A sample text widget

Etiam pulvinar consectetur dolor sed malesuada. Ut convallis euismod dolor nec pretium. Nunc ut tristique massa.

Nam sodales mi vitae dolor ullamcorper et vulputate enim accumsan. Morbi orci magna, tincidunt vitae molestie nec, molestie at mi. Nulla nulla lorem, suscipit in posuere in, interdum non magna.

«SHICHIMI TOGARASHI»
Juan Domínguez y Amalia Fernández.
Del 24 al 26 abril en El Teatro de los Manantiales se programa una de las propuestas a priori más interesante de Dansa València 2009.

“Acercarse significa olvidar la convención, la
fama, la razón, las jerarquías y el propio yo.
También significa arriesgarse a la incoherencia,

a la locura incluso”.
(John Berger)

7 comentarios sobre

  • el laboratorio

    Felicito a Juan Domínguez y Amalia Fernández. No conocía nada de su trabajo individual y tampoco este trabajo que es el primero que hacen en equipo. En mi opinión es un trabajo muy interesante, con un buen texto y resulta una propuesta honesta y con una intención política en lo creativo que es de alagar. Me sentí curioso e interesado desde el principio -a pesar de momentos de desconfianza y espectación en el inicio-, la cosa no hizo más que crecer y armarse hasta la conseguir la coherencia. Por el camino te ries, imaginas y piensas, sobre todo construyes y permaneces activo durante todo su desarrollo de la obra. Incluso ahora sigo estando activo. algo así no es fácil de encontrar, al menos no muy a menudo.
    Me parece un arranque de festival notable. Falta saber si el criterio artístico para su programación corresponde a Manantiales o a Dansa València.

    marc

  • Pedro

    La propuesta me interesó mucho. De una manera sencilla me fueron metiendo en su juego donde los límites entre realidad y fantasía dejan de estar claros. Lo que sucedió es como cuando unos niños están jugando y uno de ellos dice «vale que…» y a partir de ese momento esa regla hace que la fantasía se imponga por encima de la realidad.

    El principio -la parte del ordenador y las proyecciones del texto- me pareció innecesario. Quizás ellos lo necesitan para ir entrando en el juego, pero a mi como espectador me resultó superfluo. Podían haber conseguido lo mismo con la palabra… hubiese sido más cálido. Quizás yo estaba influido por mi experiencia anterior con Juan Domínguez en el Veo de hace unos años. Él lo comentó luego en la charla: era una propuesta muy radical en la que se pasaba una hora (o más) sentado en una mesa, sin moverse, proyectando cartulinas. A partir del minuto 10 o 15, en la que se entendía de qué iba la cosa, se hacía muy duro seguirlo. Afortunadamente la cosa no se repitió.

  • el laboratorio

    La propuesta me pareció muy interesante e inteligente. Cómo te hacen viajar y ver lo que ellos están intentando ver también.El espacio que habitan lo reconozco muy bien y fue la causa de que conectara con ellos desde el principio, tanto en las frases, aparentemente absurdas escritas sobre la pared, como en los repetidos intentos de crear algo de la nada con toda la fe que ponen en ello. Subrayan con esto que esos momentos son los más mágicos en la creación.

    Les felicité por su buen hacer ya que es muy difícil hacer natural lo que es ficción, aunque haya surgido de una realidad común.
    Ro

  • el laboratorio

    Reconozco que me costó más de un cuarto de hora entrar en su juego, sin embargo desde el momento en que me dejé llevar comencé a disfrutar de un espectáculo que finalmente me pareció fantástico. Además de la concepción de la pieza y de la manera de llevar a cabo el montaje, me gustó mucho el tono de los dos actores y la naturalidad de espontáneos con que se muestran en escena. Bien por ellos.

    L.

  • el laboratorio

    La pieza es una reivindicación política sobre el lenguaje escénico imperante y sobre el hecho de la representación en sí. Promulga la necesidad de la creación de nuevos códigos y propone uno. El uno se hace unívoco por la necesidad o el deseo de hacerse inteligible. El código se hace inteligible y se convierte en un valor en sí.
    Ahora bien, la consecución de un código específico y autónomo, no significa que lo que se hace y se dice no responda a subjetividades. Es decir, una vez establecido un juego nuevo, dentro de él se establecen parámetros morales determinantes. Se lee en él, en este trasfondo generado por el desarrollo de la acción de la pieza y del diálogo entre los personajes, una impronta machista. No es que esto sea lo más representativo de la pieza en sí, pero lo es en parte.
    Se presupone una creación a dos pero prevalece dentro del juego generado, la de él. El juego establecido habla de la representación de lo fantástico, a partir del deseo de realizar o de vivir tal o tal experiencia. Él y ella se transforman dentro de lo fantástico en actantes del capricho o del deseo del otro. No importa que “el otro” lo realice o no de la forma que el primero lo ha sugerido. A veces el no hacerlo, el salir por la tangente, abre más campo lingüístico dentro del código, cosa que hace al espectador cada vez más cómplice del juego. Sobre todo es ella la que sale por la tangente, la que propone y se sumerge más y más en la abertura de posibilidades. Él sin embargo no parte de lo propuesto por ella para ir más allá sino que usa lo que ella propone para intentar volver siempre a su deseo repetido, un deseo de satisfacción sexual, como por ejemplo el de que ella realice un striptease de verdad, sin que esté sujeto a lo fantástico, o más tarde el de tener un encuentro, sea ficticio o no, que satisfaga su deseo sexual. A pesar de la fuga constante de ella, prevalece el deseo sexual de él y el dominio sobre el diálogo. Al final, sin haber podido satisfacer su deseo, se transfigura de niño caprichoso, a través de la supuesta intimidación que ella ejerce realizando una entrevista de trabajo, en stripper-creador. Un creador que al desnudarse reclama su sexualidad como reivindicación política, pues su desnudo proyecta una nueva visión dramática para el espectador que se aleja del juego de lo fantástico. Todo se vuelve serio para satisfacer su deseo de creador que, se quiera o no, se identifica con su deseo sexual. Sólo Thánatos redime a Eros. Ella ya queda completamente anulada para pasar sólo a reconstruir la representación de la muerte que él en el inicio de la obra había deseado.
    Agradezco como espectador la pieza, agradezco la frescura de la propuesta, la capacidad resolutiva a nivel dramatúrgico, la verdad de los intérpretes (curioso cómo muchos bailarines se acercan al texto, sin que se tenga la sensación de estar en el “teatro”). Agradezco que ocurran piezas así y podamos verlas y disfrutarlas…pero creo que hay que estar atentos, cuando los planteamientos dramatúrgicos están tan implicados en el fin que se busca con la pieza, cuando los creadores han mirado con lupa lo que se leía y cómo se leía, cuando el planteamiento es tan claramente conceptual, en este caso en el juego sobre la idea de representación, hay que estar atentos a ver las cuestiones de género. La temática del género no es una rama o una nueva onda en las artes y la política. La temática de género es transversal e inherente a todas las propuestas y más aun a las nuevas, porque además seamos más conscientes o menos, es ella una de las grandes articuladoras de los discursos de la contemporaneidad.
    Santiago

  • Pedro

    ¿Cuestiones de género en SHICHIMI TOGARASHI?
    Yo no hice esa lectura.
    Sí, es cierto que había un juego en el que «Él» tenía un deseo repetido y si se quiere hasta podría admitirse que es un deseo sexual, pero creo que de eso no se debe inferir que «Él» represente a todos «los machos». Al menos, no me parece que esa sea la intención de los creadores.
    Por lo mismo podríamos decir que «Él» representa a todos los seres humanos que tienen el pelo rubio o castaño claro, a los que tienen barba, a los que han nacido en Madrid ( o donde sea) o a los que se llamen Juan…. por decir algo absurdo.
    Las características personales de un intérprete, incluido el género y la identidad sexual, no siempre se han de leer suponiendo que existe la voluntad de crear categorías representativas.

    Insisto en lo de no necesariamente. Hay casos en los que eso sí ocurre, pero SHICHIMI TOGARASHI no me parece un o de ellos.

    Pedro.

    PD: Qué alegría, por fin hay discrepancia y debate en el blog. Últimamente estaba afectado por el virus Burkholderia mallei.

  • L.

    La obsesión que domina en la cabeza del personaje que representa Juan Domínguez responde bastante bien al esquema general del individuo «macho», sea hombre, perro, pez o pájaro. Decir que el individuo «macho» tiene siempre «ganas» es decir lo que se siente, se experimenta o se observa. Claro que se puede decir lo que no se observa comúnmente, claro que se puede inventar, pero deducir que una obra o una visión es machista porque dice lo que todos sabemos me parece una deducción un tanto exagerada. Yo siempre tengo ganas, luego debo de ser machista. Uf.