Buscar lo obvio (entrevista a Carlos Serra Vicente)

Imágenes de Anxo Casal

En Rambla Marina (Hospitalet de Llobregat), aunque el suelo del barrio siga siendo industrial, lo que se respira es otra cosa. Los domingos hay gente muy arreglada. Algunas hablan en inglés con acento caribeño. Desde mi habitación oigo voces que recitan con mucha fuerza por encima de una música repetitiva, a veces sin música, a veces no recitan y también, muy a menudo, parece que una banda de rock muy amateur esté ensayando la misma canción, una y otra vez, desde hace años. Se oye muy fuerte, como si de verdad fuera a cruzarme estas personas recitadoras, cantantes, de camino al baño al salir de la cama. Nos costó identificar, al principio, dónde se ubicaba el foco de escándalo. Desde el quinto piso, al sacar la cabeza por la ventana, todo lo que se ve son naves industriales. Todas, igual que la nuestra, son susceptibles de alojar cualquier formato semi-legal que se preste a hacer fiestas, conciertos, ruido.

Muchas veces encontramos cajas con vajilla antigua y ropa delante de la nave vecina. Una vez toda la calle estaba llena de comida desparramada, recuerdo sobretodo las sandías y melones reventados por el suelo. Al principio, nuestras vecinas nos desconcertaban bastante. Luego, las canciones se nos fueron haciendo cada vez más familiares y pudimos descifrar que uno de los estribillos decía: “¡Hay libertad en la casa de Dios. Libertad, libertad!”.

Ésta es la relación más directa que he tenido con lo escénico este último año en Hospitalet. Una Iglesia Evangélica. Sé que no soy la única, pues hay más Iglesias Evangélicas registradas en la web del ayuntamiento que Católicas. Sin haber entrado nunca en ninguna en los tres años que hace que asisto a sus cultos a distancia, con más o menos nitidez según sople el viento, encontré la excusa para hacerlo público gracias al encargo de este texto. También se lo conté a Carlos Serra, el Anciano de una Iglesia Evangélica de Pubilla Casas (Hospitalet de Llobregat) que me invitó a asistir a un culto y a charlar cuando éste acabase.

Al llegar a la Iglesia, un domingo, yo venía con idea muy clara de hallar algo parecido a un vídeo que habíamos encontrado en el canal de YouTube de una Iglesia Evangélica cercana a nuestra nave. Al salir de ese encuentro, me fui confundida, con un texto de Boris Groys en la cabeza que habla sobre la obligación de auto-diseñarse el alma cuando Dios no ya existe. Esto que voy a relatar es lo que pasó entre medio. Las imágenes son de mi amigo Anxo Casal que estuvo conmigo durante el culto.

Todo el mundo nos saludó y se presentó al entrar a la Iglesia. No faltó la conexión por zoom del resto de asistentes. Si no fuera por el Covid-19, hubiéramos sido más de veinte asistentes. Fue un inicio bastante más cálido de lo que me esperaba. El culto empezó con cantos y siguió con lecturas de textos bíblicos. Destacaban las voces de un par de mujeres que cantaban maravillosamente. El Anciano no tubo protagonismo en ningún momento, sino que fueron los asistentes los que propusieron las canciones y los textos. Digo “los” porqué solo escuché hombres hablar en alto. Esto no me sorprendió, pero tal vez fue cosa de ese día. Tampoco me decepcionó la lectura e interpretación del texto sobre la amistad entre David y Jonatán, del primer libro de Samuel del Antiguo Testamento, pues ya me esperaba que el locutor aprovecharía para advertir su desacuerdo con la homosexualidad.

Èlia Bagó: ¿Cómo empezó el proyecto de la Iglesia Evangélica de Pubilla Casas? 

Carlos Serra: Esta Iglesia pertenece al movimiento de Asamblea de los Hermanos que nace en Inglaterra como un movimiento no vinculado a una denominación histórica religiosa, sino que surge de la unión de anglicanos, bautistas y metodistas que se ponen de acuerdo para volver a lo que era la iglesia primitiva, la del pueblo que se reúne sin jerarquías. Estaban en contra del institucionalismo de la Iglesia, de su rigidez, de las normas y el encorsetamiento. Se caracteriza por ser un movimiento misionero. El misionero que vino a España, inglés, hará más de cien años, fundó una iglesia en el Paral·lel 167 (Barcelona). Esta iglesia en la que estamos ahora es hija de la del Paral·lel, que abrió en el año 1967. 

ÈB: ¿Qué función tiene un Anciano en la Iglesia?

CS: El movimiento Evangélico de la Asamblea de los Hermanos se caracteriza por no tener Pastor. La mayoría de Iglesias Evangélicas tienen un Pastor que es el que orquesta. Las Asambleas de los Hermanos, en cambio, tienen un consejo de Ancianos. Es el mismo funcionamiento que tenía la iglesia primitiva, los Ancianos lo que hacen es supervisar la Iglesia. En otras denominaciones hay muchas jerarquías, como en la católica sin ir más lejos: hay los sacerdotes, el obispo, el cardenal…, pero bíblicamente solo aparece la figura que es la del Obispo. Anciano y Obispo son la misma palabra en griego y el significado es “supervisor”. Así que mi función no es la de dirigir, sino la de supervisar, acompañar y por eso hay muchos días que ni siquiera tomo la palabra, sino que lo hacen las personas que forman parte de esta Iglesia. 

ÈB: ¿Compagina su misión de Anciano con otra ocupación?

CS: A parte de poder casarnos, tener una familia, los Ancianos tenemos otro trabajo y por eso nos repartimos el trabajo entre el consejo. No hay un solo Anciano para cada Iglesia, sino que hay varios. Así, el hecho de que haya un conjunto de varias personas que se ocupan, hace que sea más difícil caer en el empoderamiento, pues entre nosotros nos autorregulamos. Nuestras iglesias son totalmente democráticas, que es algo muy bueno, pero a veces muy difícil de gestionar. Es mucho más sencillo gobernar debajo de una dictadura, esto está claro. Y por esto esta misma iglesia, hace veinticinco años, se quedó sin consejo de ancianos y hubo que sustituirlo, y así vine yo de la Iglesia del Paral·lel, en la que estaba muy involucrado pero no era Anciano aun. Yo estoy feliz con el trabajo que hago, pienso que Dios me ha traído aquí y pienso que por hoy es lo que Dios me ha puesto por delante.

ÈB: ¿En busca de qué vienen las personas a los cultos?

CS: Hay la persona que claramente viene a buscar ayuda de tipo material, más que interesarse por la fe o aquello espiritual. Hay otras personas que se encuentran en una situación de necesidad y vienen a sentirse arropadas, a establecer lazos. No es cuestión de que si no abrazas la fe no te ayudamos. No es un chantaje, nosotros intentamos ayudar a todo el mundo, pero si que esperamos que se establezcan lazos. Después hay aquellas personas que realmente tienen inquietud espiritual y necesitan descubrir qué pensamos, qué hacemos y por eso se acercan a nosotros.

ÈB: ¿Qué influencia cree que tiene este proyecto en su comunidad cercana de Pubilla Casas y en general en la sociedad?

CS: Yo pienso que hemos influido positivamente en el hecho de que muchas veces hemos sido nosotros los que hemos tocado el cuerpo de las personas para que se preocuparan más de los demás y menos de las cosas materiales, que se respetara la vida humana y en este sentido creo que seguimos estando allí. Vivimos tiempos en los que nos damos cuenta de que no somos tan fuertes como pensábamos y pienso que hay mucha gente que sin saltar a la arena, como espectadores, nos miran, nos escuchan y tienen ganas de que les hablemos. Tenemos que ser capaces de transmitir todo lo que representa el reino de Dios no solo en palabras sino también en la forma de vivir. Ahora es un momento de necesidad y las personas que tiene una necesidad, normalmente, despiertan una inquietud espiritual auténtica. Hay personas que a raíz de la situación de necesidad se les abren los ojos y quieren saber sobre la existencia, sobre el sentido de la vida. Y algunas de estas personas, después de haber venido, haber superado esta etapa de crisis y sentirse más encaminadas, siguen viniendo para descubrir más allá. 

ÈB: ¿Cómo ve usted el momento actual para su iglesia y, en general, para el Evangelismo?

CS: La iglesia, por mala suerte, en los últimos años, se ha convertido en un artículo de consumo. La gente no va allí donde puede dar, que es de lo que se trata. Si das, por descontado que recibirás. Es la esencia de la enseñanza del cristianismo: qué puedo dar y no qué puedo recibir. Ahora hay mucho esta mentalidad de si el producto que me estás dando no me gusta me voy y busco otra cosa que me llene esta supuesta espiritualidad. La sociedad ha decidido que por si misma puede valerse y que no necesita a Dios. El materialismo ha hecho que la sociedad no crea que existe una verdad común para todos. Sino que cada uno tiene su realidad particular. Y, por otro lado, nosotros nos hemos equivocado y hemos hecho muchas cosas que no están bien. Uno de nuestros grandes defectos, es que hemos separado lo que es la vida religiosa de la vida no religiosa. Nos ha costado interiorizar el gozo, la alegría, el baile, expresiones buenas. No es malo hablar de cosas banales, de cosas que nos afectan en nuestro día a día. Haciendo autocrítica podría decir que hemos hecho una separación tan grande entre la vida religiosa y la vida de verdad que quien se encuentra en el otro lado no quiere cruzar el charco. Si tengo que dejar de reír, he de dejar de pasármelo bien, evidentemente no quiero salir de donde estoy. Cuando realmente, originariamente, en la religión judeocristiana, lo más importante siempre habían sido las fiestas.

ÈB: ¿Cuál ha sido su mayor logro como Anciano? ¿Y su mayor miedo?

CS: No cambiaria mi vida como creyente. Como Anciano es otra cosa, porque es un trabajo muy duro estar tratando con personas constantemente, tiene momentos muy difíciles. En mi vida no cambiaría todo lo que me ha aportado a mi la fe. Me ha aportado tanto que me da igual si es todo una mentira. Si es mentira, pues bendita mentira, porque todo lo que me ha aportado es tan bueno…no cambiaría nunca este referente que he encontrado en Jesús. Me siento orgulloso de que esta Iglesia siga adelante con toda la que está cayendo. Me siento orgulloso de formar parte de esta obra que ha sido testimonio aquí en el barrio. Estoy muy contento de haber sido de ayuda a toda la gente que ha pasado por aquí y transmitirles el evangelio de alguna manera. Y también he recibido mucho, muchísimo de gente muy sencilla, de gente con una fe mucho más grande que la mía que en su mayoría han sido mujeres. Mi mayor miedo, por otra parte, es el salto generacional. A estas alturas sé que quien mantiene la obras es Dios, no tengo miedo porque sé que Dios proveerá. Pero no deja de preocuparme que no haya una generación próxima que nos sustituya, con ganas de involucrarse, con ganas de aprender la Biblia…

Entre muchas otras preguntas y respuestas, Carlos Serra me hace pensar en lo perdidas que nos encontramos aquellas que no hemos sabido sacudirnos la sucesivas crisis de nuestro país y, ahora que se presenta otra, no hemos salido aun de la precariedad, la inestabilidad y la ambigüedad. Huimos de la autoridad, pero somos incapaces de imponernos nada. Estetas que se cambian las máscaras cada vez que encuentran un referente prometedor. Pero sentimos el cansancio de no ser capaces de diseñar nuestra propia alma(1) porque se nos ha negado la existencia de Dios sin haber propuesto otro sistema de referencia que no sea el que opera a través del consumo. Una rueda que se podía satisfacer cuando había trabajo. No hay una verdad, hay infinitas posibilidades que en vez de liberarnos, nos crean dudas y más dudas. ¿Cómo proyectarse hacia un futuro concreto si no somos capaces de percibirnos de forma no fragmentada? La realidad en clave hiperreal nos amansa para que perdamos nuestra subjetividad. Intentamos formar parte de grupos que den sentido a nuestra existencia individual, pero nos acaban pareciendo adoctrinadores y sofocantes, pues sin agencia propia no nos queremos hacer responsables de principios de otros. Ni dios, ni capitalismo, ni comunidad, pero nos sentimos solas y perdidas porque sabemos lo que no queremos y lo que queremos por ahora no lo podemos lograr.

Lo nuevo, esperanzador y milagroso, lo acostumbramos a distinguir de lo vulgar. De la misma forma que se escogió a Dios de entre sus semejantes predicadores errantes o el readymade de los otros objetos mundanos(2). Tal vez es por eso que, ahora que nada es común, reconocible, hay que cambiar de estrategia. En medio del sin sentido, buscar lo obvio.

Èlia Bagó

(1) The Obligation of Self-Design. Boris Groys. Published online by E-flux journal #0, 2008.

(2) Chapter 1: Sören Kierkegaard in Introduction to anti-philosophy. Boris Groys. Translated by David Fernbach. Published by Verso, 2012.

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