Esto no es una crónica del FAM 19

Entre los pasados días 5 y 9 de junio se desarrolló en Tenerife una nueva edición (y van 9) del FAM, Festival de las Artes del Movimiento, organizado por el Cabildo de Tenerife. Un nombre concreto pero ancho a la vez, que permite imaginar trabajos muy variopintos en su cartel, desde la danza al circo. FAM desplegó su programación por distintos espacios de de Tenerife, en teatros, calles y plazas, consolidando aún más la buena salud de este encuentro anual con una serie de actividades alternativas para hablar también de los alrededores de la escena y su salud. Por todo ello esta no será una crónica del festival, como indica el título. Si a estas alturas a muchas personas ya no nos atrae tanto la idea de festival, que suele suponer un atracón de trabajos sin tiempo intermedio de digerirlos, hacer crónica de ello sin un plan o sin colaboración sería un despropósito que obligaría a enumerar propuestas. Puede ser que esto también empiece a comprenderse desde algunas instituciones, pues esta vez se ha elegido no saturar y ofrecer también esos espacios de encuentro y discusión. Quienes quieran echar una ojeada a más información, el enlace del principio.

De todas las propuestas, tan variopintas como atractivas, haré unos comentarios solo de dos. Qué más quisiera que poder pasear por la mayoría (poder, con los recursos que eso supondría). Al menos este par de piezas, ni peores ni mejores, por suerte han nacido en lugares remotos la una para la otra, pertenecen a ecosistemas distintos y eso enriquecerá lo que pueda quedar entre líneas, que es probablemente lo mejor de lo que uno escribe, lo rozado, casi dicho, lo que se lee sin palabras.

Para hablar de Las Alegrías, trabajo en estreno con el que Paula Quintana inauguraba a la vez el festival es preciso hacer un ejercicio grande de distanciamiento, no se bien por qué, pero ya lo he dicho. Ahora recuerdo que viéndolo, viéndola no pude quedarme en el asiento, no pude abandonarme a contemplar, con ese abandono que significa involucración plena. De Las Alegrías hay tanto por decir que es un jaleo comenzar. Es un solo acompañado, como podría definirse, tanto, que requiere nombrar a muchas personas y alargaría esto como un gran programa de mano. Si bien, es ineludible la mención al acompañamiento artístico y la dramaturgia a cargo de Javier Cuevas, presencia constante que ha imprimido su carácter en lo que ocurre en escena y que también ha limado lo que de antemano pudiera caracterizar a la bailarina, haciendo posible tanto un entorno como un modo de habitarlo inexistente antes de que ambos colaboraran, y muy probablemente igual de sorpresivo y extraño para ambos. Aunque eso de limar no se ajusta a lo que quiero decir. Sustituyamos limar por moldear, pero sin molde, sino con las manos, pensando que dramaturgia, espacio, cuerpo, movimiento y carácter se han juntado de manera líquida para ser, ahora sí, un material con el que conseguir ese algo fluido que no termina de ser ante la mirada y que, por tanto, se escurre, se deforma entre las cuatro manos que lo sostienen, lo remueven, lo agitan o lo apaciguan.

Sin embargo, hay gente cuyo trabajo es materializar ese espacios, hasta entonces solo ensoñación, al que Javier invita a pasar a Paula, al que Paula pasar atravesando a Javier, sin que ninguno lo reconozca como casa. Construir un espacio para el tránsito hecho de tránsito. Un espacio líquido, como el sueño vívido de un paraje natural extraño, orgánico, un espacio en movimiento, constantemente auto-regenerándose, de lo micro a lo macro, un hueco en una profunda caverna subterránea o una burbuja a unos centímetros del borde de la atmósfera, pero ya en su exterior. La gente que hace que eso sea posible y se den párrafos como éste se hacen llamar CUBE.

Ese espacio, caverna o burbuja, es un vacío latente, como el interior de un órgano de un animal vivo, recorrido por una la luz como sabia o sangre blanca, que hace que resulte lejano e ingrávido en su conjunto, o bien que se nos acerque y apreciemos el peso del cuerpo milagroso de Paula sostenida sobre las aguas. Pero su cuerpo no se establece en lo milagroso para ser admirado como tal. Porque las formas en las que se mueve son salpicadura, agua que quiere sublimarse, como primera vida en un caldo primigenio con la voluntad de saltarse cada peldaño de la evolución y erguirse. Esa salpicadura, que es agua buscando una verticalidad invertebrada es Paula en movimiento.

Reversionar el mito de Narciso hoy, del que tan aquejados estamos, y superarlo solo se puede hacer desde lo femenino, en un sentido amplio. Y claro que Narciso era femenino, basta pensar que se enamoró de su imagen líquida. Sin embargo, esta Narcisa de Paula sabe de su propia naturaleza líquida y tiene lo que le faltara al mito, el compromiso al completo con la feminidad, que no desdeña la escucha. Y es ahí donde otros cuerpos entran a bailar, dando forma a un sistema que como público astrónomo podemos estudiar, investigando qué gira en torno a qué, qué leyes rigen el campo gravitatorio de ese hueco robado a un sueño en que se convierte por instantes la caja escénica.

Vuela, ajeno y suficiente, el asteroide o la roca, el tótem o la montaña desprendida, ese artefacto fruto del hacer de Tahiche Díaz, escultor y realizador de instalaciones que en este caso también ha participado de la misma escucha. Con ella ha dado forma a otro cuerpo, tosco y pesado, corporizando lo primario como un diamante no tallado que entra en la órbita que los pasos de Paula generan en ondas concéntricas, plegando la piel del espejo sobre la que se reflejan las distancias, volúmenes y huecos de este dúo. Poco a poco, la evolución peculiar de este mundo/pieza supera el vacío inicial. Como si el movimiento de estos dos cuerpos y sus reflejos lo produjeran, el sonido comienza a fluir, dando cuenta del aire que vibrando, aúna las distancias. La música, a cargo de Óscar Villegas, genera todo esto de un modo sutil, tanto, que sus distintas capas van apareciendo sin que lo notemos especialmente hasta que algo se instala y desaparece, tal y como ocurre con el cuerpo del meteorito y el de Paula.

Las Alegrías es una oda sin épica, una ensoñación sin referentes obvios que mientras transcurre nos mece, nos baja la tensión pero no la atención, que cuando acaba no acaba, porque va acabando, está acabando desde el primer segundo, en una concepción del tiempo como vórtice que subraya lo efímero de la mínima eventualidad. Las Alegrías no tiene euforia, no trata el sentimiento, sino que a través del establecimiento y la retirada de las distintas capas de los elementos que la integran va atravesando sensaciones. Es una obra sin palabras que no necesita que quien la mira se las ponga. Mucho menos éstas que escribo. Así cada cual la hace desde fuera, dejándose arrullar por un baile cósmico y moviéndolo al mirar un posible ritual folclórico del futuro donde nada está exacerbado.

Amuhaici Luis, con un vestuario igualmente adecuado ha sabido rimar su verso con el resto del poema para que cosas como ritual del futuro puedan ser imaginadas. Y por otra parte, Roy Galán ha tenido la tarea de escribir un texto de, para, por, desde, entre, la pieza. Un texto homónimo, publicado por Con tinta me tienes que no se ve en la pieza, que no sirvió de inicio ni le da fin, que no explica el trabajo ni lo apoya. Un texto que es otro reto, pues es escribir sobre un poema que ya dije que está hecho sin palabras. Un texto que nace del mismo cogollo creativo, como si una semilla del espacio exterior hubiera germinado en la tierra y al brotar la planta diera cuerpo, agua, diamante, sonido, palabras, luces, gravedad, reflejos, ecos y silencios. Porque tal vez toda alegría comparta el mismo átomo de paz sin la que no podría ser posible.

La segunda pieza de la que diré cosas es Esto no es una prueba de sonido, de Carlota Mantecón. Al igual que antes, que no lo dije, se me hace un poco más complicado comentar cosas de personas a las que conozco. Este vuelve a ser el caso, como antes, con tantas personas cercanas formando equipo, gente nombrada y no nombrada. Tal vez empiezo así porque ésto es lo único que ambas piezas comparten. Esto y que ambas son solos, pero solos que no están solos. Ahí se abre otra puerta por la que no entraré, pero que señalo para pensar cuánto de la vida cotidiana puede haber en eso. Hacer solos acompañados. Ahí lo dejo.

Como Magritte, Carlota comienza estableciendo lo que no es. Las expectativas, a las que les gusta la marcha, están deseosas de saltar. El linóleo blanco, la luz uniforme y general. Vaya. He usado dos adjetivos muy militares para hablar de la luz. Puede que no sea casual, y por eso algo en nosotros asimile rápidamente que Carlota entre en escena vestida de una pieza, con un mono de trabajo, cual obrera, a lo Meyerhold. Y sí, todo esto es la mar de subjetivo, son construcciones mentales elaboradas a partir de pequeñas informaciones de alguien que ha asistido a su (también) estreno, construcciones incluso de lo que el resto de espectadores podría estar recibiendo subliminalmente. ¿Es consciente esta decisión? Mejor dicho, ¿es intencionado sugerir algo de esto al tomar esa decisión? Realmente no importa. La información está ahí, pero no es imperativa. Podemos tomarla más o menos. El trabajo comienza a desarrollarse, vamos entrando en él. Sin embargo, cuando las primeras propuestas de la bailarina se establecen para que entremos en su juego, algo estalla, algo conecta con todo eso de antes. Esas cosas que eran solo ideas y ahora brillan con lo demás en escena.

Carlota está bailando. Se está desplazando a un ritmo rápido, y constante, algo sincopado, dibujando círculos, más bien óvalos que no son concéntricos, sino que parten más o menos del centro del espacio, como pétalos de una flor. Y ahora acelera el paso, y corre alrededor, manteniendo los giros laterales del torso hacia atrás mientras avanza. Antes de eso no se desplazaba. Su movimiento se mantenía en su eje. Y antes era aún menor. Solamente recorría algunas partes de su propio cuerpo. Todo esto porque antes hay un micrófono inalámbrico en escena. Un cuerpo pequeño cuya cabeza tiene voz. Los pasos de Carlota hacia el micrófono suenan amplificados. Al agacharse a recogerlo, el crujido lento del tejido del calzado, el chirrido amortiguado de la suela en el linóleo. En ese planteamiento mínimo queda establecida la base del juego. Y luego, todo lo anterior.

Hablar de la biomecánica de Meyerhold a estas alturas es como si este blog estuviera lleno de polillas, como si fuera a soltarme una chapa aburridísima. Sin embargo, sin ningún interés en hacer una arqueología escénica, hay algo de todo eso filtrado lo que Esto no es una prueba de sonido propone, y digo filtrado adrede, por no decir infiltrado, pues no podemos saber hasta qué punto ha sido una decisión consciente y hasta qué punto un hallazgo o una intromisión mágica del destino, estas cosas buenas que aparecen cuando uno iba en busca de su cosa.

Esto no es una prueba de sonido es una pieza de danza sonorizada, o un instrumento musical bailado, un solo tocado a cuatro manos y dos cuerpos, un dúo dinámico, o una instalación sonora intervenida. Poner micrófonos a la danza o poner cuerpo a la instalación sonora. O poner la norma de no definir cuándo se está en una cosa y cuándo en la otra. No distinguir. Estar. Estar vibrando. Bajar. Bajar mucho. Ir a un principio muy básico. Si lo escuchas es porque ha sonado. Si suena es porque algo ha movido otro algo que se mueve, que mueve una onda que mueve el aire que sigue moviendo la onda que entra en tu oído y que martillo, y que yunque, y que tímpano y que estribo y que microvibración, que electricidad, que información neuronal, que escucha.

Desde este punto de vista, tal vez gracioso, pero torpe en mi exposición, el hacer de Carlota se entiende mucho mejor como operaria de su pieza que estrictamente como bailarina, y mucho menos como intérprete. Al presentar su propuesta, Carlota se dispone como cuerpo vibrante a surcar las dinámicas del sonido de su propio movimiento en escena. Pero como una mesa de sonido retroalimentada, que recibiera el mismo sonido que estuviese emitiendo, a lo largo de su travesía encuentra, cómo no, momentos de acople de frecuencias que producen estridencias, tanto como silencios producidos porque las ondas sonoras que recibe y produce se neutralizan. Así, el cuerpo genera sonido y el sonido corporalidades posibles a las que el cuerpo-operario, sujeto y a la vez objeto de la propuesta reacciona en un presente contínuo.

Pero Carlota no está para nada sola en todo esto. Ese dúo, ese solo a cuatro manos y dos cuerpos lo realiza con la encomiable labor de Luz Prado, que además de su buen hacer, apoya el discurso anterior sobre la operatividad de la pieza y su concepción instalativa estando muy presente en todo momento, pese a permanecer inicialmente tras la pantalla y la mesa de mezclas. A las primeras incursiones de Carlota al micrófono va añadiendo paulatinamente delays con cuyos tiempos y feedbacks va jugando. De ese modo, algunos sonidos del cuerpo de Carlota quedan atrapados en repeticiones largas, sonando idénticos o degradándose cada vez, perdiéndose o permaneciendo en bucle. Y es aquí donde entra un cuerpo invisible en la propuesta: el tiempo (y con él, la memoria, la memoria de otros cuerpos y la memoria de los espacios). Sin ningún afán ilustrativo, y del mismo modo que actúa en nosotros el sentido del olfato, el sonido repetido del cuerpo y las voces, bien instantáneamente o bien transcurrido un tiempo en el que lo olvidamos, nos trae de vuelta (representa) los movimientos que lo produjeron. Por eso nombro ese tercer cuerpo, actor evocado, como cuerpo real. Sobre todo si la bailarina ha parado o ha entrado en una dinámica más pausada y lo que oímos es parte de un momento anterior de gran dinamismo, donde la musicalidad de su repetición nos hace revivir, casi ver la coreografía que suena, completada con la memoria de nuestros ojos.

Con todo esto, hay tiempo para uno de los momentos más hermosos del trabajo, en la que Luz Prado entra en escena, colocándose lejos de Carlota para que tomar ambas el extremo de un cable, hacerlo girar como una gran comba y convertirlo en una onda que gira en M sobre sí misma al acercarse. Una sinusoidal orgánica, ocurriendo en escena, que escuchamos girar ante nosotros.

Grandes trabajos recién estrenados, ambos solos acompañados. De este último uno se va con algunas preguntas que apuntan a lo dramatúrgico. Tal vez por mucha o poca, o otro tipo de dramaturgia, en Esto es una prueba de sonido ocurra que algunas propuestas se dilaten en detrimento de otras que no llegan a establecerse del todo, o donde cabría profundizar aún más sonoramente. Lo mismo ocurre con el efecto que produce el sonido en la memoria. Ambas cosas son minas donde sin duda ambas artistas pueden seguir excavando. Sin embargo, volviendo a lo esencial, pienso en que Magritte decía que no era una pipa su pintura de una pipa. Tal vez Carlota y Luz podrían presentarnos aún más una auténtica prueba de sonido (que negar con el título y la acción), pero que como tal tuviese tanto de sonido como de prueba. Y dejarse naufragar en ella, entrando por caminos que funcionen y abandonando otros que no lo hagan tanto según el día, siguiendo la prueba, moviéndose tras el sonido y viceversa, en ese presente.

Como dije al principio, muchísimas otras propuestas formaron parte de esta novena edición del FAM. Entre otras contamos con la siempre bienvenida Janet Novás presentando Mercedes y yo, o varias piezas con la firma de nuestro querido Daniel Abreu, al frente de LAVA, Cía de la que es director artístico. Me comentaba una amiga hace poco que este año había mucha presencia de artistas canarios y tenía razón en lo que quería decir. Es necesaria esa presencia. Pero así, del modo en el que se está dando. Si hace no tanto festivales como éste tenían un cartel más internacional, lo cual siempre es bueno para nutrirse de otras sensibilidades, en esta ocasión ha habido un porcentaje bien alto de propuestas canarias. Y lo bueno es que se nota que no tiene que ver con un proteccionismo por lo local. Se trata de un cambio de paradigma, pequeño, que no levanta ningún revuelo, pero donde la creación escénica canaria va encontrando naturalmente su lugar. Qué frágil es todo esto. Sigamos haciéndolo entre muchas.

Hechos de Movimiento, de Masu Fajardo en el TEA

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Mañana sábado 27 de enero a las 20h en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) se abre Hechos de Movimiento, una nueva fase del proceso de la coreógrafa Masu Fajardo.
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En esta nueva etapa de Hechos de Movimiento se ha trabajado desde comienzos de diciembre del año pasado. Si bien el día 22 de ese mes ya se realizó una apertura previa, mostrando materiales de cuerpo, movimiento y vídeo generados dentro del proceso.

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Ahora esta segunda apertura tendrá un carácter que fluctúa entre la exposición, la instalación y la comunicación, enriqueciendo y complementando el trabajo anteriormente mostrado, dando un nuevo giro sobre el material en vídeo y sobre todo poniendo el foco en algo fundamental dentro del discurso y la filosofía de este trabajo: la exposición de notas y apuntes de diversos artistas, tanto participantes en esta fase como ajenos pero afines, que han querido colaborar enviando y compartiendo sus apuntes. Anotaciones de este y de otros procesos creativos, actuales y antiguos, que no se exponen como resultado, en forma de notas sueltas, libretas, dibujos, fotos, croquis, tachones, vídeos…

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Personalmente estoy muy contento de poner el cuerpo en juego aquí junto a las artistas Gabriela Alonzo y Dani Curbelo, en uno de esos trabajos que no dejaría pasar como espectador. Cruzarnos de nuevo con la propuesta de Masu y generar entre todxs un equilibrio inestable al contagiarnos mutuamente, comprendiendo un proceso que a la vez se va generando y actualizando a medida que crece.

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Este no es momento de hacer un comentario muy profundo sobre un proceso del que formo parte y cuya fase actual termina mañana, pero sí cabe decir, para quienes estuvieron en diciembre y para quien quiera visitarnos de nuevo, que uno de los fundamentos esenciales ha sido el trabajo sobre la copia, concebida como herramienta y desarrollada en apropiación y deriva. Una labor meticulosa, artesanal, que nos hace volver al apunte y las notas (huella del cuerpo y a la vez mapa a seguir por éste). Trabajar la copia hace, entre tantas cosas, que un material de cuerpo devenga en nota, susceptible de ser incorporada por otra persona, que esa nueva incorporación sea anotada o registrada en vídeo, un nuevo apunte que a su vez puede ser también copiado, apropiado, versionado…

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Más aún: junto a esta parte expositiva, instalativa y de encuentro con las personas asistentes en el que intercambiar impresiones, mañana sábado se presentará el fanzine de Hechos de Movimiento, una edición planteada para la ocasión por Masu, editada por Javier Manrique y con collages realizados por Cero Fanzine, que incluye una selección de apuntes y textos generados en esta fase de investigación en el TEA por Dani, Gabriela y éste que escribe, y también por quienes generosamente se han sumado a la convocatoria que Masu ha hecho para ello.

Añado además el texto de la propia Masu, que introduce y enmarca esta publicación y da contexto al trabajo. Un texto sobre otro de los principios móviles que vertebran fluidamente el proceso, y que hemos llamado «liquidología», una de tantas palabras inventadas que han querido aparecer en el trabajo y que ahora resultan imprescindibles para nombrarlo.

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Como pueden ver, mucho trabajo, muy profundo y muy bonito, y que además encierra en sí mismo su propio principio. Y es que esta doble apertura del proceso responde a que todo lo invisible que ya estaba en y alrededor de nuestros cuerpos y movimientos el día 22 necesita la misma atención, cuidado, espacio y tiempo para ser visto. Un concepto hermoso, con muchas posibilidades para profundizar en él y con unas consecuencias transformadoras si nos planteamos aplicarlo tanto en escena como en el resto de lugares de la vida. Les esperamos con alegría porque necesitamos sus miradas.

Hechos de movimiento
es una práctica de creación compartida de Masu Fajardo con:

Gabriela Alonzo
Adán Hernández
Dani Curbelo

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Javier Manrique – Edición del fanzine
Cero Fanzine – Collages
Carlos VK Monitor – Videoartista
Victor Carballeira – Acompañamiento sonoro

Apuntes y notas en exposición y fanzine de lxs artistas:

Ana Beatriz Alonso
Paloma Hurtado
Tamara Ascanio
Begoña Vega
Lola Jiménez
Elena Albert
Norberto Llopis

Laboratorio de AcCión-TEA
Comisariado por Yolanda Peralta.

Convocatoria residencias SOLAR 2018

Tengo que pedir disculpas tanto a SOLAR como a la gente que conozco y que no, pero a la que me hubiera gustado hacer llegar esta convocatoria antes. Mucho trabajo en este inicio de año ha hecho que se me pasara. Aún así, queda algo de tiempo para que si tienes una propuesta la adaptes o imagines para el contexto de SOLAR, que he de decir que es uno de los mejores para hacer aterrizar un proyecto personal y el propio cuerpo, para desarrollar tal proyecto, contaminar y dejarse contaminar por el alrededor en un entorno de absoluto cuidado. No lo duden!

Convocatoria Residencias 2018
SOLAR ACCIÓN CULTURAL SOCIEDAD LUGAR ARTE
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La convocatoria para RESIDENCIAS ARTÍSTICAS y de INVESTIGACIÓN es una de las líneas de trabajo más importantes de SOLAR. Acción Cultural Sociedad – Lugar – Arte. Está basada en los mismos presupuestos teóricos que todas las acciones culturales que se desarrollan en el contexto de la asociación, es decir, apoyar a los artistas y sus lenguajes, a los investigadores/as, crear espacio social, generar nuevas conversaciones y proyectos, y convertir al ciudadano en parte activa de la cultura de su entorno.

SOLAR. Acción Cultural desarrolla, desde el año 2015, este programa de Residencias, habiendo sido beneficiados artistas e investigadores/as locales. Con el ánimo de afianzar el Programa de Residencias, para la convocatoria 2018, SOLAR cuenta con el apoyo, en forma de patrocinio, de TEA Tenerife Espacio de las Artes, permitiendo así la ampliación de esta línea más allá de lo estrictamente local.

Por este motivo, se convocan para 2018, 1 RESIDENCIA ARTÍSTICA para artistas con residencia en la isla de Tenerife, 1 RESIDENCIA de INVESTIGACIÓN para investigadores/as en Humanidades o interesados/as en la práctica curatorial con residencia en la isla de Tenerife y 1 RESIDENCIA ARTÍSTICA para artistas residentes fuera de la isla de Tenerife, independientemente de su nacionalidad y el lugar donde vivan.

Bases de la convocatoria aquí.

Las actrices siempre mienten, de El Pollo Campero / Teatro Victoria

Nos obsesiona la verdad. Qué es cierto y qué no. Podría significar que compartimos un sentido común crítico, que nos ayudamos frente a lo que nos falsea. Pero la obsesión es un caballo desbocado difícil de llevar. Nuestra preocupación con lo verdadero es el reflejo de que sabemos que vivimos en un estado y un Estado de engaño constante. Hace mucho que la verdad no es algo que se atisbe tras un buen trabajo de reflexión y conciencia. La verdad se produce. Y los productos se venden. Y se compran.

El Pollo Campero, comidas para llevar, es la Cía. teatral integrada por Gloria March y Cristina Celada, dos actrices (y performers, y dramaturgas, y auto-directoras, y auto-managers…) que forman un tándem electrizante en escena. Los días 11 y 12 de noviembre compartieron ‘Las actrices siempre mienten’ en el Teatro Victoria, una pieza que les está dando algunas merecidas alegrías. De hecho, las recibimos en Tenerife a su vuelta de Brasil, donde mostraron este mismo trabajo.

‘Las actrices siempre mienten’ es un fino ejercicio de metateatralidad abierto en canal en el que la pareja de creadoras nos muestran constantemente las entrañas, los mecanismos de esta cosa tan rara que es el teatro. Solo que para ir un paso más allá, en lugar de establecer una ficción para romperla, como dos magas que mostraran sus trucos, Cristina y Gloria nos han tomado la decisión valiente y fresca de establecerse en el lugar de la ruptura, en el estadio ambiguo y frágil de lo desarmado, donde están las piezas, para de vez en cuando juntarlas de distintos modos y que se den momentos de magia donde la ficción toma cuerpo, crece y se desvanece. Algo que es muy agradecido de observar como espectadores. Porque nos deja mucha libertad para elegir cual de las dos cosas queremos mirar más sin que podamos dejar de ver la otra. Y porque la mayoría de estas ficciones armadas a tiempo real están cargadas de mucha comicidad, realizadas a veces con la frescura del juego infantil, otras con el ridículo o el absurdo, pero sin perder en ningún momento un sentido un tanto más profundo sobre eso que veíamos antes de la verdad y la mentira, una raíz invisible, más política y filosófica, que lo vertebra todo sin ser nunca un discurso o un alegato.

Algo que funciona tan bien como eso de mostrar las piezas y juntarlas de distintas formas para crear algo como sombras de escenas efímeras es el modo en el que ambas nos reciben al llegar. Las actrices están en la calle y entran al vestíbulo con todo el mundo. Nos reciben y nos dan a elegir entre ir con una u otra para pasar un primer momento. Decimos adiós a la otra actriz y a la mitad del público. Vivimos algo que se nos cuenta, establecemos un síndrome de Estocolmo con la actriz que hemos querido que nos rapte. Nuestros acompañantes dejan de ser público y pasan a ser personas a las que nos une algo. Al volver al vestíbulo recuperamos a la otra actriz y a la mitad del público que habíamos olvidado. Y ocurren más cosas. Se ha roto algo en todas direcciones, no sabemos qué ha vivido la otra mitad y sobre todo, nosotros también somos recuperados. Así entramos a la sala. Con un relax y una sonrisa leve dibujada. Hemos compartido un pequeño ritual. No somos los de antes.

De las ficciones que comienzan a jugar ante nosotros, una de las que más seduce al público es el hallazgo de los doblajes en directo que Gloria y Cris realizan sobre fragmentos de películas. Poniendo voz a Marylin Monroe o Bette Davis, tratan los miedos y dudas indisociables de hacer el teatro que quieren hoy. Pero son Marylin y Bette quienes nos lo cuentan. A Gloria y Cristina las vemos hacer su trabajo de doblaje. Un distanciamiento entre lo que dicen y hacen presente en todo el trabajo, que han sabido desarrollar con sensibilidad e inteligencia para que las imágenes que nos muestran coincidan con el texto que se escuchó antes o con el que se leerá después, generando espacios de vacío de significado donde un poquito de poesía es posible si queremos participar en el juego con la mirada.

Teatro de hoy hecho por ellas. Hay que animar a esta pareja a que siga trabajando. Pero espera…

Tengo la sensación de que toda esta crónica es mentira. Primero, porque es solo una visión subjetiva. Y segundo, porque al decir ‘metateatral’ caemos en una trampa: distinguimos entre esa muestra de ‘lo real’, donde solo hay trozos que se nos muestran, de ‘la ficción’, lo que construyen con esos trozos. Pero, ¿no es todo construcción, incluidos esos momentos naturales donde parece ‘no pasar nada’? ¿Hasta qué punto las actrices que nos reciben en el vestíbulo son personajes de otra ficción invisible? Al final va a resultar que el teatro, esa cosa tan rara, está también poderosamente viva, porque sigue despertando preguntas sin respuesta cierta a estas alturas. Y eso es muy necesario. Vayan a ver este trabajo. No se engañen.

We Can Dance – Esther Rodríguez Barbero – LEAL.LAV

We Can Dance de Esther Rodríguez Barbero, artista madrileña afincada en Bruselas, ha sido el segundo proyecto del año seleccionado en mini-residencia artística 3’33 de LEAL.LAV. Y en la muestra contamos con un público amplio donde nos alegró haber visto tantas caras nuevas y jóvenes.Las mini-residencias apoyan desde lo pequeño proyectos germinales en primera fase de desarrollo o gestación. Naturalmente ha pasado a formar parte de las mismas el acompañamiento a la artista en su proceso. A veces éstos trascienden el ámbito del LAV, como en esta ocasión, donde tuvo lugar un encuentro en la Asociación SOLAR entre Itsaso Otero y la propia Esther. Las dos residentes en SOLAR y LEAL.LAV respectivamente. Las dos envueltas en la reflexión sobre el espacio público y su intervención desde lo artístico. Al explorar territorios comunes que sembrar de interrogantes concretos, se dio un enriquecedor encuentro.

Esther Rodríguez Barbero, arquitecta de formación, ha realizado el movimiento transversal de cultivar su creatividad en los territorios de la danza, ya habituales para ella. Pero una no elige siempre lo que cree. Hay factores que potencian y moldean la personalidad, convirtiéndola en cierta indeterminación concreta. We Can Dance nace desde su necesidad de preguntarse qué concebimos o no como danza, pensando a partir de qué momentos el cuerpo en movimiento puede considerarse cuerpo que baila. Y también desde su curiosidad ante la legislación o prohibición del hecho de bailar en ciertos países. Finalmente, ambas cuestiones son abordadas en paralelo, en un acercamiento tan discursivo como corporal, poniendo en relación el valor del propio cuerpo frente al espacio público y urbano.

A la hora de compartir sus acercamientos a estas cuestiones se generan momentos muy frescos donde accedemos a un trabajo voluble, huidizo de nuestras miradas, capaz de hacerse muy presente o desaparecer. Que juega con las convenciones de la presentación escénica mientras trata los temas mencionados. De ese modo, seguimos las pautas que Esther ha decidido darnos, olvidando a veces que lo que nos propone es el revestimiento de una estructura, un cerramiento que está al servicio de una construcción mayor.

Por eso, entrar a la sala se convierte en parte experiencial de la pieza, realizando un recorrido por espacios normalmente inaccesibles para el público antes de llegar al espacio donde veremos a Esther bailar (¿o es esta invitación una pieza de danza que estamos haciendo entre todos?). Ese camino nos hace transitar el escenario vacío de la sala principal del Teatro Leal, donde realizamos un saludo como la gran compaía que somos.

Ya sentados cada uno en su butaca, ester, desde el linóleo, sigue hablándonos de su residencia, ahondando en lo que y le he mencionado más arriba, para interrumpirse y comenzar a marcar claramente compases de 4 en el suelo con los pies. Un movimiento imparable y progresivo que nos hace oir en el silencio de la sala, guiado por el tap que ella marca, el montón de techno que se está desarrrollando dentro de su cuerpo, sin que podamos escucharlo.

Esther se «interrumpe» el movimiento para recuperar el relato,  con toda la normalidad que su hiperventilación le permite. Entradas y salidas que hacen dejar de saber qué es dentro y qué es fuera, si movimiento o si relato, o cuánto de movimiento tiene el relato (cada vez más) o cuánto de relato tiene el movimiento (cada vez más), y cómo las líneas de esos dos acercamientos que antes definí como «paralelos», con la subida del latido del corazón, el sudor, y el calor, van reblandeciéndose hasta encontrar puntos de intersección para empezar a ser cada vez más lo mismo.

Esther tiene otra cuenta pendiente en su trabajo con algo que debería hablar con Amaranta Velarde, y puede ser como jugar a ser una dj, pero d no de disc, sino de dance. En todo momento lleva o juega a llevar un bpm marcado, para romperlo o sustituirlo por otro, intuyo también que escuchando cómo entra una música y va desvaneciéndose otra, aunque sus movimientos, ocupando cada vez más espacio, están realizados en silencio. Silencios atravesados de fragmentos cortísimos de luz o música, como metralla lumínica y sonora que a veces coincide, otras no. Fragmentos que nos devuelven a la esterilidad del fondo blanco. Que nos hacen poder imaginar tantas cosas antes y después del silencio que ha reservado para que estemos juntos y podamos imaginar estarlo aún más.Para terminar, Ester, sin abandonar la dinámica, nos invita a que entremos con ella a escena, si queremos hablar un rato de todas estas cuestiones. Precísamente, entrar a escena, confesó más de uno, era algo a lo que no sabíamos si se nos estaba llamando todo el tiempo, no solo al final.Juntos, en escena, hablamos más de esta complejidad de temáticas que de la pieza en sí, porque la conversación es movimiento, parte de la pieza que sigue sucediendo, y si está pasando no podemos hablar de ello con claridad.

Nos quedamos con la sensación de que con We Can Dance han llegado un montón de hallazgos inesperados que cambian la visión de Esther de su propio proyecto y de quienes la hemos encontrado. Y eso nos da ganas de seguir nuestro camino, al encuentro de tantas cosas.

Por motivos muy distintos me vienen al recuerdo nuestras queridas Elilsa Arteta, que también estuvo en el LAV hace tiempo con un proyecto llamado «Danza y política», por la manera de abordar tantos materiales y el contacto con el espectador. Pienso también más recientemente en el caso de Julián Pacomio, que si ser arquitecto nos trajo una de sus traducciones escénicas de un edificio que es a su vez la traducción de una novela, en su proyecto «Espacio Hacedor». Pienso en lo que le falta y lo que le sobra al proyecto de Esther conrespecto a esos otros proyectos que sin querer resuenan en mi. Nada es mejor que nada, me digo, pero en cualquier caso, en los múltiples caminos que todo esto puede tener, el trabajo de Esther ahora mismo es de hormiguita, de seleccionar y desechar, de tomar conciencia. Tiene un Iceberg de contenidos y en su manera de aproximarse a él todo está interconectado. Algo estupendo, por un lado, y cargante para ella, por otro, pues muchos pasadizos imprescindibles llevan al mismo lugar.

Tal vez Esther deba desenfundar su madera de arquitecta para bailar con su proyecto, extenderlo sobre una mesa como un cadáver o un plano, dibujar en planta la forma de esos elementos / órganos vitales imprescindibles para que la criatura pueda andar. Dibujarlos y comenzar a trabajar cómo se transita de unos a otros. «Less is more», con la planta del Pabellón Barcelona, decía la camisa que llevaba puesta el día que conocí a Ester en La Laguna. A lo mejor no era una casualidad.

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FOTOS:
_Las del teatro nos llegan gracias al buen hacer de nuestro Javier Pino.
_Las demás, cortesía de nuestras amigas de SOLAR.
_La última, de nuestro primer encuentro, como si esto fuera Instagram.

Viernes, sábado… y domingo! / LEAL.LAV

VIERNES 10

Con el tiempo justo llego a esta entrada porque es imposible no informar de lo que se nos viene encima y de nuevo vuelve a alegrarnos el día a día. Muchos planes, algunos inesperados, alrededor del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Tinerfeñxs, tomen nota, que aún están a tiempo y abróchense el cinturón:

Hoy, viernes 10 a las 21h, una gran cita, «Rublev, una paniconografía», la última y esperada pieza de Societat Dr. Alonso que vuelve a visitarnos a la isla, esta vez junto a Nazario Díaz, con el que la compañía se tropezara ya hace algún tiempo aquí mismo cuando desarrollaba la residencia de «El desenterrador».

nazario

Este útimo trabajo estrenado por Tomás Aragay y Sofía Asencio quiere generar un repertorio de iconografías del cuerpo humano, y al mismo tiempo trabajar con el sonido y la escenografía como símbolos del paisaje. Un encuentro entre tres creadores fruto de un primer encuentro en LEAL.LAV que se materializa en esta pieza hecha para ser contemplada.

Andrei Rublev toma como punto de partida y título la película de Andrei Tarkovsky rodada en 1966, donde el pintor Andrei Rublev (1360 – 1427) realiza un largo viaje en la Rusia medieval para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin.

La obra del singular pintor, con su estilo iconográfico único, provoca en el espectador un impacto y recogimiento interior debido al uso de la perspectiva invertida, que nos habla del arte no como un retrato de la realidad sino como una realidad entre las realidades.

Dirección: Tomàs Aragay
Dramaturgia: Tomàs Aragay
Coreografía: Sofia Asencio
Creación e interpretación: Sofia Asencio y Nazario Díaz
Espacio escénico e iluminación: CUBE. SZ
Producción: Imma Bobé

Espectáculo co-producido por Temporada Alta y el Festival Alto de Vigo.
La Sociedad Doctor Alonso recibe la ayuda del ICEC y el INAEM.

Entrada 8€ / Si tienes 18 años entras gratis.

SÁBADO 11 – por la mañana

Por si fuera poco, Sofía y Nazario ofrecerán mañana sábado 11 a partir de las 10 de la mañana un taller de dramaturgias de la imagen (ojo performers, actores, actrices… y escenógrafxs, videoartistas, fotógrafxs…) La inscripción es gratuita y sigue abierta a través de LEAL.LAV

SÁBADO 11 – por la tarde/noche

PARA

He aquí una gran sorpresa. El paso de Societat Dr. Alonso siempre se deja notar. Sin embargo, si algo nos ha marcado a muchas personas es el trabajo con El Desenterrador. Por eso hemos acordado un encuentro para volver a desenterrar palabras en común, algo en lo que es tan bonito participar como asistir para presenciarlo. Nuestro encuentro para realizar «El Desenterrador de Palabras» será en el emblemático Equipo Para de Santa Cruz de Tenerife, a las 22h. Desenterradorxs! Dense por avisadxs y convocadxs! Allí estaremos, pico y pala, pala y pico, con quien se nos quiera sumar!

DOMINGO 12 – por la mañana 11h

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Y por si fuera poco, acogemos este domingo 12 la segunda sesión de SUN DANCE FAMILY SESSIONS, un proyecto de LEAL.LAV + Micromusic con el que la Sala de Cámara del Teatro se convierte por unas horas en pista de baile, aunando la mejor y más bailable música electrónica en un ambiente saludable para una matiné de danza en familia, entendiendo familia en su versión más extendida y divertida. Esta sesión combinará un calentamiento inicial para ponernos a tono con Teresa Lorenzo, y estará sonorizada por la mezcla rica de DJ WATTSRIOT. Un éxito asegurado para que bailemos jóvenes de 0 a 99 años con entrada a 3€ y gratuita para los menores de 18 añitos. A bailar todo el mundo, que al final la familia se disuelve y no se sabe lo que es, y es tal vez, un grupo de personas que hace una misma cosa junta, aunque sea por un momento. Y si dan dudas esta definición, echar un vistazo al vídeo de algunas cosas que pasaron en la edición anterior y la gran familia que encontró forma en ella.

Una entrada rauda y veloz a la que casi no he llegado y de la que salgo igualmente veloz porque tengo que prepararme para vivir todo esto! Besos a quien pueda leerme y si además de leerme estás en Tenerife… recomiendo no perdérselo por nada en el mundo!

¡Al cielo con ella! / ‘Somewhat Paler’ / Bárbara Sánchez+Jaime Conde / LEAL.LAV

¡Al cielo con Bárbara Sánchez! ¡Con Jaime Conde! Hasta con la pareja de alter-egos que han encontrado como broma que jugar en serio durante el proceso y que se ha hecho parte del proceso. Porque el proceso es todo, y en su intensa estancia por Tenerife Bárbara y Jaime no se detienen a enseñarnos eso, sino que nos hacen aprenderlo al encontrarse con nosotros, pues también lo están aprendiendo. ¡Al cielo, pues, con este proceso de gente bonita, afectada y que tanto se deja afectar! Proceso que incluye haber compartido los materiales del trabajo en la sala de cámara del Teatro Leal en un taller titulado acertadamente ‘Contemplación gozosa de la pena’. Un proceso del que ‘Somewhat Paler’ es otra parte, como la tesela de un mosaico mucho más vasto que el alcance de nuestra mirada pero que finalmente emerge sobre el conjunto, y es la parte a la que se le pone fecha, hora, lugar y hasta precio de entrada. Y emerge para que un grupo heterodoxo de personas asistamos a un acto que se basa en acompañar a la performer a través de un ejercicio de constantes cambios de estado, no todos agradables, no todos conocidos, no todos olvidados del todo, no todos identificables, con el desasosiego que eso pueda suponer. Y salir de ello con un estado general nuevo, revuelto, indefinible, sin duda muy distinto al previo y desde el que reconstruir tal vez una máscara con la que al menos tomar unas cañas.

colgadoComo viene siendo habitual, el pasado 7 de abril, 30 minutos antes de ‘Somewhat Paler’ tuvo lugar la conferencia performativa de ‘ESTO VA A ESTAR BONITO’, programa de Practicum del LEAL.LAV donde nuestro pequeño grupo de estudiantes universitarios expone ante el público ideas fundamentales sobre los artistas y su obra, a partir de la investigación realizada sobre los mismos. En este caso, Jaime se prestó a participar, haciendo una invocación por lo que estábamos a punto de vivir y tirando una carta del Tarot de Marsella. Nos salió el arcano XII, ‘El Colgado’. No me pondré ahora de ciberpitoniso ni nada. Solo decir que al contrario del yuyu que la carta pueda dar, importa su interpretación: este señor cuelga alegremente, casi juguetón, con los brazos recogidos en la espalda, casi en pose de descanso, al menos de no resistencia, aceptando la situación en la que lo han dejado o se ha puesto, que lejos de una tortura se vuelve una oportunidad de ver las cosas desde otro ángulo, en el que todo lo que está arriba se va abajo, y viceversa. Y en vivir eso es que estamos, dice la cartita. Ejem… (¡glups…!)

IMG_2240Bárbara espera que llenemos la sala en un determinado estado de partida. Porque de eso va un poco todo esto: de entrar y profundizar en diversos estados tanto como de parsimoniosas o abruptas transiciones entre éstos, pasos intermedios que son en sí nuevos estados preñados de matices.
Se de amigos jovencitos de nuestros alumnos que asistieron por primera vez al LAV. Se de quien aseguró no saber decir si aquello era teatro o danza, o si le gustó o no, pero que sin duda les afectó. Con la mirada puesta en un modo más tradicional y cómodo (y cerrado) descansamos a veces en la idea de ‘distintos personajes’ para hacernos entender o queriendo entendernos. Si dejamos de lado la exigencia impuesta de tanto coco y vemos que ante el cuerpo de Bárbara nuestros corazones entran ellos solitos en una montaña rusa inevitable, comprendemos en seguida que ese mamífero que me mira bajo los focos está haciendo una cosa muy bestia y muy anterior a la noción de personaje. Algo que si es primitivo, lo va siendo cada vez más, hasta que no se cómo poner el culo sobre el asiento. Algo que si desde el cuerpo empieza a aligerarse y estirarse, aligera y estira también el espacio y el tiempo y de repente… ¡hop! En las artes en vivo hay una cámara lenta orgánica. Y poco a poco otro algo comienza a pronunciarse diferente desde dentro de un confuso ovillo de carne. Lo noto y cuando me doy cuenta, en el lugar donde antes había un amasijo se ha ido dibujando una figura que se hace majestuosa por momentos, y empiezo a ver trasparentarse bajo la luz el mármol de la carne, de esta carne, viva y presente, la que siempre trató de atrapar la escultura clásica.
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Es aquí donde ocurren milagros a puñados. Que si antes no sabía dónde poner el culo, ahora una barbaridad de mirada nos clava con su aguja azul a los asientos, convirtiéndonos al público en una colección de insectos disecados. Así que mejor no moverse mucho, dejarse hacer por lo desconocido. Que lo que veo, lo que vemos, si nos dejamos verlo (porque hay que dejarse, dejarse ya en paz) es a la vez una virgen, una ménade, una sacerdotisa y una bruja que giran lentamente ante mis ojos. ¡Pero carajo, no es eso! Es la luz de las velas de la semana santa o de la hoguera en la tribu la que baila sobre la piel desnuda de Bárbara, de todas ellas a la vez. Y cuando el tiempo se hace tan denso que casi se oye, como si alguien hubiera abierto el grifo, se me caen dos lagrimones y me quedo de piedra, como una Medusa al revés ante esta Bárbara-espejo.

Pedro Mena2La PoupéeLos referentes son tan ricos y variados que tras la pieza apetece jugar a sondear lo que cada cual ha visto, lo que se le ha removido entre venus arcaicas y madonnas renacentistas, femme fatales y languideces casi románticas. Tanto hay en ‘Somewhat Paler’ que el dolor aflora como parece hacerlo de la madera tocada por Pedro de Mena, sin que las formas y sus tempos dejen de perturbar algo tan profundo e inexplicable como lo que remueve el erotismo visceral de las muñecas retorcidas de Bellmer. Todo un berenjenal de imágenes plagadas de lecturas. Lecturas femeninas (al servirse del cuerpo-medium de Bárbara) donde cada estado da espacio a la mujer que lucha, la que reivindica su cuerpo, la que sufre, la que ama, la que ansía, la que odia. Pero imágenes también del animal previo al hombre y la mujer, previo al lenguaje y al poder. El animal, la mujer y el hombre que somos todas. Y todos.anticristoTantas, referencias que hasta me arriesgaré a incluir una muy peligrosa, por cultureta, y sobre todo por inapropiada. Y porque no quiero ponerla. Que lo que Jaime y Bárbara están encontrando es muy bonito y este referente es feo y malo. Sin embargo… Mucho de ‘Somewhat Paler’ ocurre en un bosque imaginado. Un bosque a cuya linde viene a buscarnos ella, que nos tiende la mano para que nos atrevamos a entrar. Un bosque al margen del tiempo donde el relato de lo mítico es capaz de hacerse presente. Por eso el fotograma que he elegido, pese a pertenecer a la (in)olvidable peli ‘El Anticristo’ del von Trier, es éste y no otro: cero gore, nada escabroso, todo inquietante. En él una mujer doblega una naturaleza hostil al penetrar en ella. Porque ahí Charlotte Gainsbourg no es tanto su personaje como un algo de Lady Macbeth. Porque Bárbara no es solo ella, sino muchas: diosa y bruja desnudas en el bosque, como otras Lady Macbeth. Porque la misma Lady Macbeth no es ella, sino un eco de Lilith, aunque a la hora de relatar a Lilith los hombres con miedo, hayamos convenido decir que esa mujer liberada no era sino un resto de mal no contenido en el infierno. Porque sin valentía los hombres no asumimos que cada Lilith liberada es justo todo lo contrario, y que el infierno estaba y está en nuestros relatos. Pero para liberador todo el ejercicio que Bárbara nos regala, de tan pocos elementos y de tanta sutileza en cada momento que mis palabras apenas lo roza. Es por eso que al escribir queriendo ser concreto el lenguaje ronronea, da vueltas sobre sí mismo para hacerse poético, sabiendo que en este caso la línea recta no llega antes a donde apuntamos.
IMG_2443Codo a codo, Jaime y Bárbara caminan ese bosque nebuloso tras formas más o menos reconocibles y entran en relación con ellas sin nada asegurado. Ahí tienen la paciencia de hacerse preguntas no solo desde la incomodidad y la fragilidad, sino desde la desnudez, donde ocultarse ya no es posible. Así aparecen otros estados como el ritual de una obstinada danza febril donde cuerpo y manta se funden en una aglomeración de cuerpos en pos de un éxtasis. Así aparecen la elevación, la solemnidad y el silencio, con los ojos de Bárbara agarrados quién sabe a qué y un cuerpo que pende con su resistencia, hecha de músculos vibrando a cada pequeño paso, como el camino eterno de una escultura de Giacometti, el del éxodo en los interminables desiertos del Antiguo Testamento o hacia la Europa actual. Estados duros e indeseables donde, digámoslo de una vez, es capaz de irrumpir la belleza. Porque sí. Porque suena cursi y todo, pero es que cuando uno menos se lo espera, aparece la belleza y nos da una buena hostia. Y ante la belleza reconocemos la bondad. Y la fe. Y esta cosa tan extraña de estar vivos justo aquí y ahora siendo prácticamente absorbidos por la imagen que miramos. Y este trabajo tiene eso.

Duane Hanson - Mujer con carro de la compra.

Duane Hanson – Mujer con carro de la compra.

Pero eso y también un poco de esto. Quien haya seguido este blog habrá descubierto a esos alter-egos un tanto peculiares sustituyendo a Jaime y Bárbara para presentar el trabajo en el formato ‘VIDEOMATÓN’. Y es que recordando piezas de arte, se me ha venido esta para pensar que la belleza cuando llega, ya no se puede elevar más, pero bien que podemos engrandecerla mirándola de más abajo.

Me despido diciendo dos curiosidades del tarot. Quiero invocar cosas buenas para que a este gran trabajo le vaya muy bien. Y quisiera que salga la carta de la justicia. Que me he fijado y en el Tarot de Marsella la tía no tiene una venda en los ojos. Española no ha de ser. Pero como sea, apliquémonos el cuento e invoquemos que la justicia nos vea, para que a cada cual de nosotros nos llegue lo que nos debe tocar de verdad. ¡Justicia vidente! Que me dijo una amiga que el brillo de los ojos es lo único que no se opera.

La otra curiosidad me pasó al mirar mejor la carta de El Colgado. Los árboles de los que cuelga parece que están al revés, con las ramas abajo. Podría ser un juego invertido, donde el que mira es quien está colocado al revés… Lo más curioso es que investigo y descubro otra ilustración con una grafía en la letra más abierta, y mira lo que pasa:

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Al dar la vuelta a la carta de El Colgado, donde antes decía PENDU (colgado) ahora parece querer decir DANSE (danza).  ¿Será que todos los que nos vieron como colgados no pudieron darse cuenta que en realidad estábamos haciendo danza del futuro? Como para darle vueltas, nunca mejor dicho. Sea como sea, todo está cambiando. Benditas cosas encontradas.

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Todas las imágenes son básicamente expolio de internet salvo las dos fotos oficiales del Teatro Leal, cortesía, como siempre, del sorprendido ojo de Javier Pino.

‘Los Argumentos’ / NumaCircuit 016

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NUMAcircuit es una plataforma para los nuevos lenguajes del arte promovida por un equipo independiente, en colaboración con entidades públicas y asociaciones culturales. A lo largo de sus distintas ediciones ha aglutinado a diversos artistas con procesos de creación muy ligados a la experimentación en nuevos lenguajes que se mueven las lindes frágiles entre géneros y estilos, difíciles de clasificar. Si en un principio su naturaleza lo vinculaba más directamente al arte sonoro, bien es verdad que con el paso del tiempo el propio festival ha evolucionado en su proceso, como los artistas que busca, abiréndose a más campos como la instalación, el vídeo, las artes escénicas o las propuestas que combinan estos modos de expresión. Además, como viene siendo habitual, no faltará la realización de talleres para todos los gustos, actuaciones de un buen número de artistas tanto de ámbito local como internacional y alguna que otra sorpresa como ‘cabeza de cartel’. Nombres como Ingar Zach, Alba G Corral, Audrey Chen son solo algunas de las propuestas para esta nueva edición.

LOS ARGUMENTOS.
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Para la sesión de inauguración de esta edición, este viernes 8 a las 19h. en el Café-Teatro Siete presentaremos ‘Los Argumentos’, un proyecto de LEAL.LAV realizado para el festival, comisariado y operado por Javier Cuevas & Adán Hernández, Junto a Cristina Hernández Cruz. Con la colaboración de Jaime Conde Salazar y Bárbara Sánchez

LOS ARGUMENTOS es un dispositivo escénico que juega a superponer capas sobre aquello que llamamos comunmente realidad. Este dispositivo se compone a partir de lo que sucede en un allí, lo que sucede en un aquí, lo que se narra de lo que sucede en ambos lugares, lo que se narra acerca de quienes operan en ambas realidades y lo que se narra acerca del propio sujeto o sujetos que narran.

Durante ocho horas esas capas se combinan y afectan en modos imprevistos y mínimamente diseñados (sólo las pautas y las herramientas están predefinidas, no sus combinaciones). De este modo, tanto el público como los narradores/as y actuantes/performers se afectarán en tiempo real, generando un bucle mutante donde los acontecimientos dispondrán los argumentos y viceversa, donde los argumentos darán sentido a los acontecimientos.

 

El ejercicio del amor: Carlota Mantecón + Jesús Rubio

Jugar a imaginar tal aglomeración de esculturas que ya solo pudiéramos percibir el cuerpo.

Así, con un título más largo que un día sin pan iba a empezar esta entrada. Luego he cambiado de parecer por esto de la utilidad. Un título es de esos lugares donde un recorte puede venir bien cuando no se ajusta, cuando no es justo. De resto, a las piezas que conforman eso que con la boca llena llamamos la Cultura habría que dejarlas intactas. Deshacernos en su lugar de los dueños de las tijeras, que normalmente no las comprenden o ni se interesan en ello, por tanto, no se ajustan. Pero como las palabras siguen siendo gratis y nunca viene solas, no solo mantendré la frase larga, sino que haré un despilfarro y añadiré la imagen que la acompaña. Una no es anterior a la otra. Ah, por cierto, esta parte sirve para hacer libre asociación. Yo lo he hecho y me lo he pasado bien:

Ahora me tiraré el rollo de que este es uno de los cuatro análisis de la belleza que realizara nuestro amigo William Hogarth en pleno siglo XVIII. Abigarrados y misteriosos, con toda la mala leche o el sarcasmo, si se prefiere, en sus grabados esa parte ácida es muy importante, como si gracias a ella se elevara el discurso presentado entre líneas de la mera exposición a un lugar de fresca lucidez donde el que mira puede acceder al código que se le presenta también desde una leyenda icónica, y usándola interpretar la imagen con libertad.

Porque el marco que precede la imagen es un damero sistemáticamente dividido, con una variante graduada, entre otras cosas, de la curva serpentina, junto a dibujos de objetos donde ésta está presente: un corsé o el propio rostro humano. Según la S de la línea se pronuncia menos o más los dibujos que la contienen pasan de lo anodino de un simple monigote al paroxismo de lo grotesco, como ocurre en las versiones extremas de los corsés, incomodísimas: una extremamente plana, la otra demasiado curva. El marco abre una perfecta perspectiva canónica donde personajes ilustrados (en los dos sentidos) estudian esculturas clásicas. Libros gordos abiertos con apuntes. Torsos de mármol colocados de espaldas frente a un señor muy moderno y estirado que se relaciona desde su dimensión humana con la escala de un cuerpo griego de piedra y su curva praxiteliana. Y Venus desnuda eternamente entre tanto desorden masculino y académico. Muy al fondo, el grupo del Laocoonte dentro de una pirámide de tablas, usada para sacar sus medidas, que es que estamos inventando los manuales y resulta tan necesario copiar a los clásicos.

Por mi parte, me he puesto a escribir y he empezado por lo fácil: mis asociaciones con lo inesperado. Pero, ¿qué le voy a hacer? Es muy complicado escribir sobre una obra a la que me cuesta llamar obra. Lo que Carlota y Jesús tienen entre manos, entre cuerpos, es una pequeña joya, valiosa, delicada y frágil que produce la curiosidad, la inquietud y también la incomodidad de ciertas miniaturas. Y aunque se supone que conocía un poco lo que iba a ver (tuve la suerte de olisquear algún ensayo), casi diría que me engañaron. Porque no es para nada lo mismo jugar a imaginar cientos de esculturas que verlas. Eso junto al cómo en la ejecución de esa aglomeración son factores clave que convirtieron este estreno en algo capaz de cambiarme considerablemente.

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Foto de Irene Zireja.

En escena: linóleo blanco, luz general y silencio total. El cuerpo de Jesús que entra y mira, y nos mira como si fuera la primera vez que lo hace para empezar a moverse, despacio, de manera fragmentada, tal vez solo una articulación por movimiento. Y hacernos ver así que el ‘como si’ es nuestro y solo nuestro. Carlota llega. Se le acerca. Hace lo propio. Intentan acoplarse. Se desencuentran. Comienzan de nuevo. Cuando se han acoplado, cuando es ese cuerpo doble el que mueve casi una articulación por turno, como naciendo de sí mismo, de su propio encuentro, observamos ‘desde fuera’, como usando mirada ‘más global’. Vemos que los dos van vestidos en distintos tonos de gris. Que efectivamente, la propuesta es esa. Y ya está. Y que en lo que le hemos dado permiso a esa mirada externa hemos perdido la finura de la otra: la criatura doble Jesús-Carlota ha evolucionado. Ahora el movimiento tiene múltiples motores en su lentitud, pero la clave ha pasado a los apoyos de uno sobre otro y realmente no sabemos cómo han llegado a enroscarse de esa manera. Porque en lo que estamos viendo no hay una exhibición de formas. Digamos que es toda la pieza la que tiene una forma indivisible, y que cada una de las imágenes que encontramos es el accidente de haber mirado este momento del paisaje: Para nosotros, justo eso ahora. Para los cuerpos que vemos, la consecuencia de una decisión conjunta.

¿Hasta qué punto en esto que veo hay coreografía?, me recuerdo preguntando en uno de los ensayos, con ganas de saber pero también haciendo preguntitas incómodas para que ponerse a responderlas ayude a lo que se estaba gestando. ‘No hay coreografía / No siempre / A veces sí / Tenemos algunas pautas que…’ recuerdo escuchar. Por ahí nace otro cogollo de este trabajo. ‘El ejercicio del amor’ es una maquinaria que organiza pautas de movimiento conjuntas de una manera muy cuidada y precisa para que en ella quepa la apertura y la dispersión. Pautas que los creadores conocen pero que sus cuerpos, sorprendidos o desconcertados, encuentran siempre por primera vez, pautas que el que observa no siempre identifica, a las que han de plegarse y que generan la necesidad de una escucha constante, intensa e imprescindible, incluso cuando ésta se ha roto, o no incluso, sino sobre todo. Cuando llega el error. Cuando estoy caminando sobre tu espalda porque me ofreciste confianza y ahora no se cómo hacer para salir de aquí y encontrar lo mejor para los dos, así que voy a rodar hacia atrás y dejar que me pases por encima.

Creo que la propuesta de Jesús y Carlota es arriesgada. Mucho. Digo creo porque para mí es preciosa. Pero comprendo que en el conjunto de el público sea más o menos difícil entrar. Cuestión de gustos, de expectativas… Hay quien se remueve en su butaca contribuyendo a la banda sonora. No. No nos van a explicar nada. Las cosas no significan explícitamente. Ahora Carlota vuela sobre las piernas de Jesús. Pero es mentira. ¿Por qué he visto eso así y no que ahora Jesús soporta el peso de Carlota? Sea lo que sea, es ambos. Más mi intervención, con o sin palabras. Pero decía que todo es arriesgado. Desde el comienzo todo se presenta sobre un silencio denso, sin concesiones. Un silencio ensordecedor, a lo John Cage, pues no deja otra alternativa que escuchar. Pero ¿cómo podría haber escuchado la música en directo de esta pieza si me hubieran pinchado un tema? El pliegue de la ropa. La piel contra el suelo. Un chasquido de la madera. La respiración acelerada que recuperan en la renuncia o tras la consecución explosiva de una propuesta. Alguien tose. Los móviles que vibran. Todo. Estamos vivos y no hay otro lugar donde mirar que el espejo que Jesús y Carlota sostienen entre el placer y la dificultad, con la libertad del compromiso. Y de nuevo es arriesgado el número 2. Ante el 2 formado por un hombre y una mujer proyectamos la idea de pareja. Proyectamos Disney. Hollywood. Romanticismo barato y peligroso hasta la náusea. Tarde o temprano hay un click. Entonces vemos más allá o más acá. Dos cuerpos ejercitan el amor con toda su dificultad. Y nos conmueven en lo mínimo aunque nos cueste dejarnos, tras haber visto tanto porno. Cada movimiento es evidente, ocurre ante nuestras narices. Sin embargo, todo está velado. Y quiero recorrerles con la mirada, conocer algo del secreto de cómo hacer para estar juntos, ese sitio donde tanto me he equivocado, disfrutado y aprendido.

A todas estas, para despedirme, pienso que no he hablado de emoción igual que no he hablado de narratividad. Tal vez alojo mi parte de miedo a que el amor de verdad me toque (como si uno fuera un agente externo, como si cupiera la abstención). Miedo a que mi cuerpo sea también frágil y a la vez apoyo para otro cuerpo. ¿Y si por eso miro tanto lo que miro, lo sobrio, y no ese otro campo de emoción y narratividad que no dejará de existir porque no lo comente? Bien. Como ya dije lo que la propuesta tiene de maquinaria orgánica de pautas y forma conjunta, puedo escaquearme por la puerta de atrás sin que se note. Pero no lo haré.

Epílogo.

Afortunados

Se que cualquier lugar puede ser isla. Y que el primer lugar es el cuerpo. He aprendido cómo funciona la máquina del miedo. Y cómo no estar aislado. Y aunque quieran que lo estemos o lo creamos, cómo no ser solo isla, sino archipiélago. Que archipiélago significa red, y las redes eliminan los miedos. Y sin miedo, amanece sobre lo común. Y que esa luz descubre palabras que apelan a la comunidad desde el primer lugar, desde el cuerpo. Hay jaulas que pueden ser más o menos fuertes, pero ninguna hace al pájaro olvidar el vuelo.

canario

canario en su hábitat

Me dice Rubén Ramos en su visita relámpago a Tenerife acompañando a Cris Blanco: «Escribe más, tío, no lo dejes. Lo haces bien y es necesario». Como el «bien» es relativo y subjetivo, me dejo halagar, pero lo dejo pasar. Ahora, el «necesario» se me clava. Lo hace en el sentido que Rubén percibe clara una red que ha de ser alimentada por todos sus lados para seguir siéndolo. Y me siento comprometido con ello. «También prometiste una retrospectiva de cosas que ya han pasado por el Teatro Leal y la seguimos esperando», me dice. Y tiene razón. Y yo tan poco tiempo. Pero usa un plural que me dice que debo hacerlo. Y aquí estoy para declararme afortunado. Como llaman a las islas estas donde hago todo lo que puedo, de las que necesito escapar para poder volver.

Esta lista que se avecina en este post son la mayoría de cosas que me hacen sentir que no tengo tiempo, que no puedo pararme a escribir y a la vez lo que me obliga a no poder afirmarme sino como afortunado.

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Claudia Faci

Octubre lleva todo el año deseando llegar. Importante. Empiezo una residencia artística titulada «Colectivo Translúcido», seleccionada el año por la ASOCIACIÓN SOLAR para ser realizada ahora. Solar es un grupo de personas con cabecitas muy bien amuebladas, fresco, despierto, independiente y tan maravilloso como los proyectos que sacan adelante. No confundir con el Festival Sitio, del que ya hemos hablado por aquí, aunque sí, claro, muchas de las personas que estamos en una cosa estamos en muchas otras. Como yo mismo, que a pesar de querer dedicar tanto tiempo a mi trabajo en residencia no dudo un segundo en realizar un curso con nuestra amada Claudia Faci. Gracias a las energías puestas por Javi Cuevas y el LEAL.LAV y la confluencia con el TEATRO VICTORIA empiezo por todo lo alto un mes que no olvidaré aunque quisiera.

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Adriático Adentro con Carmelo Fernández.

Pero en otro momento hablaré de mi trabajo. De la importancia de acabar las mañanas afectado por la mirada sabia de Claudia sobre mí y los compañeros que nos reunimos, de continuar con esas energías la tarde con mi residencia, recibiendo personas de manera individual en una sala para entregarme por completo a la consecución de sus deseos, deseos con forma escénica pero del todo privados e íntimos, pues ese ha sido uno de los dispositivos de mi residencia artística.

No, ahora eso no. Ahora seguiremos hablando de confluencias. Y es que sin tiempo para asimilar el huracán que supuso el curso de Claudia, llegaron otros dos a Tenerife, Carmelo Fernández nos trajo al LEAL.LAV un novísimo trabajo en mini-residencia. Sin embargo la muestra de «Adriático Adentro», tras diez días en la sala de cámara, tuvo que ser aplazada por el amago de uno de los huracanes de los que hablo. El otro probablemente estaba dentro del propio Carmelo, detrás de sus ojos.

Digo novísimo sobre el trabajo de Carmelo con toda la doble intención del mundo. Lo digo porque no puedo hablar de su trabajo con gran conocimiento de causa. Porque se que llevaba cierto tiempo sin presentar un trabajo nuevo. Y que «volver», signifique lo que signifique, siempre es un empezar de cero, casi una nueva primera vez. Muy interesado por una mística del movimiento en la línea de Gurdjeff, el propio Carmelo nos cuenta cómo en lo que nos presenta hay todo un trabajo fino y honesto de observación hacia su propia interioridad y la de su movimiento. Y tal vez esa sea la mirada que constantemente es nueva, ese poner la conciencia en el interior para descubrir y tensionar sin las interferencias de la voluntad una sintonía entre el cuerpo que baila y el cuerpo-público de quienes miramos. Un vibrar juntos. Y ahí es donde algunos de nosotros sentimos toda la armonía de este animal escénico que es carmelo, y como en ella conviven huracanes agitados al borde de desbocarse, sin hacerlo.

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Sonia Gómez en Bailarina.

Ya que dijimos confluir, confluyamos. Conocí a Cris Blanco y A Rubén Ramos el día antes de ver esa muestra de Carmelo, en el Auditorio de Tenerife. Bueno, Rubén me conocía a mí y se me presentó mientras yo estaba aún en las nubes, muy, muy arriba. Él me había visto actuar antes con «Acciones para bordear la nada», que la última pieza que he hecho, estrenada en el Antic Teatre en Julio dentro del Experimental Room Festival del que ya hablara por aquí. Los tres salimos del artilugio que Calatrava le regaló a la ciudad tras haber visto a Sonia Gómez y Javier Cuevas realizando «Bailarina Lírica», una pieza que muchos conocerán y en distintas versiones, una pieza de trasmisiones, realizada por Sonia con 8 pautas de movimiento, pautas que pasa a otros artistas para que con la misma receta cocinen otros platos.

Muchas eran mis expectativas, lo confieso. Antes de viajar a Barcelona por el estreno que ya dije, Javi me había contado y mostrado incluso preguntado cosas acerca de su versión. Para mí todo era al revés. No había visto el trabajo de Sonia y sabía por dónde empezaba a caminar el concierto en movimiento de Javi, pues eso es en lo que se fue convirtiendo su versión. Por eso al hablar con Cris y Rubén mi pelota estaba aún en la estratosfera, pues si la pieza de Sonia me hizo de algún modo bailar con ella (y para mí tuvo un sentido musical de por sí poderosísimo, además de ofrecerme imágenes a partir de las que construir libremente y llegar muy lejos), aquello no fue una pieza, sino dos. Un díptico simétrico en el que un cuerpo sale de escena con lo suyo hecho para que el otro entre a comenzar lo suyo. Y uno ve algo bonito y vuela.

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Javier Cuevas en Bailarina (lírica).

Aparte de un trabajo fino y cuidado, apareció ante mí la palabra coherencia, que me doy cuenta que a estas alturas no es sinónima, pero es familia cercana, al menos en mi mundo de significado, tanto de dramaturgia como de poesía. Sonia y Javi pueden estar contentísimos de haber confiado el uno en el otro para depositar y amparar un trabajo que una vez soltado a la brisa no pertenece a ninguno pero es de los dos, que pueden manipular para mejorarlo, pero que les contiene.

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Éste que escribe canbiando el boli por la guitarra en el festival Keroxen.

Claro, yo tuve que concentrarme en el fin de semana y ver el pase del sábado obligatoriamente. Y es que cuando en este volcán pasan cosas, pasan de verdad. Sin olvidar mi proceso de residencia en SOLAR, el viernes anterior, a 500 metros de donde Sonia y Javi estrenaban me tocaba a mi estrenarme por primera vez en el Festival KEROXEN. Muchos lo conocerán de oídas porque a lo largo de bastantes ediciones y contra viento y marea se ha sabido mantener con un cartel exquisito y propuestas arriesgadas, amparando desde la electrónica a la cumbia, del post-punk a la psicodelia. En mi caso, no fui solo. Se trata de uno de mis proyectos paralelos, Hernández&Fernández, un dúo que nació con la idea lúdica de destruir el concepto de recital poético generando ambientes sonoros para presentar textos en directo y que poco a poco hemos ido consolidando, trabajando con el cuerpo, el vídeo y el ruidismo. Sin embargo, la palabra sigue siendo un pilar fundamental en nuestras propuestas. Tal vez el Keroxen, que se realiza, sí, dentro de un antiguo tanque industrial de gasolina reconvertido en espacio cultural, es uno de esos lugares donde una propuesta de perfopoesía puede convivir con toda naturalidad con un cartel meramente musical y eso no solo lo honra, sino que es otro de tantos motivos para cuidarlo.

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Plano general de Cris Blanco en su coche invisible junto a plano detalle de Christ White perseguida por T-Rex.

Por eso estaba tan agotado cuando conocí a Cris y Rubén. Y a la semana siguiente no quise dejar de acompañarles a rato en el berenjenal de montar «El Agitador Vórtex», compañía de la que resultó un vídeo promocional un tanto desastroso y divertidísimo que tenemos por costumbre hacer a todo el que pasa por la sala.

De «El Agitador» Comentaré poco porque creo que quien lea estas líneas probablemente lo conozca bastante bien. Sobre todo en Barcelona, de donde Cris venía de hacerlo dos semanas en la sala Hiroshima con un resultado bastante bueno. ¿Será hora, señoras y señores, de volver a desempolvar aquel concepto de «hacer temporada» que tan bueno es para algunas cosas? Sobre todo porque estando en temporada se actúa. Y necesitamos actuar, en todos los sentidos.

Aquí algunos esperábamos la obra de Cris como se espera a un amigo que viene de lejos. Y eso que hemos visto dispositivos similares, pues en distintas visitas hemos visto el trabajo de Macarena Recuerda e incluso hemos realizado talleres con ella. Pero en este caso, el modo de realizar su película en directo, el uso de la planificación del lenguaje cinematográfico y la parodia total y absurda a través de los tópicos hollywoodienses mezclados a las joyas de su imaginación nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. «El Agitador», es también una obra de difícil de manejar, como pasa con todas las miniaturas, y que no funcionaría tan bien si Cris no tuviera esa soltura en escena para integrar cualquier mínimo error. No obstante, sentí que algunos vacíos en los que la cámara tenía que desplazarse de un lugar a otro no le hacían del todo bien al conjunto. Una lástima que en esos recorridos no entrara más esa magnífica voz en off, casi improvisada de Cris, capaz de decir cosas como «mientras tanto, al otro lado de la ciudad ocurría algo completamente inesperado… mientras intento encender de nuevo la cámara», y seguir adelante. Sea como sea, otro auténtico lujo verla en acción. En Acción y en «ReAcción», festival que se está realizando ahora mismo en la isla de en frente, Gran Canaria, y a la que Cris Blanco ha dado el salto tras visitarnos para consolidar otro año más esta iniciativa que poco a poco va afianzándose como otro de los eventos referenciales en este lado  de paradojas atlánticas.

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Colectivo Translúcido en la ASOCIACIÓN SOLAR.

Tras toda esta vorágine Rubén podrá entender que no escriba más, aunque se que me insistiría para hacerlo, aunque lo entienda. Tras tantas cosas en tan poco, no he dejado de meterme en esa sala de la imagen de arriba, foto de la que he hecho un montaje cutre, entre una foto del espacio y el cartel de la residencia. Y es que tras una experiencia tan intensa, cuando me meto a trabajar ya en esta recta final para esa sesión abierta a compartir en la Asociación Solar, de algún modo siento los ecos de cada una de las personas que se han interesado, han pasado, han mostrado sus deseos, han intentado realizarlos conmigo y han dejado materiales, pero también senaciones tangibles e intangibles en el cuerpo y en el aire, y es como si un eco resonara todo el tiempo. Gente a la que desde aquí quiero dar una infinita muestra de agradecimiento y que me ha influido tanto acudiendo a la sala como tropezándose conmigo en este mes imposible de imaginar.

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El Conde de Torrefiel visita el LEAL.LAV con un taller de dramaturgia.

Gente de la que me despido igual que de todo quien pueda haber llegado hasta aquí leyendo (yo he conseguido vivir cada minuto de esto y sí, es intenso), y me despido diciendo que desde hace dos días, más confluencias, más solapamientos. El Conde de Torrefiel está aquí con nosotros, realizando un más que suculento taller de dramaturgia en el LEAL.LAV algo que como lo de Cris esperábamos con gran ilusión y que no nos está defraudando. Al igual que los cuerpos que pasan por el estudio donde trabajo, cada compañía, cada persona, cada línea que forma parte de esa red pasa por nosotros y nosotros por ellos para liarse y liarnos, para hacer un nuevo nudo y estirar a otros lados. Y así nos interconectamos y lo hacemos más fuertemente. Y para acabar como empecé, sí, todo esto, incluso no tener tiempo casi de vivirlo y menos de escribirlo, todo es un gran motivo para sentirse afortunados.

Si estas palabras que disparo como metralla entre tanto que hacer sirven para rebotar en la red, llegar donde sea y que otras nos lleguen, bienvenidas sean. Haré entonces lo posible por abrirles la jaula más a menudo. Saludos!

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Las fotos del LEAL.LAV son cortesía de Javier Pino.
La del Keroxen, de David Perreko.
Las de Bailarina se las he robado a Javi y las demás a internet.
Si es necesario añadir créditos por algo de esto estaré encantado. Mientras, dar las gracias.