Esto no es una crónica del FAM 19

Entre los pasados días 5 y 9 de junio se desarrolló en Tenerife una nueva edición (y van 9) del FAM, Festival de las Artes del Movimiento, organizado por el Cabildo de Tenerife. Un nombre concreto pero ancho a la vez, que permite imaginar trabajos muy variopintos en su cartel, desde la danza al circo. FAM desplegó su programación por distintos espacios de de Tenerife, en teatros, calles y plazas, consolidando aún más la buena salud de este encuentro anual con una serie de actividades alternativas para hablar también de los alrededores de la escena y su salud. Por todo ello esta no será una crónica del festival, como indica el título. Si a estas alturas a muchas personas ya no nos atrae tanto la idea de festival, que suele suponer un atracón de trabajos sin tiempo intermedio de digerirlos, hacer crónica de ello sin un plan o sin colaboración sería un despropósito que obligaría a enumerar propuestas. Puede ser que esto también empiece a comprenderse desde algunas instituciones, pues esta vez se ha elegido no saturar y ofrecer también esos espacios de encuentro y discusión. Quienes quieran echar una ojeada a más información, el enlace del principio.

De todas las propuestas, tan variopintas como atractivas, haré unos comentarios solo de dos. Qué más quisiera que poder pasear por la mayoría (poder, con los recursos que eso supondría). Al menos este par de piezas, ni peores ni mejores, por suerte han nacido en lugares remotos la una para la otra, pertenecen a ecosistemas distintos y eso enriquecerá lo que pueda quedar entre líneas, que es probablemente lo mejor de lo que uno escribe, lo rozado, casi dicho, lo que se lee sin palabras.

Para hablar de Las Alegrías, trabajo en estreno con el que Paula Quintana inauguraba a la vez el festival es preciso hacer un ejercicio grande de distanciamiento, no se bien por qué, pero ya lo he dicho. Ahora recuerdo que viéndolo, viéndola no pude quedarme en el asiento, no pude abandonarme a contemplar, con ese abandono que significa involucración plena. De Las Alegrías hay tanto por decir que es un jaleo comenzar. Es un solo acompañado, como podría definirse, tanto, que requiere nombrar a muchas personas y alargaría esto como un gran programa de mano. Si bien, es ineludible la mención al acompañamiento artístico y la dramaturgia a cargo de Javier Cuevas, presencia constante que ha imprimido su carácter en lo que ocurre en escena y que también ha limado lo que de antemano pudiera caracterizar a la bailarina, haciendo posible tanto un entorno como un modo de habitarlo inexistente antes de que ambos colaboraran, y muy probablemente igual de sorpresivo y extraño para ambos. Aunque eso de limar no se ajusta a lo que quiero decir. Sustituyamos limar por moldear, pero sin molde, sino con las manos, pensando que dramaturgia, espacio, cuerpo, movimiento y carácter se han juntado de manera líquida para ser, ahora sí, un material con el que conseguir ese algo fluido que no termina de ser ante la mirada y que, por tanto, se escurre, se deforma entre las cuatro manos que lo sostienen, lo remueven, lo agitan o lo apaciguan.

Sin embargo, hay gente cuyo trabajo es materializar ese espacios, hasta entonces solo ensoñación, al que Javier invita a pasar a Paula, al que Paula pasar atravesando a Javier, sin que ninguno lo reconozca como casa. Construir un espacio para el tránsito hecho de tránsito. Un espacio líquido, como el sueño vívido de un paraje natural extraño, orgánico, un espacio en movimiento, constantemente auto-regenerándose, de lo micro a lo macro, un hueco en una profunda caverna subterránea o una burbuja a unos centímetros del borde de la atmósfera, pero ya en su exterior. La gente que hace que eso sea posible y se den párrafos como éste se hacen llamar CUBE.

Ese espacio, caverna o burbuja, es un vacío latente, como el interior de un órgano de un animal vivo, recorrido por una la luz como sabia o sangre blanca, que hace que resulte lejano e ingrávido en su conjunto, o bien que se nos acerque y apreciemos el peso del cuerpo milagroso de Paula sostenida sobre las aguas. Pero su cuerpo no se establece en lo milagroso para ser admirado como tal. Porque las formas en las que se mueve son salpicadura, agua que quiere sublimarse, como primera vida en un caldo primigenio con la voluntad de saltarse cada peldaño de la evolución y erguirse. Esa salpicadura, que es agua buscando una verticalidad invertebrada es Paula en movimiento.

Reversionar el mito de Narciso hoy, del que tan aquejados estamos, y superarlo solo se puede hacer desde lo femenino, en un sentido amplio. Y claro que Narciso era femenino, basta pensar que se enamoró de su imagen líquida. Sin embargo, esta Narcisa de Paula sabe de su propia naturaleza líquida y tiene lo que le faltara al mito, el compromiso al completo con la feminidad, que no desdeña la escucha. Y es ahí donde otros cuerpos entran a bailar, dando forma a un sistema que como público astrónomo podemos estudiar, investigando qué gira en torno a qué, qué leyes rigen el campo gravitatorio de ese hueco robado a un sueño en que se convierte por instantes la caja escénica.

Vuela, ajeno y suficiente, el asteroide o la roca, el tótem o la montaña desprendida, ese artefacto fruto del hacer de Tahiche Díaz, escultor y realizador de instalaciones que en este caso también ha participado de la misma escucha. Con ella ha dado forma a otro cuerpo, tosco y pesado, corporizando lo primario como un diamante no tallado que entra en la órbita que los pasos de Paula generan en ondas concéntricas, plegando la piel del espejo sobre la que se reflejan las distancias, volúmenes y huecos de este dúo. Poco a poco, la evolución peculiar de este mundo/pieza supera el vacío inicial. Como si el movimiento de estos dos cuerpos y sus reflejos lo produjeran, el sonido comienza a fluir, dando cuenta del aire que vibrando, aúna las distancias. La música, a cargo de Óscar Villegas, genera todo esto de un modo sutil, tanto, que sus distintas capas van apareciendo sin que lo notemos especialmente hasta que algo se instala y desaparece, tal y como ocurre con el cuerpo del meteorito y el de Paula.

Las Alegrías es una oda sin épica, una ensoñación sin referentes obvios que mientras transcurre nos mece, nos baja la tensión pero no la atención, que cuando acaba no acaba, porque va acabando, está acabando desde el primer segundo, en una concepción del tiempo como vórtice que subraya lo efímero de la mínima eventualidad. Las Alegrías no tiene euforia, no trata el sentimiento, sino que a través del establecimiento y la retirada de las distintas capas de los elementos que la integran va atravesando sensaciones. Es una obra sin palabras que no necesita que quien la mira se las ponga. Mucho menos éstas que escribo. Así cada cual la hace desde fuera, dejándose arrullar por un baile cósmico y moviéndolo al mirar un posible ritual folclórico del futuro donde nada está exacerbado.

Amuhaici Luis, con un vestuario igualmente adecuado ha sabido rimar su verso con el resto del poema para que cosas como ritual del futuro puedan ser imaginadas. Y por otra parte, Roy Galán ha tenido la tarea de escribir un texto de, para, por, desde, entre, la pieza. Un texto homónimo, publicado por Con tinta me tienes que no se ve en la pieza, que no sirvió de inicio ni le da fin, que no explica el trabajo ni lo apoya. Un texto que es otro reto, pues es escribir sobre un poema que ya dije que está hecho sin palabras. Un texto que nace del mismo cogollo creativo, como si una semilla del espacio exterior hubiera germinado en la tierra y al brotar la planta diera cuerpo, agua, diamante, sonido, palabras, luces, gravedad, reflejos, ecos y silencios. Porque tal vez toda alegría comparta el mismo átomo de paz sin la que no podría ser posible.

La segunda pieza de la que diré cosas es Esto no es una prueba de sonido, de Carlota Mantecón. Al igual que antes, que no lo dije, se me hace un poco más complicado comentar cosas de personas a las que conozco. Este vuelve a ser el caso, como antes, con tantas personas cercanas formando equipo, gente nombrada y no nombrada. Tal vez empiezo así porque ésto es lo único que ambas piezas comparten. Esto y que ambas son solos, pero solos que no están solos. Ahí se abre otra puerta por la que no entraré, pero que señalo para pensar cuánto de la vida cotidiana puede haber en eso. Hacer solos acompañados. Ahí lo dejo.

Como Magritte, Carlota comienza estableciendo lo que no es. Las expectativas, a las que les gusta la marcha, están deseosas de saltar. El linóleo blanco, la luz uniforme y general. Vaya. He usado dos adjetivos muy militares para hablar de la luz. Puede que no sea casual, y por eso algo en nosotros asimile rápidamente que Carlota entre en escena vestida de una pieza, con un mono de trabajo, cual obrera, a lo Meyerhold. Y sí, todo esto es la mar de subjetivo, son construcciones mentales elaboradas a partir de pequeñas informaciones de alguien que ha asistido a su (también) estreno, construcciones incluso de lo que el resto de espectadores podría estar recibiendo subliminalmente. ¿Es consciente esta decisión? Mejor dicho, ¿es intencionado sugerir algo de esto al tomar esa decisión? Realmente no importa. La información está ahí, pero no es imperativa. Podemos tomarla más o menos. El trabajo comienza a desarrollarse, vamos entrando en él. Sin embargo, cuando las primeras propuestas de la bailarina se establecen para que entremos en su juego, algo estalla, algo conecta con todo eso de antes. Esas cosas que eran solo ideas y ahora brillan con lo demás en escena.

Carlota está bailando. Se está desplazando a un ritmo rápido, y constante, algo sincopado, dibujando círculos, más bien óvalos que no son concéntricos, sino que parten más o menos del centro del espacio, como pétalos de una flor. Y ahora acelera el paso, y corre alrededor, manteniendo los giros laterales del torso hacia atrás mientras avanza. Antes de eso no se desplazaba. Su movimiento se mantenía en su eje. Y antes era aún menor. Solamente recorría algunas partes de su propio cuerpo. Todo esto porque antes hay un micrófono inalámbrico en escena. Un cuerpo pequeño cuya cabeza tiene voz. Los pasos de Carlota hacia el micrófono suenan amplificados. Al agacharse a recogerlo, el crujido lento del tejido del calzado, el chirrido amortiguado de la suela en el linóleo. En ese planteamiento mínimo queda establecida la base del juego. Y luego, todo lo anterior.

Hablar de la biomecánica de Meyerhold a estas alturas es como si este blog estuviera lleno de polillas, como si fuera a soltarme una chapa aburridísima. Sin embargo, sin ningún interés en hacer una arqueología escénica, hay algo de todo eso filtrado lo que Esto no es una prueba de sonido propone, y digo filtrado adrede, por no decir infiltrado, pues no podemos saber hasta qué punto ha sido una decisión consciente y hasta qué punto un hallazgo o una intromisión mágica del destino, estas cosas buenas que aparecen cuando uno iba en busca de su cosa.

Esto no es una prueba de sonido es una pieza de danza sonorizada, o un instrumento musical bailado, un solo tocado a cuatro manos y dos cuerpos, un dúo dinámico, o una instalación sonora intervenida. Poner micrófonos a la danza o poner cuerpo a la instalación sonora. O poner la norma de no definir cuándo se está en una cosa y cuándo en la otra. No distinguir. Estar. Estar vibrando. Bajar. Bajar mucho. Ir a un principio muy básico. Si lo escuchas es porque ha sonado. Si suena es porque algo ha movido otro algo que se mueve, que mueve una onda que mueve el aire que sigue moviendo la onda que entra en tu oído y que martillo, y que yunque, y que tímpano y que estribo y que microvibración, que electricidad, que información neuronal, que escucha.

Desde este punto de vista, tal vez gracioso, pero torpe en mi exposición, el hacer de Carlota se entiende mucho mejor como operaria de su pieza que estrictamente como bailarina, y mucho menos como intérprete. Al presentar su propuesta, Carlota se dispone como cuerpo vibrante a surcar las dinámicas del sonido de su propio movimiento en escena. Pero como una mesa de sonido retroalimentada, que recibiera el mismo sonido que estuviese emitiendo, a lo largo de su travesía encuentra, cómo no, momentos de acople de frecuencias que producen estridencias, tanto como silencios producidos porque las ondas sonoras que recibe y produce se neutralizan. Así, el cuerpo genera sonido y el sonido corporalidades posibles a las que el cuerpo-operario, sujeto y a la vez objeto de la propuesta reacciona en un presente contínuo.

Pero Carlota no está para nada sola en todo esto. Ese dúo, ese solo a cuatro manos y dos cuerpos lo realiza con la encomiable labor de Luz Prado, que además de su buen hacer, apoya el discurso anterior sobre la operatividad de la pieza y su concepción instalativa estando muy presente en todo momento, pese a permanecer inicialmente tras la pantalla y la mesa de mezclas. A las primeras incursiones de Carlota al micrófono va añadiendo paulatinamente delays con cuyos tiempos y feedbacks va jugando. De ese modo, algunos sonidos del cuerpo de Carlota quedan atrapados en repeticiones largas, sonando idénticos o degradándose cada vez, perdiéndose o permaneciendo en bucle. Y es aquí donde entra un cuerpo invisible en la propuesta: el tiempo (y con él, la memoria, la memoria de otros cuerpos y la memoria de los espacios). Sin ningún afán ilustrativo, y del mismo modo que actúa en nosotros el sentido del olfato, el sonido repetido del cuerpo y las voces, bien instantáneamente o bien transcurrido un tiempo en el que lo olvidamos, nos trae de vuelta (representa) los movimientos que lo produjeron. Por eso nombro ese tercer cuerpo, actor evocado, como cuerpo real. Sobre todo si la bailarina ha parado o ha entrado en una dinámica más pausada y lo que oímos es parte de un momento anterior de gran dinamismo, donde la musicalidad de su repetición nos hace revivir, casi ver la coreografía que suena, completada con la memoria de nuestros ojos.

Con todo esto, hay tiempo para uno de los momentos más hermosos del trabajo, en la que Luz Prado entra en escena, colocándose lejos de Carlota para que tomar ambas el extremo de un cable, hacerlo girar como una gran comba y convertirlo en una onda que gira en M sobre sí misma al acercarse. Una sinusoidal orgánica, ocurriendo en escena, que escuchamos girar ante nosotros.

Grandes trabajos recién estrenados, ambos solos acompañados. De este último uno se va con algunas preguntas que apuntan a lo dramatúrgico. Tal vez por mucha o poca, o otro tipo de dramaturgia, en Esto es una prueba de sonido ocurra que algunas propuestas se dilaten en detrimento de otras que no llegan a establecerse del todo, o donde cabría profundizar aún más sonoramente. Lo mismo ocurre con el efecto que produce el sonido en la memoria. Ambas cosas son minas donde sin duda ambas artistas pueden seguir excavando. Sin embargo, volviendo a lo esencial, pienso en que Magritte decía que no era una pipa su pintura de una pipa. Tal vez Carlota y Luz podrían presentarnos aún más una auténtica prueba de sonido (que negar con el título y la acción), pero que como tal tuviese tanto de sonido como de prueba. Y dejarse naufragar en ella, entrando por caminos que funcionen y abandonando otros que no lo hagan tanto según el día, siguiendo la prueba, moviéndose tras el sonido y viceversa, en ese presente.

Como dije al principio, muchísimas otras propuestas formaron parte de esta novena edición del FAM. Entre otras contamos con la siempre bienvenida Janet Novás presentando Mercedes y yo, o varias piezas con la firma de nuestro querido Daniel Abreu, al frente de LAVA, Cía de la que es director artístico. Me comentaba una amiga hace poco que este año había mucha presencia de artistas canarios y tenía razón en lo que quería decir. Es necesaria esa presencia. Pero así, del modo en el que se está dando. Si hace no tanto festivales como éste tenían un cartel más internacional, lo cual siempre es bueno para nutrirse de otras sensibilidades, en esta ocasión ha habido un porcentaje bien alto de propuestas canarias. Y lo bueno es que se nota que no tiene que ver con un proteccionismo por lo local. Se trata de un cambio de paradigma, pequeño, que no levanta ningún revuelo, pero donde la creación escénica canaria va encontrando naturalmente su lugar. Qué frágil es todo esto. Sigamos haciéndolo entre muchas.

Taller de Público para Público, Raquel Ponce en el TEA

La gente de Tenerife está de suerte, porque nos visita desde la isla de Gran Canaria la artista Raquel Ponce para realizar su «Taller de Público para Público» en el TEA, Tenerife Espacio de las Artes, dentro del contexto del Laboratorio de Acción. Personalmente este es para mí un motivo de gran alegría: Raquel me ha pedido / ofrecido que le acompañe en su proceso y cuando uno entra en contacto con trabajos así es imposible negarse.

Desde mi punto de vista, el Taller de Público para Público de Raquel Ponce es una de esas propuestas que creo muy necesarias y a la vez están llenas de magia. Normalmente podría asociarse lo útil, lo necesario, a la parte de taller y la «magia» a la emoción suscitada por lo estético de una pieza. Sin embargo, aquí ocurre una simbiosis particular, porque el espacio donde Raquel trabaja es un amplio espacio difuminado entre una cosa y otra, que no deja nunca de ser ambas. Y si el público trabaja la mirada en cada propuesta artística, aquí ese trabajo se hace explícito (es un taller). Pero desde dentro de ese taller, igualmente, nos cuestionamos… ¿es esto un taller? ¿No estoy viendo una pieza de danza, de teatro, una performance? En fin, que todo esto lo he escrito del tirón no solo porque crea en el valor de esta propuesta, sino también porque va a ocurrir, y es como cuando quieres que un amigo no se pierda una película que sabes que le va a gustar.

En las propias palabras de Raquel:

TALLER DE PÚBLICO PARA PÚBLICO

Se trata de una propuesta teórico-práctica sobre el papel y la responsabilidad que tiene el público como modificador y transformador del resultado artístico. Un taller de público, para público, en el que poner en práctica, profundizar y transformar las diferentes posturas, comportamientos y actos-hábitos que poseemos como espectadores.

¿Podemos “todos” ser público para “todos” los trabajos artísticos? ¿Se puede aprender a ser un público alternativo, emergente, experimental, autónomo e independiente? ¿Existe un público profesional y otra amateur?
Durante el taller se intentará construir un manual propio de conducta para público contemporáneo, según un abanico de acciones participativas propuestas.

La actividad es gratuita pero requiere de inscripción previa. Las personas interesadas en asistir deberán enviar el formulario de inscripción, disponible en la web de TEA, y una carta de motivación al correo actividades.tea@tenerife.es

Para un completo aprovechamiento se recomienda la asistencia durante los tres días programados.

Hechos de Movimiento, de Masu Fajardo en el TEA

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Mañana sábado 27 de enero a las 20h en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) se abre Hechos de Movimiento, una nueva fase del proceso de la coreógrafa Masu Fajardo.
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En esta nueva etapa de Hechos de Movimiento se ha trabajado desde comienzos de diciembre del año pasado. Si bien el día 22 de ese mes ya se realizó una apertura previa, mostrando materiales de cuerpo, movimiento y vídeo generados dentro del proceso.

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Ahora esta segunda apertura tendrá un carácter que fluctúa entre la exposición, la instalación y la comunicación, enriqueciendo y complementando el trabajo anteriormente mostrado, dando un nuevo giro sobre el material en vídeo y sobre todo poniendo el foco en algo fundamental dentro del discurso y la filosofía de este trabajo: la exposición de notas y apuntes de diversos artistas, tanto participantes en esta fase como ajenos pero afines, que han querido colaborar enviando y compartiendo sus apuntes. Anotaciones de este y de otros procesos creativos, actuales y antiguos, que no se exponen como resultado, en forma de notas sueltas, libretas, dibujos, fotos, croquis, tachones, vídeos…

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Personalmente estoy muy contento de poner el cuerpo en juego aquí junto a las artistas Gabriela Alonzo y Dani Curbelo, en uno de esos trabajos que no dejaría pasar como espectador. Cruzarnos de nuevo con la propuesta de Masu y generar entre todxs un equilibrio inestable al contagiarnos mutuamente, comprendiendo un proceso que a la vez se va generando y actualizando a medida que crece.

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Este no es momento de hacer un comentario muy profundo sobre un proceso del que formo parte y cuya fase actual termina mañana, pero sí cabe decir, para quienes estuvieron en diciembre y para quien quiera visitarnos de nuevo, que uno de los fundamentos esenciales ha sido el trabajo sobre la copia, concebida como herramienta y desarrollada en apropiación y deriva. Una labor meticulosa, artesanal, que nos hace volver al apunte y las notas (huella del cuerpo y a la vez mapa a seguir por éste). Trabajar la copia hace, entre tantas cosas, que un material de cuerpo devenga en nota, susceptible de ser incorporada por otra persona, que esa nueva incorporación sea anotada o registrada en vídeo, un nuevo apunte que a su vez puede ser también copiado, apropiado, versionado…

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Más aún: junto a esta parte expositiva, instalativa y de encuentro con las personas asistentes en el que intercambiar impresiones, mañana sábado se presentará el fanzine de Hechos de Movimiento, una edición planteada para la ocasión por Masu, editada por Javier Manrique y con collages realizados por Cero Fanzine, que incluye una selección de apuntes y textos generados en esta fase de investigación en el TEA por Dani, Gabriela y éste que escribe, y también por quienes generosamente se han sumado a la convocatoria que Masu ha hecho para ello.

Añado además el texto de la propia Masu, que introduce y enmarca esta publicación y da contexto al trabajo. Un texto sobre otro de los principios móviles que vertebran fluidamente el proceso, y que hemos llamado «liquidología», una de tantas palabras inventadas que han querido aparecer en el trabajo y que ahora resultan imprescindibles para nombrarlo.

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Como pueden ver, mucho trabajo, muy profundo y muy bonito, y que además encierra en sí mismo su propio principio. Y es que esta doble apertura del proceso responde a que todo lo invisible que ya estaba en y alrededor de nuestros cuerpos y movimientos el día 22 necesita la misma atención, cuidado, espacio y tiempo para ser visto. Un concepto hermoso, con muchas posibilidades para profundizar en él y con unas consecuencias transformadoras si nos planteamos aplicarlo tanto en escena como en el resto de lugares de la vida. Les esperamos con alegría porque necesitamos sus miradas.

Hechos de movimiento
es una práctica de creación compartida de Masu Fajardo con:

Gabriela Alonzo
Adán Hernández
Dani Curbelo

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Javier Manrique – Edición del fanzine
Cero Fanzine – Collages
Carlos VK Monitor – Videoartista
Victor Carballeira – Acompañamiento sonoro

Apuntes y notas en exposición y fanzine de lxs artistas:

Ana Beatriz Alonso
Paloma Hurtado
Tamara Ascanio
Begoña Vega
Lola Jiménez
Elena Albert
Norberto Llopis

Laboratorio de AcCión-TEA
Comisariado por Yolanda Peralta.

Samsara, de Vicent Gisbert, en Espai Inestable, ciclo Migrats (en breu)

A su paso por el LEAL.LAV con su pieza «1,2,3,4…6! Pieza para cuatro intérpretes» pasó algo entre Vicent Gisbert y yo. De alguna manera tuve la sensación de entender algo a ese artista tan preciso y pulcro, aparentemente oculto tras una obra compleja y abigarrada, casi críptica. La curiosidad y cierta facilidad para desentramar madejas me hizo llegar hasta él más de lo que creí, y tiempo después Vicent se ponía en contacto conmigo para trabajar juntos en su siguiente creación. Me gusta contar esto. Porque «Arriba huele a campo», que es como la titulamos, nació de un sinfín de conversaciones Berlin – Tenerife, intercambiando textos, vídeos, imágenes y notas de audio. Con el mismo método nace ahora una pieza corta, tal vez un germen en desarrollo para otra cosa. Ha acabado llamándose Samsara y podrá verse en el valenciano Espai Inestable dentro del ciclo Migrats (en breu). Estos mini-festivales para artistas emigrados, cuando no exiliados, tan de moda en los tiempos y las situaciones que corren.

SAMSARA
¿Qué pasaría si concibiéramos la escena como un espacio bidimensional? Un plano donde, pese a todo, el tiempo funcionara como el que conocemos: sus condensaciones y estiramientos, sus mismas trampas. ¿Y si pudiéramos hacer tangible el frame del vídeo, sus interferencias o incluso dar corporeidad a un pixel? Probablemente una pieza de Vicent Gisbert.

Parar no es solo una acción indispensable para la contemplación. Es un acto revolucionario que posibilita distinguirnos de la corriente de la que formamos parte. Parar puede hacernos disociar imagen y forma, palabra y significado, movimiento e intención. Encontrar en todo lo que no sea esa quietud tal vez una danza.

Adán Hernández.

17,18 y 19 de Noviembre a las 20:00h
En Espai Inestable
Cicle Migrats (en breu)
Idea, dirección e interpretación: Vicent Gisbert
Codirección y dramaturgia: Adán Hernández
Con el apoyo de: Dock11 Berlín y Espai Inestable València
http://www.vicentgisbert.com/
http://www.espacioinestable.com/

Crónica de un(os) cuerpo(s) / Quim Bigas en La Casa Encendida

La vida es un jaleo ;)

* ATENCIÓN : Esta entrada es una actualización de esta otra anterior. Consultando ambas creo que la cosa queda clara.

La programación de La Casa Encendida para el próximo fin de semana ha variado. Está variando. Variará. Tanto Carne Fiesta como Festucs, programados para los días 4 y 5 respectivamente mostrarán su trabajo con Quim Bigas esos días, sí. Pero muchas circunstancias han hecho que no vaya a ocurrir de ese modo. Esto no será un problema. Justo todo lo contrario. Quienes tengan la suerte de ir La Casa Encendida el próximo fin de semana encontrarán las piezas de Festucs y Carne Fiesta en escena juntas y revueltas ambos días. Una pieza que combinará por primera vez ambos trabajos, ambas partituras, todos los cuerpos en un mix donde se dará la yuxtaposición, la mezcla, el unísono, el contagio y sobre todo el compromiso ante la toma de un riesgo común para aproximarnos juntxs a lo completamente nuevo desde lo único que tenemos. Una solución para nada intermedia, un gran paso adelante donde las corporalidades de la juventud y sus potencias, trabajadas en dos contextos bien distintos, esta vez se tendrán como contexto la una a la otra. Si ambas propuestas ya hacían que esos cuerpos se autoafirmaran y expusieran de un modo tan conmovedor y desnudo, ahora Crónica de un(os) cuerpo(s) será un instrumento nunca antes usado para ver desde un ángulo inusitado eso tan hermoso que hace Quim con los grupos, que hacen los grupos con Quim. Eso de lo que podemos ser capaces. A lo que nos atrevemos. Eso que nos da miedo. Eso que tenemos que traspasar para llegar a otro lugar. El lugar del encuentro y del cuidado, del posicionamiento y la responsabilidad. De la honestidad y la entrega. Eso que pasa cuando somos capaces de encontrarnos de verdad para sostener un gran sí de manera colectiva.

Compuse esa imagen de arriba para la entrada anterior, combinando ambos grupos. Quién hubiera dicho que ese mix habría de ocurrir. Háganse un regalo. No se lo pierdan.

Carne Fiesta + Festucs / Quim Bigas en La Casa Encendida

Conocí a Quim Bigas hace unos años en el contexto del Festival Sitio, algo concebido por muchas personas en torno a la Asociación SOLAR (y fallecido torpemente por el propio Ayuntamiento de la ciudad que lo albergaba). Lo primero que hicimos con Quim fue nombrar, movernos, hablar para volver a movernos en el Equipo Para con APPRAISERS. Luego seguir moviéndonos con él en MOLAR. Muchas personas le conocíamos solo de oídas, al igual que su proyecto FESTUCS, realizado con adolescentes de su propia localidad y del que pudo hablarnos mejor y que seguimos en la distancia.

Tiempo después algunos de nuestros deseos se realizaron. Quim volvió para hacer algo similar en el LEAL.LAV. Presentamos el proyecto al IES La Laboral, instituto con la especialidad de Artes Escénicas y con la suerte de contar con Oswaldo Bordón dirigiendo su grupo de teatro. El grupo entró en contacto con Quim y su propuesta durante una semana. Aquello fue un flechazo. Y en esa visita surgió el nombre Carne Fiesta.

Algunos  Festucs acompañaron fugazmente a Quim, siendo a la vez referentes y viéndose reflejados en lo que ahora Carne Fiesta experienciaba. Al retomar las últimas tres semanas de trabajo intenso, quedó claro que tanto para Carne Fiesta como para Quim, aquello era todo un reto. Novedoso, atractivo, complicado, alegre. Un periodo lleno de emociones, de vivencias de esas que solo se pueden explicar al formar parte de un grupo. Porque el corazón y motor de la experiencia conlleva formar parte, comprometerse con un algo un tanto inasequible y que no es sino la conjunción de cada potencialidad individual. Hacerse cargo del otro, de los otros, y de uno mismo, en sí y en relación con lo demás. Estos borbotones vienen a resumir un proceso de trabajo para encontrar lo que se llama Activaciones para un rugimiento silenciado, una pieza nutrida por los ejercicios, esas vivencias, las reflexiones, la autogestión y el esfuerzo grupal. Una pieza que teje un contexto capaz de hacer aflorar o más bien recoger voces y visiones individuales y grupales acerca de la autodeterminación, la conciencia de minoría, la celebración, la potencialidad, la energía de la adolescencia, la delicadeza, la rabia, el cuidado, los afectos.

Igualmente les ocurre a Festucs con Crónica para un espacio de desgaste / Extenuarse. Lo vivido está en escena porque está en cada cuerpo y en el cuerpo colectivo, en la coralidad y en la individualidad. Tanto Festucs como Carne Fiesta se comprometen a un acuerdo con el caos, a llegar a ciertos límites, a resistir intensamente cada segundo de vida que transcurren en escena. Y todas estas son cuestiones para las que mis palabras no llegan, que no pueden dibujar, porque todo esto está en los cuerpos, en su movimiento y en su escucha, en la rotundidad de sus silencios.

Carne Fiesta y Festucs estarán el próximo fin de semana en La Casa encendida, Carne Fiesta el sábado 4 a las 18:30h y Festucs el domingo 5 a la misma hora. Dos trabajo muy diferentes con mucho en común, que recogen la singularidad de cada grupo. Verlos por primera vez juntos suscita gran interés, además de encontrar por separado a unos Festucs que vuelven a un trabajo ya más mayores, con una diferencia de tiempo entre el momento inicial de creación. Ese momento que aún es cercano para Carne Fiesta, que mostrarán por todo lo alto, por primera vez después de aquel maravilloso estreno en el LEAL.LAV. Yo iría a verlo.

The Lieder, dos actos de resistencia en TNT + video

The Lieder es el proyecto que Javier Cuevas y Sara Serrano estrenarán el próximo sábado día 30 en el contexto del Festival TNT de Terrassa.En otros momentos ya hemos ido revelando por aquí en qué consiste, en la medida en la que la propia práctica nos lo ha sido revelado a nosotros, encontrando sus significaciones por el camino, sobre la marcha. Porque como bien se indica, The Lieder son dos actos de resistencia: marchar y cantar. Juntos. Vaciar así de contenido dos actos colectivos usurpados por el poder y recargados de otras cosas en el momento de coptarlos. Marchar como ejercicio de vaciado y limpieza, por tanto, dando lugar a que en sus huecos pueda aparecer dónde hacer hogar, nido desde el que reapropiarnos de nuevo de la marcha y el canto como contenedores, pudiendo hacer que en ellos quepa un nosotros de nuevo, o un nuevo algo al que llamar nosotros.

The Lieder comenzó casi como una invocación profética hace poco más de año y medio. Ese ha sido uno de sus motores, invocar primero, sembrar en la tierra luego lo invocado para esperar con cuidado, con más curiosidad que expectativas por la forma resultante de lo sembrado. Desde ese momento The Lieder ha ido desarrollándose, evolucionando, podándose, nutriéndose gracias a muy distintos cuerpos que practicaron con nosotros, que convirtieron la práctica en otra cosa. Todo ello por medio de distintas residencias y visitas en festivales, lugares nuevos a los que hemos transplantado el primer brote, la práctica, germinada en la tierra dura y fértil del volcán de Tenerife, gracias al soporte de la Asociación Solar. Allí comenzamos caminando y cantando tanto por espacios urbanos como en medio del bosque, encontrando una forma de «ópera-picnic»).

A partir de ahí, y con una segunda residencia en Tenerife donde las raíces del proyecto se afianzaron, llegó el momento de probar la práctica en otras tierras, con otros cuerpos. Y The Lieder estuvo en el Centro Párraga de Murcia, o en L’Estruch de Sabadell, siempre con un taller con gente local, indisociable del trabajo, que en cada lugar se ensanchaba y nos hablaba de sus posibilidades de ser enredadera pero, sobre todo, de su capacidad para resistir latente, como el cáctus que en letargo es capaz de reproducirse aún en los terrenos aparentemente más hostiles.

El paso por Nápoles para compartir la práctica en el contexto de AltoFest fue fundamental para medir y sopesar la envergadura de esta práctica, para soltarla y recibir lo que la gente del lugar nos devolvía, para mesurar el recorrido transitado, pues The Lieder es cada parada y el conjunto del camino, es decir, camino en sí mismo, a la vez proceso y procesión, meta-peregrinaje que se tiene a sí mismo por objeto. El propio caminar se nutre andando, no es movido por el empecinamiento de una promesa o en pos de una posible recompensa. En el rito de paso que The Lieder supone no hay intercambio: caminante y camino no van hacia lugares conocidos. Más bien quien transita deja que las cosas le lleguen, sin una idea o deseo imaginado en un futuro al que llegar. El futuro en The Lieder intentamos que ocurra como cada vez más en nuestras vidas, en el movimiento. Y la distancia que separa cada paso, en cada momento. Por ahí va ocurriendo un presente que se mueve a otro lugar.
Cargada de toda esa energía y a la vez ligera de equipaje, clara y desprendida, llega ahora al festival TNT la práctica de The Lieder. Por eso tenemos tantas ganas de compartirla. El final de un largo proceso que no es el final, sino el cierre de un círculo para un nuevo principio. Los cruces de caminos han hecho que todo esto tenga que ocurrir en Catalunya. En una Catalunya especial, al final de un proceso que no es el final, sino el cierre de un círculo para un nuevo principio. En Terrassa estamos muy a gusto. Estamos marchando y cantando juntos. Estamos parando. Estamos en silencio para escuchar lo pequeño. Estamos compartiendo mucho con la gente que nos hace el inmenso y generoso regalo de acompañarnos en las sesiones de taller. No les estamos integrando en nada. Les hemos dicho lo que somos y hacemos. Les hemos escuchado. Nos disolvemos para que no haya un adentro y un afuera. Ahora solo falta seguir dando pasos hasta el sábado. Que el sábado llegue el público. Y que sea lo que tenga que ser: público. Ahora más que nunca, para seguir dando pasos comunes.

Y aqui dejamos un vídeo especial, los típicos videomatones de Unknown Pleasures donde nuestro amigo Javi Cuevas ha sido pillado por el propio monstruo que ha ido creando, llevando consigo, eso sí, a Sara Serrano. Les esperamos este sábado.

We Can Dance – Esther Rodríguez Barbero – LEAL.LAV

We Can Dance de Esther Rodríguez Barbero, artista madrileña afincada en Bruselas, ha sido el segundo proyecto del año seleccionado en mini-residencia artística 3’33 de LEAL.LAV. Y en la muestra contamos con un público amplio donde nos alegró haber visto tantas caras nuevas y jóvenes.Las mini-residencias apoyan desde lo pequeño proyectos germinales en primera fase de desarrollo o gestación. Naturalmente ha pasado a formar parte de las mismas el acompañamiento a la artista en su proceso. A veces éstos trascienden el ámbito del LAV, como en esta ocasión, donde tuvo lugar un encuentro en la Asociación SOLAR entre Itsaso Otero y la propia Esther. Las dos residentes en SOLAR y LEAL.LAV respectivamente. Las dos envueltas en la reflexión sobre el espacio público y su intervención desde lo artístico. Al explorar territorios comunes que sembrar de interrogantes concretos, se dio un enriquecedor encuentro.

Esther Rodríguez Barbero, arquitecta de formación, ha realizado el movimiento transversal de cultivar su creatividad en los territorios de la danza, ya habituales para ella. Pero una no elige siempre lo que cree. Hay factores que potencian y moldean la personalidad, convirtiéndola en cierta indeterminación concreta. We Can Dance nace desde su necesidad de preguntarse qué concebimos o no como danza, pensando a partir de qué momentos el cuerpo en movimiento puede considerarse cuerpo que baila. Y también desde su curiosidad ante la legislación o prohibición del hecho de bailar en ciertos países. Finalmente, ambas cuestiones son abordadas en paralelo, en un acercamiento tan discursivo como corporal, poniendo en relación el valor del propio cuerpo frente al espacio público y urbano.

A la hora de compartir sus acercamientos a estas cuestiones se generan momentos muy frescos donde accedemos a un trabajo voluble, huidizo de nuestras miradas, capaz de hacerse muy presente o desaparecer. Que juega con las convenciones de la presentación escénica mientras trata los temas mencionados. De ese modo, seguimos las pautas que Esther ha decidido darnos, olvidando a veces que lo que nos propone es el revestimiento de una estructura, un cerramiento que está al servicio de una construcción mayor.

Por eso, entrar a la sala se convierte en parte experiencial de la pieza, realizando un recorrido por espacios normalmente inaccesibles para el público antes de llegar al espacio donde veremos a Esther bailar (¿o es esta invitación una pieza de danza que estamos haciendo entre todos?). Ese camino nos hace transitar el escenario vacío de la sala principal del Teatro Leal, donde realizamos un saludo como la gran compaía que somos.

Ya sentados cada uno en su butaca, ester, desde el linóleo, sigue hablándonos de su residencia, ahondando en lo que y le he mencionado más arriba, para interrumpirse y comenzar a marcar claramente compases de 4 en el suelo con los pies. Un movimiento imparable y progresivo que nos hace oir en el silencio de la sala, guiado por el tap que ella marca, el montón de techno que se está desarrrollando dentro de su cuerpo, sin que podamos escucharlo.

Esther se «interrumpe» el movimiento para recuperar el relato,  con toda la normalidad que su hiperventilación le permite. Entradas y salidas que hacen dejar de saber qué es dentro y qué es fuera, si movimiento o si relato, o cuánto de movimiento tiene el relato (cada vez más) o cuánto de relato tiene el movimiento (cada vez más), y cómo las líneas de esos dos acercamientos que antes definí como «paralelos», con la subida del latido del corazón, el sudor, y el calor, van reblandeciéndose hasta encontrar puntos de intersección para empezar a ser cada vez más lo mismo.

Esther tiene otra cuenta pendiente en su trabajo con algo que debería hablar con Amaranta Velarde, y puede ser como jugar a ser una dj, pero d no de disc, sino de dance. En todo momento lleva o juega a llevar un bpm marcado, para romperlo o sustituirlo por otro, intuyo también que escuchando cómo entra una música y va desvaneciéndose otra, aunque sus movimientos, ocupando cada vez más espacio, están realizados en silencio. Silencios atravesados de fragmentos cortísimos de luz o música, como metralla lumínica y sonora que a veces coincide, otras no. Fragmentos que nos devuelven a la esterilidad del fondo blanco. Que nos hacen poder imaginar tantas cosas antes y después del silencio que ha reservado para que estemos juntos y podamos imaginar estarlo aún más.Para terminar, Ester, sin abandonar la dinámica, nos invita a que entremos con ella a escena, si queremos hablar un rato de todas estas cuestiones. Precísamente, entrar a escena, confesó más de uno, era algo a lo que no sabíamos si se nos estaba llamando todo el tiempo, no solo al final.Juntos, en escena, hablamos más de esta complejidad de temáticas que de la pieza en sí, porque la conversación es movimiento, parte de la pieza que sigue sucediendo, y si está pasando no podemos hablar de ello con claridad.

Nos quedamos con la sensación de que con We Can Dance han llegado un montón de hallazgos inesperados que cambian la visión de Esther de su propio proyecto y de quienes la hemos encontrado. Y eso nos da ganas de seguir nuestro camino, al encuentro de tantas cosas.

Por motivos muy distintos me vienen al recuerdo nuestras queridas Elilsa Arteta, que también estuvo en el LAV hace tiempo con un proyecto llamado «Danza y política», por la manera de abordar tantos materiales y el contacto con el espectador. Pienso también más recientemente en el caso de Julián Pacomio, que si ser arquitecto nos trajo una de sus traducciones escénicas de un edificio que es a su vez la traducción de una novela, en su proyecto «Espacio Hacedor». Pienso en lo que le falta y lo que le sobra al proyecto de Esther conrespecto a esos otros proyectos que sin querer resuenan en mi. Nada es mejor que nada, me digo, pero en cualquier caso, en los múltiples caminos que todo esto puede tener, el trabajo de Esther ahora mismo es de hormiguita, de seleccionar y desechar, de tomar conciencia. Tiene un Iceberg de contenidos y en su manera de aproximarse a él todo está interconectado. Algo estupendo, por un lado, y cargante para ella, por otro, pues muchos pasadizos imprescindibles llevan al mismo lugar.

Tal vez Esther deba desenfundar su madera de arquitecta para bailar con su proyecto, extenderlo sobre una mesa como un cadáver o un plano, dibujar en planta la forma de esos elementos / órganos vitales imprescindibles para que la criatura pueda andar. Dibujarlos y comenzar a trabajar cómo se transita de unos a otros. «Less is more», con la planta del Pabellón Barcelona, decía la camisa que llevaba puesta el día que conocí a Ester en La Laguna. A lo mejor no era una casualidad.

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FOTOS:
_Las del teatro nos llegan gracias al buen hacer de nuestro Javier Pino.
_Las demás, cortesía de nuestras amigas de SOLAR.
_La última, de nuestro primer encuentro, como si esto fuera Instagram.

The Lieder / ALTOFEST- Nápoles

Desde el día 30 de junio acompañaré a Javier Cuevas y Sara Serrano en Nápoles, para formar parte del equipo al que se sumará Raffaella Menchetti para poner en marcha de nuevo la maquinaria de THE LIEDER, comenzando una nueva búsqueda de profundización en esta práctica, capaz de hacer cristalizar nuevas formas. A Tenerife (x2), Murcia y Sabadell se suma ahora Nápoles en el contexto de un festival human/site specific donde sobre todo nos interesará la adaptación del trabajo a las gentes, contextos y costumbres que se crucen en nuestro camino, o que hagan con nosotras camino al andar. Tras varios días de encuentro, como se explica en la convocatoria aquí, haremos una práctica compartirda con quienes nos hayan acompañado y quien se sume a conocer el trabajo ese último día.

ALTOFEST es un festival pequeño pero molón, realizado con una base fuerte de trabajo colaborativo que implica los distintos contextos en los que se celebra y lo hacen posible. Para conocerlo, mejor hacer click en el enlace anterior.

SPANISH MATXHBOX nace de un proyecto de plataforma de Creación Contemporánea Española que tras una serie de actividades internacionales cristaliza en un festival en E&G Teater (Stamsund, Noruega). Este año, damos un paso más, transformando el concepto de festival en una programación capsular capaz de ensamblarse en sedes de diversos encuentros y festivales que comparten una sensibilidad común con Spanish Matchbox, multiplicando el alcance y las posibilidades de interrelación de los proyectos que participan. Inauguramos esta programación capsular en ALTOFEST, un perfecto contexto de retroalimentación. que en esta ocasión realiza tres propuestas programáticas:
THE LIEDER, de Javier Cuevas y Sara Serrano.
WAKEFIELD POOLE, de Celeste González.
LUCHALIBRO – GUATEQUISTA, de Hugo Clemente.

Además, estamos muy contentos, porque aparte de esta cápsula de Spanish Matchbox y de poder compartir experiencias con público, artistas y talleristas, en Altofest tendremos la maravillosa compañía de Societat Dr. Alonso, presentes también en el festival para hacer una adaptación de Andrei Rublev, una paniconografía

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The Lieder se articula a partir de dos actos de resistencia: marchar y cantar. Marchar como acto colectivo y cantar como otro. En él, al marchar juntxs de una manera abstracta, vaciando de contenido la propia marcha, se consigue volverla concreta, haciendo hincapié en el marchar en sí. No es una manifestación, una protesta, un éxodo, o una peregrinación. Es todas ellas a la vez o ninguna. Es el principio a partir del cual muchos cuerpos encuentran un motivo común (y dentro de él muchos individuales) desde el que nace su propio movimiento, organizándose como los peces forman banco o los pájaros bandada.

Sobre él la voz aparece acompasada por el paso. El canto va al tempo del caminar. Con el coro, como ocurre en la procesión, en la expedición, en la marcha militar o en la excursión, acaba por no saberse si el paso marca el compás a lo cantado o la canción al paso. Es así como nacen los himnos, los cantares colectivos. Y tras caminar en el entorno urbano o en el bosque, la marcha y su canto entran una sala (de teatro) para que pasen otras cosas…

 

Indicaciones Artificiales / Carmelo Fernández

CARMELO FERNÁNDEZ

Carmelo Fernández es la concentración de un nogal en cada una de sus nueces.
Y el relieve de un centauro que pretende ir más allá de su metopa.
Carmelo Fernández es un Laocoonte apolíneo.
Y el letargo entre erupciones que hace al volcán parecer solo montaña.
Porque Carmelo Fernández es el desplazamiento de una montaña.
Pero solo porque es una crisálida a punto de volver a entrar al aire.
Carmelo Fernández es el año que una rinoceronta blanca amamanta a su cría.
Y la superposición de capas de nácar en la redondez imperfecta de una perla.
Carmelo Fernández es lo que ocurre entre la raíz de un drago y su flor.
O una pluma de faisán cayendo al mar en espiral desde lo alto de un acantilado.
Carmelo Fernández
es la línea imaginaria que separa y une las estrellas para hacer constelaciones.
La ceguera de un cangrejo muy pequeño en el fondo de una fosa del Pacífico.
Carmelo Fernández es todo lo que pasa tras la cáscara de un huevo de serpiente.
Y la fricción que desde dentro ilumina la tormenta
justo antes de que el trueno haya estallado.
Carmelo Fernández es la paciencia de la seda pendiente
en la tela de todas las arañas.
Y el abrazo de piedra que se dan la gravedad y los arcos del crucero de una iglesia elevada por la fe de sus cimientos.
Sí: Carmelo Fernández es un centauro.

Me apetecía mucho situar estas palabras diciendo dónde, cuándo, con quién. Hubiera dicho cómo intercambiamos nuevas ideas, antiguas batallas, renovadas identidades (algunas documentadas) en un ambiente afectado por lo que nos vapuleó en el teatro. Pero cambié de opinión. Nombrar a cada cual es tedioso como la alineación de un partido de fútbol. Me vi tentado por el entusiasmo ante cierta cantidad de ‘escena contemporánea’ asistente (por llamarla de algún modo). Banalidades mías que me hacen comprobar que al menos uno todavía no está completamente seco: a veces aún la emoción puede a lo demás. Como sea, en este esperado estreno en la Sala Insular de Teatro de Las Palmas de Gran Canaria el pasado viernes (y sábado) un grupúsculo de artistas salpicó el nutrido público, llenando un espacio que aunque conocía como espectador e intérprete, me parece siempre nuevo. Y Carmelo vació el patio de butacas para moverse ante el escenario. Y esa iglesia reconvertida , flanqueada por grandes pilares y con tanta altura, resultó tan atractiva por sí misma. La foto no hace justicia, pero era justo sacarla.

¿Qué es ‘INDICACIONES ARTIFICIALES?

No lo se. Ahí voy: Indicaciones Artificiales es un conciertazo. En él, Toño del Barco plays el piano y Carmelo Fernández plays el cuerpo. Decir esta aberración me parece imprescindible. El castellano cojea, no me acerca a lo que creo entender.

En la música que suena cuando ambos intérpretes tocan lo suyo hay espacio para que un bordón haga de mantra y nos meza por momentos alargados. También para que la melodía de uno repose y se deje transportar suavemente sobre el lecho armónico trenzado por el otro. Ambos comienzan el concierto en unas sonoridades mínimas que transitan de manera delicada hasta llegar sutilmente a momentos de gran intensidad y volúmen. Ahí ya pueden jugar con los contrastes, con lo abrupto, liberando bandadas de semicorcheas para que se difunimen en el aire y reposar de nuevo en otro bordón monocorde. O en el silencio. Porque en este concierto hay silencios. Muchos. De piano. O de cuerpo. O de ambos. Silencios de los que ocurren, que se escuchan. Silencios que, como están antes sobre el papel (anotados, porque han nacido de las músicas del cuerpo que baila el sonido y/o de los sonidos de mover el cuerpo) necesitan ser leídos. De ese modo, el silencio no es un ‘no hacer’ o una espera, sino la interpretación de una figura muda entre compases. Silencios donde ambos músicos se asoman a su partitura sin dejar de estar ante nosotrxs, y así reflejan la escritura con la acción. Escuchándose, en los transportes y apoyos mutuos con los que suenan y hacen sonar al otro, hay también espacio para la disonancia. O para abandonarse. Y buscar el camino del propio instrumento (piano o cuerpo), desentendiéndose del otro. Desencuentros desde donde sus frecuencias van ajustándose a cada vuelta. Y al reencontrar el unísono, asistimos al derrumbe controlado de toda la densidad de este trabajo sobre nosotrxs. El canal: la mirada de Carmelo, un estribillo capaz de volver siempre diferente e idéntico a sí mismo.

Un concierto, incluso, con momentos para solos, donde Carmelo casi desaparece para que veamos la voz del piano golpear su aparente inmovilidad, con nuestra mirada espiando cómo se mueve el otro cuerpo, atrincherado tras su instrumento. O donde una melodía de Toño resuena sin que pulse ninguna tecla, presente ahora en la secuencia: torsión de hombro / flexión de codo / giro de muñeca / rotación de homóplato /retroversión de columna / desequilibrio de pelvis / giro sobre el talón / paso al fondo / quietud.

Nuestro querido Jaime Conde-Salazar incluye en La danza del futuro un capítulo titulado La danza del futuro también está en el pasado, tal vez el cogollo de todo su ensayo. Viene muy bien recordarlo. Porque lo que Carmelo ha hecho con Indicaciones Artificiales, como dice Jaime,  «existe en muchos tiempos distintos. No es una cosa reciente, ni siquiera novedosa. Lleva pasando desde hace mucho». Al asistir (y observar, escuchar, dejarse abrazar por) Indicaciones Artificiales ocurre algo o todo de eso. Frases sueltas: «En esta habitación dormía el Califa» / «Este es el traje que usó la actriz para esa película» / «Los aborígenes fueron bautizados en este templo» / «Esta es la cama donde murió nuestro abuelo». Cada una da paso a un silencio que creemos hacer nosotxs con nuestro estupor. Y no. Es el pasado, que no ha pasado, pasando, haciéndose presente. Igualmente, en Indicaciones Artificiales muchas frases dan paso a un silencio que creemos hacer nosotrxs con nuestro estupor. Y no.

Podemos decir que con Indicaciones Artificiales viajamos al pasado. Es mentira, claro. La metáfora ayuda a nombrar algo incomprensible, que es que el pasado nos llegue. Asistimos a algo como una pieza de danza moderna de principios del siglo XX que en su intención antigua de ser avanzada reformula todo lo bailado antes y nos lo presenta de manera inusitada. Nuestros ojos de 1910, que nunca habían visto algo así, dibujan figuras geométricas siguiendo el movimiento de los brazos de Carmelo sin saber que éste sale de sus tobillos, articulados para desplazarse hasta el siguiente acorde, en 2017. En esta danza cuántica, Carmelo compromete su cuerpo en habitar un lienzo tridimensional, el enorme prisma del SIT, cuyo aire es capaz de centrifugar. De la geometría trazada nos hace ver cada punto, cada línea, cada mancha mientras la realizada, y es Toño quien les da color con el tono de sus notas.

Es conocida de sobra la cercanía íntima de Carmelo a las prácticas de Gurdjieff, uno de tantos códigos ocultos y presentes en la sinfonía en movimiento que nos hace escuchar. Con el viaje al (o del) pasado que hemos visto, estos códigos secretos bailan con lo que vemos, e igualmente posibilitan que la sombra de Nijinsky entre en la danza, dentro y alrededor de su cuerpo, permeable y rotundo. Pero quien haya resistido a leer todo esto podría pensar que Indicaciones Artificiales es un ejercicio de arqueología. Nada más lejos. En ese figurado «viaje al pasado», Carmelo estaría incorporando una danza sin pretensión vanguardista o rompedora, sino clásica, en el mejor de los sentidos, como es el de abrazar las danzas del futuro que le precedieron. Por eso Carmelo no revisita ni reversiona nada. Se vacía ante nosotrxs y es él quien se deja visitar por algo. Entregándose, es poseído y nos lo traspasa.

Así llega, incluso, el personaje, con un juego de máscaras. Desde el fauno a la bailarina, el humor y lo sensual desarticulan el lugar que ocuparan antes la geometría o la fuerza. Y en ese carrusel de posesiones, humor y sensualidad se dan la mano para irse al extremo: aparece entonces Belcebú. Temperatura de horrores profundos, de negrura y exceso. Y la voz (única parte del cuerpo que quedaba por mover) escupida como lava.

Discutimos luego lo oportuno de la textualidad en la pieza. Opiniones. Tal vez en una propuesta donde debamos hacernos cargo tan claramente de nuestras expectativas e incomodidades, enfrentarnos al texto y encajarlo sea otra de ellas, otro reto más que nos es lanzado. Como sea, ese otro Carmelo, el de fuera de escena, no el eterno, trabajará para decidirlo. Porque últimamente parece que es lo único que hace. Trabajar. Y por eso le debemos tanto agradecimiento.

Como epílogo:
ENTRE LO QUE PODRÍA HABER SIDO Y LO QUE AÚN NO SERÁ.

No sabía que escribiría y menos esta parrafada. Uno acaba de actuar en una nebulosa donde no atisba muy bien quién es y qué acaba de pasar. Fuera de lo racional y el lenguaje. Lo curioso es que me pasara a mí viendo hacer. Las primeras líneas de este texto nacieron en un barco de regreso a Tenerife. Me resistía a que fueran un poemita, qué cursi. Luego me abandoné. Pensé: si viene de algo tan honesto, el poema será una herida. Y una herida nunca es cursi. La estética es una ética, dicen por ahí personas que saben.
Carmelo Fernández trabajó y compartió un embrión que aún no era esto en el LEAL.LAV para ir a trabajar a Graner con Sonia Gómez. Qué gusto verla siempre y qué bien le viene al trabajo. Es bonito preguntarse si es ella, o ella y el entorno, o el entorno y el triángulo Toño/Sonia/Carmelo quienes han compuesto una serie de indicaciones artificiales con que dar organicidad a lo geométrico, o bien desnaturalizar lo orgánico. O si es la pieza una composición de indicaciones artificiales para quien mira.
Sea como sea, pienso en lo que aún no será, pero será. Muchos programadores o espacios queriendo este trabajo vibrando cerca. Habrá quien diga que tengo demasiada imaginación. Pero lo que digo es lógico: siendo avispado, ¿quién no programaría una pieza donde aparece Nijinsky? Sería vivir con mentalidad de 1910. Y ahora debemos trabajar nuestro presente.