Retronotas_3 / El ejercicio del Amor / Carlota Mantecón + Jesús Rubio

Esta ‘retronota’ pertenece a una crónica escrita para Lagenda de Tenerife tras el estreno de la pieza (noviembre de 2015) en el Teatro Guimerá. He decidido reenlazarla aquí literalmente. Es curioso ver cómo los materiales de un mismo trabajo evolucionan tanto que se acercan mucho más a sí mismos. Y cuando digo eso creo que no solo me refiero al trabajo de Carlota Mantecón y Jesús Rubio, sino a mi propia experiencia como ser vivo que mira cosas fascinado.

«Jugar a imaginar tal aglomeración de esculturas que ya solo pudiéramos percibir el cuerpo».

Así, con un título más largo que un día sin pan iba a empezar esta entrada. Luego he cambiado de parecer por esto de la utilidad. Un título es de esos lugares donde un recorte puede venir bien cuando no se ajusta, cuando no es justo. De resto, a las piezas que conforman eso que con la boca llena llamamos la Cultura habría que dejarlas intactas. Deshacernos en su lugar de los dueños de las tijeras, que normalmente no las comprenden o ni se interesan en ello, por tanto, no se ajustan. Pero como las palabras siguen siendo gratis y nunca vienen solas, no solo mantendré la frase larga, sino que haré un despilfarro y añadiré la imagen que la acompaña. Una no es anterior a la otra. Ah, por cierto, esta parte sirve para hacer libre asociación. Yo lo he hecho y me lo he pasado bien:

El ejercicio del amor

Ahora me tiraré el rollo de que este es uno de los cuatro análisis de la belleza que realizara nuestro amigo William Hogarth en pleno siglo XVIII. Abigarrados y misteriosos, con toda la mala leche o el sarcasmo, si se prefiere, en sus grabados esa parte ácida es muy importante, como si gracias a ella se elevara el discurso presentado entre líneas de la mera exposición a un lugar de fresca lucidez donde el que mira puede acceder al código que se le presenta también desde una leyenda icónica, y usándola interpretar la imagen con libertad.

Porque el marco que precede la imagen es un damero sistemáticamente dividido, con una variante graduada, entre otras cosas, de la curva serpentina, junto a dibujos de objetos donde ésta está presente: un corsé o el propio rostro humano. Según la S de la línea se pronuncia menos o más los dibujos que la contienen pasan de lo anodino de un simple monigote al paroxismo de lo grotesco, como ocurre en las versiones extremas de los corsés, incomodísimas: una extremamente plana, la otra demasiado curva. El marco abre una perfecta perspectiva canónica donde personajes ilustrados (en los dos sentidos) estudian esculturas clásicas. Libros gordos abiertos con apuntes. Torsos de mármol colocados de espaldas frente a un señor muy moderno y estirado que se relaciona desde su dimensión humana con la escala de un cuerpo griego de piedra y su curva praxiteliana. Y Venus desnuda eternamente entre tanto desorden masculino y académico. Muy al fondo, el grupo del Laocoonte dentro de una pirámide de tablas, usada para sacar sus medidas, que es que estamos inventando los manuales y resulta tan necesario copiar a los clásicos.

El ejercicio del amor

El ejercicio del amor es el más que afortunado título del último trabajo de Carlota Mantecón y Jesús Rubio, pareja de bailarines, coreógrafos y amigos cuya relación se consolida en los tres sentidos tras haber mostrado semejante trabajo el pasado viernes en el santacrucero Teatro Guimerá. Allí nos convertimos en un público un tanto desubicado, subidos al escenario para estar a pie de linóleo, aunque algunos lo vieron desde el palco, abierto para que cupiéramos todos. Sold out, gestores culturales.

Por mi parte, me he puesto a escribir y he empezado por lo fácil: mis asociaciones con lo inesperado. Pero, ¿qué le voy a hacer? Es muy complicado escribir sobre una obra a la que me cuesta llamar obra. Lo que Carlota y Jesús tienen entre manos, entre cuerpos, es una pequeña joya, valiosa, delicada y frágil que produce la curiosidad, la inquietud y también la incomodidad de ciertas miniaturas. Y aunque se supone que conocía un poco lo que iba a ver (tuve la suerte de olisquear algún ensayo), casi diría que me engañaron. Porque no es para nada lo mismo jugar a imaginar cientos de esculturas que verlas. Eso junto al cómo en la ejecución de esa aglomeración son factores clave que convirtieron este estreno en algo capaz de cambiarme considerablemente.

El ejercicio del amor

El ejercicio del amor es sobrio. Pero la potencia de esta afirmación está en que funciona igualmente si no pensamos la parte destacada de la misma como título de una pieza, sino como afirmación en sí. Por tanto, digamos ‘el ejercicio del amor es sobrio’. No puede serlo de otro modo. Entregarse y abrirse al otro no es sino eso, dos verbos interconectados. Y aunque es enorme, no es nada más. Y sobre este doblez de significaciones juega lo que entre Jesús y Carlota presentan y mantienen, eso que a veces se les resbala, lo que mueven entre ambos para que sean nuestra mirada y escucha las que bailen.

En escena: linóleo blanco, luz general y silencio total. El cuerpo de Jesús que entra y mira, y nos mira como si fuera la primera vez que lo hace para empezar a moverse, despacio, de manera fragmentada, tal vez solo una articulación por movimiento. Y hacernos ver así que el ‘como si’ es nuestro y solo nuestro. Carlota llega. Se le acerca. Hace lo propio. Intentan acoplarse. Se desencuentran. Comienzan de nuevo. Cuando se han acoplado, cuando es ese cuerpo doble el que mueve casi una articulación por turno, como naciendo de sí mismo, de su propio encuentro, observamos ‘desde fuera’, como usando mirada ‘más global’. Vemos que los dos van vestidos en distintos tonos de gris. Que efectivamente, la propuesta es esa. Y ya está. Y que en lo que le hemos dado permiso a esa mirada externa hemos perdido la finura de la otra: la criatura doble Jesús-Carlota ha evolucionado. Ahora el movimiento tiene múltiples motores en su lentitud, pero la clave ha pasado a los apoyos de uno sobre otro y realmente no sabemos cómo han llegado a enroscarse de esa manera. Porque en lo que estamos viendo no hay una exhibición de formas. Digamos que es toda la pieza la que tiene una forma indivisible, y que cada una de las imágenes que encontramos es el accidente de haber mirado este momento del paisaje: Para nosotros, justo eso ahora. Para los cuerpos que vemos, la consecuencia de una decisión conjunta.

El ejercicio del amor

 ¿Hasta qué punto en esto que veo hay coreografía?, me recuerdo preguntando en uno de los ensayos, con ganas de saber pero también haciendo preguntitas incómodas para que ponerse a responderlas ayude a lo que se estaba gestando. ‘No hay coreografía / No siempre / A veces sí / Tenemos algunas pautas que…’ recuerdo escuchar. Por ahí nace otro cogollo de este trabajo. ‘El ejercicio del amor’ es una maquinaria que organiza pautas de movimiento conjuntas de una manera muy cuidada y precisa para que en ella quepa la apertura y la dispersión. Pautas que los creadores conocen pero que sus cuerpos, sorprendidos o desconcertados, encuentran siempre por primera vez, pautas que el que observa no siempre identifica, a las que han de plegarse y que generan la necesidad de una escucha constante, intensa e imprescindible, incluso cuando ésta se ha roto, o no incluso, sino sobre todo. Cuando llega el error. Cuando estoy caminando sobre tu espalda porque me ofreciste confianza y ahora no se cómo hacer para salir de aquí y encontrar lo mejor para los dos, así que voy a rodar hacia atrás y dejar que me pases por encima.
El ejercicio del amorCreo que la propuesta de Jesús y Carlota es arriesgada. Mucho. Pero digo creo porque para mí es preciosa. Y comprendo que en el conjunto de el público sea más o menos difícil entrar. Cuestión de gustos, de expectativas… Hay quien se remueve en su butaca contribuyendo a la banda sonora. No. No nos van a explicar nada. Las cosas no significan explícitamente. Ahora Carlota vuela sobre las piernas de Jesús. Pero es mentira. ¿Por qué he visto eso así y no que ahora Jesús soporta el peso de Carlota? Sea lo que sea, es ambos. Más mi intervención, con o sin palabras. Pero decía que todo es arriesgado. Desde el comienzo todo se presenta sobre un silencio denso, sin concesiones. Un silencio ensordecedor, a lo John Cage, pues no deja otra alternativa que escuchar. Pero ¿cómo podría haber escuchado la música en directo de esta pieza si me hubieran pinchado un tema? El pliegue de la ropa. La piel contra el suelo. Un chasquido de la madera. La respiración acelerada que recuperan en la renuncia o tras la consecución explosiva de una propuesta. Alguien tose. Los móviles que vibran. Todo. Estamos vivos y no hay otro lugar donde mirar que el espejo que Jesús y Carlota sostienen entre el placer y la dificultad, con la libertad del compromiso. Y de nuevo es arriesgado el número 2. Ante el 2 formado por un hombre y una mujer proyectamos la idea de pareja. Proyectamos Disney. Hollywood. Romanticismo barato y peligroso hasta la náusea. Tarde o temprano hay un click. Entonces vemos más allá o más acá. Dos cuerpos ejercitan el amor con toda su dificultad. Y nos conmueven en lo mínimo aunque nos cueste dejarnos, tras haber visto tanto porno. Cada movimiento es evidente, ocurre ante nuestras narices. Sin embargo, todo está velado. Y quiero recorrerles con la mirada, conocer algo del secreto de cómo hacer para estar juntos, ese sitio donde tanto me he equivocado, disfrutado y aprendido.

El ejercicio del amor

 Poco a poco Carlota y Jesús disparatan su propia propuesta. ¿No es eso lo que pasa cuando encontramos lo inesperado, que pintamos fuera de los bordes? Sobre la sobriedad gris cada susurro es un acorde, cada movimiento un posicionamiento. Hay un cambio de luz mínimo y amanece en la pieza. Las sombras se proyectan sobre el suelo dibujando huellas de este cuerpo doble que presenta en tiempo real su historia sin contarla. Quiero más luz. Luces de colores para ver como un cuadro de Ives Klein en lo blanco. Pero no. Que así lo sobrio me deja construir, igual que el silencio componer.

A todas estas, para despedirme, pienso que no he hablado de emoción igual que no he hablado de narratividad. Tal vez alojo mi parte de miedo a que el amor de verdad me toque (como si uno fuera un agente externo, como si cupiera la abstención). Miedo a que mi cuerpo sea también frágil y a la vez apoyo para otro cuerpo. ¿Y si por eso miro tanto lo que miro, lo sobrio, y no ese otro campo de emoción y narratividad que no dejará de existir porque no lo comente? Bien. Como ya dije lo que la propuesta tiene de maquinaria orgánica de pautas y forma conjunta, puedo escaquearme por la puerta de atrás sin que se note. Pero no lo haré.

El ejercicio del amor

 Emoción + Narratividad. Les dije a Carlota y Jesús que la pieza es como esa peli favorita en VHS que te sabías de memoria y no podías dejar de ver. Como un disco necesario, atesorado. Y aunque me obsesiono con mirar desde un témpano de hielo, mi calentamiento ha sido global. El sistema o práctica de Carlota y Jesús es una cosa diferente de la pieza que se va a ver cada día. Ese armazón móvil da espacio y tiempo para el movimiento conjunto. Y ahí está la magia. Miramos a través del visor de la práctica y vemos la pieza, un lugar donde son acogidas todas las relaciones del mundo. El viejo que cuenta un secreto al joven, la madre que lame a su cachorro, el brazo que levanta al herido, el amante que envuelve o aprisiona. Incluso el rival que empuja pero necesita del otro para tener sentido. Y uno que mira no puede más que temblar ante todas las relaciones del mundo en cronofotografías desplegadas una a una.

Epílogo.

El ejercicio del amor

Podría decir tanto sobre el triunfal y conmovedor final de esta pieza, moldeado como epílogo y a mi entender (o al de mi ritmo cardiaco) enormemente bello (palabra que no uso nunca y no se si me dará agujetas). Algo de nuevo muy difícil, porque en todo momento esa forma unitaria ya nos ha regalado imágenes y momentos estéticamente preciosos. Tanto que no diré más, que no haré spoilers, aunque no se puede cuando una obra comparte tanto con la vida. Solo decir… qué bien la separación de esos cuerpos. Qué bien Jesús caminando hacia el micrófono. Qué bien cada elemento que se precipita, inundando el fondo neutro al que nos hemos acostumbrado: La voz como una ráfaga de aire caliente sobre, ahora sí, la música, que lo envuelve todo, un cambio de luces como un travelling hacia atrás, en el espacio, que deja la escena lejos, lejos, fuera de campo a Carlota, no a su huella, un travelling hacia atrás en el tiempo de todo lo que hemos visto. Y la voz que dice todo lo que ha sido y todo lo que ha podido ser, no se, todo lo que es… todo lo que somos siempre, lo que no dejamos de ser constantemente, no se… no se. No se. Todo lo que es… no se, no se, no se… nosenosenosenose. Todo lo que es a través del cuerpo. Y seguirá siendo. No se… bajo la lluvia.

Imágenes:
Análisis de la belleza I, William Hogarth (1).
Fotografías por Roy Galán (2, 7 y 8).
Fotografías por Irene Zireja (3 y 5).
Cronofotografías, Muybridge (4).
Antropometrías, William Klein (6).

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APÉNDICE / LEAL.LAV
Al releerme recuerdo aquellos cuerpos que Carlota y Jesús eran en el estreno de lo que aquella pieza fue, superpongo sus imágenes a los cuerpos que vimos en el LAV recientemente, igual que hago con el conjunto de la pieza. Nada está en el mismo sitio, todo se ha recolocado y a la vez es como si cada detalle fuera más su propio germen. Y resulta que a mi espacio de recepción le pasa lo mismo. Y que fui un presuntuoso entrando a la sala creyendo que conocer el trabajo me haría verlo más desde fuera, como en un palco de hielo. Qué iluso. Tan ingnorante que aún dedicándome a esto de la escena tantos años no pude adivinar lo vulnerable que podía ser hasta verme afectado y luego ya incapaz de salir de allí de otra manera que completamente herido.
El espacio-tiempo abstracto que el trabajo plantea, circular o ilimitado, difumina sus aristas para que dos cuerpos aparenten ser inofensivos, como cada cuerpo aún no tocado, para que en lo informe, sin que nadie nos diga nada, nuestras sensaciones y memorias no puedan dejar de proyectar(se) en lo que ocurre. Y lo que ocurrió fue la implicación total de ambos performers, como sudando más, como arriesgando más, a veces retorcidos, a ratos casi feos, con esa fealdad del empecinamiento del amor por unir o no separar, esa casi fealdad de lo íntimo y su esfuerzo, lo que es raro que se muestre por la calle en un abrazo o yendo de la mano, lo que está en el amor y no se representa, como un agárrame fuerte, que un día moriremos pero por ahora siento miedo de estar vivo, como un tienes mis manos, o un apóyate en mi hombro, un no te soltaré-no me suetes, un quiero seguir contigo o un yo solo puedo empujar para que tú llegues.

Será que como llega en el teatro llega en la vida, inesperado, y al jugarlo de nuevo solo puede hacerse desde la desnudez de ese germen. Y ahí, de nuevo, sin más de lo que somos, no nos queda otra salida que mirarnos y recordar o reaprender que El ejercicio del amor es cruel. Y cuidado, puede ser devastador. Pero justo por todo ello, probablemente lo más necesario que ejerzamos.

Y ahora, fotos de Javier Pino que sabe captar mejor que yo todo lo que no se ve.

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El límite sin lugar

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EL LÍMITE SIN LUGAR

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LO QUE NO ES EL CENTRO DE NADA.

Observando discusiones por lo del Nobel de Dylan o el día de la hispanidad, los comentarios radicales a favor y en contra rechinan mucho cuando los escuchas desde el único lugar del planeta conquistado por los castellanos igual y a la vez que América, pero donde tienes DNI de España y pagas IRPF. Las discusiones acentúan esta extrañeza que ya forma parte de uno, y todo esto llega cuando iba escribir otra cosa.

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Hipertrofia de un Kit-Kat. Parece mentira, pero tiene que ver.

El otro día imaginé algunas cosas a partir de otras dos que me encontré. La primera, el vídeo de Vicente Arlandis en El Lugar Sin Límites donde le preguntan por el teatro en Valencia. La segunda, el escaparate de una pastelería desde dentro de una guagua (autobús, en castellano) al parar en un semáforo.

Algunas personas de las que vivimos sobre estos volcanes flotantes junto a África hemos seguido en silencio desde nuestras pantallas las muchas crónicas y entrevistas generadas alrededor de cosas tan bonitas como parecen ELSL o el TNT. Una buena cantidad de tiempo y energía empleados en atender a textos y vídeos para sentir cierta conexión (si es posible, y necesario hacerlo, que no siempre). Intención de conectar con lo que ocurre en los centros más importantes por parte de quienes observamos esa escena desde esta oscuridad. Pero también una conexión con nosotras mismas, un iluminarnos cuando algo de lo visto nos resuena y moviliza. Porque observar qué vibra por simpatía con respecto a lo que se observa afuera siempre ha sido un buen modo de hacer inventario, reconocerse, distinguirse.

Para quienes nos dedicamos a estas cosas y no hemos acudido por ejemplo a ELSL es como mínimo llamativo que todo exista en el diferido de un diferido. No vemos ningún trabajo, ni siquiera en vídeo. Escuchamos a artistas responder con más o menos acierto a preguntas más o menos pertinentes sobre cosas que ya han hecho. Contemplamos la ficción de una ficción sostenida por un armazón de vídeos y textos, una dramaturgia resistente, bien tramada, pero a la vez colectiva y caótica, impredecible. Fragmentos que generan un discurso sobre lo realizado que acaba por tener un carácter representativo y narrativo, y que para funcionar no deja de necesitar ser completado por la voluntad de creer en él por parte de quien lo recibe. Tal vez con todo esto y a tantos kilómetros el título del festival tome un sentido inusitado. Nuestra perspectiva es la de un satélite considerado ausente (si se considera) y  al echarle un vistazo accedemos a su relato desde nuestra propia casa. Toma ya.

En los fragmentos que conforman esa pieza para la distancia de ELSL el solo de Vicente Arlandis contiene una parte de opinión crítica. Bien. Sirve para informarnos. Pero además su aparición me produce vibraciones por simpatía. Como cuando uno tiene una guitarra y un sonido cercano en la misma frecuencia hace que una de las cuerdas se mueva “sola”, vibrando “mágicamente”. Es esa frecuencia, ese algo igual lo que invita a mirarse adentro y preguntarse. Y es que por diferentes que seamos, quienes no estamos en el centro de nada tenemos esa negatividad en común en un mundo que apesta a positividad. Vicente dijo eso de que “en Valencia parece que lo viejo no acaba de morir y lo joven no acaba de nacer”. Una frase que parece autodestruirse mientras se dice, por haber sido dicha en muchos momentos hasta hacerse casi convención. Vale, sí, está manida, pero ojo: no dejemos de usarla solo por manida si sigue siendo necesaria. Porque eso se llamaría claudicar. Total, que se me quedó enganchada. Y le di vueltas. ¿Y si en Canarias y otros sitios «no centrales» pasara que lo viejo no acaba de nacer y lo nuevo de morir? Y vi que aparte del juego (que ya es bastante) ahí había algo que desenterrar escribiendo.

De la mano de esa frase que parece obsoleta, miro hacia atrás y no encuentro momentos donde no haya habido intenciones (incluso competitivas) por encontrar algo en el hacer que pueda ser “lo nuevo”. Y eso convierte la idea de “lo nuevo” en algo más manido que la frasecita. Un intento idéntico en tiempos distintos. Un algo oscuramente deseado con un principio contradictorio: como si siempre hubiéramos querido hallar algo nuevo que atrajera las miradas de los otros pero, justo por eso, causara su admiración, separándonos de ellos. Una preocupación constante por crear lo nuevo que imposibilita ocuparse de gestionar lo viejo. O lo actual. Y mientras lo viejo, por su parte, a veces por pretencioso, otras ninguneado, ni siquiera se ha ocupado de cumplir su papel con dignidad (realizarse como tal, comprometerse a ser lo viejo, que podría ser tan provechoso, dedicarse a lo suyo coexistiendo en armonía, lo que finalmente le hubiera llevado a una muerte dulce y oportuna). No. Lo viejo, para no morir, tampoco vive, y así se convierte en zombi. Y los zombis comen cerebros. Y los cerebros se fugan de países infectados.

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Vas a un Parque Nacional a subir esa montaña. La ves a lo lejos posando como en el folleto. Te sientas un rato. Sin querer levantas una piedra y allí están, frescas, blandas, maduras, húmedas, activas, cohesionadas e inquietas, las arañas, los escarabajos, las hormigas, los gusanos las lombrices, y todos sus túneles, sus despensas, sus larvas. Sus cuerpos, con su acción y su muerte, oxigenan, humedecen y nutren el suelo, al que se agarran la piedra y la montaña que pensabas subir. Todo eso que no es el centro de nada o que al menos no aparecerá en el folleto. Porque el folleto sirve para que vengas. Tú y tu dinero. Lo que no es el centro de nada.

Bajo la piedra pierdo la cuenta de cuánto llevo vinculado al LEAL.LAV porque la palabra vínculo es ancha. Sí se que el LAV es parte de un ecosistema donde sobreviviría mal sin las demás especies y cuyo sentido le viene dado en gran parte por ellas, a las que le es devuelto en un movimiento mutuo que enriquece el sustrato. Así es aunque no se vea, aunque no se quiera. Aunque muchos terratenientes aprovechen esa fertilización sin entender cómo la hacemos o qué es. Aunque a veces algunos quieran pisarnos en algún Sitio.

Con trabajo concienzudo y tiempo lo institucional se reblandece un poco, se hace transitable y coexistimos con ello. Bajo esta piedra los organismos de cada especie estamos descubriendo cómo movernos esquivando instituciones y aprovechando puntualmente su presencia para impulsarnos y revertir en lo común. Y así pasan cosas como que todas formemos parte de la Asociación SOLAR, en el día a día y en proyectos como «Turista de Interior», en los que participamos de todos los roles, desde el de artista al de público sin abandonar nuestro propio túnel. Y pasan cosas como que otros artistas en residencia en el LAV se asomen allí a ver qué ocurre. Y que la gente de SOLAR devuelva la visita como un proceso natural. Que propuestas como el festival Keroxen se hayan vuelto indispensables. Que todos acudamos para disfrutarlo y apoyarlo sabiendo que al hacerlo nos apoyamos a nosotros mismos. Que la próxima Sun Dance Family Sessions del LAV sea una edición especial «Keroxen Kids» donde seguir mezclándonos. Ocurren cosas como que el Equipo Para siga siendo un centro estratégico de encuentro, una casa para todas las especies. O que una vez más aparezcan los Encuentros sobre Cuerpo y Performatividad, con la sensación general de que no solo son algo bueno, sino que se han vuelto tan necesarios, nutriéndose y nutriendo el contexto y convertido en otro proyecto que profundiza, afianzándose en la tierra, pero lo suficientemente plástico como para mutar sobre sí mismo y reinventarse. De alguna manera me gusta tanto contarlo como que pase con nuestros actos, y que esté pasando aquí, con nuestros límites tan marcados y en un no lugar tan claro. Aquí, en lo que no es el centro de nada.

Gracias a todas las personas por tejer una parte de la red que nos soporta.

¡Ay, lo de la pastelería que vi desde la guagua! ¡Casi lo olvido! Cuando uno tiene algo que celebrar, ¿qué mejor que encargar una tarta de las ricas, con el nombre del cumpleañero y todo? Sin tiempo o delicadeza uno compra cualquiera en Mercadona. Pero por encargo siempre es mejor. En fin, en el escaparate había un cartel que decía “TARTAS ARTESANALES POR ENCARGO. ELIGE ENTRE NUESTROS SABORES”. Creí que encontraría lo típico, lo tradicional, lo que siempre funciona: una de chocolate y galletas, otra de limón, de hojaldre y manzana, de queso y frutas, aparte de los típicos postres canarios. Y eso que no soy nada fundamentalista de lo canario que un postre de tiramisú o dulce de leche sería buenísimo. Pero atención. Atención, porque es que los sabores eran estos: en vez de chocolate, tarta de Mars, Kit-Kat o Kinder Bueno. En vez de coco, tarta de Bounty. En vez de tiramisú, tarta… ¡de Nescafé Capuccino! (¿?) Y ya el disparate, tarta de Lacasitos. En serio. Y me quedé pensando en el valor de lo artesanal y lo tradicional, y que para que al niño (y al padre) le guste, mejor decir que la tarta es de Kinder Bueno. Mejor ocultar lo artesanal bajo una marca. Como añadir un logo de Samsonite a un cesto hecho a mano. Me imaginé al pastelero abriendo paquetes de Kit-Kats para su tarta, metiéndola al horno. Y luego pensé lo contrario, en las marcas de chocolate que para vender más sacan una línea de chocolate gourmet o tradicional: relleno de salsa de mango, de crema pastelera, de mouse de trufa, de yogur griego, de praliné de almendras. Chocolate industrial relleno de oficio. Y fue incómodo ver en el escaparate de una pastelería el ejemplo perfecto de espacio de convivencia grotesca entre lo nuevo y lo antiguo, una sopa pútrida sin vida ni muerte donde tal vez lo viejo no acababa de nacer ni lo nuevo de morir. O al derecho, como decía Vicente Arlandis mejor que yo. Pero donde sea y como sea ninguna de las dos cosas encuentra espacio para ser ni permite ser a la otra. Incluso se me ocurrió algo más pero no me acuerdo bien porque en ese momento el semáforo se puso en verde.

Sobreescribir

Hay una peli de Woody Allen que no me gusta mucho (‘Granujas de medio pelo’) pero con un inicio curioso: un matrimonio más o menos patético decide robar un banco cavando un túnel desde el edificio de en frente, donde alquilan un local y ponen una tienda de galletas como tapadera. Pero el negocio de las galletas va tan bien que se hacen de oro con él antes de consumar el robo.

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Viernes, sábado… y domingo! / LEAL.LAV

VIERNES 10

Con el tiempo justo llego a esta entrada porque es imposible no informar de lo que se nos viene encima y de nuevo vuelve a alegrarnos el día a día. Muchos planes, algunos inesperados, alrededor del Laboratorio de Artes en Vivo del Teatro Leal de La Laguna. Tinerfeñxs, tomen nota, que aún están a tiempo y abróchense el cinturón:

Hoy, viernes 10 a las 21h, una gran cita, «Rublev, una paniconografía», la última y esperada pieza de Societat Dr. Alonso que vuelve a visitarnos a la isla, esta vez junto a Nazario Díaz, con el que la compañía se tropezara ya hace algún tiempo aquí mismo cuando desarrollaba la residencia de «El desenterrador».

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Este útimo trabajo estrenado por Tomás Aragay y Sofía Asencio quiere generar un repertorio de iconografías del cuerpo humano, y al mismo tiempo trabajar con el sonido y la escenografía como símbolos del paisaje. Un encuentro entre tres creadores fruto de un primer encuentro en LEAL.LAV que se materializa en esta pieza hecha para ser contemplada.

Andrei Rublev toma como punto de partida y título la película de Andrei Tarkovsky rodada en 1966, donde el pintor Andrei Rublev (1360 – 1427) realiza un largo viaje en la Rusia medieval para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin.

La obra del singular pintor, con su estilo iconográfico único, provoca en el espectador un impacto y recogimiento interior debido al uso de la perspectiva invertida, que nos habla del arte no como un retrato de la realidad sino como una realidad entre las realidades.

Dirección: Tomàs Aragay
Dramaturgia: Tomàs Aragay
Coreografía: Sofia Asencio
Creación e interpretación: Sofia Asencio y Nazario Díaz
Espacio escénico e iluminación: CUBE. SZ
Producción: Imma Bobé

Espectáculo co-producido por Temporada Alta y el Festival Alto de Vigo.
La Sociedad Doctor Alonso recibe la ayuda del ICEC y el INAEM.

Entrada 8€ / Si tienes 18 años entras gratis.

SÁBADO 11 – por la mañana

Por si fuera poco, Sofía y Nazario ofrecerán mañana sábado 11 a partir de las 10 de la mañana un taller de dramaturgias de la imagen (ojo performers, actores, actrices… y escenógrafxs, videoartistas, fotógrafxs…) La inscripción es gratuita y sigue abierta a través de LEAL.LAV

SÁBADO 11 – por la tarde/noche

PARA

He aquí una gran sorpresa. El paso de Societat Dr. Alonso siempre se deja notar. Sin embargo, si algo nos ha marcado a muchas personas es el trabajo con El Desenterrador. Por eso hemos acordado un encuentro para volver a desenterrar palabras en común, algo en lo que es tan bonito participar como asistir para presenciarlo. Nuestro encuentro para realizar «El Desenterrador de Palabras» será en el emblemático Equipo Para de Santa Cruz de Tenerife, a las 22h. Desenterradorxs! Dense por avisadxs y convocadxs! Allí estaremos, pico y pala, pala y pico, con quien se nos quiera sumar!

DOMINGO 12 – por la mañana 11h

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Y por si fuera poco, acogemos este domingo 12 la segunda sesión de SUN DANCE FAMILY SESSIONS, un proyecto de LEAL.LAV + Micromusic con el que la Sala de Cámara del Teatro se convierte por unas horas en pista de baile, aunando la mejor y más bailable música electrónica en un ambiente saludable para una matiné de danza en familia, entendiendo familia en su versión más extendida y divertida. Esta sesión combinará un calentamiento inicial para ponernos a tono con Teresa Lorenzo, y estará sonorizada por la mezcla rica de DJ WATTSRIOT. Un éxito asegurado para que bailemos jóvenes de 0 a 99 años con entrada a 3€ y gratuita para los menores de 18 añitos. A bailar todo el mundo, que al final la familia se disuelve y no se sabe lo que es, y es tal vez, un grupo de personas que hace una misma cosa junta, aunque sea por un momento. Y si dan dudas esta definición, echar un vistazo al vídeo de algunas cosas que pasaron en la edición anterior y la gran familia que encontró forma en ella.

Una entrada rauda y veloz a la que casi no he llegado y de la que salgo igualmente veloz porque tengo que prepararme para vivir todo esto! Besos a quien pueda leerme y si además de leerme estás en Tenerife… recomiendo no perdérselo por nada en el mundo!

VIDEOMATÓN_5 : Manuel Rodríguez

Compartimos un cafecito con un Manuel Rodríguez recién llegado a Tenerife, en el que nos cuenta cosas de su trabajo con LA VERONAL y sobre su solo ‘Screen Saver’, trabajo en el que nos invita a acompañarle este viernes 22 a las 20:30h en el LEAL.LAV.

Al mismo tiempo tendremos la suerte de disfrutar un workshop intensivo durante todo el sábado 23, de 10 a 18h. En él compartirá algunos de sus métodos de trabajo

Todo esto nos lo dijo en unaconversación larga de la que aquí sólo mostramos un fragmento, ya que lxs alunxs de Practicum en el LAV que conforman el programa ‘Esto va a estar bonito’ hicieron registro de la misma para darle forma a un podcast que se publicará próximamente. Un lujo poder meterse en el intrincado mundo bastante privado, e incluso íntimo, de los hilos que mueve y mueven a un artista en su proceso de creación. ¡Deseosos de disfrutar ‘Screensaver’!

¡Al cielo con ella! / ‘Somewhat Paler’ / Bárbara Sánchez+Jaime Conde / LEAL.LAV

¡Al cielo con Bárbara Sánchez! ¡Con Jaime Conde! Hasta con la pareja de alter-egos que han encontrado como broma que jugar en serio durante el proceso y que se ha hecho parte del proceso. Porque el proceso es todo, y en su intensa estancia por Tenerife Bárbara y Jaime no se detienen a enseñarnos eso, sino que nos hacen aprenderlo al encontrarse con nosotros, pues también lo están aprendiendo. ¡Al cielo, pues, con este proceso de gente bonita, afectada y que tanto se deja afectar! Proceso que incluye haber compartido los materiales del trabajo en la sala de cámara del Teatro Leal en un taller titulado acertadamente ‘Contemplación gozosa de la pena’. Un proceso del que ‘Somewhat Paler’ es otra parte, como la tesela de un mosaico mucho más vasto que el alcance de nuestra mirada pero que finalmente emerge sobre el conjunto, y es la parte a la que se le pone fecha, hora, lugar y hasta precio de entrada. Y emerge para que un grupo heterodoxo de personas asistamos a un acto que se basa en acompañar a la performer a través de un ejercicio de constantes cambios de estado, no todos agradables, no todos conocidos, no todos olvidados del todo, no todos identificables, con el desasosiego que eso pueda suponer. Y salir de ello con un estado general nuevo, revuelto, indefinible, sin duda muy distinto al previo y desde el que reconstruir tal vez una máscara con la que al menos tomar unas cañas.

colgadoComo viene siendo habitual, el pasado 7 de abril, 30 minutos antes de ‘Somewhat Paler’ tuvo lugar la conferencia performativa de ‘ESTO VA A ESTAR BONITO’, programa de Practicum del LEAL.LAV donde nuestro pequeño grupo de estudiantes universitarios expone ante el público ideas fundamentales sobre los artistas y su obra, a partir de la investigación realizada sobre los mismos. En este caso, Jaime se prestó a participar, haciendo una invocación por lo que estábamos a punto de vivir y tirando una carta del Tarot de Marsella. Nos salió el arcano XII, ‘El Colgado’. No me pondré ahora de ciberpitoniso ni nada. Solo decir que al contrario del yuyu que la carta pueda dar, importa su interpretación: este señor cuelga alegremente, casi juguetón, con los brazos recogidos en la espalda, casi en pose de descanso, al menos de no resistencia, aceptando la situación en la que lo han dejado o se ha puesto, que lejos de una tortura se vuelve una oportunidad de ver las cosas desde otro ángulo, en el que todo lo que está arriba se va abajo, y viceversa. Y en vivir eso es que estamos, dice la cartita. Ejem… (¡glups…!)

IMG_2240Bárbara espera que llenemos la sala en un determinado estado de partida. Porque de eso va un poco todo esto: de entrar y profundizar en diversos estados tanto como de parsimoniosas o abruptas transiciones entre éstos, pasos intermedios que son en sí nuevos estados preñados de matices.
Se de amigos jovencitos de nuestros alumnos que asistieron por primera vez al LAV. Se de quien aseguró no saber decir si aquello era teatro o danza, o si le gustó o no, pero que sin duda les afectó. Con la mirada puesta en un modo más tradicional y cómodo (y cerrado) descansamos a veces en la idea de ‘distintos personajes’ para hacernos entender o queriendo entendernos. Si dejamos de lado la exigencia impuesta de tanto coco y vemos que ante el cuerpo de Bárbara nuestros corazones entran ellos solitos en una montaña rusa inevitable, comprendemos en seguida que ese mamífero que me mira bajo los focos está haciendo una cosa muy bestia y muy anterior a la noción de personaje. Algo que si es primitivo, lo va siendo cada vez más, hasta que no se cómo poner el culo sobre el asiento. Algo que si desde el cuerpo empieza a aligerarse y estirarse, aligera y estira también el espacio y el tiempo y de repente… ¡hop! En las artes en vivo hay una cámara lenta orgánica. Y poco a poco otro algo comienza a pronunciarse diferente desde dentro de un confuso ovillo de carne. Lo noto y cuando me doy cuenta, en el lugar donde antes había un amasijo se ha ido dibujando una figura que se hace majestuosa por momentos, y empiezo a ver trasparentarse bajo la luz el mármol de la carne, de esta carne, viva y presente, la que siempre trató de atrapar la escultura clásica.
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Es aquí donde ocurren milagros a puñados. Que si antes no sabía dónde poner el culo, ahora una barbaridad de mirada nos clava con su aguja azul a los asientos, convirtiéndonos al público en una colección de insectos disecados. Así que mejor no moverse mucho, dejarse hacer por lo desconocido. Que lo que veo, lo que vemos, si nos dejamos verlo (porque hay que dejarse, dejarse ya en paz) es a la vez una virgen, una ménade, una sacerdotisa y una bruja que giran lentamente ante mis ojos. ¡Pero carajo, no es eso! Es la luz de las velas de la semana santa o de la hoguera en la tribu la que baila sobre la piel desnuda de Bárbara, de todas ellas a la vez. Y cuando el tiempo se hace tan denso que casi se oye, como si alguien hubiera abierto el grifo, se me caen dos lagrimones y me quedo de piedra, como una Medusa al revés ante esta Bárbara-espejo.

Pedro Mena2La PoupéeLos referentes son tan ricos y variados que tras la pieza apetece jugar a sondear lo que cada cual ha visto, lo que se le ha removido entre venus arcaicas y madonnas renacentistas, femme fatales y languideces casi románticas. Tanto hay en ‘Somewhat Paler’ que el dolor aflora como parece hacerlo de la madera tocada por Pedro de Mena, sin que las formas y sus tempos dejen de perturbar algo tan profundo e inexplicable como lo que remueve el erotismo visceral de las muñecas retorcidas de Bellmer. Todo un berenjenal de imágenes plagadas de lecturas. Lecturas femeninas (al servirse del cuerpo-medium de Bárbara) donde cada estado da espacio a la mujer que lucha, la que reivindica su cuerpo, la que sufre, la que ama, la que ansía, la que odia. Pero imágenes también del animal previo al hombre y la mujer, previo al lenguaje y al poder. El animal, la mujer y el hombre que somos todas. Y todos.anticristoTantas, referencias que hasta me arriesgaré a incluir una muy peligrosa, por cultureta, y sobre todo por inapropiada. Y porque no quiero ponerla. Que lo que Jaime y Bárbara están encontrando es muy bonito y este referente es feo y malo. Sin embargo… Mucho de ‘Somewhat Paler’ ocurre en un bosque imaginado. Un bosque a cuya linde viene a buscarnos ella, que nos tiende la mano para que nos atrevamos a entrar. Un bosque al margen del tiempo donde el relato de lo mítico es capaz de hacerse presente. Por eso el fotograma que he elegido, pese a pertenecer a la (in)olvidable peli ‘El Anticristo’ del von Trier, es éste y no otro: cero gore, nada escabroso, todo inquietante. En él una mujer doblega una naturaleza hostil al penetrar en ella. Porque ahí Charlotte Gainsbourg no es tanto su personaje como un algo de Lady Macbeth. Porque Bárbara no es solo ella, sino muchas: diosa y bruja desnudas en el bosque, como otras Lady Macbeth. Porque la misma Lady Macbeth no es ella, sino un eco de Lilith, aunque a la hora de relatar a Lilith los hombres con miedo, hayamos convenido decir que esa mujer liberada no era sino un resto de mal no contenido en el infierno. Porque sin valentía los hombres no asumimos que cada Lilith liberada es justo todo lo contrario, y que el infierno estaba y está en nuestros relatos. Pero para liberador todo el ejercicio que Bárbara nos regala, de tan pocos elementos y de tanta sutileza en cada momento que mis palabras apenas lo roza. Es por eso que al escribir queriendo ser concreto el lenguaje ronronea, da vueltas sobre sí mismo para hacerse poético, sabiendo que en este caso la línea recta no llega antes a donde apuntamos.
IMG_2443Codo a codo, Jaime y Bárbara caminan ese bosque nebuloso tras formas más o menos reconocibles y entran en relación con ellas sin nada asegurado. Ahí tienen la paciencia de hacerse preguntas no solo desde la incomodidad y la fragilidad, sino desde la desnudez, donde ocultarse ya no es posible. Así aparecen otros estados como el ritual de una obstinada danza febril donde cuerpo y manta se funden en una aglomeración de cuerpos en pos de un éxtasis. Así aparecen la elevación, la solemnidad y el silencio, con los ojos de Bárbara agarrados quién sabe a qué y un cuerpo que pende con su resistencia, hecha de músculos vibrando a cada pequeño paso, como el camino eterno de una escultura de Giacometti, el del éxodo en los interminables desiertos del Antiguo Testamento o hacia la Europa actual. Estados duros e indeseables donde, digámoslo de una vez, es capaz de irrumpir la belleza. Porque sí. Porque suena cursi y todo, pero es que cuando uno menos se lo espera, aparece la belleza y nos da una buena hostia. Y ante la belleza reconocemos la bondad. Y la fe. Y esta cosa tan extraña de estar vivos justo aquí y ahora siendo prácticamente absorbidos por la imagen que miramos. Y este trabajo tiene eso.

Duane Hanson - Mujer con carro de la compra.

Duane Hanson – Mujer con carro de la compra.

Pero eso y también un poco de esto. Quien haya seguido este blog habrá descubierto a esos alter-egos un tanto peculiares sustituyendo a Jaime y Bárbara para presentar el trabajo en el formato ‘VIDEOMATÓN’. Y es que recordando piezas de arte, se me ha venido esta para pensar que la belleza cuando llega, ya no se puede elevar más, pero bien que podemos engrandecerla mirándola de más abajo.

Me despido diciendo dos curiosidades del tarot. Quiero invocar cosas buenas para que a este gran trabajo le vaya muy bien. Y quisiera que salga la carta de la justicia. Que me he fijado y en el Tarot de Marsella la tía no tiene una venda en los ojos. Española no ha de ser. Pero como sea, apliquémonos el cuento e invoquemos que la justicia nos vea, para que a cada cual de nosotros nos llegue lo que nos debe tocar de verdad. ¡Justicia vidente! Que me dijo una amiga que el brillo de los ojos es lo único que no se opera.

La otra curiosidad me pasó al mirar mejor la carta de El Colgado. Los árboles de los que cuelga parece que están al revés, con las ramas abajo. Podría ser un juego invertido, donde el que mira es quien está colocado al revés… Lo más curioso es que investigo y descubro otra ilustración con una grafía en la letra más abierta, y mira lo que pasa:

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Al dar la vuelta a la carta de El Colgado, donde antes decía PENDU (colgado) ahora parece querer decir DANSE (danza).  ¿Será que todos los que nos vieron como colgados no pudieron darse cuenta que en realidad estábamos haciendo danza del futuro? Como para darle vueltas, nunca mejor dicho. Sea como sea, todo está cambiando. Benditas cosas encontradas.

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Todas las imágenes son básicamente expolio de internet salvo las dos fotos oficiales del Teatro Leal, cortesía, como siempre, del sorprendido ojo de Javier Pino.

‘Los Argumentos’ / NumaCircuit 016

NUMA_016

NUMAcircuit es una plataforma para los nuevos lenguajes del arte promovida por un equipo independiente, en colaboración con entidades públicas y asociaciones culturales. A lo largo de sus distintas ediciones ha aglutinado a diversos artistas con procesos de creación muy ligados a la experimentación en nuevos lenguajes que se mueven las lindes frágiles entre géneros y estilos, difíciles de clasificar. Si en un principio su naturaleza lo vinculaba más directamente al arte sonoro, bien es verdad que con el paso del tiempo el propio festival ha evolucionado en su proceso, como los artistas que busca, abiréndose a más campos como la instalación, el vídeo, las artes escénicas o las propuestas que combinan estos modos de expresión. Además, como viene siendo habitual, no faltará la realización de talleres para todos los gustos, actuaciones de un buen número de artistas tanto de ámbito local como internacional y alguna que otra sorpresa como ‘cabeza de cartel’. Nombres como Ingar Zach, Alba G Corral, Audrey Chen son solo algunas de las propuestas para esta nueva edición.

LOS ARGUMENTOS.
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Para la sesión de inauguración de esta edición, este viernes 8 a las 19h. en el Café-Teatro Siete presentaremos ‘Los Argumentos’, un proyecto de LEAL.LAV realizado para el festival, comisariado y operado por Javier Cuevas & Adán Hernández, Junto a Cristina Hernández Cruz. Con la colaboración de Jaime Conde Salazar y Bárbara Sánchez

LOS ARGUMENTOS es un dispositivo escénico que juega a superponer capas sobre aquello que llamamos comunmente realidad. Este dispositivo se compone a partir de lo que sucede en un allí, lo que sucede en un aquí, lo que se narra de lo que sucede en ambos lugares, lo que se narra acerca de quienes operan en ambas realidades y lo que se narra acerca del propio sujeto o sujetos que narran.

Durante ocho horas esas capas se combinan y afectan en modos imprevistos y mínimamente diseñados (sólo las pautas y las herramientas están predefinidas, no sus combinaciones). De este modo, tanto el público como los narradores/as y actuantes/performers se afectarán en tiempo real, generando un bucle mutante donde los acontecimientos dispondrán los argumentos y viceversa, donde los argumentos darán sentido a los acontecimientos.

 

VIDEOMATÓN_4: Bárbara Sánchez y Jaime Conde

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‘Somewhat Paler’ titula el último trabajo de Bárbara Sánchez realizado en estrecha colaboración con Jaime Conde. Ambos están en Tenerife para mostrarlo este jueves 7 de abril en el LEAL.LAV. Aquí, en la sala de cámara del teatro han estado dedicados a su faena, que ha incluido el tiempo necesario para ofrecernos el taller ‘Contemplación gozosa de la pena’, con el que hemos podido sentir desde dentro las entrañas de la pieza.
Solo que el día que fui a buscarles para grabar un nuevo VIDEOMATÓN no les encontré. En su lugar había una pareja de artistas bastante rara ocupando la sala. Dicen que Bárbara y Jaime se han espantado o han dejado las artes escénicas, así, de repente. No se, todo muy raro. Yo tenía que grabar algo y como estas dos señoritas tenían tantas ganas de comaprtir su proceso creativo, pues… este ha sido el resultado.

Si alguien encuentra a Jaime y Bárbara por ahí, por favor, recuérdenles que tienen trabajo el jueves en Tenerife, que si no van a tener que pinchar estas dos…


esto va a estar bonito

El jueves, como viene siendo habitual, abrimos la puerta del teatro media hora antes, a las 20:30h. para culminar otro trabajo del programa ESTO VA A ESTAR BONITO. Son ya 4 lxs alumnxs en prácticas que investigan sobre el trabajo de los artistas que nos visitan y comparten impresiones sobre sus obras en formato conferencia performativa, una oportunidad para compartir esos conocimientos y acceder de otro modo a la programación del LEAL.LAV, al que no hay que olvidar que todas aquellas personas y personos con 18 añitos entran gratis, por la cara bonita.

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VIDEOMATÓN_3: Amalia Fernández & Co.

videomatón_opt (1)Toca el turno para que el VIDEOMATÓN de Unknown Pleasures, sistema de batalla donde los haya, irrumpa en la residencia que una muy bien acompañada Amalia Fernández ha realizado durante dos semanas en el LEAL.LAV para escuchar y trasmitir de primera mano detalles sobre ‘El resistente y delicado hilo musical’. Un título más que sugerente para un trabajo que será mostrado en proceso mañana jueves a las 21 horas en la sala de cámara del lagunero Teatro Leal.

Recuerda:
Antes, a las 20:30, ‘Esto va a estar bonito’, micro intervención sobre el trabajo de Amalia a cargo de los alumnos de Practicum de Bellas artes en el LAV. Un aperitivo gratis.
Y si tienes 18 añitos te sale gratis tanto el aperitivo como la muestra de las 21. Venirse.
esto va a estar bonito

Retronotas_2 / 1, 2, 3, 4… 6! Pieza para cuatro intérpretes / Vicent Gisbert

[ p r ó l o g o ]
Vicent Gisbert vuelve a Berlin desde Tenerife, lee esta nota sobre su trabajo y comparte conmigo lo que podría convertirse en su siguiente pieza. Gracias a su ofrecimiento, a la tecnología y a una cabezonería compartida, paso a hacer una labor casi de ‘coach in the distance’ que da como fruto una pieza hecha con sus mimbres, su interpretación, mi mirada externa y las ideas de ambos y en la que me alegra figurar como dramaturgista y codirector. Lleva el fresco título de ‘Arriba huele a campo’ y se estrenó a finales de enero en la capital alemana. A continuación esa primera entrada que Vicent leyera. Valencianos y Valencianas, ‘1, 2, 3, 4… 6! Pieza para cuatro intérpretes’ Podrá verse en la Sala Carme Teatre el próximo 4 de marzo. En cuanto a ‘Arriba huele a campo’, espero que se estrene pronto en España.

1, 2, 3, 4... 6 Vicent Gisbert

1, 2, 3, 4… 6! Pieza para cuatro intérpretes.

Esta entrada empezará en 20 segundos ( que sería bueno invertir en terminar esta frase y hacer sonar este audio).

A T E N C I Ó N :

1, 2, 3, 4… 6 Pieza para 4 intérpretes, de Vicent Gisbert en el LEAL.LAV.

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El pasado viernes 22 de mayo tuvo lugar la pieza de Vicent Gisbert, artista valenciano afincado en Berlin. En el público, pocos alumnos o alumnas de artes escénicas, por no decir ninguno. Ay, qué mal me ha quedado esto que escribo, ¿no? Vale que por un lado sea una realidad triste, pero por otro, suena a reproche y a control, como si al redactar estas cosas estuviera pasando lista, como el profesor rancio a quien nadie quiere al lado. Pero esto no va de eso, de control ni de reproche. Va de egoísmo constructivo y de cariño. Cariño, porque quiero que mucha gente que ya es buena en lo que hace o que pronto lo será se nutra de esto, que no se lo pierdan. Egoísmo constructivo porque cuanta más gente se influencie y crezca asimilando nuevas dramaturgias, aunque sea para rechazarlas, mas rico será el contexto en el que nos movamos, más crecerá cada persona. Por suerte, la sala estaba casi llena de un público con muchas ganas de ver este solo anunciado «para cuatro intérpretes», y a la salida las ganas se habían convertido en satisfacción colmada y cabezas llenas de ideas que llevarse para digerir largamente.

2
Haciendo un recorrido por cada punto mencionado, sin quedarnos con ninguno, sino más bien con la trayectoria de lo que hemos ido pensando y sintiendo, en tránsito, y por tanto con el mapa que la pieza dibuja, podemos dec

Lista de cosas que no olvidar para redactar una entrada sobre el trabajo de Vicent:

  • Manipulación de objetos
  • Minimalismo / serialismo
  • Vídeo / audio
  • Cuerpo y presencia (y la presencia de lo que no está)
  • La irrupción velada de lo orgánico
  • Poesía matemática
  • Humor : de qué carajo me estaré riendo
  • Sentido y sentidos
  • Silencio

 4 Cuatro
Cuando nos conectamos con nuestra esencia (sea eso lo que sea) y encontramos una verdad sobre lo que estamos haciendo o queremos hacer (o sobre el cómo, que, al fin y al cabo, revela esa esencia con signos que nos dan pistas) encontramos sin querer pequeños sentidos cifrados en la realidad más inmediata y cotidiana. De este modo, mucho de lo que aparece en mi alrededor últimamente tiene un sentido musical. Se lo encuentro y luego dudo hasta qué punto esta musicalidad subterránea existe y viene a organizar lo que observo, o hasta dónde soy yo quien musica el ruido de las estructuras que sustentan las cosas que aparecen ante mí. Toma ya. Me pregunto también si ambas cosas no serán la misma. Y en este sentido, el pasado viernes 22 d

Esta entrada empezará dentro de 3 líneas.

A T E N C I Ó N :

‘1, 2, 3, 4… 6! Pieza para 4 intérpretes’, de Vicent Gisbert en el LEAL.LAV.

1
Entrar en la pieza que Vicent Gisbert presentó el pasado viernes no sería tan fácil si el artista no nos invitara tendiéndonos la mano. El intérprete irrumpe en un espacio casi vacío, como la hoja en blanco que solo contuviera los apuntes a partir de los que la pieza fuera a ser realizada. Sin embargo, esa impresión de boceto no se corresponde con este trabajo. Tampoco podemos decir que sea falsa: nadie nos ha advertido que, efectivamente, el acabado estético de la obra vaya a ser el abocetado, todo depende de lo que cada persona proyecte para completar el juego escénico que Vicent plantea y de la fe con la que cada una crea en sus propias proyecciones. Un solo así, sin palabras (las únicas, en vídeo, anunciando lo que pasará a continuación) y de acciones claras y simples, realizadas con la limpieza y concreción de un humanoide, necesita de varias cosas para arrancar. Pero antes de recorrer ese sendero hacia la luz, o de una luz a otra, dejo un enlace que podría ser la banda sonora de esta entrada.

2
1, 2, 3, 4... 6 Vicent GisbertFlexos. Líneas blancas. El intérprete se calza junto a uno. Recorre la línea recta que va de ahí al fondo de la escena varias veces. Permanece al fondo por fin, de espaldas, mientras se proyectan textos que nos cuentan qué está por pasar en la pieza. Una vez acabados, retrocede lo andado. Se descalza. Lo que hemos leido ocurre. Hasta que deja de ocurrir. Seguimos la línea de acciones que realiza con la misma meticulosidad, tratando de descubrir en ella lo que el mensaje del vídeo nos ha revelado. O creyendo encontrar patrones que unan esas acciones a las que vimos antes. Pero es cuando dejamos de querer ver lo que se nos ha prometido cuando casi mágicamente ocurre. Y ocurre que en este juego de expectativas, en este decirse de la pieza, que va agudizando la mirada y haciéndola más meticulosa y exigente, justo ahí, nos hemos enganchado. Sabiéndolo o no, hemos tomado la mano del artista, nos hemos calzado, hemos recorrido un camino que a él lo lleva del flexo a sus proyecciones de vídeo, de una luz a otra, y a nosotros de nuestro asiento al interior de la escena y su particular universo.

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1, 2, 3, 4... 6 Vicent GisbertLos vídeos que Vicent utiliza en su pieza son de una exquisitez esencial. Muchas veces se pasa en escénicas por el debate «vídeo sí, vídeo no». Esta pieza está fuera de esa discusión. Es una obra audiovisual donde el concepto del artista se ha proyectado desde su centro creativo a cada uno de los elementos que forman parte de ella. El sentido es uno, y ver e ir comprendiendo las distintas traducciones de ese concepto en la proyección de vídeo, la distribución en el espacio, el cuerpo, la temporalidad o los objetos y su uso es un auténtico placer al alcance de cualquiera: el espectador se vuelve cómplice y al ir descubriendo la cantidad de rimas internas que juegan en el entramado de capas superpuestas que conforman este trabajo se siente inteligente y satisfecho. Claro que desde esa complicidad también es manipulado y engañado. Pero todas esos giros y caídas en la decepción o la incertidumbre, una vez sentada la complicidad, son como las bromas que te gasta un amigo en el que uno ya confía.

En la pantalla aparece un cuadrado. Luego otro menor. Del pequeño se extienden cuatro líneas que alcanzan al otro. Siempre es lo mismo. Hasta que no lo es. Hay una mínima variación y debemos esperar otra secuencia, otros cuatro compases de cuadrados y líneas para ver si esa variación se mantiene o ser rompe. Finalmente, los vídeos son coreografía, y sus cuadrados, cuerpos en el espacio. Cuadrados que contienen el cuerpo de Vicent, cubriéndolo hasta el cuello, dejando su cabeza fuera. Su cabeza fuera.

De pronto, en los vídeos entra lo orgánico. Un atisbo de algo natural tras tanta geometría, tras algo tan sintético. Del blanco de un cuadrado se van velando sombras de ramas de árboles. Pero la imagen no termina de cuajar, de hacerse clara. Como si la propuesta se realizara en un búnker y la primavera ocurriera fuera e intentara entrar por debajo de una puerta que no va a ser abierta, aunque quisiéramos que sí. Y ahí, de repente, entre geometría, secuencias sintéticas y movimientos repetitivos, empieza a jugar inesperadamente nuestro deseo.

1, 2, 3, 4... 6 Vicent GisbertMuy inteligentemente también, Vicent Gisbert, tal vez sin saberlo del todo, ha tenido la finura de trabajar el espacio físico de la escena como si de un vídeo se tratara. Ha editado un trabajo escénico. Al interactuar con algunos objetos (una botella de cristal, un par de tablas de madera) dispara audios que reproducen cristales rompiédose o madera cayendo. En el viaje que realiza entre diferentes puntos (pantalla, flexos, cuadrados en el suelo, el espacio de la botella…) en esa supercoreografía, disocia estos sonidos de sus acciones, sonando sin que éstas se produzcan o haciéndolo inesperadamente al reproducir la acción pero sin interactuar físicamente con los objetos.

Haciendo un recorrido por cada punto mencionado, sin quedarnos con ninguno, sino más bien con la trayectoria de lo que hemos ido pensando y sintiendo, en tránsito, y por tanto con el mapa que la pieza dibuja, podemos dec

Esta entrada acabará cuando aparezca un dibujo del artista de los cuadrados que vimos proyectados.

A T E N C I Ó N :

2
Al abandonar la sala estaba cansado. Era un cansancio bueno, del de después de los placeres. Lo que acabábamos de ver daba para mucha reflexión, pero se nos había invitado a ella sensorialmente. Siempre resulta curioso ver cómo un artista le hace una llave de judo al lenguaje y desde dentro del mismo es capaz de pervertirlo para contar otra cosa, para que el lenguaje confiese, y hable de sí mismo, para que inventemos otro entre todas las personas y que sea válido durante un rato. No pensé en referentes escénicos para dibujar la sensación que tenía. Aunque no tenga sentido, pensé que lo que acababa de ver era como si Autechre hiciera una versión de Steve Reich. Porque agradezco infinitamente una libertad creativa tan coherente y porque se agradece en trabajos de este tipo, de un minimalismo frágil y reducido a lo más pequeño, para que luego esas pequeñas estructuras se mezclen con una lógica casi de fractales creando una estructura mayor. Ese minimalismo que se retuerce en cadenas de serialidad.

3 cuatro
Los cuatro intérpretes que la pieza nombra son un equívoco. Unas veces sus acciones están presentes, realizadas por Vicent. Otras, solo está la consecuencia de las mismas (algo que suena o un flexo se enciende sin que nadie lo toque). Por otro lado, ya vimos que los cuadrados y su movimiento son actores. Pero son un equívoco porque lo es el buscarlos en el trabajo. Eso haría perderse el propio trabajo.

1, 2, 3, 4... 6 Vicent GisbertSin duda, la mayor parte del público estaría dispuesto a ver la pieza de nuevo, sabiendo ya a qué se expone en ella, para disfrutarla doblemente y profundizar en todas estas capas de las que es difícil hablar, pues están siempre en interconexión. Pero otra cosa que pensé al salir es en el contexto, en cómo me gustaría ver lo mismo fuera de un entorno escénico. No en vano, ya dijimos que la obra parece una edición de vídeo en escena, una instalación intervenida por el cuerpo del intérprete magníficamente aséptico que sigue pautas muy marcadas. Me imagino por eso el impacto y la recepción que causaría en la sala blanca y aséptica de un museo, encapsulada más en ese búnker que nombramos.

En el mismo sentido, pienso en qué podría pasar si, ya que no es ese el contexto donde se nos ha mostrado, el intérprete, sin perder esa magnífica ejecución, estableciera una relación mayor de complicidad con el público. No por que piense que es mejorable, sino por curiosidad. Los parámetros performativos para esta propuesta están más que claros. Esa mano, esa ayuda para entrar nos es dada desde el principio. Pero el espectador contempla lo que sucede y participa, se implica y es cómplice con la mirada. Sin perder de vista su particular sentido de performatividad, ¿qué ocurriría si el intérprete estuviera más con nosotros, si entráramos más al corazón aséptico de lo que se nos muestra? ¿O es el público como esa primavera velada que quisiera entrar bajo la puerta y no consigue ser sino una sobra proyectada?

1, 2, 3, 4... 6 Vicent GisbertTal vez esta pieza esté tan bien acabada que el tiempo en su interior no transcurra, o no sea el mismo que fuera de ella. Y si lo orgánico acabara por entrar del todo, siendo más que una sombra, entraría también otro tiempo y con él el devenir que acaba con cualquier frescor. Y este trabajo permanece crípticamente embalsamado en sí mismo, consiguiendo hacernos reír, porque nos hace gracia que cuadrado grande + cuadrado pequeño = rectángulo vertical, aunque no sepamos por qué.

Haciendo un recorrido por cada punto mencionado, sin quedarnos con ninguno, sino más bien con la trayectoria de lo que hemos ido pensando y sintiendo, en tránsito, y por tanto con el mapa que la pieza dibuja, podemos dec

1, 2, 3, 4... 6 Vicent Gisbert

Créditos:

  • Las imágenes utilizadas son cortesía del propio Vicent Gisbert, excepto la 3 (imagen del vídeo con el cuadrado, el rectángulo y el signo +) y la 5 (Vicent Gisbert x 4) sacadas en el Teatro Leal por Isabel Bueno.
  • La música utilizada para ambientar y escribir la entrada es el último disco de Autechre, titulado «Exai» y «Music for 18 musicians», de Steve Reich, interpretado por músicos de la ópera de Japón en 2008.

Gracias a Vicent, a Isabel, a Autechre y a Steve.

 

Haciendo un recorrido por cada punto mencionado, sin quedarnos con ninguno, sino más bien con la trayectoria de lo que hemos ido pensando y sintiendo, en tránsito, y por tanto con el mapa que la pieza dibuja, podemos decir que entrar en ella se parece a la metáfora que plantea un laberinto de espejos. Un entramado de pasillos que reproducen la misma escena: en sus bordes se refleja constantemente el que mira, por tanto su mirada se pierde en busca de un referente externo para no perderse. Pero no es exactamente así. El entramado de pasillos no es idéntico, la escena no es siempre la misma, la colocación de los pasillos y su distancia tiene variaciones. Por eso a medida que nos perdemos, que nos permitimos cada vez más perdenos de verdad, vamos comprendiendo el significado de