“Somos enfermos de mierda francesa” – Entrevista a Terrorismo de autor


Aprender a devenir indiscernibles. A confundirnos. Volver a tener gusto

por el anonimato,

por la promiscuidad.

Renunciar a la distinción,

para desarticular la represión:

componer en el enfrentamiento las condiciones más favorables.

Devenir astutos. Devenir despiadados. Y para esto

devenir cualquiera.

¿Cómo hacer?, TIQQUN.

Hace unas semanas dos miembros de Terrorismo de autor accedieron a concedernos una entrevista. Fue un encuentro en el que puede ser que todos lleváramos máscaras, y que a nadie nos importase. Tipos altos, fumadores y con las ideas muy claras, su acento indica que provienen de un barrio de la periferia nordeste de Madrid, aunque poco más puedo decir.

El motivo de la entrevista no es otro que desear hacer público su discurso y compartirlo. Por un lado para contraponerlo al discurso que acompaña a muchos artistas, el cual, si no es pura morralla, suele ser abstruso, pretencioso, o lo que es peor, no vale para una mierda porque no consigue trasladarse a los trabajos. Pero sobre todo, publicamos esta entrevista por si entre todos, cada cual a su manera y en su campo, podemos hacer que el miedo cambie de bando. A ver si es verdad que es posible.

No sabemos demasiado sobre este colectivo. Son astutos. Han logrado volverse indiscernibles y se han confundido en su promiscuidad, aunque por supuesto pueden rastrearse por la red. Tienen Facebook, Twitter y canal de YouTube, algo más de una decena de trabajos, y han participado en festivales como ¿Y si dejamos de ser (artistas)?, Proyector, Zinexín o el Festival de Cine Lima Independiente. Nosotros ya escribimos aquí y aquí sobre ellos pero volvemos a hacerlo, porque queremos más y pensamos que vosotros, también.

Mayo-68

¿Queréis vino?

Gracias.

¿Qué es Terrorismo de autor?

Un grupo de amigos con ocupaciones profesionales diferentes que comparten inquietudes y gustos: el cine francés, la nouvelle vague, la cultura francesa, Mayo del 68, la filosofía, el gamberreo, Internet y especialmente el juego. Todos estos elementos dan lugar a un juego que los aglutina: el remake de Mayo del 68. Y nos hacemos la pregunta de cómo sería jugar a esto ahora, cómo sería protagonizar un remake ideológico y cinematográfico en este presente y en este contexto de crisis y luchas. Es un juego divertido pero también es un juego serio.

¿Por qué terrorismo, y por qué de autor?

Estos días hablábamos precisamente de eso, por un lado de la autoría no entendida tanto como el autor que firma su obra, sino como la posibilidad de ser todos los autores y al mismo tiempo ninguno. Y por otro de la idea de ser autor de tu propia vida. De ser nosotros quienes escribimos nuestra vida, y no un dramaturgo como si fuéramos personajes a los que nos escriben nuestra historia. Autor también está relacionado con la autonomía. ¿Qué pasaría si nos volviésemos autónomos y autores de nuestra propia vida, ya sea como grupo, como comunidad o como clase? Y de ahí el salto a la idea de terror, ya que la respuesta sería que si lo hiciésemos sería el terror, y entonces tendría por fin sentido afirmar la frase: “el miedo ha cambiado de bando”. Creemos que esta frase a día de hoy no es más que un deseo. Los guionistas de nuestra vida no tienen ningún miedo de momento, y afirmarla hoy queda muy bien, pero está todavía en nuestra imaginación porque el deseo no ha pasado al acto, no se ha convertido en acción, en deserción o en locura.

¿Cómo juega Terrorismo de autor?

A través de piezas audiovisuales que aportan una visión distinta de la realidad, que permitan alejarse del relato literal o de la opinión, que funcionen como pequeñas revelaciones. Intentando que tengan humor o un atractivo para que puedan ser compartidas, y que inviten a participar o a ser cómplices.

¿Revelación?

Sí, pero no en el sentido cristiano de la palabraEl insight que se dice en publicidad o en psicoterapia. Dar luz a lo que estaba en la sombra. Acercarse a la realidad de una manera que no sea la habitual.

¿Qué significa para vosotros el juego?

El aprendizaje se realiza a través del juego, la manera de aprender a relacionarnos unos con otros. A través del juego tenemos acceso a una experiencia compartida, que nos vincula y nos une con lo vivo.
Recuperar el juego como actitud sería uno de los objetivos de este colectivo, que tal vez sea la manera más subversiva de posicionarse hoy en día. Puedes salir a la calle a protestar, a manifestarte, que es muy distinto de salir a luchar, resistir o a jugar y crear.  Se trata de poder crear tu propio juego y jugar con la gente que quieres, tus amigos.  Y no jugar al juego que te impone todos los días el enemigo. Volver a recuperar la figura del niño que gamberrea, que transgrede, que se cuela en un garaje o en las alcantarillas. Recuperar esta figura del niño sin perder de vista la capacidad analítica, cognitiva y emocional del adulto. Ambos van de la mano.
Jugar también significa salir a la calle a relacionarse con otros, dejarse afectar por otros en esa experiencia que es el juego compartido. Y esa experiencia también construye nuestra identidad, historia y nuestro ser político. Es lo que nos permite crecer.

Haciendo un paralelismo con la figura del niño y su desarrollo evolutivo, el niño crece a partir de sus experiencias relacionadas con el juego, con la necesidad de socializar a partir del contacto con otros en la calle, su habitación o el patio del colegio… Sale al mundo y atrás quedan sus padres. De ahí el crecimiento. De no ser así, su desarrollo quedaría interrumpido en un estado de confluencia con los padres, sin poder diferenciarse de estos… Crecer pasa por separarse.  Dicho de otra manera: si quieres crecer, has de asumir la pérdida; si quieres ganar, has de perder algo. No puedes tenerlo todo. El problema es que hoy en día queremos ganar siempre sin perder nada a cambio.  Es como si ahora como adultos o como sociedad, estuviésemos interrumpidos en esa primera etapa evolutiva del niño, incapacitados para crecer individual y colectivamente. Padecemos de esta infantilización a todos los niveles. Seguimos seducidos por nuestros padres, ahora representados por el bipartidismo -papá y mamá-, un especie de matrimonio mal avenido que se pasa el día discutiendo, tirándose los platos, pero al mismo tiempo nos provee y manipula con su falso amor, con su idea de sostener y mantener a la familia unida a toda costa –eso que llaman democracia-, cuando la familia o la democracia, en este caso, ha demostrado ser bastante patológica.

Es cierto que mucha gente ha dejado de creer en estos padres, en esta familia, ya que no se sienten representados, ni identificados, y más cuando son víctimas, pues han sido abandonados por ellos. Y este abandono resulta muy doloroso. Sin embargo, no nos dolemos. Evitamos constantemente el dolor que supone la pérdida de nuestras creencias, la pérdida del ideal sobre el que habíamos depositado nuestra confianza: los padres, el partido, la democracia, etc. No queremos tocar fondo, reconocer que todo se ha ido a la mierda, que nuestros gobiernos demócratas ha cometido abusos con nosotros, nos han roto el culo, nos han maltratado, engañado y vendido al mercado como esclavos. Es muy doloroso aceptar esto, así que preferimos pelearnos con la realidad, negarla y maquillarla antes que aceptar el dolor de la perdida. Es lo mismo que hacen los niños cuando ven amenazado o frustrado el amor de sus padres. La diferencia es que el niño se defiende por una cuestión de supervivencia. Para él aceptar ese dolor sería insoportable. Y por eso se adapta a través de distintos mecanismos para no ver frustrado el amor de sus padres. El problema es que nosotros ya no somos niños, somos adultos, pero seguimos haciendo lo mismo que ellos. Nos defendemos con uñas y dientes de la frustración, la decepción y el desengaño, evitando así el dolor resultante. Por eso es necesario, si no queremos perdernos en el discurso, expresar ese dolor, ya sea a través de la rabia, la tristeza o incluso el mutismo más extremo.

Vivimos una experiencia de duelo y no lo sabemos. No es que la democracia esté en urgencias, en cuidados intensivos o en estado vegetal. No, la democracia ha muerto, y, con ella, papá y mamá. Es mejor que lo asumamos cuanto antes, que nos despidamos de ella, lloremos su inexistencia y aceptemos el vacío de su ausencia. Si no lo hacemos, repetiremos lo mismo, ya que el conflicto y el daño seguirán inconclusos; si es así, finalmente, acabaremos comprando a unos nuevos padres, adoptivos y más seductores, que nos los venderán -no sin grandes dosis de populismo y mucho cosmético Margaret Astor y Photoshop- como los auténticos demócratas o los salvadores de ésta.  La “Espe” del fascismo o el fascismo de sitcom, que diría nuestro amigo Daniel Bernabé.

Para nosotros éste es uno de los muchos juegos: el juego de los niños perdidos que diría Tiqqun. Y nos plantea la siguiente paradoja: cómo dejar de ser “niños” para ser todavía más niños. Es decir, cómo dejar de jugar al juego de “Mamá o Papá democracia” y, por extensión del capitalismo, para comenzar a jugar al juego que deseamos y con quien deseamos. Y es en este punto donde entendemos que nace el ser político. Un ser político que ha alcanzado su autonomía, no la autosuficiencia. El problema que se plantea es que no sabemos en qué consiste el nuevo juego, si tiene reglas o no, y, en caso de tenerlas, cuáles son éstas… En definitiva, es un juego que está por hacerse, por crear. Y crear significa permanecer en el vacío esperando que surja una nueva figura. Sin embargo, estamos tan contaminados por la lógica capitalista del beneficio y el resultado que queremos obtener las soluciones y respuestas rápidamente. No somos capaces de sostenernos en ese vacío porque nos resulta la mayor de las veces angustiante o ansiógeno. Pero no queda otra que atravesarlo.

¿Cómo?

No hay recetas para atravesarlo, únicamente hacerlo acompañado, contando con los otros. Pero está claro que no partimos de cero: la Historia, el pasado y el presente están llenos de referentes y faros que pueden alumbrar este nuevo juego que está por crearse. Es lo que tratamos de evidenciar en nuestras piezas a través de las máscaras y los personajes que trasladamos a este presente: políticos, economistas, filósofos, místicos, incluso el Ecce homo, todos ellos trabajan para nosotros y con nosotros. Resisten a nuestro lado. Son muchas las experiencias y ejemplos a los que hay que estar abiertos, en ocasiones reñidas entre sí, como pueda suceder entre algunas corrientes de la izquierda, en permanente disputa ideológica acerca de la concepción del Estado y otras diferencias estructurales. Por eso conviene, en esta primera fase de la creación del juego, ser ambiguo, no llegar con las cartas demasiado marcadas, es decir, no pecar de lo que criticábamos anteriormente.

Niños-Terroristas

Ya lo habéis mencionado, y es patente tanto en vuestras obras como en vuestro discurso… ¿qué sentido tiene para vosotros el remake?

Por una parte tiene un sentido ideológico, con referentes como el situacionismo o el grupo Dziga Vertov. Recogemos el testigo que se van pasando los movimientos sociales o las luchas a través de la historia.

Las crisis y contradicciones del capitalismo se repiten, de la misma forma que los movimientos sociales resurgen volviendo a poner de manifiesto la pugna de fuerzas entre la clase dominante y la clase dominada. La Historia se repite en un eterno retorno de lo reprimido: la lucha de clases.

La lucha de clases es lo innombrable, el conflicto que a toda costa se quiere domesticar despolitizando su memoria. Hoy, sin embargo, rebrota estableciendo de nuevo el vínculo histórico entre los diferentes movimientos sociales del siglo XX y sus precedentes.

El shock de la actual crisis amenaza con borrar de un plumazo los importantes logros que obtuvieron todos aquellos movimientos sociales en respuesta a las crisis económicas, políticas y sociales que padecieron. Pero al mismo tiempo que esta crisis amenaza con un cambio de paradigma, reabre el conflicto histórico que ha permanecido suspendido e inconcluso durante los últimos cuarenta años en Europa: la lucha de clases y la posibilidad de resolver este conflicto a través de un movimiento creativo, espontáneo, poético y, sobre todo, revolucionario.

Nos llama la atención que la Historia conmemorase en el 2008, con el inicio de la actual crisis financiera, el cuarenta aniversario de Mayo del 68. Esta sincronicidad histórica, más que apoyar la falacia profética del “fin de la historia” proclamada por Fukuyama, permite el regreso y la actualización de las grandes narrativas contemporáneas, la recuperación del pensamiento utópico y la reapropiación del deseo.

Los profetas del posmodernismo nos quisieron vender un mundo donde el conflicto se había extinguido de la faz de la tierra y, por tanto, tenía cierta lógica que enunciaran a bombo y platillo el final de la Historia. Lo que está claro es que no hay historia sin conflicto, ya sea ésta una dramaturgia de ficción o la historia de la humanidad. No hay avance ni motor sin el carburante del conflicto.

Creemos que con el panorama actual se abre una nueva oportunidad para recuperar nuestra memoria histórica como sociedad y, junto con ella también, los restos de nuestra identidad perdida en la narrativa posmoderna.

Con el objetivo de evidenciar todas estas cuestiones, planteamos la estrategia de un remake estético e ideológico del Mayo francés como la forma más eficaz de vincular los movimientos sociales hasta nuestro presente. Mayo del 68 supone el último gran movimiento revolucionario de la historia moderna y su eco, hallazgos y ejemplo, resuenan hoy en día en la lucha de los nuevos movimientos sociales.

¿Y en un sentido estético…?

El remake es para Terrorismo de autor una cuestión estética y lúdica. “Jugar al remake” y homenajear al cine de la nouvelle vague y demás. El juego de la adaptación. De jugar a creerse Godard o Chris Marker… y pensar que la vida es en blanco y negro, que Madrid es París y que el 15M es Mayo del 68.

Creer que somos quijotes que se lanzan a la aventura como caballeros andantes, pero en vez de enfermos de novelas de caballería, somos enfermos de mierda francesa.

También hay algo que tiene que ver con la seducción. La estética seseantayochista es seductora. Hablando de ideología y de estética, la izquierda no ha tenido grandes publicistas. Los artistas han sido comprados por el capital y se han convertido en los grandes profetas del capitalismo, ya sea a través de la publicidad que vemos todos los días o a través del entretenimiento que generan. La estética de los movimientos sociales y de la izquierda ha sido pobre, poco seductora. Y nosotros nos hacíamos la pregunta de si se podría hacer publicidad o propaganda sin cliente, sin mercancía, sin producto, sin amo, y seguir siendo estéticamente seductores, atractivos, con contenido y con ideología.

¿Cuáles son vuestras influencias?

Dentro de lo que es Terrorismo de autor hay unas influencias muy marcadas. Cineastas que ya han pasado por esto. Maestros que dan muchas pistas, y a los que les devuelves el favor y de los que recoges el testigo. Si la realidad fuera otra quizá Terrorismo de autor no existiría, estaríamos haciendo algo distinto… Estaríamos pensando cómo escribir la comedia más divertida de los dos últimos meses… Pero el contexto es el que es, la realidad es la que es, y nos afecta. Nos coloca en un lugar y nos imprime un deseo.

¿Cómo es la relación de Terrorismo de autor con la realidad presente?

Vivimos en una actualidad que no es la noticia. La realidad no es sólo material sensible, también es material audiovisual con el que puedes construir un relato. Nos interesa llevárnosla a otro lugar, darla un giro, y así iluminar los puntos ciegos para provocar la revelación de la que hablábamos antes

Entonces, ¿se pueden construir relatos?

Claro. Somos como Madrid Directo.

Dinero

Hablemos de algunos de vuestros trabajos. Salís a la luz con “Los cuatrocientos golpes”. ¿Por qué?

Terrorismo de autor estaba un poco atascado. Estaba el deseo de hacer, pero a lo mejor no encontraba la manera adecuada. La idea de salir al mundo de Terrorismo de autor era a través de un largo documental, de una especie de docuficción que hablaba sobre activistas que se afrancesaban. Gente de distintas disciplinas con inquietudes y gustos parecidos que se encerraban y se proponían convertirse en franceses en Madrid, protagonizando Mayo del 68 en este contexto.

¿Fue antes del 15M?

Sí, ante del 15M ya estábamos con esta idea. Y cuando surgió no pudimos aguantarnos más y nos dijimos: vamos a lanzarlo. Entonces, ¿por qué esta primera pieza? Porque la idea era muy clara. Ni siquiera había que grabar. Era el momento de Ocupa el Congreso en Madrid y de toda la represión brutal que hubo, también en Plaza Catalunya y Valencia… Y fue como ¡ya! Ya está. Y menos mal, porque nos mola mucho más esta manera de hacer libremente… Rápido. Pieza. Papapa.

Y os hicisteis terroristas.

Nos hicimos terroristas.

“Nouvelle Vague Blues” es un trabajo musical construido a partir de títulos de películas. ¿Abre esta obra otras vías de creación en las que queréis profundizar?

Sí. Puede ser una línea sobre la que sigamos trabajando, aunque quizá lo que más nos interese de esta obra sea su componente festivo.

“Obra Social” y “VHS Haiku” se crean y además se muestran en el marco del festival ¿Y si dejamos de ser (artistas)?, ¿cómo influye vuestro paso por el festival en estos dos trabajos?

Las ideas de partida ya estaban: hacer un muro en la SGAE con VHSs, y la otra era hacer una pieza en la viéramos a algunos de los terroristas, de nuestros enmascarados, robando cuadros de portales y llevándolos a exponer a galerías. Esas eran las ideas. Después surge la invitación a participar en el festival, hay un dinero de por medio, y esto nos permite producir las dos piezas.


Cada vez que veo “Le jour et la nuit” tengo la sensación de que es una invitación a algo. ¿A qué nos invita esta obra?  

Es una invitación a sentir dolor. Una invitación a decidir cuál es el límite de cada uno, y a preguntarnos cuánto dolor tenemos que sentir para darnos cuenta. Dejarnos sentir dolor y acabar con la anestesia nos permite darnos cuenta de qué cojones estamos haciendo todo el rato de forma irracional. Y esto tiene que ver con lo que antes comentábamos sobre el paralelismo entre el niño y el adulto. De jugar con nuestra idea de papá y mamá. Con nuestras creencias sobre la democracia, el partido o sobre lo que cojones sea. Seguimos pegados a eso porque nos dolería mucho que se cayera todo nuestro ideal, y seguimos negando la evidencia. Pero si dejáramos que nos doliera, eso nos permitiría ver la realidad, o nuestra realidad, de otra manera.

Toda esa gente avariciosa que aparece en la pieza no sabe lo que es el dolor. Más allá de que nos dijeran: “Es que habéis hecho la pieza en un Día% al que van determinado tipo de personas”… al final de la pieza hay un acto de justicia, que para que se dé ha tenido que pasar todo el día. Y después viene una reflexión sobre la experiencia límite. Este momento está siendo para muchas personas una experiencia límite. Y cuando pasas por una experiencia límite tienes dos opciones: negar la realidad, maquillarla, rechazarla… o aceptarla, aceptar el dolor, y al atravesar el dolor te pones en otro lugar.

¿Por qué creéis que es la obra que más veces se ha visto en YouTube?

Hay piezas que son más exportables, más universales, que no son tan localistas como cuando hablas de Froilán o el rey. “Le jour et la nuit” ha funcionado muy bien en el extranjero. Casi la mitad de visitas son de otros países. Luego hay mil factores, el día que lo lances, qué ocurre ese día, lo brasas que seas…

“Freudlán, el neoedipo”… ¿Qué queréis conseguir con este trabajo?

Froilán está en boca de todos. Va en camino de ser el próximo Pocholo. Pero nosotros no queremos un nuevo Pocholo, somos más ambiciosos. El reto era convertir a Froilán en un héroe. Apropiarse de un significante del enemigo para darle la vuelta y convertirlo en un símbolo de la lucha. Algo que hacían los Sex Pistols con la reina. Froilán como el gran anarquista o Froilán como el anticristo de Nietzche.

Todavía no estáis en la cárcel.

No, todavía no.

Un Perro Paco

 

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Todo significa sin cesar y muchas veces

La semana pasada Teatro Pradillo acogió el universo creativo de Norberto Llopis Segarra. En poco tiempo hemos podido ver a Norberto en La Casa Encendida (¿Y si dejamos de ser (artistas)?), en el CA2M y ahora en Pradillo. Digresión. No pasan desapercibidas las concomitancias entre estos dos últimos espacios de creación e investigación madrileños. Cierro paréntesis. Llopis se trajo a Madrid dos perfomances, una conferencia y cuatro vídeos para el fin de semana. De lunes a miércoles compartió por la tarde cuestiones y acercamientos que ocupan su trabajo en una práctica artística. Todo bajo el nombre de “El espacio es un objeto”.

Llopis es valenciano, se formó en Danza y Coreografía en el Institut del Teatre, y después en el reconocido Máster en Artes Performativas DasArts, en Ámsterdam, ciudad donde vive y trabaja. Los que cruzamos poco los Pirineos, a eventos como el del viernes en Pradillo solemos ir un poco acojonados por si no estaremos preparados para asimilar los códigos. Por si nos sonará a chino u holandés. El propio Norberto dijo entre obra y obra que suelen acusar a su trabajo de poco comprensible. No estoy de acuerdo. Creo que si bien las artes vivas ponen en cuestión más que otras disciplinas la “comprensibilidad” de una obra, más aún cuando su núcleo no es la palabra, los que estuvimos en Pradillo pudimos entender nítidamente lo que se nos mostró en la escena y en la pantalla. Tampoco estoy de acuerdo con aquello que dijo Norberto de que no nos esforzáramos en buscar relaciones entre las tres piezas. Que no las había. Sin duda, éste es un vicio del que los espectadores de escénicas no podemos quitarnos. Además, cuando me dicen que no haga algo, primero se me dibuja media sonrisa en la boca, y acto seguido lo hago. Quisiera o no conseguir eso Norberto, los que nos pusimos a buscar asociaciones entre las piezas seguro que las encontramos, entre otras razones, porque como dijo el bueno de Barthes: “Todo significa sin cesar y muchas veces”.

Tendency. Al entrar en la sala, Norberto nos espera de pie con una larga cuerda enrollada en el brazo. Está cerca del público, nos mira. Entre él y el público hay una silla. Empieza a mover la cuerda de un lado a otro con distintos ritmos. La cuerda acaba golpeando a la silla. Poco a poco se aleja mientras alarga la cuerda y sigue golpeando la silla. Una y otra vez. Oímos el zumbar de la cuerda y su golpear en la silla. La silla funciona como un mediador entre nosotros y la escena delimitada por un cuadrado blanco hasta que nos convertimos en objeto. El riesgo de que se le pueda escapar la cuerda nos hace pensar en nuestro cuerpo como otro objeto golpeable. El cuerpo de Norberto se prolonga con la cuerda y golpea en la silla. “…dado un cuerpo A podemos formar nuevos cuerpo haciendo que los cuerpo B, C ,… se pongan en contacto con A. Decimos entonces que continuamos el cuerpo A y podemos continuar dicho cuerpo A hasta que llegue a estar en contacto con otro cuerpo cualquiera, X. Podemos llamar “espacio del cuerpo A” al conjunto de todas las continuaciones de dicho cuerpo”, dijo un tal Poincaré. Pues eso, si el cuerpo es un espacio, y el cuerpo es un objeto, el espacio es un objeto, o algo así, que oye, nos viene de perlas, porque es el título de la semana de Norberto en Pradillo.

Después de esta acción Llopis se pone a bailar, sobre lo que no puedo decir mucho porque poco sé de danza. Me interesó más cuando coge dos sillas, las sujeta estando cada una ellas apoyadas en una pata, nos mira y las deja caer. Un juego sobre las expectativas. Sabes que lo va a hacer, y esperas que lo haga. Expectativas satisfechas. Ay qué gusto. Y todavía me interesó más cuando choca una silla con otra, porque son el mismo objeto y no son el mismo objeto. Y más todavía cuando hace no sé cuántos fouettés en tournant con una silla en la mano. Porque fouet significa látigo y me recuerda a la cuerda golpeando a la silla, y porque me pone cachondo el riesgo de que se le pueda escapar la silla. Lo único que no me gustó fue escuchar el Claro de luna de Beethoven. Lo siento, me pasa lo mismo que con La Chica de Ipanema. No puedo más.

Por último Norberto se queda en gayumbos y corre con distintos objetos. Un pie de micro, una borriqueta, y un par de maderas. Una carrera de relevos por el espacio escénico en donde parece que el testigo es el cuerpo de Norberto y quien se lo releva son los objetos. Yeah. En la misma frase aparecen las palabras objeto, espacio y cuerpo. Estas casualidades son las que hacen pensar que la pieza tiene una buena dramaturgia. Quiero decir que es coherente, consistente y que las ideas se activan en escena de forma que Norberto seguramente consigue lo que quería. Guste más o guste menos.

Cosita. Descanso de diez minutos, pitillo y otra vez para dentro. Ahora cuelga una pantalla en escena. Vamos a ver unos videos. Norberto los presenta. El primero se llama Cosita. Grabado en 2006 en Holanda, es una joyita. Cosita es un juego en el que vemos cómo David Michael DiGregorio y Pere Faura proponen a cinco artistas que bailen cosita, o algo así. Al parecer les han dado unas reglas de antemano que deben respetar. Inevitablemente despierta la risa. Mecanismo clásico. Cuando el público sabemos más que a quien estamos viendo, nos hace gracia. Cosita nos muestra a dos personas que en una pequeña sala de ensayo dan indicaciones verbales en un lenguaje críptico, propio del arte contemporáneo más ensimismado o de la alta cocina. Por supuesto, ninguno de los artistas sabe bailar cosita. Cosita es ininteligible. Lo que consigue poner en evidencia mucha de la tontería que hay hoy en día en el arte, y que todos en algún momento nos hemos creído. Así, en el fondo, de quien nos estamos riendo es de nosotros mismos. Decir que en el vídeo hay un suceso llamativo. Una de las bailarinas consigue dinamitar el juego, ya que impotente pregunta a David y Pere que qué es para ellos Cosita. Bravo por esas personas contestonas e incrédulas. También se me ha quedado grabado el gesto de Guillem Mont de Palol al acercar la mano al piano buscando entender qué es cosita. Daría para una trilogía, y me sirve como excusa para pedir encarecidamente a Jorge Dutor y a Guillem que traigan Los micrófonos a Madrid.

Rita. El segundo vídeo forma parte de “un diálogo en continuo que quiere crear espacios para compartir actividades extracurriculares entre los miembros de Cabra”. El diálogo “funciona como un juego de relevos: durante dos meses los miembros de Cabra trabajan sobre algo con la idea de proponérselo a otra persona, y este dispondrá de otros dos meses antes de pasárselo a otra persona y así sucesivamente”. Lo que pudimos ver era una obra de Jaime Llopis. Sencilla y certera. Eso que siempre gusta pero que por desgracia no abunda en esta época barroca. Una mesa, un plátano, un martillo, una pelota de plástico y un cuerpo de mujer. ¿Las reglas? La gravedad y la materialidad de cada objeto. Nada más y nada menos. Con estas dos premisas la mujer juega a explotar todas las posibilidades imaginables que le brindan su cuerpo y cada uno de los objetos. Aquí las expectativas funcionan a la inversa que en Tendency, es decir, el público se sorprende de cada una de las acciones. Ay qué gusto. Pero al igual que en Tendency, el cuerpo de la mujer vuelve a convertirse en un objeto, y podemos contemplar otra vez cómo se crea aquel “espacio del cuerpo A”. No me quiero repetir, pero acabo de escribir en una misma frase las palabras cuerpo, objeto y espacio. Cuando la mujer se acerca a cámara y mueve las orejas en un primerísimo primer plano es un momentazo. A lo mejor ése gesto es cosita.

Y para terminar, como decía al principio, no pasan desapercibidas las concomitancias entre el CA2M y Teatro Pradillo. Pablo Caruana en su artículo de los jueves en El País vuelve a hablar sobre el ligoteo entre las artes escénicas y otras disciplinas. Un claro ejemplo de ello es que desde el renacimiento de Pradillo, muchos creadores han estado programados en estos dos espacios: el propio Norberto Llopis, Cristina Blanco, María Folguera, Juan Domínguez, Los Torreznos, Ziad Chakaroun… Lo que significa sin cesar y muchas veces que los dos centros comparten sensibilidades, actitudes, público… A veces cuando vuelvo de Móstoles en el cercanías sueño con la posibilidad de que Pradillo y el CA2M se hagan más fuertes el uno al otro. Que jueguen al tú me das y yo te doy. Luego el segurata me despierta, y mientras dice que quite los pies del asiento, recuerdo que estoy en Madrid y que no es fácil y que lo que quieren es hacernos débiles. Pero también pienso que algo gordo está pasando y que ahora es el momento para no distinguir sueño y realidad. Ahora.

P.D.: El miércoles asistí a una conferencia de Alfred Brendel en la sala de cámara del Auditorio Nacional titulada “¿La música clásica tiene que ser completamente seria?”. El siguiente post será una videoplaylist sobre el sentido del humor en la música clásica. Para que no piensen que sólo nos interesan las cosas “modernas”. O qué hostias, que piensen lo que quieran. Como dice Rubén Ramos, “la ventaja de tener un blog y ponerse a jugar a periodistas es que nadie te lo puede impedir ni nadie te dice lo que puedes o no puedes hacer”. Para abrir bocas.

Un Perro Paco

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¿Dejaron de ser (artistas)?

miguelito

    Lo que sigue no desea ser más que un intento de cartografiar el festival “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, acogido en el patio de La Casa Encendida del 10 al 16 de junio de 2013. Cartografiar para que todos aquellos que no pudieron o no quisieron asistir consigan situarse un poco. Mucho se escapará, por antojo de la memoria, o porque Perro Paco no posee el don de la ubicuidad. Disculpas.

  Durante todo el festival, y especialmente los primeros días, la conversación que más se escuchó fue:

X: Oye, algo está pasando, ¿no?

Y: Creo que sí.

X: ¿Y qué está pasando?

Y: No lo sé.

  Es el momento de dar al rewind, y retroceder hasta principios de año para rastrear cómo nace y se piensa “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Ya desde febrero se hizo público un blog en el que se podía seguir el proceso de trabajo del festival. Al blog, aparte de estar estupendamente confeccionado, hay que agradecerle, aun más en estos tiempos de oscurantismo, que hiciera pública y participativa información como: las bases sobre las que se sustentaba el proyecto, las líneas de investigación… pero sobre todo que expusiera los presupuestos en forma de “debate abierto y praxis sobre cómo abordar la cuestión del dinero”, y que las “(red)actas” de las reuniones que se sucedieron casi semanalmente, cuya hora y lugar también se anunciaban, estuvieran accesibles a cualquiera. Ole. Una posición encomiable. Buena y bonita.

  Antes de mudarse al patio de La Casa Encendida, los “Implicad*s” en “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”, hicieron del 4 al 7 de abril una parada en Teatro Pradillo. Lo llamaron “[OCUPACIÓN/BETA]: un experimento abierto“,  “un proceso en paso intermedio. Hacer en BETA lo que las propias prácticas del proyecto están desarrollando. Procedimiento inter/auto cobaya: lo que está haciéndose se congela, se abre y se comparte; se invita a ser probado y a probarse en ello. Hablamos de un procedimiento que desea compartir su código fuente (herramientas) para que cualquiera pueda desarrollarlo, manipularlo, corregirlo y afectarlo […], abrir el código propone un escenario para potenciar y evaluar lo abrible del proyecto”.  Después de la “[OCUPACIÓN/BETA]” de Pradillo, como pudo verse en el blog, continuaron las reuniones, se supone que una vez testeados los códigos que conformarían el gran código del festival. Se acercaba la ocasión de materializar o desmaterializar tanto paréntesis, desplazamiento, plano secuencia, guateque, barricada, miguelito, crochet, (ex)citación… 

  Volvamos al patio de La Casa Encendida. Hacía tiempo que ya era público el programa del festival. Su estructura se presentaba así: por la mañana talleres, a primera hora de la tarde encuentros/conversaciones y a partir de 20 h., noches de “Plano Secuencia”. 

  Talleres. No cabe duda de que los distintos talleres impartidos por Jaron Rowan, Jara Rocha, Silvia Nanclares, Paz Rojo, PLAYdramaturgia, Ester Jordana, David Grácia, Isis Saz, Laura Bañuelos y Fernando Quesada no dejarían insatisfecho a quien se pasara aquellas calurosas mañanas de junio por el número 2 de la Ronda de Valencia.

  Encuentros/conversaciones con Peter Pál Perbart, Jordi Claramonte, Marina Garcés y Aitor Erce. El encuentro con Peter Pál Perbart, filósofo y ensayista afincado en Sao Paulo, fue el lunes 10, martes 11 y miércoles 12. En uno de los descansos, en la cafetería de La Casa Encendida, una niña preguntó a su padre: “Papá, ¿quién es el señor que está hablando”. “Un filósofo aburrido”, respondió el padre. Puede ser que en ciertos momentos, Peter Pál Perbart, con un ritmo pausado en su dicción, pudiera adormecer al auditorio. Problema que compensaba con el interés que despertaba su discurrir y el contenido de sus exposiciones. Resulta un placer encontrase con alguien capaz de traducir de forma brillante el pensamiento de Deleuze, Guattari, Foucault, Artaud, Agamben, Dostoievski, Nietzsche, etc., y asociarlo con el estado actual del afecto, el cuerpo, o las prácticas políticas. Peter Pál Perbart habló sobre el concepto de vida y el “superviviente” de Agamben (“una vida reducida a su dimensión biológica por el poder”), sobre el encuentro del cuerpo con su exterioridad, un cuerpo no adiestrado y no silenciado, “un cuerpo capaz de ser afectado”, sobre el agotamiento ampliamente entendido, metaforizado por aquellos personajes Beckett, mutilados o condenados al inmovilismo ontológico, sobre la “guerra que Artaud declaró a la biopolítica” (en aquel instante, un amigo le decía a otro: “¿Sabes que Artaud juraba que todas las noches Dios se le metía por el culo?”), también habló sobre posibilidades de nihilismo y otros muchos temas… Antes de una de las necesarias treguas o pausas, sobre la posibilidad de hacerla o no hacerla, Peter Pál Perbart se refirió al famoso n-1 de Deleuze. Ahora que gracias a él creo que lo entiendo, me parece que “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” tiene mucho de intentar ser n-1, y así se dice en algún pliegue de su blog. Un gesto, el de construir multiplicidad, al que a la “industria” no le vendría nada mal atender.
  El encuentro con Jordi Claramonte, profesor de
Teorías Estéticas Contemporáneas y una de las personas que ha hecho posible la existencia del C.S.A. La Tabacalera de Lavapiés, fue ágil y divertido. Mezcló el western con Shakespeare, Marx, los Hoplitas, Peter Sellers… Habló sobre los “desaclopados”: desde los campesinos ingleses del siglo XVII que sufrieron la masacre capitalista de la Condesa de Shuterland, hasta el John Wayne de “Centauros del desierto”. Todos ellos fueron desposeído de su repertorio y se quedaron con unas pocas disposiciones que no valían para nada. Por supuesto, es algo más complejo. 

  Los encuentros/conversaciones constataron la consabida estrecha ligazón entre el mundo de las artes escénicas y el del pensamiento, entre la práctica y la investigación artísticas. Al margen de esta perogrullada, resultó llamativo que dichos encuentros/conversaciones fueron de los eventos con mayor afluencia de “¿Y si dejamos de (artistas)?”.

  Plano Secuencia. Bajo este formato estaban citados en el patio de La Casa Encendida una buena representación de artistas escénicos y de otras disciplinas de este y otros países. Lo primero, el formato. “Cada noche, una única secuencia continuada que publica en directo la escena, construyendo una obra en obras donde lo que entre y (nos) pase, sean maneras de percibir, de sentir, de pensar, de mirar, de escuchar, y también, maneras de representar sin representarnos, de asociar disociando, de estar en escena y simultáneamente salirnos de ella”. De primeras no queda muy claro. Vayamos a lo que “pasó” el lunes 10 de junio tras el encuentro con Peter Pál Perbart para intentar esclarecerlo. Unas cuantas personas empiezan a sacar mesas, sillas, sillones, lámparas, toboganes… de una camioneta aparcada en la puerta del recinto. Poco a poco se van sumando personas a esta acción hasta que la camioneta queda vacía. De pronto, el patio La Casa Encendida se convierte en una suerte de escena que se co-construye entre todos. Una escena que no dejó de cambiar, espacialmente y en todos los sentidos, durante la semana del festival. Ese mismo día se pudo asistir al visionado de “Obra Social” de Terrorismo de Autor, a una conferencia en la que Norberto Llopis mezcló el desodorante de bebés con Walter Benjamin y “algunas cosas más”… Asimismo, quien quiso pudo acercarse a los llamados “Dispositivos Periféricos” que se encontraban por todo el patio. Esto es el formato Plano secuencia. Las piezas por momentos interferían unas con otras, se superponían… Por otro lado, los dispositivos periféricos funcionaban como un bajo continuo al que se podía pegar la oreja. Es en esta confusa situación donde más podía escuchare aquello de: “Oye, algo está pasando, ¿no?”. Pregunta a la que era difícil responder. Si bien es verdad que durante los primeros días aquella confusión fue dominante, según avanzaba la semana, el formato “Plano Secuencia” iba transformándose en una fórmula más conocida: esa en la que se sabe que a las 20 h. va no sé quién y las 21 h. no sé quién otro. Aún así, en cierta medida se mantuvo alguno de los efectos deseados del formato propuesto, siendo uno de los más palpables el del auto-cuestionamiento de la figura clásica de espectador. Uno casi nunca sabía cómo definirse ante lo que sucedía. Un temazo. La revolución de la física relativista, en cierta medida se dio por un cambio de concepción de los sistemas de referencia. Cada uno de los que asistimos al festival, dejamos un poco de ser el tipo de espectador al que estamos tan mal acostumbrados.

  Pasemos a describir algunos de los eventos, artistas, colectivos, etc., que participaron en el “Plano secuencia” de la semana de “¿Y si dejamos de ser (artistas)?”.

  Terrorismo de Autor. Usando sus palabras, este colectivo se propone “protagonizar en la actualidad un remake estético e ideológico del Mayo del 68 francés. Combinando humor, viralidad, activismo y nouvelle vague, plantean una acción revolucionaria que no sea ni violenta ni pacífica, sino creativa”. Hacen piezas audiovisuales y las hacen muy bien. Tan bien, que puede decirse que Terrorismo de Autor es uno de los acontecimientos artísticos del último año. “Ni Marx, ni menos.”

  Durante “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” proyectaron dos vídeos. El primero, como ha podido leerse, se llama “Obra Social”. El segundo, llamado “¿Y si dejamos de ser (autores)?”,  proyectado el domingo en una especie de cine club que se montó en el patio, esclareció qué leches hacían unos tipos pegando torres de VHSs en La Casa Encendida.

“Obra Social”

“¿Y si dejamos de ser (autores)?”

  Performance Municipal. Vicente Arlandis e Hipólito Patón mostraron una de las piezas que más gustó en el festival. En la línea de Los Torreznos o la obra “¿Y por qué John Cage”? de Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol que pudimos disfrutar este año en Teatro Pradillo; “Performance Municipal” hizo descojonarse al público (esta vez sí concienciado como tal) poniendo en evidencia lo absurdo de la comunicación… bla-bla-bla. Desde Perro Paco hacemos un llamamiento popular para conseguir un single de la impresionante post-jota que se marcaron Arlandis y Patón en su Performance Municipal. Ahí queda.

  Croma Key (Your Face as an open Space for Lying). PLAYdramaturgia, colectivo de dramaturgistas creadores del proyecto Escenarios del Streaming, sigue dando guerra. Su aterrizaje esta temporada en el panorama escénico quedó descrito por Rubén Ramos en Notas que Patinan #24. Croma Key lo describen  así: “Entrar en este edificio y pensar: “Esto está lleno de cromas por todas partes”. Contárselo a amigos y preguntarles: “¿Cómo ocuparías la imagen corporativa de La Casa Encendida?”. Pedirles que te envíen un vídeo e incrustarlo en las innumerables brechas que la imagen corporativa que La Casa Encendida nos proporciona. Con todo el material haremos un comisariado de vídeos… Cada jornada un corte y una unidad temática distinta”. Pues eso hicieron, una dramaturgia en distintas unidades temáticas de vídeos de, o elegidos por, El Conde de Torrefiel, Basurama, Javier Chozas, Emilio Tomé, Elena Alonso, Terrorismo de Autor y muchos otros. El resultado, un golpe directo en la cara.

  (100) preguntas absurdas y urgentes: Coreo-grafías. Carolina Boluda y Juan Calatayud escribieron con agua en el suelo: “aquí y ahora”, rompieron un gran bloque de tiza, y con las briznas que soltó, junto con otras tizas de colores, empezaron a escribir preguntas por el patio de La Casa Encendida. Mientras el “aquí y ahora” se evaporaba, casi todo o todo el público presente se animó a usar las tizas y escribir, haciendo que la propuesta consiguiera “socializar la potencia de preguntar(nos) acerca de lo que nos importa y afecta”.

  Huelga Salvaje (sin servicios mínimos). Presentación de Paulina Chamorro compuesta por imágenes de personas quemándose a lo bonzo, y por palabras que también “ardían”. Como se suele decir, no dejó indiferente a nadie y, además, consiguió evidenciar eso que días antes había dicho Peter Pál Perbart: “sólo hay vida en los gestos extremos”.

   También se han quedado en la retina las siete imágenes del Calendario semanal para dejar de ser. De haber otra querella iconoclasta, es probable que el mundo sólo pudiera ser representado como en aquellas diapositivas. En efecto, una “invitación a callarse” y a callar el ruido constante de imágenes al que estamos sometidos. Más que en la retina, The Last Shot, también proyectado el domingo en el cine club,  se ha quedado grabado en el hipotálamo. Una pieza audiovisual compuesta de cientos de fragmentos de películas que, espectacularmente montadas, consigue crear asociaciones mentales de todo tipo. Un placer de proyección que hubiera dejado flipao al mismo Eisenstein. 

  Es momento de reunir todas las preguntas que puedan surgir sobre lo que “pasó” la semana del 10 al 16 de junio en el patio de La Casa Encendida, asumir que no es necesario responderlas, y aceptar que lo que generó “¿Y si dejamos de ser (artistas)?” es un contexto para formularlas. Un contexto al que agradecer el riesgo y la aparteura de nuevos campos de posibilidades para los formatos de exhibición escénica. Asimismo, desde Perro Paco queremos animar a Paz Rojo, a Paulina Chamorro, Fernando Quesada, Sandra Cendal, David Grácia, Laura Bañuelos, Carolina Boluda, Emilio Tomé y a todos los que participaron en el proyecto (la lista sería muy larga, y además es pública), a repetir la experiencia.

Un Perro Paco

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