La realidad de un sábado noche

Hay muchas maneras de enfrentarse a la realidad, tantas como maneras de reaccionar ante ella. El sábado pasado, en el Sâlmon<, pudimos ver unas cuantas formas de abordar el tema.

kopfkino

Kopfkino (a partir de una idea de Mariona Naudin trabajada junto a Mar Medina, María Barrios, María García Vera y Marina Colomina, estas dos últimas acompañando a Mariona Naudin en escena) opta por crear en escena una nueva realidad a partir de las ficciones a las que hemos sido expuestos a lo largo de nuestra vida. Esa realidad la construyen tres intérpretes femeninas que a veces se dirigen al público para contarle pequeñas historias, algunas descaradamente robadas, otras no me atrevería a asegurarlo, que se mueven entre la percepción alterada de la realidad, el esoterismo, la ciencia ficción o, simplemente, una manera de ver el mundo que desafía lo que alguien, seguramente desafortunadamente, ha decidido que es lo normal, porque lo normal muy a menudo suele ser sinónimo de aburrimiento y pobreza de espíritu. Las intérpretes también juegan a reproducir escenas entre ellas con diálogos sacados de otras partes, imagino, porque algunos creo reconocerlos pero no todos. Pero esas escenas les sirven para jugar, para hilvanarlas y corromperlas, para romperlas en pedazos y llevarlas al absurdo, para inventar su propia realidad, en definitiva. Y, por en medio, en esa nueva realidad que nace sobre el escenario, las intérpretes corren, gritan, se caen, se dan de hostias, saltan y bailan, a veces al ritmo de temazos que ellas mismas pinchan desde un teléfono móvil. La realidad que proponen es una realidad absurda, muy poco normal, en la que dan ganas de quedarse a vivir un buen rato. Esa nueva realidad contagia las ganas de vivir. Si no te gusta la realidad que te rodea, invéntatela y sal a bailar. Últimamente pienso bastante en algo que le oí a Toni Hervás en una entrevista en la radio del MACBA. Decía algo así como que lo que más valoraba eran esos momentos de subidón que te ofrece a veces la vida. Pienso en que, si no vienen por sí solos, hay que salir a buscarlos. Ahí fuera o dentro de uno mismo. La realidad será lo que queramos que sea.

kopfkino

De la realidad de Kopfkino en el Mercat de les Flors me fui corriendo a la realidad que proponía el experimento que el colombiano Luis Garay ha construido en una residencia de cinco días en la Sala Hiroshima: El límite del presente. Esa realidad era una realidad audiovisual plasmada en una pantalla gigante que incluía a su vez muchas otras pantallas, esa realidad que podemos experimentar en cualquier sesión desfasada ante nuestra pantalla de ordenador, conectados a la red. La sesión comenzaba recordándonos el texto del Mito de la caverna de Platón mientras en pantalla se superponía información de todo tipo: un discurso de Michelle Obama, otro de Melania Trump, escenas de violencia, una skater deslizándose con su monopatín haciendo mil virguerías, una bailarina desfasada, la performer Agnés Mateus en presunto streaming en directo en lo que parecía una habitación de hotel, una escena de porno gay, una conversación de fondo subtitulada con el actor Juan Navarro, chats, redes sociales…  Una detrás de la otra y todo a la vez. Para crear esa realidad proyectada en la caverna de Hiroshima, Luis Garay ha tenido que escoger entre los billones de bits disponibles y diría que ha escogido mostrarnos la realidad más cruda. Su realidad es tan real como la realidad de Kopfkino pero él opta por señalar, en el texto que nos dieron a la salida, que, en esta nueva y monstruosa ecología, vivimos en total fragmentación y por reconocer la inconsistencia de la realidad y de eso a lo que llamamos “yo”. Seguramente todos los allí reunidos ya éramos más o menos conscientes del tema, pero quizás alguno no se había parado a pensarlo, nunca se sabe. Supongo que el experimento le servirá a estos últimos, por pocos que sean, y espero que les sirva para despertar a una realidad más plena y no para sucumbir a la que Luis Garay nos muestra.

luisgaray

Del Paral·lel, ya en la recta final de la maratón del sábado, volví a subir a la montaña de Montjuïc para ver The hot one hundred choreographers del brasileño Cristian Duarte. Fui a ver a Cristian Duarte porque, como en el caso de Luis Garay, nunca había tenido la oportunidad de ver nada suyo y agradezco poder ver el trabajo de creadores extranjeros difíciles de ver por Barcelona. Pero con la cantidad de actuaciones que estoy yendo a ver en esta edición del Sâlmon ni siquiera miré el programa para ver de qué iba lo suyo. Craso error. La realidad que presenta en escena el solo de Cristian Duarte está extraída de fragmentos de cien piezas de otros tantos coreógrafos, de ahí el título de la pieza. Este solo pertenece a ese tipo de obras de arte que, si te las encuentras en un museo, cobran sentido al leer el cartelito que acompaña la obra. Estuve todo el rato preguntándome de qué iba todo eso que estaba viendo en escena mientras escuchaba el collage de temas musicales que lo acompañaba. Veía un bailarín extremadamente hábil que parecía haberse perdido en un caos estilístico. Me pareció intuir algo parecido a la explicación que luego, a la salida, me dieron algunas almas piadosas pero durante la hora que duró la pieza me pregunté si era mi imaginación enfermiza la que veía cosas raras o qué estaba pasando. Por supuesto, hay que ser un erudito para reconocer las cien referencias (y no, efectivamente yo no he visto ni la mitad) pero mi mente captó algunas presencias fantasmales sin que acabase de decidirse a atar cabos. Tuve que esperar a las cañas para poder reconstruir en mi mente el significado de la realidad que había presenciado: una realidad que parecía una cosa y era otra, como muchas veces nos sucede al vivir en la ignorancia. La próxima vez iré a verla después de estudiarme una por una todas las referencias. Mientras espero a que la realidad en la que vivo me dé esa segunda oportunidad,  y mientras busco los paralelismos con el Mix-en-scene de Amaranta Velarde y Alba G. Corral, me entretendré viendo los cien originales en la increíble web del proyecto de Cristian Duarte, donde seguro que me esperan un buen puñado de ignoradas realidades.

Cristian Duarte

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5 Respuestas a La realidad de un sábado noche

  1. Maria Naudin Lorda dijo:

    Maestro Ramos, le vamos a hacer un monumento y a regalar un patinete eléctrico. Gracias por poner las palabras.

  2. Luis Garay dijo:

    Sobre EL LIMITE DEL PRESENTE: Empecemos por gritar a los 4 vientos, y reconocer, que nosotros, a causa de las redes sociales, los mails y la tecnología «touch», nos hemos convertido en nuestros propios jefes-esclavos (Byung Chul Han). Estamos en un cambio de paradigma total. Primero, sobre qué es la imágen, qué es público, qué es privado, qué es «presencia», qué es cuerpo, qué es trabajo, qué es ocio. Sobre la manera de producir y consumir información.

    La operación consiste en evidenciar que día a día, nosotros (vos y yo), a través de las apps, dispositivos y redes que se nos ofrecen, ejercemos procesos de horizontalización: una foto de Donald Trump con un Whatsapp de nuestra madre. Un activista, con un skater. Y para mi, esta horizontalidad que la técnología esta forzando no es para nada obvia, y es absolutamente interesante. No se trata de que la foto de tu hij@ en Facebook sea menos que Donald Trump, se trata de que desde ésta ecuación la información basura también esta perdiendo poder, y que formas alternativas de producción de imágenes e información -contra los monopolios dominantes- están emergiendo. Tiene sentido? no. porque la encrucijada en la que estamos es que este mecanismo no tiene sentido, la maravillosa violencia es que no respeta morales: trump=gato=whatsapp de madre=syria=délfín en el mar=rostro deformado ¿Acaso mi misión es crear trincheras para salvaguardar el valor de aquello que si tiene sentido? creo que no. Mi misión es intentar reflexionar sobre el tiempo en el que vivo, crear espejos para intentar discernir lo que significa la experiencia de ser-humano-hoy.

    Ésta es otra era: nosotros somos el capitalismo, nuestros cuerpos SON el sistema. no hay más adentro y afuera, no hay trinchera como «futuro posible», no es suficiente con ajustar la configuración del celular para no ver los posts que no queremos ver ó silenciar el teléfono antes de entrar al teatro. El mismo autor de esta nota ha sacado el celular en el medio de la presentación para capturar una imágen de la misma, convirtiéndose en productor de una imágen que habla sobre el consumo de imágenes, imágen que va a parar a un artículo en Facebook para ser likeado ó no, al lado de noticias sobre ONG´s, la represión de indígenas en Dakota, Rita Barberá, fotos del fín de semana de mi primo y un live streamming de la marcha gay en Buenos Aires.. Si alguien ya tiene asimilado éste mecanismo, que me avise porfavor. Y yo tengo 34 años: Qué de las generaciones totalmente inmersas (nacidas) en la era internet? Estoy en desacuerdo en que no debemos reproducir el horror de la realidad actual. Estoy en desacuerdo en que «ya tenemos asimilada» la super imposición de capas de información. Y si ya la tenemos asimilada, no creo que esto sea por un despertar de nuestras consciencias, sino por anestesia. Veamos más el horror, hagamos zoom ahí en lo que pensamos como «asimilado»… a ver si en una de esas ya nos hemos acostumbrado. Por otro lado, (para mi), hay muchas imágenes totalmente placenteras al lado del horror y lo banal. La libertad del voguing, la estupidez genial del mannequin challenge, una chita a 120 klms de velocidad, un buque en alta mar con olas de 15 metros, la maravilla de las sustancias físicas, bailarines fantásticos, una piedrita en la calle (real), yoga, formas geniales, rostros desconocidos pero fascinantes…. Lo mounstruoso de «lo bello», ó «lo bello» de lo mounstruoso, eso me parece interesante. El discurso de Melanie Trump en la convención republicana no me parece aterrador ni deprimente, sus palabras, para el caso, son las mismas de Michelle, lo que dicen, es hermoso, ella lo que representa es una de las fachadas de la época de la «post verdad», como esta siendo denominada.

    Es suficiente con este espejo de la realidad? No. Ahora debo encontrar una salida a esta cueva, cuyas sombras, son nuestra percepción colonizada. Y aquel que se piense «des-colonizado» de algo que nisiquiera hemos asimilado por completo… hmmmm 🙂

  3. bea fernandez dijo:

    No pude ir a ver tu trabajo Luis Garay, no puedo ir a ver todo lo que deseo en esta edición me quedo feliz en mi casa con mi bebe de 15 meses pero mi otro yo busca referencia en la red de lo que esta pasando en el festival, gracias a las cronicas de MAMBO Teatron o FB puedo seguir el rastro de lo que no puedo presenciar, me acabas de hacer temblar en la silla.
    abrazos

  4. Rubén Ramos Nogueira dijo:

    Luis, gracias por tu extenso comentario que da mucha más información sobre tu intervención (y de primera mano) de lo que yo he podido reflejar en un párrafo apresurado, hilado sobre el tema de la realidad. Sólo quería aclarar que no tomé ninguna foto con mi teléfono móvil en medio de la presentación, como te has imaginado equivocadamente. Las imágenes que ilustran este artículo me las ha cedido el festival Sâlmon< y las tomó el fotógrafo contratado por el festival.

  5. san dijo:

    Que buena reseña master y que honestidad con el relato de The hot one hundred choreographers se agradece . I love your Mambo Jambo!!
    https://www.youtube.com/watch?v=EJGiDIdWDos

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