The Womanhouse

El lenguaje, en tanto que material masivamente producido por la masculinidad es también objeto altamente sensible de ser performado por ésta. Y el mainstream no solo está copado por masculinidad sino que está hecho de ella.  La masculinidad es, voy a aventurarme, la materia prima con la que se fabrica el mainstream.  Me gustaría decir que tengo la certeza de esta aserción, pero la certeza es un fluido lingüístico y masivo que corre por las tuberías del mainstream. Y me aventuraría a decir también que la certeza, como mainstream,  está inevitablemente compuesta de performatividad masculina. Muchos y muchas lo utilizan. Alguien me dijo una vez cuando le enseñé un texto que me seducía, me dijo que aquello estaba copado por demasiadas certezas. Ahí quizás comencé a entender por qué no me interesa de nada la certeza, aunque a menudo utilice la certeza como herramienta.

Los cuatro cuerpos que performan masculinidades en The Womanhouse lo hacen desde el humor blanco y los clichés masculinos. Discusiones monosilábicas y guturales, cuerpos de las cavernas, cuerpos Rock ‘n’ Roll y gags que hacen al público reír entretenidamente. La forma de la pieza se inscribe en un cuadrado de cinta eléctrica pegada en el suelo que ocupa algo así como un cuarto del tamaño de la sala MAC del Mercat de les Flors. Las voces cuando hablan en los micros están retocadas sintéticamente en alguna octava por debajo de las voces naturales de los cuerpos que performan. Los cuatro cuerpos se desvisten al final y hablan de historias personales en relación a sus distintas identificaciones de género.

El celuloide, que es el plástico más antiguo de la humanidad y por tanto es el primer plástico, plástico que es símbolo iconográfico de la producción masiva y moderna todavía hoy, plástico que como tal tiene el poder de imitar y aparecer como prácticamente cualquier otro material imaginable, es el primer soporte mediático de la humanidad. Nos guste o nos aborrezca, ha sido y es hoy todavía, masculinidad.  Masculinidad son también los desnudos femeninos en los museos de arte del mundo, masculinidad son las cotas y las políticas y los discursos por la igualdad que aspiran a situar a lo que no es masculinidad en los estándares de producción de capital, algo muy masculino.  Masculinidad es también soslayar ideas en favor del entretenimiento.

El desnudo final, un cuerpo con pechos y con vagina, despojado de la indumentaria masculinizada que ha llevado durante toda la hora, nos lanza una pregunta: ¿Qué más necesito para deciros que soy un hombre?

En este documental que añado aquí abajo y que dura 26 minutos, se performan masculinidades improbables. Masculinidades impuestas a niñas en el Kabul para potenciar el valor económico de sus familias. Masculinidades que dan carácter operativo a niñas que de otra manera se pasarían la vida en casa. Mientras esas niñas salen a la calle, van a la escuela y compran en las tiendas,  sus hermanas se pasan la vida en casa obligadas a performar feminidades. Cuando las niñas salen a la calle trolean sus masculinidades con sus dificultades. Estas masculinidades, a fuerza de repetirse,  son absorbidas por el mismo funcionamiento de las familias y a fuerza de performarse desdibujan la ciudad quizás para acabar componiendo otra.

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