, ¿no? Ahora solo es espectáculo… La broma sacó comentarios curiosos. Antes, me dijo él, en el fútbol importaba el deporte, los partidos eran para la gente, que se juntaba a verlos en cualquier canal. Ahora hay que comprarlos. Y los juegan a veces a las 12 de la mañana, para que los vean en otros países, que ponen dinero en los equipos, ¿tú te puedes creer?

Increíble, sí. Y pensé que en el fútbol, como en el teatro, canta mucho la distinción entre lo tradicional y lo convencional. Pero un momento:

El pasado viernes 19 celebramos la fiesta de presentación de la temporada 2018 del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna (LEAL.LAV). Con la sala hasta arriba dimos la bienvenida al tándem formado por Maria Arnal y Marcel Bagés. Una pareja de músicos brillante y ante la que uno se queda sin palabras: imposible saber qué es más difícil de asumir, si la alta calidad de su propuesta, compacta y sencilla, apostando por un ramo de canciones trabajadas a conciencia con guitarra y voz, o lo altamente complementario que es este dúo al que da gusto ver y escuchar.

Su visita tuvo que ver coherentemente con el lema del LAV del presente año: La resistencia. LEAL.LAV ha conseguido labrar despacio un canal desde la isla para que fluyan las artes vivas, intercambiando sustancias con otros afluyentes y haciéndola desembocar aquí y fuera de aquí. Y todo, más que creciendo, persistiendo. Y también reinventándose. Por eso lo que pensaba sobre lo de mi padre.

Como el fútbol, las artes escénicas están aquejadas de un convencionalismo que tiene que ver mucho con el mercado. Para personas como yo, que empezamos en todo esto desde lo puramente amateur, justo para refugiarnos de lo convencional, las artes vivas contemporáneas no tienen que ver con la manida palabra vanguardia, sino al contrario, con tradición. Porque espacios como el LAV son y deben ser lugares de cuidado del oficio, de la diversidad de artistas y propuestas y del encuentro humano. El lugar donde se investiga. Ahí es donde queda lo que siempre hemos hecho. Y es ahí donde resistimos juntos.

María Arnal y Marcel Bagés han pulido entre sus manos un diamante delicado que suena y brilla con la contención de su rabia. Y lo dicho de la escena lo encuentro en el refugio que construyen sus canciones. Mientras este país se empeña en retroceder, sus artistas son como un buen político no elegido, capaces de hacer vibrar algo íntimo en cada persona, que nos hace reconocernos en el otro. Porque como diría Agustín García Calvo, lo que hace esta pareja, hiere. Y eso no puede nombrarse. Y la voz de María, del grito al susurro, nos inocula poesía como metralla. Y Marcel nos perturba y seduce, creando ambientes para sostenerla o dispararla, reinventando ambos una jota, acercándose al folk, al flamenco y al indie rock de aquellos Lagartija Nick que acompañaran a Morente. Porque el país que vio emerger el Omega es el mismo que se empeña en retroceder, resistámonos. Y desde ahí reconozcamos las luces que encienden en nosotros los demás para saber hacerlo juntos.

PUZZLEATÍPICO – Entrevista con Beatriz Bello y Adán Hernández

Adán Hernández, creador escénico desde el LEAL.LAV Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna, y Beatriz Bello, socióloga desde ASPERCAN, Asociación Asperger Islas Canarias, realizan un taller de videocreación con un grupo de personas con síndrome de Asperger, segunda actividad de larga duración planteada por el LEAL.LAV. Adriana García, colaboradora de Lagenda de Tenerife, recoge esta conversación para Unknown Pleasures, ya que Adán forma parte del taller junto a su compañera Beatriz. La conversación es muy extensa. Pedimos paciencia, si hay interés, porque esto suele pasar cuando se tratan temas un tanto silenciados y se habla en nombre de muchas personas.

Nos interesa mucho esta experiencia. ¿En qué consiste, cómo se llega a ella, cómo se desarrolla y, sobre todo, por qué este colectivo?

Adán.- Muchas preguntas. Vamos por partes: Curro en el LAV como ayudante de producción y coordinador de proyectos. La política del laboratorio ha ido derivando, definiéndose aún más como espacio de investigación y acogida de prácticas artísticas contemporáneas, más allá de la mera exhibición. Al visitarnos, cada artista comparte sus prácticas con la gente local. Hay un número importante y heterogéneo de personas asiduas a esta rutina de formación, hasta el punto de que se ha creado un sentimiento de comunidad, al compartir experiencias y herramientas de creación. Este año hemos dado un paso más, planteando actividades de larga duración, con un cariz un tanto más social, extendiendo el alcance del LAV hacia colectivos a los que, por lo que sea, estas propuestas no llegan. Pero también para reinventar qué es lo que pasa en un laboratorio de creación al usarlo como refugio, donde lo grupal, lo humano y lo escénico ocurran. La primera de estas propuestas fue PRINCIPIANTES: Carlota Mantecón trabajó con un grupo de mujeres mayores de 65 años. Juntas crearon una pieza de danza contemporánea. Ahora Beatriz y yo presentamos PUZZLEATÍPICO, un grupo de personas con el síndrome de Asperger a quienes acompañamos en un taller de videocreación. Para ello hemos tomado como referente a nuestras amigas de La Rara Troupe, el grupo de videocreación que con Chus Domínguez o Alfredo Escapa lleva funcionando en el MUSAC de León aproximadamente cinco años, formado por personas con y sin diagnóstico en salud mental.

Bea.- Llevamos un año ideándolo todo en conversaciones con Javier Cuevas y los miembros de ese grupo. Hace un mes y medio Adán y yo nos fuimos a visitarles al MUSAC en un encuentro organizado por el LAAV (Laboratorio de Antropología Audiovisual). Allí pudimos conocer su experiencia de primera mano, así como a Alfredo Escapa, que está siendo nuestro acompañante en este proceso.

Y para mantener el feedback…

Adán.- Es importante la presencia. Alfredo nos ha devuelto la visita y ha sido un subidón de autoestima. No nos ha marcado por dónde ir. El propio grupo se ha autodefinido al integrarle como uno más, mostrándole lo que somos.

Bea.- Esto es importante siempre al trabajar con colectivos en riesgo de marginalización, que necesitan visibilización o que están pidiendo un lugar donde poder ser y tener voz propia, empoderarse. Desde nuestra entidad, ASPERCAN también llevamos un tiempo tratando de hacer otras prácticas, procurando que sean culturales o artísticas, y ahí está el enlace. Antes de este taller hicimos una residencia artística en el Auditorio de Tenerife con Quantum Enssemble, que repetiremos de manera ampliada. Lo buscamos con el mismo objetivo que el LEAL.LAV busca el ofrecer espacio a otros colectivos que quieren trabajar sus problemáticas, dificultades o fortalezas desde un punto de vista menos tradicional. Coincidimos en las visiones o la manera de trabajar, por lo que nos gustaría que este taller de videocreación, igual que el del Auditorio, no fuera puntual, sino que continuara. Vemos siempre resultados muy favorecedores que tienen un impacto muy positivo, y nos gustaría pasar de la anécdota al trabajo continuado.

Qué contento sale mi hijo del taller. Nos gustaría que fuera permanente.

Imagino que también será terapéutico y que debería ser apoyado por otras instituciones.

Bea.- Debería haber implicación de áreas como educación o salud. Nosotros siempre decimos que con este tipo de prácticas lo terapéutico no es el objetivo, sino lo artístico, ya que el efecto terapéutico es siempre un efecto colateral: las cosas que te hacen sentir bien tienen una repercusión positiva en tu bienestar. Es significativo que pese a que esta es una primera experiencia, muchas familias nos digan: “qué contento sale mi hijo del taller”, o “he visto algunas de las cosas que hacen, qué bonito, qué curiosidad le despierta esto, nos gustaría que fuera permanente”. Ojalá lo consigamos con la ayuda de las instituciones.

Adán.- El nexo entre Bea y yo es el mismo entre ASPERCAN y el LEAL.LAV: no hay una finalidad terapéutica primordial en el planteamiento, sino creativa y artística, pero la creación en grupo te hace encontrar espacios para crecer personalmente y estar con los demás. Y si tienes la oportunidad de invitar a otras personas que vengan a verte eso conlleva un bienestar, algo sanador.

Debería haber implicación de educación o salud. Nos gustaría que este taller no fuera una anécdota, sino algo continuado. Ojalá lo consigamos con ayuda de las instituciones.

¿Por qué la videocreación?

Adán.- Usar vídeo no era prioritario desde el LAV, sino abrir una actividad a personas diagnosticadas en salud mental. El referente de La Rara Troupe nos hizo pensar el vídeo como un medio asequible. Todos tenemos móvil. Queríamos facilitar que el grupo hiciera una especie de autorretrato o un diario. El vídeo es en este caso una forma de escritura muy instantánea, igual de accesible si uno no tiene facilidad para escribir o dibujar y fácil de compartir al ser proyectado. Con esto planteado entramos en contacto con Bea y…

Bea.- …y vimos que era una herramienta que encaja perfectamente con sus necesidades. Una de las características singulares de las personas con síndrome de Asperger es que asimilan mucho mejor todo aprendizaje si va acompañado de una imagen, por lo que se les suele llamar “aprendices visuales”. Su déficit está más en el lenguaje verbal. Un discurso puede volverse complicado si es muy subjetivo o si tiene mucho vocabulario con doble sentido. Por eso es común usar pictogramas con las personas con autismo. Les ayuda en su compresión. Un taller con la herramienta del vídeo es perfecto.

El vídeo es una forma de escritura muy instantánea, accesible y fácil de compartir

¿Cómo han respondido los usuarios?

Adán.- Sorprendentemente. En mi caso, tengo una experiencia larga en las escénicas, pero en el tema del Asperger soy novato frente a una especialista como Bea. El tándem funciona porque ambos estamos en terrenos incómodos, siempre alerta. La comunicación es fundamental. Primero crees que vas a llevar al grupo por algún lugar. Pero es el grupo quien te lleva a ti. Hay que escuchar mucho. Tras las primeras sesiones, el grupo ha naturalizado e integrado la herramienta vídeo. Eso ha marcado un antes y un después, yendo más allá de lo que esperábamos.

¿Cuántas veces se reúnen para el taller?

Bea.- Es una sesión a la semana de dos horas. Los vídeos que graban los realizan en el teatro pero también a lo largo de la semana. Esta frecuencia y estos tiempos tienen que ver con la limitación de disponibilidad y los recursos que tenemos. También vimos que las sesiones más largas no suponen trabajar mejor. Esto ha sido un acierto. Con más horas aparecen el cansancio y la pérdida de atención. Puede hacérseles cansino y ser contraproducente por la dispersión individual y grupal. Nos hemos acostumbrado al ritmo que llevamos y creo que es el idóneo.

Es importante encontrar esa comodidad para alcanzar los objetivos que se habrán marcado.

Adán.- Aunque parezca raro, no conocemos exactamente nuestro objetivo. Trabajamos con vistas a una sesión final que compartir, pero cada día hacemos el taller sin ideas preconcebidas, abiertos a lo que ocurre. Por eso será importante contar cómo está pasando todo, que el propio proceso sea casi el tema a tratar

Es decir, que es más importante el viaje que el punto final.

Adán.- Sí. Y a lo mejor ese punto final es un «continuará». Si te vas de viaje, cuentas el recorrido. No hablas solo de un lugar, sino del movimiento. Esto es un poco lo mismo, un lugar nuevo para todxs. Lo bueno es ir juntos y ver qué nos supone a cada uno y al grupo como totalidad. Dónde llegar es secundario.

¿Qué les supone esta experiencia a ustedes, como profesionales?

Bea.- Para mí es súper gratificante. Primero por la invitación del LEAL.LAV. Eso sí que lo agradecemos y lo subrayamos. Normalmente se reivindica desde la entidad y el colectivo que no nos dejen en espacios de la periferia, espacios que sobran, aulas en desuso, sino que nos abran los espacios centrales. El LEAL.LAV es un espacio muy interesante a muchos niveles y formar parte de él es muy grato. Luego, personalmente, considero completamente innovador el uso del vídeo con personas con autismo. Puede ser incluso inspirador para otros colectivos. De hecho, ha despertado gran interés al comentarlo con más profesionales. Consideran que efectivamente pueda tener muy buenos resultados. Por otro lado, volver a trabajar con Adán es muy enriquecedor. Todo fluye de una manera tan natural que a una lo que le apetece es que esto dure mucho más allá de la frontera que tenemos en diciembre.

Adán.- Cuando trabajas en grupo te lo tomas muy a saco. Eso desgasta, pero además, en mi caso, como miembro del taller y equipo del LAV, el hecho de estar a la vez dentro y fuera, lo acentúa. El agotamiento tras las sesiones se nota, aunque se contrarresta por la potencia del mismo grupo. Hay mucha energía en juego. Es necesaria mucha atención y cuidado. Ya dijimos que esto va de entrar en lugares desconocidos. A veces derrapamos, porque hay sitios donde la gente no quiere entrar. Pero luego nos llevamos tantas satisfacciones… Desde la primera sesión empecé a observar cómo cada cual se implicaba físicamente a la hora de grabar, las distintas relaciones con sus cuerpos, su psicomotricidad. No pude evitar pensar los cuerpos de quienes grababan como cuerpos que bailan, se mueven, accionan en escena. Entonces planteé abrir un campo completamente independiente al trabajo de La Rara. Pensé en algunas cosas que he hecho y dicho con Silvia Zayas. Adaptamos algunos ejercicios del trabajo que hace Sonia Gómez con la cámara. Los cuerpos empezaron a crecer, a abrirse, tomando presencia, soltura e importancia a través del juego. A día de hoy hacemos este ejercicio por turnos, para que la mitad del grupo vea a la otra mitad moverse. Le pusimos a eso música y de repente hubo una explosión, una liberación. Moverse con la cámara les hace encontrar una danza. Un universo completamente distinto al de los cuerpos de la primera sesión, imposible de encontrar si les hubiéramos pedido que bailaran. No sabemos a dónde llevará esto. Quisiera explorarlo un año entero.

Moverse con la cámara les hace encontrar una danza. Un universo completamente distinto al de los cuerpos de la primera sesión, imposible de encontrar si les hubiéramos pedido que bailaran.

Es muy interesante. Y según me cuentas, el síndrome también puede afectar la psicomotricidad.

Bea.- Sí, claro. Pero como dice Adán, la herramienta del vídeo funciona como excusa. Focalizan su atención en hacer una grabación personal y divertida. No están expresando nada, simplemente se lo están pasando bien moviéndose. Cada uno con su cuerpo, con sus peculiaridades pero con un nivel de compromiso altísimo.

Entonces sí que se ha dado un paso más allá.

Bea.- Como ya vimos, no teníamos objetivos cerrados. Luego, como en todo camino que se avanza, llegan sin haberlos marcado. Hay casos de dificultad o limitación en la psicomotricidad fina y gruesa, por distintas razones. Hay quien tiene cierta rigidez corporal que le dificulta este tipo de ejercicio. Pero en conjunto hemos avanzado con él hasta el punto de alcanzar otro logro inesperado: la coordinación. Una dificultad del espectro autista radica en las capacidades para trabajar con los demás. Tendemos a pensar que a estas personas no les interesa. No es así. Tienen muchas ganas de acercarse, pero encuentran dificultades para hacerlo. Sufren, digamos, de cierta “torpeza” en la relación con el otro. Les cuesta mantener una escucha activa, intuir determinados códigos de expresión no verbal, lo que dificulta la comunicación con los demás. En el taller hemos hecho mucha incidencia en eso y ha salido naturalmente. Un gran logro. Incluir al otro y estar concentrados les supone todo un reto.

Adán.- Pensemos que esto que dice Bea le cuesta a todo el mundo. No estamos acostumbrados a estar con los demás, a escuchar, dar espacio al otro, permitir un silencio, a estar juntos en algo e ir en una dirección. Imagínate lo complejo que tiene que ser con Asperger. Lo que planteamos son cuatro parámetros simples y difíciles: escuchar, dejar pasar, estar al servicio y hacerlo juntos. El logro ha sido focalizar estos cuatro parámetros en uno, con la frase: “haz un vídeo”. Esto pone esos parámetros en juego de manera natural. Porque lo fundamental está en la realización de la imagen, no en comportarse de ninguna manera. Esa es la cosa.

¿Y hasta qué punto son ellos quienes realizan propuestas?

Bea.- Nos alegra que sean tan participativos y tengan tanto entusiasmo. Para nada hemos dicho lo que tienen que hacer. Les damos referentes y consejos. Luego han traído muchas propuestas. Tenemos en el grupo una persona que escribe muy bien y le gusta hacer rap. Alguna canción suya estará en la muestra. Creemos que habrá aportaciones casi hasta el último día.

Adán.- Creo que el grupo está fuertemente configurado porque cada persona está focalizada en lo suyo, y desde lo individual forjan lo colectivo. Otro de nuestros compañeros dibuja estupendamente. Tras insistirle entre todos, por fin trajo un vídeo con una grabación de un cómic entero, página por página, dibujado por él. Esa diferencia es quizás la que les inspiró el nombre para el grupo: PUZZLEATÍPICO. Según ellos, porque somos un puzzle que no es muy normal, donde cada pieza es distinta y aporta algo al conjunto. Me parece que es un nombre bastante acertado.

¿Qué edades tienen?

Adán.- El más joven 19 y el más mayor tiene 35 o 36 años.

¿Y por fin, ya hay algo que nos puedan adelantar del 1 de diciembre?

Adán.- En primer lugar que no va a ser un espectáculo, sino una invitación a venir a nuestra casa para compartir lo que estamos haciendo. Pensarlo como una obra no lleva a ningún lugar. Pero abrir las puertas, hacerlo público es fundamental. Y que un espacio de estas características y gestionado por el Ayuntamiento de La Laguna ocurran cosas tan bonitas y tan poderosas. Pienso que hay algo de magia en que el mismo escenario donde ha bailado, por ejemplo, Daniel Abreu sea el que presente al mundo a PUZZLEATÍPICO. Que cosas así son tan beneficiosas para PUZZLEATÍPICO como para Daniel Abreu, y claro, para cada persona. Como decía Bea, para marginalizar a un grupo no es necesario más que cerrarle la puerta a un espacio normativo. Sin expectativas, saldremos al escenario para decir: “yo soy este, y esto es lo que hago”. Una gran autoafirmación.

Nadie se rehabilita en un garaje. Hay que estar en el centro de las cosas. Si hay un orgullo gay o un orgullo indígena, también hay un orgullo de salud mental.

Bea.- Nadie se rehabilita en un garaje. Así de de sencillo y así de claro. Puedes decir ‘rehabilitar’ o usar otra palabra, porque depende de la característica de salud mental. Pero si buscas un encaje, que sí que necesitas, no puedes hacerlo en lugares que invisibilicen o refuercen los estigmas. Hay que estar en el centro de las cosas y ojalá en los mejores espacios, los que compartimos todos.

Adán.- Si hay un orgullo gay o un orgullo indígena, también un orgullo de salud mental. El vídeo y la muestra son una manera de poner eso sobre la mesa, de exponerse totalmente. Estamos seleccionando los materiales más beneficiosos que mostrar, pero cada vez vemos más la necesidad de que los autores se presenten ante el público, hablen de sus vídeos y por qué los han hecho. Combinar el material videográfico con la presencia de sus autores.

Bea.- Claro. Y dentro de los nuevos discursos para hablar de discapacidad y salud mental es importante decir que para que la inclusión exista no es bueno no hablar del síndrome, o hacer como si no existiera, porque sí que está. Hacemos un taller de videocreación y además somos síndrome de Asperger. Taparlo no es una forma de incluir. Para el grupo es un orgullo mostrar su característica.

Hemos alargado la conversación porque queríamos arrojar luz sobre un proyecto tan llamativo como pionero, explorar sus recovecos, transmitirlo bien. No tanto hablar aquí de los vídeos, sino de lo que conlleva esta experiencia. Las imágenes de esta entrada son capturas de los vídeos de PUZZLEATÍPICO, que se presentará el próximo viernes 1 de diciembre a las 21h Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna.

El proyecto de implementación de La Rara en Tenerife es una iniciativa de LEAL.LAV en coordinación con la Asociación Asperger Islas Canarias y monitorizada por Alfredo Escapa en representación de La Rara Troupe, desde el MUSAC de León, a quienes aprovechamos para enviar fuertes abrazos y un gran agradecimiento en nombre de todo el equipo, los usuarios de Aspercan y sus familias.

 

Carne Fiesta + Festucs / Quim Bigas en La Casa Encendida

Conocí a Quim Bigas hace unos años en el contexto del Festival Sitio, algo concebido por muchas personas en torno a la Asociación SOLAR (y fallecido torpemente por el propio Ayuntamiento de la ciudad que lo albergaba). Lo primero que hicimos con Quim fue nombrar, movernos, hablar para volver a movernos en el Equipo Para con APPRAISERS. Luego seguir moviéndonos con él en MOLAR. Muchas personas le conocíamos solo de oídas, al igual que su proyecto FESTUCS, realizado con adolescentes de su propia localidad y del que pudo hablarnos mejor y que seguimos en la distancia.

Tiempo después algunos de nuestros deseos se realizaron. Quim volvió para hacer algo similar en el LEAL.LAV. Presentamos el proyecto al IES La Laboral, instituto con la especialidad de Artes Escénicas y con la suerte de contar con Oswaldo Bordón dirigiendo su grupo de teatro. El grupo entró en contacto con Quim y su propuesta durante una semana. Aquello fue un flechazo. Y en esa visita surgió el nombre Carne Fiesta.

Algunos  Festucs acompañaron fugazmente a Quim, siendo a la vez referentes y viéndose reflejados en lo que ahora Carne Fiesta experienciaba. Al retomar las últimas tres semanas de trabajo intenso, quedó claro que tanto para Carne Fiesta como para Quim, aquello era todo un reto. Novedoso, atractivo, complicado, alegre. Un periodo lleno de emociones, de vivencias de esas que solo se pueden explicar al formar parte de un grupo. Porque el corazón y motor de la experiencia conlleva formar parte, comprometerse con un algo un tanto inasequible y que no es sino la conjunción de cada potencialidad individual. Hacerse cargo del otro, de los otros, y de uno mismo, en sí y en relación con lo demás. Estos borbotones vienen a resumir un proceso de trabajo para encontrar lo que se llama Activaciones para un rugimiento silenciado, una pieza nutrida por los ejercicios, esas vivencias, las reflexiones, la autogestión y el esfuerzo grupal. Una pieza que teje un contexto capaz de hacer aflorar o más bien recoger voces y visiones individuales y grupales acerca de la autodeterminación, la conciencia de minoría, la celebración, la potencialidad, la energía de la adolescencia, la delicadeza, la rabia, el cuidado, los afectos.

Igualmente les ocurre a Festucs con Crónica para un espacio de desgaste / Extenuarse. Lo vivido está en escena porque está en cada cuerpo y en el cuerpo colectivo, en la coralidad y en la individualidad. Tanto Festucs como Carne Fiesta se comprometen a un acuerdo con el caos, a llegar a ciertos límites, a resistir intensamente cada segundo de vida que transcurren en escena. Y todas estas son cuestiones para las que mis palabras no llegan, que no pueden dibujar, porque todo esto está en los cuerpos, en su movimiento y en su escucha, en la rotundidad de sus silencios.

Carne Fiesta y Festucs estarán el próximo fin de semana en La Casa encendida, Carne Fiesta el sábado 4 a las 18:30h y Festucs el domingo 5 a la misma hora. Dos trabajo muy diferentes con mucho en común, que recogen la singularidad de cada grupo. Verlos por primera vez juntos suscita gran interés, además de encontrar por separado a unos Festucs que vuelven a un trabajo ya más mayores, con una diferencia de tiempo entre el momento inicial de creación. Ese momento que aún es cercano para Carne Fiesta, que mostrarán por todo lo alto, por primera vez después de aquel maravilloso estreno en el LEAL.LAV. Yo iría a verlo.

We Can Dance – Esther Rodríguez Barbero – LEAL.LAV

We Can Dance de Esther Rodríguez Barbero, artista madrileña afincada en Bruselas, ha sido el segundo proyecto del año seleccionado en mini-residencia artística 3’33 de LEAL.LAV. Y en la muestra contamos con un público amplio donde nos alegró haber visto tantas caras nuevas y jóvenes.Las mini-residencias apoyan desde lo pequeño proyectos germinales en primera fase de desarrollo o gestación. Naturalmente ha pasado a formar parte de las mismas el acompañamiento a la artista en su proceso. A veces éstos trascienden el ámbito del LAV, como en esta ocasión, donde tuvo lugar un encuentro en la Asociación SOLAR entre Itsaso Otero y la propia Esther. Las dos residentes en SOLAR y LEAL.LAV respectivamente. Las dos envueltas en la reflexión sobre el espacio público y su intervención desde lo artístico. Al explorar territorios comunes que sembrar de interrogantes concretos, se dio un enriquecedor encuentro.

Esther Rodríguez Barbero, arquitecta de formación, ha realizado el movimiento transversal de cultivar su creatividad en los territorios de la danza, ya habituales para ella. Pero una no elige siempre lo que cree. Hay factores que potencian y moldean la personalidad, convirtiéndola en cierta indeterminación concreta. We Can Dance nace desde su necesidad de preguntarse qué concebimos o no como danza, pensando a partir de qué momentos el cuerpo en movimiento puede considerarse cuerpo que baila. Y también desde su curiosidad ante la legislación o prohibición del hecho de bailar en ciertos países. Finalmente, ambas cuestiones son abordadas en paralelo, en un acercamiento tan discursivo como corporal, poniendo en relación el valor del propio cuerpo frente al espacio público y urbano.

A la hora de compartir sus acercamientos a estas cuestiones se generan momentos muy frescos donde accedemos a un trabajo voluble, huidizo de nuestras miradas, capaz de hacerse muy presente o desaparecer. Que juega con las convenciones de la presentación escénica mientras trata los temas mencionados. De ese modo, seguimos las pautas que Esther ha decidido darnos, olvidando a veces que lo que nos propone es el revestimiento de una estructura, un cerramiento que está al servicio de una construcción mayor.

Por eso, entrar a la sala se convierte en parte experiencial de la pieza, realizando un recorrido por espacios normalmente inaccesibles para el público antes de llegar al espacio donde veremos a Esther bailar (¿o es esta invitación una pieza de danza que estamos haciendo entre todos?). Ese camino nos hace transitar el escenario vacío de la sala principal del Teatro Leal, donde realizamos un saludo como la gran compaía que somos.

Ya sentados cada uno en su butaca, ester, desde el linóleo, sigue hablándonos de su residencia, ahondando en lo que y le he mencionado más arriba, para interrumpirse y comenzar a marcar claramente compases de 4 en el suelo con los pies. Un movimiento imparable y progresivo que nos hace oir en el silencio de la sala, guiado por el tap que ella marca, el montón de techno que se está desarrrollando dentro de su cuerpo, sin que podamos escucharlo.

Esther se «interrumpe» el movimiento para recuperar el relato,  con toda la normalidad que su hiperventilación le permite. Entradas y salidas que hacen dejar de saber qué es dentro y qué es fuera, si movimiento o si relato, o cuánto de movimiento tiene el relato (cada vez más) o cuánto de relato tiene el movimiento (cada vez más), y cómo las líneas de esos dos acercamientos que antes definí como «paralelos», con la subida del latido del corazón, el sudor, y el calor, van reblandeciéndose hasta encontrar puntos de intersección para empezar a ser cada vez más lo mismo.

Esther tiene otra cuenta pendiente en su trabajo con algo que debería hablar con Amaranta Velarde, y puede ser como jugar a ser una dj, pero d no de disc, sino de dance. En todo momento lleva o juega a llevar un bpm marcado, para romperlo o sustituirlo por otro, intuyo también que escuchando cómo entra una música y va desvaneciéndose otra, aunque sus movimientos, ocupando cada vez más espacio, están realizados en silencio. Silencios atravesados de fragmentos cortísimos de luz o música, como metralla lumínica y sonora que a veces coincide, otras no. Fragmentos que nos devuelven a la esterilidad del fondo blanco. Que nos hacen poder imaginar tantas cosas antes y después del silencio que ha reservado para que estemos juntos y podamos imaginar estarlo aún más.Para terminar, Ester, sin abandonar la dinámica, nos invita a que entremos con ella a escena, si queremos hablar un rato de todas estas cuestiones. Precísamente, entrar a escena, confesó más de uno, era algo a lo que no sabíamos si se nos estaba llamando todo el tiempo, no solo al final.Juntos, en escena, hablamos más de esta complejidad de temáticas que de la pieza en sí, porque la conversación es movimiento, parte de la pieza que sigue sucediendo, y si está pasando no podemos hablar de ello con claridad.

Nos quedamos con la sensación de que con We Can Dance han llegado un montón de hallazgos inesperados que cambian la visión de Esther de su propio proyecto y de quienes la hemos encontrado. Y eso nos da ganas de seguir nuestro camino, al encuentro de tantas cosas.

Por motivos muy distintos me vienen al recuerdo nuestras queridas Elilsa Arteta, que también estuvo en el LAV hace tiempo con un proyecto llamado «Danza y política», por la manera de abordar tantos materiales y el contacto con el espectador. Pienso también más recientemente en el caso de Julián Pacomio, que si ser arquitecto nos trajo una de sus traducciones escénicas de un edificio que es a su vez la traducción de una novela, en su proyecto «Espacio Hacedor». Pienso en lo que le falta y lo que le sobra al proyecto de Esther conrespecto a esos otros proyectos que sin querer resuenan en mi. Nada es mejor que nada, me digo, pero en cualquier caso, en los múltiples caminos que todo esto puede tener, el trabajo de Esther ahora mismo es de hormiguita, de seleccionar y desechar, de tomar conciencia. Tiene un Iceberg de contenidos y en su manera de aproximarse a él todo está interconectado. Algo estupendo, por un lado, y cargante para ella, por otro, pues muchos pasadizos imprescindibles llevan al mismo lugar.

Tal vez Esther deba desenfundar su madera de arquitecta para bailar con su proyecto, extenderlo sobre una mesa como un cadáver o un plano, dibujar en planta la forma de esos elementos / órganos vitales imprescindibles para que la criatura pueda andar. Dibujarlos y comenzar a trabajar cómo se transita de unos a otros. «Less is more», con la planta del Pabellón Barcelona, decía la camisa que llevaba puesta el día que conocí a Ester en La Laguna. A lo mejor no era una casualidad.

*   *   *

FOTOS:
_Las del teatro nos llegan gracias al buen hacer de nuestro Javier Pino.
_Las demás, cortesía de nuestras amigas de SOLAR.
_La última, de nuestro primer encuentro, como si esto fuera Instagram.

«Esto va a estar bonito», el podcast que se lee / #1.17 Preudi Orfici

ESTO VA A ESTAR BONITO es el programa de tutorización y acompañamiento de estudiantes de Practicum de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna en colaboración con LEAL.LAV. Un proyecto dirigido y coordinado por Adán Hernández que cristaliza, entre otras acciones, en este PODCAST que se lee, generado a partir del acercamiento de los estudiantes a los artistas y sus trabajos a través de la investigación, la toma de contacto con sus prácticas y el análisis de sus trabajos.

Los estudiantes que han realizado este podcast son Nativel Arvelo y Héctor León.

Puedes ver / leer / escucharlo y descargarlo haciendo click aquí.

Dedicamos el primer ESTO VA A ESTAR BONITO a:
PRELUDI ORFICI, de Marco Antonio Regueiro.

INSTRUCCIONES:

Esto es un programa de radio escrito. Cada vez que encuentres un audio:

1) Para y escucha o
2) Escucha mientras lees.

La auténtica ficción / Parallax, Silvia Zayas / LEAL.LAV

Me encanta el momento  de antes de entrar en el teatro, la polisemia de una expresión tan sencilla como entrar en el teatro. En esa sucesión de acciones previas entre encuentros y saludos se hacen y deshacen expectativas, nos preparamos (pero, ¿es preciso prepararse, pre-pararse?) para lo que le espera dentro. Como buena experiencia teatral, Parallax comulga de este principio. El pasado 7 de abril las personas acudieron curiosas por lo que Silvia Zayas traería al LEAL.LAV, y solamente el acceso a la sala hizo parte del tipo de juego que nos iba a proponer. Había gente acostumbrada a nuestra sala de cámara en lo alto del teatro. También quien acudía por primera vez al LAV. Unas y otras personas se sorprendieron al ver que el montaje se desarrollaría en la sala principal del teatro, que la propia Silvia esperaba por ellas sobre el escenario.

Arriba, de espaldas al patio de butacas, las gradas colocadas casi en V, dando forma a un trapecio escénico, con dos líneas divergentes contrarias a las convenciones de perspectiva. Entre ambas, Silvia, saludándonos, como la capitana de una embarcación recreativa a su tripulación justo antes de zarpar en una travesía sideral, a los mandos de una compleja mesa de control llena de lucecillas, mandos, pantallas, ruedas, palancas y muchos botoncitos que daban ganas de apretar, a ver qué pasa: la cabina del subnarino o nave espacial que atrae más la vista de los viajeros que el resto de la escena, completamente vacía. Como no sabemos dónde vamos (no vemos ni pensamos ningún horizonte) simplemente miramos el volante y el acelerador.

Me recreo en esto. En todo lo que no es aún la pieza. Porque ya es la pieza. Siempre hay una tensión o una excitación en el antes de. O una relajación y un dejarse ir. Algo. Pero en ciertos trabajos que están finamente tramados, finamente trenzados poéticamente, donde los muy diversos elementos que los componen (incluso invisibles o casi imperceptibles) responden o vibran en armonía con un principio básico fundamental que hace de tónica a partir de la que lo demás danza y se coloca para formar un acorde, ahí, suele pasar que todo lo que no es aún la pieza tenga cierta densidad, cierta calidad que no esta hecha solo de nervios o expectativas, sino que, como veíamos, hace juego con el juego propuesto. Y subir a escena y buscar un sitio y mirar los mandos de la almirante Zayas, antes de, resulta preñado de un sentido que se traduce en silencio.

La artista enciende una luz. Apaga. Enciende otra. Apaga. Enciende las dos. Apaga. Luego una parpadea a la derecha. Sale humo mientras. Enciende varias luces cruzadas en el aire. El humo y los colores se llenan. Este paupérrimo análisis serviría para figurarnos una parte mínima de Parallax. Pero no dice mucho, ¿verdad? Pues volvamos atrás. Repitamos. Imaginemos que el primer foco muestra a María Turra, locutora de radio activista por la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde. El segundo, a João Carvalheiro, tío de Silvia, joven soldado portugués en la guerra que la locutora combatía desde su emisora. Los dos focos que se encienden a la vez son el puente de Farim. La luz que parpadea, la voz de María, a partir de una grabación original doblada en directo por Silvia al micrófono. Y el humo cruzado por luces, lo que sea que deja atrás el audio de un helicóptero que escuchamos elevarse. Solo que bajo esos focos «no hay nada». Por eso, aunque todo esto estuvo (al igual que un filtro casero hecho con un caleidoscopio acoplado a una linterna, un concierto de piano barroco interpretado por Silvia a la mesa de luz o incluso la banda sonora de Misión Imposible con láseres rojos atravesando el humo), nada de esto es Parallax.

Parallax es todo eso ocurriendo en paralelo a un documental sobre esta historia bélica colonial a la que le da soporte. Y más, porque en su trabajo Silvia Zayas recurre a veces a tópicos del cine documental. Pero al «negar» la imagen (figurativa) parece que vemos un documental con la pantalla apagada, lo que nos hace ver también nuestra predisposición para juzgar la imagen como real cuando se nos dice qué mirar o cómo hacerlo.

Parallax es también popurrí discreto de géneros. Y juego de distanciamientos. Establece un código inicial, como este texto, para romperlo y dar paso a otro que también rompe. Y seguimos con la mirada, el oído y la atención la danza que luz y audio dibujan en torno a… ¿A qué?
A veces a un ambiente de guerra por el que nos lleva de la mano a una sensación. Pero ahí se disuelve despacio hasta que algo ha desaparecido. Nos deja en el vacío. Y en el vacío del universo Parallax, tres luces que se encienden y una que cruza pueden ser soldados que escuchan la emisora de Turra, un haz verde en diagonal, una selva espesa, un cenital rojo, una explosión, incluso tres focos naranja pueden ser… ¡focos naranja! Luz que baila con nuestra disposición y juega con los restos de nuestra infancia colonizada, entre el cuentacuentos y la instalación, entre Kandinsky y el rigor documental. Parallax es teatro vaciado incapaz de desaparecer, espacio para una representación liberadora que Silvia eleva sobre la fantasía del cimiento de nuestras retinas para que se derrumbe sobre la realidad de nuestras conciencias. No como los puentes de Calatrava, que son de mentira, sino como el de Farim, el más real de los puentes.

He dicho mucho ya de la experiencia de Parallax, algo que por estos lares no olvidaremos. Sin embargo me quedo con la sensación de necesitar decir mucho más. Y es que hay un después de y un durante que tampoco son la pieza pero que son también parte de su trabajo y tiene que ver con toda la luz que maneja Silvia a su paso, no solo en escena. En primer lugar, tras la foto del puente sobre el río Kwai, me apetece mencionar la lección de cine (y de estética) que uno se lleva si se acerca al entramado del trabajo de Silvia, entendiendo ese entramado como la pieza en sí, sus motivaciones y entresijos, la propia Silvia, su sensibilidad, intereses y motivaciones, sus referentes y su modo de funcionar igual con respecto a Parallax que para hablar de música, de pelis pero también de política o de educación. Y sobre todo, hacerlo con la risa de por medio en todo momento. Una lección que Silvia no la da. Uno la toma. Ella ni se entera. En torno suyo todo es muy fácil, y las conversaciones salen, se alargan y retuercen hasta el punto que su visita hubirera sido corta aún de haber durado unas semanas. Y como por un lado estoy hablando de ese feeling indisociable del trabajo que todo el que se acercó a ella sintió (qué gusto, trabajar así, necesito afrontar mi trabajo desde ese punto de nuevo, me digo), pues añado imágenes.

 

Solo decir que son unas pocas de las cientos que vinieron en conversaciones con alguna cervecilla compartida hablando entre otras cosas de teatro de los objetos, de cierta arcaicidad buena en la escena, la insistencia de
cierto mainstream artístico de buscar una estética de lo actual que nadie sabe cual es pero de la que es preciso participar… eso frente a la necesidad que la escena pueda tener de que alguien trabaje con lo clásico para recuperarlo hoy. Y pensar en los albores del cine, o en la narración oral como sistemas de comunicación tan complejos a través de la imagen (generada por luces o verbos) y a la vez obligatoriamente abstractos, por simplicidad de recursos o por falta de necesidad de ornato. Yo que se. Que queremos a Silvia cerca, porque todo esto se puede reflexionar por gusto sin ella, pero de eso también nos ha hecho conscientes. Ha sido un motor y una inyección de actividad.

Además, como estamos viendo, Silvia trabajó durante tres días con el CEIP Las Mercedes, compartiendo el taller Travelling, en el que una clase del cole, bastante chiflada, dispuesta y creativa, tomó la herramienta de cine en directo y las reglas del juego que Silvia les llevó para enseñarnos cómo hacer cine entre todxs combinando una narrativa a otra formada solo por imágenes fijas.
Y es que estos discursos son necesarios. Porque si cuando éramos pequeños soñábamos con máquinas con las que pudiéramos hacer de todo lo que soñáramos, pensando que llegarían en el futuro, las personitas que vienen tras nosotras y que son nativas tecnológicas tienen los recursos, pero colectivamente sus sueños parecen mermados, entre limitados y reprimidos por esa cosa que viene desde arriba. Y experiencias como estas son granos de arena en el desierto, pero son. Y quien la sepa usar o atesorar podrá abrir muchas puertas que normalmente se pide que no se atraviesen.

Por eso mucha gente puede quedar descolocada ante Parallax, que en el fondo es un juego tan sencillo, tan frágil y tan sutil, nada invasivo ni espectacular, algo que no ocurre, sino que está esperando que nuestra mirada lo suceda. Por eso quedarse descolocado es buena señal. Porque a falta de consumirla y practicarla se nos olvidan los efectos que tiene en el organismo la poesía. Y la poesía no se puede explicar. «Si me nombras, desaparezco». Y ahí perdura.

* * *

 Las fotos de Parallax salen de la mirada curiosa de nuestro querido Javi Pino. El resto, apropiaciones. Las del taller Travelling, cortesía del cole. El resto, apropiaciones de internet.

SEÑORAS/PRINCIPIANTES – Entrevista con Carlota Mantecón

Son las 13:30 pasadas del viernes 21 de abril y no he ido a comer, sigo en la sala de cámara del Teatro Leal de La Laguna porque hoy no es un viernes cualquiera. Mientras espero que Irene ZiREjA llegue a la sala donde se quedará ultimando detalles para la muestra en proceso de UnpACKAGING, trabajo que realiza en el LAV en mini-residencia 3’33, me encuentro con una versión muy sonriente de Carlota Mantecón. Y es que acabamos de despedir a un grupo tan grande como alegre de mujeres que rondan los 65 años tras la primera sesión de SEÑORAS / PRINCIPIANTES, el nuevo proyecto que la artista y compañera realiza en LEAL.LAV, y de eso vamos a hablar.

Carlota Mantecón

Aunque yo ya sepa un poco de dónde surge este proyecto y qué cosas previas tiene, Carlota…
Bueno, el origen de esta historia está en un señor al que le empecé a dar clase…

¡Ah! ¿Un señor solo?
Sí, un solo señor.

Pues entonces no lo sabía tan bien…
Le empecé a dar clases particulares de conciencia corporal hace cinco años, justo en el momento que había salido de una formación super académica en danza, en el London Contemporary Dance School. Tuve que adaptar toda esa forma de trabajar a una persona de 80 años que ni por asomo iba a poder… poner su cuerpo a disposición de la danza en esos términos. Eso a me hizo cuestionarme cosas y sobre todo volver a lo básico…

Perdona que te interrumpa… ¿Cómo es que le empezaste a dar clases a una persona sola?
Por una amiga mía que es masajista. A ella le di una clase de conciencia corporal y le ayudó a recolocar los hombros. Eso le afectó en la vista, el ánimo… Esta chica tenía un cliente al que dio masajes durante 7 años, y como es muy creativa, añadía a sus sesiones otros trabajos de cuerpo. Llegó un momento en el que se fue de la isla y me dijo: «eres la única persona que se me ocurre que puede seguir trabajando con él».

¿Era un señor mayor, o…?
Era del que hablábamos antes. Un señor de 80 años, exmilitar. Y nos fue muy bien. Le cambió el cuerpo, la actitud, la predisposición… Durante 4 años trabajamos una vez a la semana. Eso me animó a dar clases de cuerpo y movimiento, de danza para personas de otra edad, para «gente grande», que es muy bonita esa expresión. Empecé a trabajar con ellos, a darme cuenta de que el espíritu por el que se viene a clase es otro, que siguen siendo cuerpos que se pueden oxigenar, que se puede hacer un trabajo de higiene corporal interesante sin entrar en lenguajes tan concretos como una técnica de danza contemporánea o clásica… eso derivó en ganas de que se convirtiera en un proyecto artístico, de ir más allá de mover el cuerpo para entrar en otras cuestiones. Aunque el primero fue un hombre, me resultó llamativo que una vez más fueran las mujeres las que respondieran a este tipo de cosas. En los últimos 4 años las personas con la que he trabajado han sido principalmente mujeres. Eso me conectó con el deseo de hacerles un homenaje por y para ellas con el que entender de dónde vienen y a dónde vamos. Ellas como mujeres que pertenecen casi a otro siglo y yo como mujer que pertenezco a este momento. Ellas también, pero con todo ese bajage. Ahí el proyecto surge… desde esa… ¿sensación? Y ha ido gestándose a partir de lecturas, intuiciones…

Siguiendo el hilo, tras trabajar con aquel hombre, te animas a dar clases, se te apuntan mujeres, les das esas clases, digamos, sin una intención «dancística», es decir, sin intención creativa. Bueno, creativa sí, pero no artística. Sin pensar en una finalidad estética, en mostrar nada. Y ahí se da la paradoja de… ¡Hola! Estamos grabando una conversación…

(Irene, con el grupo de amigos que le ayudan y con su pequeñín acaban de entrar en la sala. Terminamos la conversación mientras se preparan).

Bueno, Carlota, la paradoja que parece darse es que estás trabajando toda esto al margen de lo artístico, pero luego se crea una rutina, en el mejor sentido, y la propia práctica pide esa otra parte. No hay una impostura para crear una obra, sino que la constancia de la práctica solidifica en eso.
Sí. Todo deriva en eso. Naturalmente se nota que hay algo más allá, tal vez por ser un grupo de personas concreto y las necesidades a las que se está atendiendo. Eso nos lleva a preguntarnos, «¿Y ahora, a dónde vamos… juntas… con todo esto?»

Entonces, entendiéndote bien, con esa experiencia y conciencia recogidas durante años tu propuesta en el LAV es plantear el proyecto desde este punto: la práctica tiene una deriva y una necesidad y el LAV puede ser un buen contexto para ella.
Sí. porque también es verdad que yo ya tenía el gusanito y no sabía cómo se iba a expresar. En clase empezaban a aparecer poco a poco necesidades de hacer otras cosas. Entonces hubo un trabajo que vi aquí que fue la cerilla que me prendió para… Hablo de lo que hizo Quim Bigas con los adolescentes…

(Quim Bigas tiene un proyecto de trabajo con adolescentes que deriva en una pieza escénica. Con jóvenes de su pueblo la presentó en el Antic Teatre, Barcelona, con el nombre de FESTUCS. En Tenerife, tras un mes de trabajo con alumnxs del IES LA LABORAL en mayo del año pasado creó el grupo CARNE FIESTA. La pieza que presentaron en el LAV se tituló Activaciones para un rugimiento silenciado).

Carne Fiesta

CARNE FIESTA en el LEAL.LAV. Foto: Javier Pino.

Para mí ese trabajo es importante. Forma un grupo de personas muy específico y atiende a cosas muy importantes en la sociedad, y de repente dije… «oye, esto lo tengo que hacer».

¿Cuánta gente se te ha apuntado en esta convocatoria?
33 mujeres.

¡Eso es mogollón!
¡Sí, es muchísimo!

 

¿Y cómo lo llevas?
Bueno, pues la verdad es que ha sido muy bonito descubrir que hay una necesidad real en el contexto de poner esto en marcha para este sector de «gente grande». Por esa misma sensación de necesidad a mi me apetece darles cabida en la medida que sea posible en el proyecto. Durante las doce sesiones voy a trabajar con 15 y las otras 17 serán invitadas a praticipar durante la última semana y media del proceso, porque se va a abrir un hueco para que ellas puedan estar.

Hoy ha sido el primer día. ¿Qué te has encontrado?
Pues a unas mujeres totalmente abiertas, dispuestas, con muchas ganas, llenas de implicación y de entusiasmo… ¡y estoy realmente facinada! Y con muchas ganas de ver qué nos pasa en esto.

¿No ha habido resistencias, miedos de antemano, prejuicios…?
Nada. Ninguna reticencia. Ningún prejuicio, cosa que me ha sorprendido bastante también, porque yo venía con la idea de que al igual la gente legaría a tomar una clase para ponerse en forma o para moverse un poco. Y cuando les he contado de qué trataba el proyecto PRINCIPANTES y por qué esa palabra, y desde ahí hacia a donde, ha sido todo…

¿Nos lo podrías contar?
A mi me parece una palabra muy bonita. Leí una vez en un libro sobre the beginner’s mind, la mente del principiante. Hablaba de ello como ese concepto en el que situarnos como practicantes de cualquier cosa y en cualquier situación, en este caso, desde el cuerpo. Hablaba de que la mente del principiante contiene una disposición a aprender en donde hay un espacio entre lo que todavía no conocemos y lo que vamos a aprender.

Acabas de hacerme pensar en Juan Domínguez…
¡Ya! Pues es un concepto que invita a que dejes a un lado todo lo aprendido hasta ahora para permitirte aprender lo que todavía no sabes que es aprendible. De ahí surge el nombre del proyecto. Ahora la intención es trabajar a partir del gesto de unos cuados del pintor Jacobus Vrel, del siglo de oro holandes. En sus pinturas solo aparecen mujeres. En esa época el mundo de los hombres podía ser el de fuera, pero las mujeres mandaban en su casa. Me llamó mucho la antención como sus cuadros son retratos de mujeres en donde el gesto está centrado en la mirada y las manos. Ese va a ser un primer foco de trabajo que tiene intenciones de derivar por otros sitios que no se si revelar todavía, una visión de la mujer más contemporánea con la que podemos levantar los brazos por encima de la cabeza y divertirnos.

Levantar los brazos por encima de la cabeza. Me quedo con eso. Me has hecho pensar también en el mimo clásico. Cuando estudias mimo te das cuenta que la mayoría de sus figuras están extraídas de la observación y la abstracción idealizada del trabajo manual, de la actividad física del obrero.
Pues aquí justo lo que hacemos es observar el gesto de las mujeres cuando no tenían ese espacio para ser libres fuera de casa, sino dentro.

Lo que voy a decir se podría malinterpretar fácilmente: no digo que sean gestos femeninos, sino que son gestos suyos. Sin identificar feminidad como identidad, pueden autorreividicarse dentro de su propio gesto…
Sí. Claro que históricamente son gestos femeninos. Pero lo de la identidad tampoco es la idea desde donde yo lo planteo.

Es como volver a lo cotidiano y reivindicar lo pequeño. ¡Déjame a mí que esto lo se hacer yo! Este es mi lugar y aquí soy yo quien dice cómo se hace.
Eso es. También les he pedido que piensen en todos esos gestos, no solo los de los cuadros. Al enseñarles las pinturas en seguida se sintieron reconocidas y me decían: «Bueno, pero es que nosotras nunca le hemos dado valor a eso». Y de repente es darle un gran valor a un gesto que han habitado durante tanto tiempo.

Esta mañana pasó algo bonito. Ellas reunidas en la entrada, con nervios y ganas, y comentando el jaleo que hacía un colegio que salía de ver a la orquesta sinfónica de la sala principal. Qué alegría da un teatro con tantos ruidos y tan diferentes. Tal vez estas actividades con «gente grande o pequeña» rompen la distancia que se imagina mucha gente que no se acerca al teatro.
Sí, todo esto contribuye a devolverle todo esto a quien le pertenece.

Para ver lo que sale del proceso SEÑORAS / PRINCIPIANTES aún quedan tres meses de trabajo. Mientras, Carlota, ¿dónde te veremos trabajar?
Casi me olvidaba. Por suerte voy a estrenar la primera parte del trabajo en el que he estado metida últimamente. Un solo que se titula 17 minutos entre Nadia y yo, dentro de las actividades organizadas para celebrar el Día Internacional de la Danza. Para mí es una ocasión especial porque en todo este tiempo no había vuelto a hacer un solo desde hace 7 años, que tal día como el 29 de abril presenté El corazón de Ofelia. Ahora siento que se cierra un ciclo presentando el mismo día. Pero no tiene nada que ver… Lo de ahora es un solo que tiene que ver con Nadia Comaneci, sobre su figura, sobre la gimnasia de antes y de ahora, cómo se trataban los cuerpos entonces y ahora… y bueno, es una primera aproximación.

Piensas en lo de Quim como la chispa que generó un incendio, aunque para que haya fuego tiene que haber mucho acumulado. Intuyo que el taller de dramaturgia que hicimos en el LAV con El Conde de Torrefiel también fue una chispa que hizo prender algo de todo esto…
Todo lo que ha pasado en el LAV desde que volví a la isla ha sido una acumulación de pinocha para guardar en casa a punta pala. ¡Tengo un bosque, un bosque entero en el salón y en los armarios. ¡Abres las puertas y sale pinocha!

¡Qué bonito! Entonces, peligro de incendio total.
Sin duda. Tendría que nombrar muchas cosas «que han hecho de pinocha», pero el taller de dramaturgia con El Conde fue algo necesario para la toma de decisiones cuando estás ahí afuera en el ejercicio de observación, y ha estado muy presente.

Ese taller, la visita de Quim, El Desentrerrador, de Societat Doctor Alonso, son experiencias que han creado cierta comunidad: de algún modo nos juntan pero no nos identifican de una manera cerrada…
Tampoco puedo dejar de nombrar mi última participación en el trabajo de Carmelo Salazar o el trabajo que en su momento hice con Masu Fajardo, todos han sido motores.

Y tal vez Dance Inter Faces, en ese sentido ha sido otra experiencia colectiva que nos une pero que no estratifica nada, no crea un contexto cerrado al que se pertenece o no, sino precísamente abre o intenta abrir los contextos…
En absoluto, todo lo contrario, eso es lo bonito y lo importante de este proceso, que respira el aire que respiramos todos.