Mucho por hacer / Nada que hacer. Gibbons Amateur de Rubén Ramos Nogueira


¿Cuánto puede uno dedicarse a uno mismo antes de morir de asco?

Poco más tarde de salir de Gibbons de Rubén Ramos me encuentro con Rubén Ramos en la terraza del Antic Teatre. El asco a uno mismo es una de las cuestiones que sale de esa conversación. Hablamos del asco de producir. Pienso ahora en un texto que se proyecta en la pieza hablando de William S. Borroughs y su novela Yonki -parafraseo-: “El yonki, contra lo que se piensa, sí tiene objetivos. El objetivo del yonki es siempre la siguiente dosis”. Una vida clara y ordenada, una claridad de los antes, los despueses, los porqués y los cómos de la producción.

Pero vamos por partes, la pieza se forma de la siguiente manera: Rubén Ramos sentado de espaldas al fondo de sala contra un piano de pared abierto toca música clásica. Sobre la pared se proyecta un texto que se despliega a lo largo del tiempo que Rubén toca el piano. Ya está.

Ahora hablemos de la pieza. La pieza nos habla de la producción de Gibbons, Gibbons habla de la producción. La producción de Gibbons, la producción de Gould, la producción de Borroughs, la producción de Vian, la producción de Ferrater, la producción de Mont de Palol, la producción de Ramos. Gibbons proyecta las letras que producen el nombre William S. Borroughs, aunque al proyector le cueste producir nitidez por un fallo de lámpara o un ajuste del menú que dice “ahorro de energía”. La cuestión es que el sujeto de la producción se manifiesta penetrante en el trabajo de Gibbons. Todo lo infecta de producción o, más probable, todo se infecta por una producción que anda suelta, desenfrenada, desatada en su tesitura neoliberal que todo lo abraza, que todo lo estrangula. La gran umbrela del Neoliberalismo, que agustito así todo juntito se está a buen recaudo muriendo de asco, de dinero, de yonki, da igual. Pero no da igual, todos morimos pero unos más que otros. Contra lo que se acostumbra a decir, incluso la muerte es competitiva o mejor aún, los cuerpos compiten contra la muerte en condiciones vamos a decir variopintas.

Ahora hablemos de algo concreto. Rubén Ramos nos explica que nunca supo hacer una sola cosa a la vez mientras toca el piano a dos manos. Y al público se le pide que ponga dos sentidos a trabajar activamente. El oído y la vista operando simultáneamente sobre dos códigos: la música y la lectura. Los dos sentidos a un nivel intenso, activo. Gibbons demanda una atención muscular. Gibbons nos reprende si no escuchamos su música renacentista tocada en vivo y no leemos su texto fuertemente conectado al pianista, a la partitura y al piano que hay sobre el escenario. Producir música en vivo, producirse uno mismo en vivo es una experiencia desarmadora. Algo a lo que Glenn Gould ya no le tenía más ganas. Hay algo oscuro en el sometimiento de uno a la mirada del otro. Una transacción directa sobre el material que es uno, una transacción que también puede conllevar mucho placer. Un placer nunca desprovisto de transacción.

Ahora hablemos de Amateur. Rubén Ramos nos toca a Orlando Gibbons bajo el título de Amateur, Rubén Ramos se define como amateur, aunque he visto a muchos artistas tocando en grupos pop escondidos detrás de un ukelele que sonaban más amateur que RR fundiéndose un piano él solito. Pero ese no es el tema, ese es el discurso demonizado del amateurismo. Rubén nos habla del sentido de hacer las cosas, Amateur es una posición ante la cultura desenfrenada de los quehaceres.

Hablar de Gibbons es hablar de qué material está hecho el sentido de las cosas o ¿cómo se construye el sentido? ¿Qué significa tocar el piano para uno mismo? ¿Qué sentido tiene tocarlo para un auditorio lleno? ¿Qué sentido tiene el Gould de antes y el Gould de después de las Variaciones Goldberg? ¿Qué sentido tiene un segundo premio en el concurso de pianistas jóvenes de Berga? ¿Qué sentido tiene un premio así más en general? ¿Qué sentido tiene el sinsentido? ¿Qué sentido tiene sentirse ridículo, que sentido tiene sentirse cutre, qué sentido tiene sentirse cool? ¿Qué sentido tiene la exhibición? ¿Qué sentido tiene el enclaustramiento?… Es interminable.

Gibbons se despliega mientras RR continúa tocando música de hace 400 años que tanto ha machacado para poder llegar a hoy ante nosotros. Machacado, repetido, producido, un año y medio de persistencia para darnos su recital amateur. Y Orlando Gibbons se produce en directo en el Antic Teatre. Los textos desenmascaran a modo casi biográfico aquello de lo que está hecho RR. RR navega entre lo micro, su relación con su piano, a lo metafísico, el sentido de la vida. En medio siempre un piano.

Y la información sigue subiendo al muro mientras RR continúa tocando a Gibbons, como si estar metido en su piano fuera el vehículo perfecto que le permite mostrarse desnudo. La desnudez, hay mucha desnudez en Gibbons. Un acercamiento muy personal al hecho espectacular este que nos muestra RR. Una intimidad, una fragilidad… la fragilidad de Glenn Gould, la fragilidad de Orlando Gibbons, la fragilidad de William S. Borroughs, pero sobretodo la fragilidad de Rubén Ramos que nos impele a nuestra propia fragilidad de público.

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