Cris Blanco: «Me ha salido un concierto Stranger Things»

Cris Blanco estrena obra. Pelucas en la niebla es el nuevo solo de una de las creadoras que más interés y alegría despiertan en el panorama escénico nacional. Madrileña afincada en Barcelona, este fin de semana presenta en la sexta edición del Festival Sâlmon< con las entradas agotadas desde hace tiempo. Nos encontramos para hablar en un garito del Raval con la música muy alta.

Espera que saco el cuaderno con las notas.

Cómo mola esta letra, tío.

Es de loquer.  

Pero así con esa letra se acaba enseguida el cuaderno.

Vale 1,80 € en Muji.

Buah, yo te consigo uno más barato y cutre.

De Cutre.

De Utrecht. Me compro un billete, voy a Utrecht, y sale más barato.

Hecho.

Eh, que ya estás grabando.

Holi.

Holi, este es el principio de la entrevista.

¿Qué relación tienes con la música?

Pues mi relación con la música es especial e íntima, como la de todo el mundo.

Oye, ¿qué pedimos?

Mejillones de lata y patatas de bolsa.

¿Y con la música qué?

A mí me jode mucho que no sé solfeo. En la RESAD tuvimos varios años de música con un tío que se llamaba Miguel Tubía, y él nos daba de música El Método Tubía. Nosotros le llamábamos “Miguel en tu vida”. Nos lo pasábamos muy bien en las clases, pero quería que aprendiésemos solfeo de una manera tan orgánica y natural que no nos dio tiempo. El caso es, ¿sé yo solfeo? No tengo ni idea. ¿Sé armonía? No. Yo pensaba que había aprendido música, pero no. Sé algunas cosas, aunque para mí la música sigue siendo un misterio, y me flipa, es como de ciencia ficción: unas ondas que te entran por los oídos y te provocan una emoción. La música es un misterio al que me quiero acercar. Entonces la obra que voy a estrenar por un lado es eso, mi acercamiento a ese misterio para saber por qué se produce esa emoción. Y por otro, mis ganas de meterme en sitios que no controlo demasiado y aprender. Como en Ciencia Ficción con la ciencia, en El Agitador Vórtex con el cine…

A todo esto se suma otra relación mía con la música que es cantar. Yo he cantado desde siempre, en mi casa. Es una relación íntima y muy necesaria. Con los años me he dado cuenta de que es algo que necesito hacer sola. No me gusta que me escuchen ni los vecinos ni nadie. Es algo que no tiene que ver con nada mío de la escena. Cuando desde el Mercat de les Flors y el Sâlmon< me ofrecieron hacer una pieza nueva, no quería meterme en un lío como en Bad Translation en donde éramos cinco personas, no teníamos a nadie de producción y yo tenía que hacer toda la producción. Entonces pensé en lo que a mí me apetecía hacer, y a mí lo que siempre me apetece hacer es cantar. Así que me he metido en eso de la música y el cantar, a ver qué pasa.

¿Por qué emociona la música que emociona?

No lo sé. Con este acercamiento yo lo que quería era investigar, no obtener respuestas. No tengo la respuesta al misterio de la música. Hay mogollón de libros escritos sobre lo que produce la música en el cerebro. Le pedí a mi amigo científico Pandelis Perakakis que me enviase estudios sobre la emoción en la música, el efecto de la música en el cerebro, y él mismo me dice “he encontrado estos libros, pero son el típico tocho que nadie entiende”. Es un tema de neurotransmisores, neuronas e impulsos. Lo que sí que he aprendido es que a ti te entra la música, unas ondas por el oído y tu cerebro lo tiene que relacionar una sensación, una vivencia o una imagen, y lo traduce en algo que te lleva a una emoción. Un ejemplo muy claro es la música de miedo, la música disonante. Pero, ¿por qué asociamos una música disonante con miedo? Lo hacemos porque es cultural, porque lo hemos visto en las películas.

Luego hay otras teorías que dicen que desde las cavernas se ha hecho música. El otro día me escuché un programa de radio en el que hablaban de unos instrumentos musicales prehistóricos. Me llamó mucho la atención uno que era de hueso de cisne. Una flauta de hueso de cisne. Habían hecho una reconstrucción y sonaba como una flauta de ahora, y este tipo de cosas son las que me siguen despertando mucha curiosidad. ¿Por qué el ser humano ha necesitado siempre hacer música? Si un día nos dijeran que es algo extraterrestre también me lo creería. Pero no, porque existe la voz, un instrumento que tenemos todos de nacimiento y que puede emocionar lo más grande. Para mí cantar sola en casa, que es lo que he hecho siempre, es la máxima expresión del juego con tu mundo interior.

Hoy te puede gustar Yung Beef o Bad Gyal y no gustarte su música. ¿Qué piensas de fenómenos actuales como el Trap?

Ceo que en Yung Beef o en el Trap la excusa sigue siendo la música. Tú vas a un concierto de Bad Gyal y da igual que esté grabado, las bases, lo que dice, que esté mejor o peor. Vas a escuchar la música, a bailar y eso es lo importante, lo que nos une. En el fondo sigue siendo lo mismo de siempre, lo de las cavernas. ¿Para qué hacían música? Para reunirse alrededor del fuego. Otra vez la voz. Hay algo ancestral en la música que nos une, desde los gritos de caza hasta el Trap. ¿Por qué los traperos hacen música y no un canal de Youtube para hablar? No es lo mismo.

¿Qué relación tiene lo musical con lo teatral en tu creación?

En las obras que he hecho casi siempre hay música. Esto tiene que ver con que es algo que a mí siempre me apetece hacer. En esta obra quería centrarme en eso. ¿Y si sólo hago música? ¿Un concierto? Pero lo que me pasa a mí es que caigo otra vez en que me siguen interesando elementos de la escena. Entonces pongo un concierto en escena, y me pierdo por ejemplo en la relación con el público. ¿Hay cuarta pared? ¿Hasta cuándo y dónde llega la cuarta pared? Y me pongo a investigar en eso y me meto en… ¿cuarta pared? Vale, ¿pero en qué dimensión? ¿En qué dimensión está el público? ¿Está en ese espacio pero en otro tiempo? Y así acabo, me ha salido un concierto Stranger Things. ¿Has visto la serie? La cuarta pared para mí ahora es como cuando en Stranger Things el niño está detrás de la pared del salón de su casa pero no puede volver ni aunque haga un agujero. Me relaciono con el público como si estuviera en esa dimensión Stranger Thing. Si alguien del público te habla o estornuda, ¿lo integras? Me interesan mucho las convenciones, como los apartes. Dos personas están en escena, uno se gira de repente, va, y habla al público. Rompe la cuarta pared. Y eso es como… ¿pero qué portal dimensional has atravesado? ¿Puedes estar haciendo La Celestina y hablarnos a un público de ahora? ¿Y el otro personaje dónde se ha quedado? ¿no lo oye? ¿En qué dimensión está?

¿Hasta qué punto es central la relación con el público en tu manera de hacer escena?

Tiendo a hacer lo que me da la gana, pero claro, pienso en el público. Me importa porque mi trabajo tiene sentido muchas veces por la relación con el público. Si no, no lo entiendo. Cantar ya canto en mi casa, pero si lo hago delante de un público ahí ya me hago más preguntas. Quiero establecer un diálogo, del tipo que sea, pero un diálogo para que podamos ir juntos a algún sitio.

Tu trabajo tiene muy buena recepción, incluso podríamos hablar de un fenómeno fan.

A mí eso me agobia, es una presión. Parece que tiene que gustar, y te limita a la hora de trabajar. Ahora por ejemplo si quiero ser consecuente y meterme en algo íntimo, no se dirige hacia afuera o para hacer reír, si no que voy donde yo quiero estar y hacia donde me lleve. ¿Al final qué ha pasado? Molaría hablar después del estreno, a ver qué tarta ha salido.

¿De qué va Pelucas en la niebla?

Va de alguien que está haciendo un concierto para el festival Sâlmón.

Sin desvelar más, en tus obras convive una estructura fijada de antemano con una disposición libre y dúctil para habitar el presente compartido. ¿En qué grado está “escrita” Pelucas en la niebla?

Estoy a punto de estrenar y no hay ni una estructura ni un texto fijado. He encontrado un contexto donde la obra puede ser. Para que veas, por ejemplo, entre medias del concierto yo quería que se escuchase mi pensamiento cantado y orquestado. Y luego pensé, ¿cómo coño voy a hacer yo eso? Me costaba mucho fijar unas letras de canción, y que la obra estuviera escrita de principio a fin. Me bloqueé ahí porque no iba mucho conmigo, porque me cuesta mucho fijar. Me gusta que la obra quede abierta, que se pueda improvisar, que haya fallos y que pasen cosas. Que lo importante sea el aquí y el ahora.

¿Tu formación como actriz te facilita esa manera improvisada de estar en directo?

Estudiar teatro me puede haber deformado más que otra cosa en ese sentido. Pero sí que me ha servido para interesarme por desgranar el aparato teatral en sí mismo.

Después de 15 años de profesión, ¿cómo te enfrentas a una nueva producción en este momento de tu carrera?

Yo no he llevado una carrera regular. Hice mi primer solo en 2004, cUADRADO_fLECHA_pERSONA qUE cORRE, luego hice un dúo, después hice una obra con cinco personas en escena, The Set Up, luego hice otra vez un solo, Ciencia Ficción, después otro solo, El Agitador Vórtex, y antes de esta última una obra con cinco personas, Bad Translation. Lo que se espera de ti en el mercado es que hagas un solo, luego un dúo, y después piezas grupales, y ya te quedas ahí, haciendo piezas grupales de mucha gente todo el rato, y cuantas más mejor y entonces vas creciendo en dinero. Parece que se espera que después de haber hecho una obra con cinco personas te vas a dedicar a hacer obras grandes porque has entrado en otra liga. Pero no. Eso aquí es absurdo, en mi caso no ha pasado, y me alegro. La liga es la misma, y al final haces una obra con cinco personas con el mismo dinero. Pelucas en la niebla es también en ese sentido una reivindicación.

¿De dónde nace la invitación para crear Pelucas en la niebla?

La coproducción me la ofrecen. No parte de querer hacer yo un nuevo trabajo. Es verdad que desde 2004 he estrenado todos los años pares una obra, menos en 2012 que me dediqué a hacer otros trabajos más site-specific. Pero este era muy pronto todavía, suelo estrenar más avanzado el año. Como te decía, las producciones no son exponenciales, no van creciendo con los años. Más o menos voy consiguiendo el dinero en función de la idea que tengo. No sé si debería imaginarme algo más grande…

La invitación del Mercat y el Sâlmón< ha servido para que me pinchen y hacer la obra. Me apetece hacer la idea, y la hago. Pero sí, estoy cansada. Si viviésemos en Francia y fuéramos intermitentes… pero no. Es la historia de siempre, voy a conseguir un poco de dinero, con eso voy tirando y estiras lo que puedes. Con los años es muy cansado, y empiezas a pensar en cómo sería la vida dejando este trabajo. No todo es malo, todavía me lo paso muy bien trabajando.

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