Una semana de mayo en Barcelona

Siguen pasando cosas en Barcelona. Hablo de Barcelona porque es donde paso la mayor parte de mi tiempo. Si pasase más tiempo en otros sitios supongo que intentaría compartirlas con el mundo. Lo digo porque alguna vez me ha parecido que algún lector expresaba su hartazgo porque en Teatron solo se habla de lo que pasa en Madrid o Barcelona. Eso no es completamente cierto aunque a mí también me gustaría saber más sobre lo que está pasando en Euzkadi, en Galicia, en Valencia, en Andalucía… Pero o todos esos lectores críticos nos ayudan a escribir sobre lo que pasa a su alrededor, como intentamos hacer algunos desde hace años, o lo llevamos crudo porque los recursos de que disponemos en Teatron no dan ni para muchos viajes ni para pagar colaboraciones (aunque lo intentamos en su día en este espacio, en Mambo) ni apenas para pagar el trabajo del minúsculo equipo que se ocupa de que Teatron siga entre nosotros. Muchas gracias a la Associació de Crítics de Catalunya, que nominó este año a Teatron al premio de la crítica, muchas gracias a todos los que hablan de Teatron en términos elogiosos y agradecidos pero a todos vosotros os digo: Teatron no sobrevivirá a base de elogios y reconocimientos sino que, en una sociedad capitalista, desgraciadamente necesita algo mucho más prosaico para salir adelante: algo de dinero. Actualmente, Teatron sobrevive básicamente gracias a la publicidad. Pero los ingresos por publicidad, aunque aumentan muy poco a poco desde hace unos años, no dan para tirar cohetes. Por otra parte, a pesar de que muchos consideráis que realizamos una labor de servicio público de la que nadie más se ocupa, las administraciones públicas mantienen un estudiado desdén hacia Teatron, véase si no la reciente resolución de la última convocatoria de ayudas a la cultura del Ayuntamiento de Barcelona, la única institución pública que concede algún tipo de ayuda a Teatron, un tercio menor este año en comparación con el año pasado (nos preguntamos por qué, qué habremos hecho mal y nos planteamos si, a riesgo de desaparecer definitivamente, vale la pena seguir solicitando la ayuda de instituciones que no parecen entendernos y que dejan caer sus limosnas a cambio de que nos inclinemos a recibirlas, siempre y cuando accedamos a cumplir toda clase de complejas y burocráticas exigencias y, por supuesto, a poner su sello en lugar visible). También están las donaciones de nuestros simpatizantes, a quienes seguramente no se les puede pedir más, que no llegan ni para pagar el trabajo de medio mes de uno de los miembros del equipo de Teatron, que ya os digo que se sitúa por debajo del mileurismo. En este estado de cosas, amigas y amigos, hacemos lo que podemos. Y demos gracias de seguir aún aquí: es prácticamente un milagro fruto de la testarudez y la temeridad de unos cuantos locos. Y, por supuesto, del amor que profesamos a la labor de otros locos con los que compartimos este mundo. Pero vale ya de llorar y vamos con lo que ha ocurrido en las últimas dos semanas, en Barcelona.

14 de mayo. El Fluxclub de ese lunes, en el Antic Teatre, está dedicado al proyecto Air Pur de Iñaki Álvarez. Ante un auditorio de unas treinta personas, esparcidas sobre el escenario, Iñaki comienza mostrándonos el inicio de una película en la que Godard explica el guión de otra película suya que parece que algunos no llegaron a entender. Es el preludio para que Iñaki nos cuente, a través de sus propios vídeos, su proyecto Air Pur, en el que lleva ya un par de años trabajando, con la ayuda de, primero, Carme Torrent, luego Martí Sales, ahora Sarai Cumplido y, siempre, Ariadna Rodríguez. Ya hemos hablado varias veces sobre este proyecto (la última en esta entrevista), lo hemos seguido a medida que se iba desarrollando, en las ocasiones en las que Iñaki nos ha ido congregando para sacar a la luz lo que a él y a sus colaboradores les ha ido pareciendo bien enseñar, pero lo que nunca había hecho Iñaki, hasta ahora, era reunirlo todo en un relato de principio a fin. En esta sesión pudimos observar cómo nace una idea y cómo puede desarrollarse infinitamente, abriendo cada vez más y más hilos, muchos de los cuales quedarán inevitablemente inexplorados y otros, aunque explorados, permanecerán ocultos en la memoria o en el archivo del artista explorador. Algunos de esos vídeos inéditos los pudimos degustar en esta sesión. Muchos tenían que ver con la documentación de ciertas acciones, como en el que vimos a Iñaki y Carme Torrent ensartando pajitas de plástico hasta construir un tubito larguísimo en medio de la montaña. Otros tenían más que ver con el formato entrevista, como la del paisajista que se ha propuesto recuperar un paisaje natural localizado en algún punto de Catalunya. Y otros eran resultado de procesar cierta documentación, como el registro de la acción de tirar papeles desde lo alto de la cúpula de la Sala Oval del MNAC, desde la perspectiva del público y rebobinando hacia atrás, convirtiéndolo en algo que jamás sucedió. Air Pur continúa cociéndose a fuego lento. Para celebrarlo Iñaki nos invitó a un vino Brutal, que es el nombre y la etiqueta expedida por unos tipos a cualquier fabricante de vino que lo solicite, venga de donde venga, siempre y cuando el vino cumpla determinados requisitos fijados por ellos, entre los cuales, por ejemplo, que el vino sea natural, sin sulfitos añadidos. Una operación que recuerda a lo que pasaba en los noventa con las películas Dogma.

17 de mayo. Roger Bernat – FFF presenta Uti et abuti en el Noves Escenes de la Pedrera. Lleno total. Está anunciada la presencia de Juan Navarro, a quien vemos sentado entre el público al entrar. Pero esa presencia no se acabará de materializar. De hecho, me consta que, para muchos, que Juan Navarro estuviese en escena era un aliciente para acercarse a La Pedrera. Había algo de añoranza de aquellas sesiones de antaño en las que Roger Bernat y Juan Navarro formaban un tandem atómico, en la época de su serie de piezas escénicas sobre La impossibilitat, hará unos quince años. Una época en la que los espectáculos que firmaba Roger Bernat no tenían nada de ese componente participativo del público a través de dispositivos creados a tal efecto que se instaló en sus creaciones a partir de la publicación de aquel famoso libro, Querido público, y que ahora es el sello de la casa. Pues bien, los que esperaban que apareciese Juan Navarro quedaron totalmente defraudados. En cambio, acertaron los que esperaban un nuevo dispositivo participativo del tipo de los que nos tiene acostumbrados Roger Bernat desde hace diez años. Esta vez la cosa iba sobre chats de internet. Al llegar a la sala el público recibía las instrucciones para conectarse a una página web donde podía chatear desde su móvil con un alias que el sistema te adjudicaba. Esos alias eran personajes que, más adelante, serían utilizados en determinadas escenas, en otros chats introducidos por un breve texto que describía las situaciones en las que se iban a producir esos chats. El público seguía el chat en una pantalla que ocupaba todo el escenario. No estaba muy clara la manera de participar en el chat pero de vez en cuando alguien lo conseguía y se apoderaba de uno de los personajes para darle vida. Los chats, aderezados con otros comentarios que no provenían del público sino del equipo artístico, hicieron las delicias de una parte del público tanto como otra parte pareció aborrecerlos. En todo caso, una vez más, la responsabilidad recaía en el público, eso sí, totalmente conducidos y constreñidos por las condiciones impuestas por el dispositivo que pretendía demostrar cómo hoy “el placer de comunicarnos es usado y abusado por las redes, que desertizan nuestra propia necesidad de comunicarnos, porque las calles y las plazas son cada vez más inhóspitos”. Nada nuevo bajo el sol. Fue curioso comprobar cómo el público se excitó sobremanera, como si estuviésemos en un gallinero o en un partido de fútbol. Curioso descubrir qué comentarios provocaban risas histéricas, gritos, alusiones entre el público y convulsiones en las butacas. Al final, Juan Navarro no salió a saludar. Sí lo hicieron, en cambio, el propio Roger Bernat y otros miembros de la compañía, como Roberto Fratini.

18 de mayo. Segundo día de función de Feminismo pop: Ser Britney Spears en el Antic Teatre, con Cris Celada (El Pollo Campero, comidas para llevar) y Tomás Castro (Leer es sexy). Casi no puedo entrar porque el teatro está lleno hasta la bandera. Lo que sé antes de entrar es que Cris Celada viajó a Las Vegas en el año 2013 junto a Tomás Castro y allí se encontró con Britney Spears. Lo sé por esta videoplaylista publicada en Teatron en 2015. También sé que Leer es sexy es un proyecto artístico que utiliza el formato vídeo, pero sobre todo el doblaje, para lanzar textos de Virginie Despentes, Colectivo Tiqqun, Valerie Solanas, Michel Foucault, Virginia Woolf o Angela Davis, poniéndolos en boca de personajes aparentemente alejados, como es el caso de Britney Spears. En escena, Cris Celada y Tomás Castro manejan un dispositivo que incluye sus ordenadores, una pantalla, una mesa de luces y unos papeles pegados por las paredes como si de una investigación se tratase. El objeto de esta investigación es, claro, Britney Spears. Todo es Britney Spears, desde la particular perspectiva de Cris Celada y Tomás Castro. Una Britney Spears que no es exactamente lo que parece, como pasa casi siempre. Una Britney Spears feminista, sin dejar de ser pop. Cris y Tomás hablan entre ellos sobre su Britney, se enseñan vídeos, pinchan música, imitan las coreografías de los videoclips de Britney… Podría ser una batalla de pantallas o un Hilo mental como los que organizaban Félix Pérez-Hita y Arturo Bastón en el propio Antic. Pero con más capas. Podría ser un buen programa de televisión, aunque no se dirijan jamás al público hasta los aplausos del final. Lo que es seguro es que fue un exitazo y que, a juzgar por los aplausos, el público lo pasó en grande.

19 de mayo. Salva Sanchis presenta Radical Light en el Mercat de les Flors. Dos semanas después de presentar, también en el Mercat, A Love Supreme, una coreografía que firma junto a Anne Teresa de Keersmaker, con música de John Coltrane. Salva Sanchis es catalán, estudió en el Institut del Teatre y, más tarde, en P.A.R.T.S., en Bruselas, a donde se trasladó en 1995 y donde comenzó su periplo dentro de la danza. Allí se convirtió en colaborador de Anne Teresa de Keersmaker, hasta el punto de llegar a firmar coreografías con la prestigiosa coreógrafa belga, algo bastante excepcional en la extensa carrera de Keersmaker. Una colaboración que se inició a raíz de una lesión del coreógrafo, que trabajaba como intérprete de Keersmaker. Durante el tiempo que duró esa recuperación asistió a los ensayos acompañando a Keersmaker y ahí surgió la chispa que le llevó a acabar colaborando así de estrechamente con ella. Ahora, Salva Sanchis ha vuelto a Catalunya, ha sido padre y quiere darse un respiro. El Mercat le da la bienvenida con la programación de este par de obras suyas. Radical Light cuenta con cinco bailarines, entre los cuales se encuentra el propio Salva Sanchis, en un escenario desnudo en el que la parte central está ocupada por un cuadrilátero naranja, sin ningún elemento más. La pieza dura lo que dura una sesión grabada en un concierto de Discodesafinado, un grupo de electrónica formado por Joris Vermeiren y Senjan Jansen. Escuchamos esa música, a 120 bpm, mientras los intérpretes ejecutan la coreografía, mitad improvisación y, a partir de cierto momento, perfectamente pautada, hecho del cual no tendríamos por qué darnos cuenta. En muchos momentos de la pieza los intérpretes parecen estar ejecutando una misma frase coreográfica, aunque no de la misma manera, en una especie de unísono con variaciones. Esto es así debido al método compositivo utilizado, en el que, a partir de una frase de uno de los intérpretes, otro intérprete debe reproducirla pero adaptándola a su propio cuerpo para más tarde transmitirla al siguiente intérprete que, a su vez, la adaptará y la transmitirá al próximo intérprete. Aunque todo parece muy espontáneo eso no quita que incluso la parte improvisada sea fruto de un serio trabajo de lenguaje y estilo común. Lo paradójico, incluso maquiavélico, es que los intérpretes tienen que estar contando absolutamente durante toda la pieza para conseguir acabar perfectamente sincronizados con la música. Ese contar, esa sincronización, es lo que permite, en la segunda parte de la pieza, que los intérpretes parezcan interpretar un unísono que aún se vuelve más interesante por no ser del todo consonante, debido a esas pequeñas variaciones. Como el propio Salva Sanchis recordó al final del espectáculo, en una charla con Bàrbara Rauert, a pesar de ser catalán, él es un coreógrafo y bailarín absolutamente belga. Es allí donde se formó, donde comenzó a bailar y donde ha creado todas sus coreografías. Y, como él mismo señaló, este trabajo es percibido en Bélgica como algo caliente, que incluso puede recordar, en ocasiones, a la actitud de cinco personas bailando en una discoteca, cuando por estas latitudes más meridionales quizá se perciba como algo bastante más frío. Pero eso no fue obstáculo para que el público aplaudiese a rabiar y vitorease a los intérpretes al finalizar la función. E incluso para que muchos cabeceasen en sus asientos al ritmo de la música. Antes de abandonar la sala MAC del Mercat, Salva Sanchis quiso mostrarnos una camiseta con un mensaje que pide la libertad para los presos políticos catalanes. En las butacas del Mercat ya hace días que ciertas butacas están reservadas con visibles letreros que llevan los nombres de esos presos. Cosas que pasan en Catalunya. Mientras tanto, el fugado rapero Valtònyc, condenado por la justicia española por la letra de una de sus canciones, seguramente estará en Bélgica.

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