Mini-residencias 333’333 LEAL.LAV (y +)

Cada fin de año se hace balance. Esta vez coincide con un momento en el que ya veníamos haciéndolo de antes. Porque sabíamos que 2015 sería importante. Lo proyectamos y nos preparamos. Pero cada cosa que ha pasado ha superado de una u otra manera nuestras expectativas,
Ah, cuando digo nosotrxs me refiero a la red formada por las personas relacionadas con la creación escénica contemporánea que residimos en Tenerife, una red que es parte de otra más grande y nos permite saltar a otros lugares así como acoger en ella a quien nos visita.
Dentro de esas cosas tan bonitas que han pasado (y alguna que no ha pasado o no han dejado pasar) está la programación del LEAL.LAV, una alegría rotunda y variada para quienes formamos esa red en la que no dejo de incluir al público. Una alegría que nos ha hecho entrar en contacto con trabajos muy diversos, a cual más interesante, con muchos talleres de formación y también con más personas estupendas que amplían esa red.

miniresidencias

Acabar y hacer balance nos hace ver también que desde hace meses muchos estábamos ya viviendo un futuro próximo. Tal vez es una manera de decir que esta vez no solo tenemos esperanza, sino fe en ella. Este final de 2015 se celebra con la apertura de convocatorias de las Mini-residencias artísticas para 2016. Un recurso pequeñito, sí, pero con el que se pueden hacer (y se han hecho) grandes cosas. Así ha pasado cada vez que alguien ha echado mano de ellas y es que cuando llegan suceden muchas cosas más de lo que se trabaja dentro de la sala.

Comunicando esto este blog a provecha también para marcar un cambio de estilo. Con el impulso de esta transición de balances se irán publicando por aquí entradas en dos nuevas secciones que creo importantes y que en adelante llevarán título prefijado para distinguirlas de las crónicas del momento:

La primera, Retronotas – Crónicas pasadas sobre piezas ya mostradas en el LEAL.LAV y que merecen su espacio.

La segunda – Videomatón – Grabaciones cutres con el teléfono móvil de conversaciones improvisadas con algunos artistas que han compartido tanto con nosotros, para quien le pueda interesar.

Felices balances y prósperas esperanzas nuevas.

Afortunados

Se que cualquier lugar puede ser isla. Y que el primer lugar es el cuerpo. He aprendido cómo funciona la máquina del miedo. Y cómo no estar aislado. Y aunque quieran que lo estemos o lo creamos, cómo no ser solo isla, sino archipiélago. Que archipiélago significa red, y las redes eliminan los miedos. Y sin miedo, amanece sobre lo común. Y que esa luz descubre palabras que apelan a la comunidad desde el primer lugar, desde el cuerpo. Hay jaulas que pueden ser más o menos fuertes, pero ninguna hace al pájaro olvidar el vuelo.

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canario en su hábitat

Me dice Rubén Ramos en su visita relámpago a Tenerife acompañando a Cris Blanco: «Escribe más, tío, no lo dejes. Lo haces bien y es necesario». Como el «bien» es relativo y subjetivo, me dejo halagar, pero lo dejo pasar. Ahora, el «necesario» se me clava. Lo hace en el sentido que Rubén percibe clara una red que ha de ser alimentada por todos sus lados para seguir siéndolo. Y me siento comprometido con ello. «También prometiste una retrospectiva de cosas que ya han pasado por el Teatro Leal y la seguimos esperando», me dice. Y tiene razón. Y yo tan poco tiempo. Pero usa un plural que me dice que debo hacerlo. Y aquí estoy para declararme afortunado. Como llaman a las islas estas donde hago todo lo que puedo, de las que necesito escapar para poder volver.

Esta lista que se avecina en este post son la mayoría de cosas que me hacen sentir que no tengo tiempo, que no puedo pararme a escribir y a la vez lo que me obliga a no poder afirmarme sino como afortunado.

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Claudia Faci

Octubre lleva todo el año deseando llegar. Importante. Empiezo una residencia artística titulada «Colectivo Translúcido», seleccionada el año por la ASOCIACIÓN SOLAR para ser realizada ahora. Solar es un grupo de personas con cabecitas muy bien amuebladas, fresco, despierto, independiente y tan maravilloso como los proyectos que sacan adelante. No confundir con el Festival Sitio, del que ya hemos hablado por aquí, aunque sí, claro, muchas de las personas que estamos en una cosa estamos en muchas otras. Como yo mismo, que a pesar de querer dedicar tanto tiempo a mi trabajo en residencia no dudo un segundo en realizar un curso con nuestra amada Claudia Faci. Gracias a las energías puestas por Javi Cuevas y el LEAL.LAV y la confluencia con el TEATRO VICTORIA empiezo por todo lo alto un mes que no olvidaré aunque quisiera.

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Adriático Adentro con Carmelo Fernández.

Pero en otro momento hablaré de mi trabajo. De la importancia de acabar las mañanas afectado por la mirada sabia de Claudia sobre mí y los compañeros que nos reunimos, de continuar con esas energías la tarde con mi residencia, recibiendo personas de manera individual en una sala para entregarme por completo a la consecución de sus deseos, deseos con forma escénica pero del todo privados e íntimos, pues ese ha sido uno de los dispositivos de mi residencia artística.

No, ahora eso no. Ahora seguiremos hablando de confluencias. Y es que sin tiempo para asimilar el huracán que supuso el curso de Claudia, llegaron otros dos a Tenerife, Carmelo Fernández nos trajo al LEAL.LAV un novísimo trabajo en mini-residencia. Sin embargo la muestra de «Adriático Adentro», tras diez días en la sala de cámara, tuvo que ser aplazada por el amago de uno de los huracanes de los que hablo. El otro probablemente estaba dentro del propio Carmelo, detrás de sus ojos.

Digo novísimo sobre el trabajo de Carmelo con toda la doble intención del mundo. Lo digo porque no puedo hablar de su trabajo con gran conocimiento de causa. Porque se que llevaba cierto tiempo sin presentar un trabajo nuevo. Y que «volver», signifique lo que signifique, siempre es un empezar de cero, casi una nueva primera vez. Muy interesado por una mística del movimiento en la línea de Gurdjeff, el propio Carmelo nos cuenta cómo en lo que nos presenta hay todo un trabajo fino y honesto de observación hacia su propia interioridad y la de su movimiento. Y tal vez esa sea la mirada que constantemente es nueva, ese poner la conciencia en el interior para descubrir y tensionar sin las interferencias de la voluntad una sintonía entre el cuerpo que baila y el cuerpo-público de quienes miramos. Un vibrar juntos. Y ahí es donde algunos de nosotros sentimos toda la armonía de este animal escénico que es carmelo, y como en ella conviven huracanes agitados al borde de desbocarse, sin hacerlo.

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Sonia Gómez en Bailarina.

Ya que dijimos confluir, confluyamos. Conocí a Cris Blanco y A Rubén Ramos el día antes de ver esa muestra de Carmelo, en el Auditorio de Tenerife. Bueno, Rubén me conocía a mí y se me presentó mientras yo estaba aún en las nubes, muy, muy arriba. Él me había visto actuar antes con «Acciones para bordear la nada», que la última pieza que he hecho, estrenada en el Antic Teatre en Julio dentro del Experimental Room Festival del que ya hablara por aquí. Los tres salimos del artilugio que Calatrava le regaló a la ciudad tras haber visto a Sonia Gómez y Javier Cuevas realizando «Bailarina Lírica», una pieza que muchos conocerán y en distintas versiones, una pieza de trasmisiones, realizada por Sonia con 8 pautas de movimiento, pautas que pasa a otros artistas para que con la misma receta cocinen otros platos.

Muchas eran mis expectativas, lo confieso. Antes de viajar a Barcelona por el estreno que ya dije, Javi me había contado y mostrado incluso preguntado cosas acerca de su versión. Para mí todo era al revés. No había visto el trabajo de Sonia y sabía por dónde empezaba a caminar el concierto en movimiento de Javi, pues eso es en lo que se fue convirtiendo su versión. Por eso al hablar con Cris y Rubén mi pelota estaba aún en la estratosfera, pues si la pieza de Sonia me hizo de algún modo bailar con ella (y para mí tuvo un sentido musical de por sí poderosísimo, además de ofrecerme imágenes a partir de las que construir libremente y llegar muy lejos), aquello no fue una pieza, sino dos. Un díptico simétrico en el que un cuerpo sale de escena con lo suyo hecho para que el otro entre a comenzar lo suyo. Y uno ve algo bonito y vuela.

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Javier Cuevas en Bailarina (lírica).

Aparte de un trabajo fino y cuidado, apareció ante mí la palabra coherencia, que me doy cuenta que a estas alturas no es sinónima, pero es familia cercana, al menos en mi mundo de significado, tanto de dramaturgia como de poesía. Sonia y Javi pueden estar contentísimos de haber confiado el uno en el otro para depositar y amparar un trabajo que una vez soltado a la brisa no pertenece a ninguno pero es de los dos, que pueden manipular para mejorarlo, pero que les contiene.

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Éste que escribe canbiando el boli por la guitarra en el festival Keroxen.

Claro, yo tuve que concentrarme en el fin de semana y ver el pase del sábado obligatoriamente. Y es que cuando en este volcán pasan cosas, pasan de verdad. Sin olvidar mi proceso de residencia en SOLAR, el viernes anterior, a 500 metros de donde Sonia y Javi estrenaban me tocaba a mi estrenarme por primera vez en el Festival KEROXEN. Muchos lo conocerán de oídas porque a lo largo de bastantes ediciones y contra viento y marea se ha sabido mantener con un cartel exquisito y propuestas arriesgadas, amparando desde la electrónica a la cumbia, del post-punk a la psicodelia. En mi caso, no fui solo. Se trata de uno de mis proyectos paralelos, Hernández&Fernández, un dúo que nació con la idea lúdica de destruir el concepto de recital poético generando ambientes sonoros para presentar textos en directo y que poco a poco hemos ido consolidando, trabajando con el cuerpo, el vídeo y el ruidismo. Sin embargo, la palabra sigue siendo un pilar fundamental en nuestras propuestas. Tal vez el Keroxen, que se realiza, sí, dentro de un antiguo tanque industrial de gasolina reconvertido en espacio cultural, es uno de esos lugares donde una propuesta de perfopoesía puede convivir con toda naturalidad con un cartel meramente musical y eso no solo lo honra, sino que es otro de tantos motivos para cuidarlo.

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Plano general de Cris Blanco en su coche invisible junto a plano detalle de Christ White perseguida por T-Rex.

Por eso estaba tan agotado cuando conocí a Cris y Rubén. Y a la semana siguiente no quise dejar de acompañarles a rato en el berenjenal de montar «El Agitador Vórtex», compañía de la que resultó un vídeo promocional un tanto desastroso y divertidísimo que tenemos por costumbre hacer a todo el que pasa por la sala.

De «El Agitador» Comentaré poco porque creo que quien lea estas líneas probablemente lo conozca bastante bien. Sobre todo en Barcelona, de donde Cris venía de hacerlo dos semanas en la sala Hiroshima con un resultado bastante bueno. ¿Será hora, señoras y señores, de volver a desempolvar aquel concepto de «hacer temporada» que tan bueno es para algunas cosas? Sobre todo porque estando en temporada se actúa. Y necesitamos actuar, en todos los sentidos.

Aquí algunos esperábamos la obra de Cris como se espera a un amigo que viene de lejos. Y eso que hemos visto dispositivos similares, pues en distintas visitas hemos visto el trabajo de Macarena Recuerda e incluso hemos realizado talleres con ella. Pero en este caso, el modo de realizar su película en directo, el uso de la planificación del lenguaje cinematográfico y la parodia total y absurda a través de los tópicos hollywoodienses mezclados a las joyas de su imaginación nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. «El Agitador», es también una obra de difícil de manejar, como pasa con todas las miniaturas, y que no funcionaría tan bien si Cris no tuviera esa soltura en escena para integrar cualquier mínimo error. No obstante, sentí que algunos vacíos en los que la cámara tenía que desplazarse de un lugar a otro no le hacían del todo bien al conjunto. Una lástima que en esos recorridos no entrara más esa magnífica voz en off, casi improvisada de Cris, capaz de decir cosas como «mientras tanto, al otro lado de la ciudad ocurría algo completamente inesperado… mientras intento encender de nuevo la cámara», y seguir adelante. Sea como sea, otro auténtico lujo verla en acción. En Acción y en «ReAcción», festival que se está realizando ahora mismo en la isla de en frente, Gran Canaria, y a la que Cris Blanco ha dado el salto tras visitarnos para consolidar otro año más esta iniciativa que poco a poco va afianzándose como otro de los eventos referenciales en este lado  de paradojas atlánticas.

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Colectivo Translúcido en la ASOCIACIÓN SOLAR.

Tras toda esta vorágine Rubén podrá entender que no escriba más, aunque se que me insistiría para hacerlo, aunque lo entienda. Tras tantas cosas en tan poco, no he dejado de meterme en esa sala de la imagen de arriba, foto de la que he hecho un montaje cutre, entre una foto del espacio y el cartel de la residencia. Y es que tras una experiencia tan intensa, cuando me meto a trabajar ya en esta recta final para esa sesión abierta a compartir en la Asociación Solar, de algún modo siento los ecos de cada una de las personas que se han interesado, han pasado, han mostrado sus deseos, han intentado realizarlos conmigo y han dejado materiales, pero también senaciones tangibles e intangibles en el cuerpo y en el aire, y es como si un eco resonara todo el tiempo. Gente a la que desde aquí quiero dar una infinita muestra de agradecimiento y que me ha influido tanto acudiendo a la sala como tropezándose conmigo en este mes imposible de imaginar.

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El Conde de Torrefiel visita el LEAL.LAV con un taller de dramaturgia.

Gente de la que me despido igual que de todo quien pueda haber llegado hasta aquí leyendo (yo he conseguido vivir cada minuto de esto y sí, es intenso), y me despido diciendo que desde hace dos días, más confluencias, más solapamientos. El Conde de Torrefiel está aquí con nosotros, realizando un más que suculento taller de dramaturgia en el LEAL.LAV algo que como lo de Cris esperábamos con gran ilusión y que no nos está defraudando. Al igual que los cuerpos que pasan por el estudio donde trabajo, cada compañía, cada persona, cada línea que forma parte de esa red pasa por nosotros y nosotros por ellos para liarse y liarnos, para hacer un nuevo nudo y estirar a otros lados. Y así nos interconectamos y lo hacemos más fuertemente. Y para acabar como empecé, sí, todo esto, incluso no tener tiempo casi de vivirlo y menos de escribirlo, todo es un gran motivo para sentirse afortunados.

Si estas palabras que disparo como metralla entre tanto que hacer sirven para rebotar en la red, llegar donde sea y que otras nos lleguen, bienvenidas sean. Haré entonces lo posible por abrirles la jaula más a menudo. Saludos!

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Las fotos del LEAL.LAV son cortesía de Javier Pino.
La del Keroxen, de David Perreko.
Las de Bailarina se las he robado a Javi y las demás a internet.
Si es necesario añadir créditos por algo de esto estaré encantado. Mientras, dar las gracias.

Sobre danza y política / Elisa Arteta en el LEAL.LAV

Este blog despierta de un sueño veraniego. Debe ponerse las pilas: se avecina un aluvión de cosas. Para hacerles sitio aquí hay que sacar otras acontecidas esta temporada y que las circunstancias dejaron en la sombra. Una de ellas, la mini-residencia de Elisa Arteta en el LEAL.LAV, allá por febrero, con un trabajo denominado Danza y política.

Digo denominado porque “titulado” no me sale: un título no solo designa. Añade y oculta algo. Eso me gusta. Dramaturgias. Una peli o un disco comienzan por su título y una imagen fija. Pero “Danza y política” denomina: no añade, oculta ni adorna. Se presenta, dice lo que es. Una absoluta claridad que acaba por toca algo a lo que a veces títulos más creativos no consiguen referirse. Un algo dentro del trabajo de Elisa. Pero esta crónica será algo rara: ese algo es escurridizo, diría que innombrable, porque es perceptible solo mientras pasa. Y he querido escribir para poner en situación la presentación de Elisa. Y me di cuenta al querer contextualizar que en ese “fuera de su trabajo» reside una parte importante de su sentido. Y eso me interesa.

Al entrar a la sala las sillas forman un gran óvalo. Nada acota el espacio. Tampoco hay focos. Solo luz de trabajo. Los saludos de la entrada se prolongan. Vamos tomando asiento. Hacemos gestos al otro lado, yo tampoco te había visto, luego hablamos. Y aunque la situación es distendida, un simple círculo nos condiciona, y ponemos cara de no conozco a nadie en el ascensor.

Hay otro cuerpo en una de las sillas, camuflado como un camaleón color público. Se presenta como Elisa y la mirada cambia. La situación toma algo de estar visitando a la artista en el salón de su casa. Un salón raro y grande, pero eso. Entonces nos cuenta del proceso de trabajo. De su incapacidad para preferir una de las dos formas que ha encontrado de presentar su trabajo, ni por apetito personal ni por una especial creencia en que una sirva más al que mira que la otra. Así que las describe: En la primera “se mueve y explica a la vez lo que hace”. La segunda “va sin la explicación”. No entra la palabra. Elisa asume el primer riesgo de darnos a elegir.

Titubeamos. Se sugiere votación. Hay ambigüedad. Como si nos diera cierto corte. La cosa empieza a organizarse. Parece que elegir a mano alzada va en serio. Se asume. Hay quien rema a favor de la corriente y quien se deja llevar por ella. Empezamos a crear un ambiente juntos y en su inestabilidad pasa de todo excepto que se cuestione. Parece también que hemos centrado el foco en que luego Elisa bailará. En luego, no en ahora. Casi para no estar bajo el foco. Eso alivia la responsabilidad sobre nuestra decisión. Las manos se levantan tímidamente por la opción 1 o la 2. Hay murmullos. Una voz evidencia el absurdo: una vez votadas, ¿tenemos que asumir que la mayoría gana? ¿Que la minoría pierde?

Votar es una opción entre tantas para una toma de decisión colectiva, pero parece que olvidamos que no tiene por qué ser la primera y sobre todo, no la única. Que antes de usarla se puede argumentar y consensuar. Que una votación lleva implícito un contrato donde las partes delegan responsabilidades y asumen consecuencias. Ese olvido es lo que aparece. Y que sea así todavía, y que no resulte obvio en lo pequeño es bastante inquietante. Sobre todo cuando actuando libremente lo reproducimos. ¿Es alarmante esa falta de conciencia? ¿O es mi postura ponerse muy tremendo, y mejor votar, y que la bailarina baile y ya? A lo mejor lo que estamos haciendo al ir a ver a Elisa forma parte solo del ocio, y no hay que darle tanta vuelta. ¿O es esa laxitud una de las grietas que tan bien le vienen al sistema para colarse en nuestras acciones cotidianas y seguir autolegitimándose?

En fin… al final votamos. Resultó elegida la opción de bailar y explicar al unísono. Confieso que fue la que voté, y que la inquietud de “haber ganado” no fue nada agradable.

Me hubiera encantado que nos hubiéramos detenido, que se hubiera escuchado esa voz. Claro que el trabajo de Elisa es el suyo, que lo que a mí “me hubiera encantado” no mejora la obra de nadie, y que si quiero “lo que a mí me gusta” más me vale ponerme a hacerlo. Pero insisto porque uno no puede ignorar cuando en medio de una excavación encuentra algo de oro, o al menos su brillo. Y porque imaginé a todas aquellas personas discutiendo sobre cómo ver el trabajo que nos había reunido. Una asamblea como tantas, donde la discusión hace una política de bolsillo pero ejercida de verdad, en lo inmediato. Y me pregunto (sin ser bailarín, pero sí curioso) hasta qué punto es coreografía un debate. O si eso que a veces aparece y que llamamos consenso no tendrá que ver con que la danza o lo musical participe en él y produciendo cierto unísono haga que se pase a bailar.

En la imagen de abajo Elisa Arteta bailando en un momento especial.

De lo que sí hablaré para acabar es de dos recursos que llegaron luego. Sin detenerse, hay un oscuro. La escuchamos moverse junto a su voz. Y podemos dibujar en la oscuridad más danza. Elisa ha ido desarrollando el discurso. Ha acabado hablando del capitalismo, sí. Mientras, se produce un efecto no intencionado: El oscuro no es total, hay luces de emergencia a las que las pupilas van adaptándose. Poco a poco reaparece como una sombra clara en la oscuridad. Por último, Elisa nos regala un pedacito pequeño de magia, un fuera de campo muy cinematográfico. Y la propuesta, que ha expuesto “danza” y también “política” acaba con un acceso cotidiano de poesía: Elisa abre de par en par una de las puertas de la sala. Desde antes, se estaba refiriendo a los movimientos cotidianos, los de todo el mundo, en el día a día. Y en la oscuridad de la sala entra el sonido de la calle. Y lo escuchamos. Vaya si lo escuchamos. Nada más que eso. Y nada menos.

elisa

Aparte de tener mucho que decir, de tener una propuesta en un sitio muy frágil, interesante y comprometido, aparte también de ser una artista que concibe la danza casi como material, usándola como usa el vídeo o el sonido, como herramienta y lenguaje, aparte de todo eso, con Elisa se está muy a gustito. Es fácil tenerla cerca. Así se alargaron las conversaciones en la playa, hablando de John Cage en Pamplona. Las medusas muertas en invierno se hinchan y se vuelven azules, como los nubarrones al atardecer. Todo eso.

 

Romería telepática / Alfredo escapa y Marta Alaiz en mini-residencia 3’33 LEAL.LAV

Telepathie

He puesto esta primera foto porque hace muy presente el hueco de las cartas no compartidas pero preparadas para el público eventual que pudiera asistido a lo que Ernesto Escapa y Marta Alaiz (artísticamente ‘somospeces’) han querido llamar ‘Télépathie’. Tras una residencia corta iniciada con un verano tímido y acabada en medio de un bochorno irrespirable, a la andaluza, esta pareja llegada desde León a Tenerife abrió la puerta para compartir un trabajo hecho casi solo de amor. Sí, vale, suena muy ridículo y bastante cursi, pero… ¿y cómo lo digo, si básicamente es eso?

Por otro lado las explicaciones comparten con las excusas que las hay de todos los colores: Que si el calor. Que si la gente en la playa. Que si apetece una caña y no el teatro. Que si la gente no se ha enterado. Que si las fiestas.

Claro. Claro que sí. Siempre hay una, diez, cien explicaciones para justificar que la cosa público no esté, es decir, que las personas no asistan y no formen público. Cansa e interesa poco hablar del tema cuando las ausencias ocurren. Al hacerlo valoramos más la ausencia que las presencias. Y eso sí que no. Eso no puede ser. De hecho, los trabajos que apoya el LEAL.LAV están precísamente en lo contrario: son… no como el Facebook, sino como ver a un amigo de verdad. Como ocurre en ‘Télépathie’. Se revaloriza la presencia. De lo poco que tenemos.

Quizás por eso me sorprendí a mí mismo diciendo una frase sentenciosa al escuchar a otros lamentándose yjustificando al público. Dije algo así como: ‘No, si excusas para no venir al teatro siempre sobran. Lo que faltan son excusas para venir’. Dentro de mí vive un viejo cascarrabias. Es difícil, pero me suele caer bien.

Performers y acciones
‘Télépathie’ cuenta con unos performes de lujo que realizan una serie de acciones pautadas que previamente desconocen, de las que se les va dando instrucciones para su realización: son los asistentes. Atención, porque no he dicho el público, sino los asistentes. Las personas que acuden a la llamada de ‘Télépathie’. Ahí está el primer prejuicio que cae: que uno vaya a esta pieza no significa necesariamente que sea a verla, sino a hacerla. Y así empezamos, aprovechando la cercanía de las fiestas laguneras, dando un paseo telepático como rito de paso para despojarnos de ese algo tonto desde el que actuamos nornalmente, entrando en lo que me ha gustado llamar ‘Romería telepática’.

 

créditos y dos notas:

*IMÁGENES : Una vez más, todas las fotos son de Javier Pino y su mirada. Más en la página de Facebook del LEAL.LAV.

*NOTA 1) Hermosos contrastes: Observar la baja afluecia de público y comprobar que entre los asistentes se encuentra una pareja que es la primera vez que acude al LEAL.LAV, que al ver en el periódico ‘entrada gratuita, aforo limitado’ llega con mucha antelación. Verles flipar con el espacio. Verles implicarse en el juego y la propuesta a tope. Despedirles y ver que se llevan un par de sonrisas en las caras. Saber que estarán pendientes de la agenda, que se lo dirán a sus amigos, que volverán.

*NOTA 2) Nota especial para Marta y Alfredo, pero también para Tomás y Sofía: Como todo está conectado o como conectamos todo, me ha pasado algo hace un par de días: He descubierto la película WALKING LIFE del director Richard Linklater, me la he tragado entera y me ha dejado un resacón que aún estoy intentando digerir. No es fácil, advierto, pero es… realmente hermosa, al menos en mi escala de valores. Al margen de gustos y opiniones, si coincide que en algún momento de relax pueden verla, comprenderán por qué me hace conectar con cada trabajo (con ‘Télépathie’ y con ‘El Desenterrador’) y con cada persona que lo realiza. Gracias por eso.