infinitas personas del singular

plantear lingüísticamente esto podría ser así. Empezando por 1ª, 2ª, 3ª persona del singular, y siguiendo con otras personas e hibridaciones fuera de esta normativización sobre cómo se piensan los sujetos singulares. Cualquier cosa que mantenga una línea de costa concreta donde sólido y líquido se unen y se separan indeterminadamente alrededor del perímetro de la isla.

Melencolia I es ese grabado de Albrecht Dürer con vibración oscura y lleno de detalles, todas esas piezas rodeando un organismo humano en aislamiento, balanza clepsidra compás campana esfera y muchas otras en un panorama ocultista, autorretrato de alguien congelado en un instante de incertidumbre existencial. Pasan muchas cosas por detrás y dentro de lo que se ve.

A los minutos de entrar en la sala, con el foso que mantiene la acción en un plano inferior y acotado, la luz y el calor, aparece una corriente de fuerza, es soledad. Al rato puede que llegues a tener ganas de salir rápido a respirar el aire de Montjuïc. La imagen de ese grabado aparece latiendo sobre la visión de cuerpos colocados sobre 30 toneladas de arena. Hay un sonido electrónico constante como un zumbido ni muy alto ni muy bajo, ni muy melódico ni muy estridente, terrible término medio. Una voz empieza un canto operístico-pop, busca la boca de la que sale, mira en la dirección del sonido, qué boca es, dónde está.

Juegan al bádminton y en estado de hipnosis la cabeza se mueve siguiendo ese objeto ligero que va y viene silenciosamente y con elegancia, el volante, hecho de corcho y plumas. Hay palas de playa, móviles, fiambreras, revistas, balones, un dinosaurio de goma, bicis, cremas solares, una diminuta piscina vieja medio deshinchada con agua sucia. Podría ser La tierra baldía de T. S. Eliot, recurso familiar para imaginar paisajes contemporáneos, post-modernos o en presente continuo, aquí como aparición fantasmática en sus cinco apartados, el entierro de los muertos, la partida de ajedrez, el sermón del fuego, la muerte por agua y lo que dijo el trueno. Cabe entero. 

La pieza no solo resulta un disparador de síntomas ansiógenos, parece funcionar como una máquina de relaciones simbólicas y referencias de traducción de códigos. Los cuerpos se dejan mirar en detalle, pero no es una invitación al voyerismo. Es casi un acto de empatía ante un espejo deformante. El afuera por momentos desaparece como una fusión de organismos en un mismo ecosistema, lo individual se deshace cuando te miro y no sé dónde acabo y dónde empiezas. Caveat: es una visión holográfica, estos cuerpos no conocen una unión de fluidos o espíritus, no leen poesía juntxs ni se van de noche al Görlitzer a fumar en silencio, son cuerpos dóciles. 

Bajo la luz cegadora del espectáculo, en palabras de Comolli, las narrativas musicales se van sucediendo con eficiencia, exactitud, una falta absoluta de emoción, mientras la zona del público que mira desde arriba se empieza a vaciar a los 20 minutos del inicio de la sesión de las 21:00 h del viernes. Es probable que la cosa tenga su peso, entra difícil, molesta. Las comparaciones son odiosas y en mi cabeza voy haciendo un paralelismo entre Sun&Sea y esa pieza musical de Jan Lauwers y la Needcompany, Isabella’s room. Cuenta otra vez cómo te encontraste a Jan Lauwers de casualidad en el Hotel Tequendama de Bogotá. Qué lejano parece sentarse en un teatro y desear que nunca acabe y tararear esas canciones durante meses, desde este foso. 

Un cuadrilátero que podría metamorfosearse ahora mismo en un parlamento de las cosas, con el espectro de Bruno Latour riéndose por lo bajo por cómo te sacas de la manga esta asociación, por amor. Si esta desunión de organismos pudiera convertirse en un verdadero akelarre, tendría que ser desterrando el dualismo sujeto/objeto. Los casi-objetos, casi-sujetos y monstruos híbridos afirmarían su existencia en una simetría donde son actuantes que traducen redes y generan redes. Como la capa de ozono de la que habla Latour, otra presencia espectral que anida entre los focos como cuchillos de esta pieza. 

Un hilo tan perfectamente tensado que la sección en la carne es perfecta, indolora, sin sangre. La máxima expresión de la alienación de excelencia, no cualquier alienación de fábrica o de oficina, algo a escala total, la energía de un ecosistema de la vida. Dentro de este espejo no paran de pasar cosas y todo está conectado, pero en ese equilibrio perverso que me refleja no ocurre absolutamente nada, la estasis de la acción, el purgatorio, el limbo, el pánico latente, la asfixia, el agujero negro, Sagittarius A en el centro de la Vía Láctea. 

Entonces busco el detalle intrascendente en la alta frecuencia visual como mecanismo de supervivencia. Un palo. Una piedra. Una marca en la arena. El color plano de la arena. Solo una longitud de onda habita los conos y bastones de tu retina recibiendo el estímulo. Una pancarta imaginaria aquí diría: Sin nosotrxs. Esas caras anodinas actuando una relajación inconsciente y frívola eres tú. ¿Cómo puede articularse la revolución, cualquier tipo de revolución, incluso sin baile, desde este lugar?

The volcano erupted
unexpectedly,
contrary to all the diagrams
and
timetables—
not a single climatologist
predicted a
scenario like this.

Los signos de la erupción no fueron decodificados. Lo explica, añadiendo alguna mentira o licencia literaria, Plinio el Joven describiendo las heroicidades de su tío Plinio el Viejo, que se dedica a comer y a dormir la siesta con el volcán en erupción. Si estás tomando el sol bajo el econihilismo, que Vesuvio, Campi Flegrei y toda la provincia magmática empiecen a actuar y te ilumine el fuego. Podría ser un método más efectivo y audaz, más cálido y físico, que hitos biopolíticos como antes de tirar ese deshecho pararse y pensar: marrón, azul, amarillo o verde.

Has visto ya algunas primaveras en algunas plazas, vino la policía, hubo heridas. En este foso dime qué ves. Mala mar, bandera roja. La agitan las personas que trabajan en la sala del Lliure, se entiende rápido que hay que salir. Pero no es eso exactamente. Le pregunto a una de las chicas: “No pararán, ¿verdad?”, y sonríe como si le hubieran descubierto un secreto, “No.” El sonido, los coros, la luz, el calor, seguirán hasta un momento en el tiempo en el que ninguna tercera persona estará, ni tú estarás ni yo estaré ya aquí.

Alba Mayol Curci

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