Una de las mejores temporadas

Crónica-d’un-espai-de-desgast

Hace una semana fui al Antic Teatre de Barcelona a ver la pieza “Crónica d’un espai de desgast” de Quim Bigas junto al grupo Festucs. Todavía la tengo en la cabeza. Y no empezaré hablando de su juventud, de su energía, del modo de hacer casi imberbe, porque no importa. La pieza tiene transiciones mal acabadas, cambios de ritmo mal acabados, tiene textos imperfectos, interpretaciones irregulares, cambios de luz de aquella manera, entradas de música atropelladas, pero “Crónica d’un espai de desgast” es una pieza real de artes escénicas vivas. Absolutamente vivas.

La pieza invoca la alegría de unas personas que todavía no tienen culpa de nada, y danzan en escena su propio ritual moderno, el Pogo. El inicio no tiene palabras (casi treinta minutos de baile loco, agresivo, violento y divertidísimo), pero al inicio no le falta ni una coma. Es así y debe ser así. No se puede explicar el mundo de otra forma. No se puede explicar su mundo de otra forma. Y cualquier persona que se quite esta capa afrancesada de estar en escena, entenderá que esta pieza es danza contemporánea,   esta pieza tiene mucho rigor. Es realmente una pieza del año 2014. Conozco algunos trabajos de Quim Bigas, y escuché la entrevista que Rubén Ramos le hizo en Sin Comentarios. Y la vi lógica. Es un trabajo que empezó en 2011, poco a poco, con personas que no pertenecen a las artes escénicas, y que quieren hacer cosas raras, personas que se ofrecen en un escenario abiertamente, y necesitan a gente más grande, más rara y con más experiencia que ellos para que les ayuden a canalizar esta energía. ¿No va de esto? ¿No va el mundo de ofrecer espacios y oportunidades a los que tienen las ganas? Esta pieza es así, y me alegra que esta nueva temporada empiece con una obra que ofrece garra, ofrece kaos, muestre trozos de vida, más allá de lo normal.

No me gusta citar nunca a nadie, porque creo que se le descontextualiza a favor de quien utiliza la proposición, pero hay una frase del Subcomandante Marcos, (que no sé si existe realmente o es un grupo de personas… qué risa) que dice algo así como: “…estamos hartos de ver en la televisión a los ricos mostrándose ricos, y a los pobres mostrándose pobres. Y de seguir así, es normal que la gente tenga miedo de nosotros. Nosotros también nos divertimos, y bailamos y nos lo pasamos bien.“ No sé si la frase es exactamente así, (qué poco rigor, por mi parte, por favor). Pero la cito porque creo que esta pieza ofrece el trabajo de unos jóvenes en escena no haciendo lo que se espera de ellos. No defienden que ellos son el futuro, aunque lo son, y no hacen las cosas bien hechas, están muy libres, no tienes pautas, no se les ha exigido retener un texto concreto. Se han mostrado como jóvenes que son. En escena se les ve que no controlan cuál es su mejor perfil, se les ve que no saben qué están ofreciendo a la platea, no han elegido un filtro bonito para resaltar la fotografía que nos están haciendo. Lo de los jóvenes ninis ya ha tocado fondo, huele, y ver a gente joven sudar, zurrarse, exigir, señalar, equivocarse, reírse en escena, es un lujo. No importan las formas teatrales dominantes, no importa el rigor dramatúrgico, no importa la calidad del verso, ni la calidad del baile, ni la belleza de las cosas bien hechas. Lo que importa es que la pieza duda de ella misma, tambalea y se levanta, se equivoca y continúa, la pieza está vacilando como si fuera una persona viva. Y esta pieza es todas estas cosas.

La realidad es complicada si se la mirada parcialmente, es decir, en Barcelona, si uno sólo pone el ojo a todo el desastre político y turístico, es normal que decida hacer las maleta inmediatamente. Porque esta ciudad se ha convertido en un ciudad hostil. Y ya he escuchado a algunos amigos/as artistas que balbucean la posibilidad de abandonar la ciudad. Cosa que me pone muy triste, porque aquí son absolutamente necesarios. Pero a la realidad, si se la mira parcialmente, es posible que se la escapen cosas. Y yo necesito ver (o necesito querer ver) que otras cosas están pasando, más allá de la falsa normalidad. Ver que otras vidas están exigiendo vivir, que despegan otras propuestas fuera de todo este supuesto “País Normal” que se pretende. En lo artístico y en lo político. Porque, o me exijo ver qué otras buenas cosas pasan en esta ciudad, o también me tocará, por desgaste, hacer las maletas. Lo que hizo Quim Bigas con estos chicos en el Antic Teatre, no se si ellos lo sabe, es una auténtica obra heroica, un lujo para los que estuvimos en el Antic Teatre, una forma de estar en escena sin complejos. Me alegraron el día, y al igual que el teatro es una forma efímera de arte, así ha de ser la sensación después de ver una pieza: alegre, dura, seria y a continuar, esperando que las cosas no se enquisten. Ni ellos tampoco.

Pienso que la temporada empieza muy bien, y creo que van a llegar otras propuestas raras que la van a hacer una de las mejores temporadas en años.

Perra Guapa

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Imagen-texto, texto-imagen. Encantado. Un placer. ¿Tienes gasolina?

Gasolina

Trópico# 9: Tierra Quemada. Txalo Toloza y Laida Azkona. Antic Teatre/Barcelona

Capitalismo, Teatro, Paradoja, Texto, Bolsas, Transición, Romper la lógica de la narración, Directo e indirecto, Sentimiento actuado a modo de baile poco comprometido, Quemarse, Actuar, Lo político en el teatro, La responsabilidad del artista vs El secuestro del espectador, El dispositivo, El mensaje, Las intenciones…

Txalo Toloza y Laida Azkona empiezan en la entrada del teatro. La misma entrada que la de un bar muy lleno de peña en modo “me estoy tomando una caña y estoy de puta madre”. Fuera hay más gente de la que nunca se podrá ver dentro del teatro del Antic (las cosas claras).

Txalo recita o comparte una “plegaria”, la cual está totalmente distorsionada desde mi posición debido a que la mitad de palabras se me pierden por puertas que se abren, ruido de peña, carraspeos y, evidentemente, la distancia que uno tiene respeto al emisor. Esta “plegaria” ya comparte la visión o “cataclismo” de que algo “crítico” va a ocurrir. Las personas que tenemos delante tienen una opinión y quieren compartirla. Si hubiera oído mejor el mensaje a lo mejor mi experiencia sería distinta.

Abro paréntesis:

Estoy un poco cansado de piezas políticas y de piezas que hablan del consumismo después de que yo haya pagado una entrada. Evidentemente, la pieza no es solo del consumismo pero sí que es un leitmotiv durante gran parte de la propuesta. Me declaro un poco escéptico y distante delante de acciones protegidas por espacios escénicos, así como de opiniones radicales o críticas dentro de espacios culturales. Hace unos días, un programador europeo me dijo: “En estos tiempos, pongo realmente en duda si el espacio escénico debería ser usado como un espacio para la revolución. Si quieres una revolución, empieza por no hacer una pieza y ser más activo y constante con tu manifesto”. Discutir ese “otro” manifesto sería una pérdida de tiempo, de la misma manera que sería una pérdida de tiempo hablar de si el teatro es, hoy por hoy, una acción política o una acción egoísta o por uno mismo o su círculo. Vamos, que hay cosas de las que es mejor no hablar para no despertar los monstruos autoritarios que tenemos cada uno tatuados y en posición de guardia. Para no despertar opiniones MUY ensayadas y proteger las estrategias de cada uno. Esto se merecería otro post.

Pese a esto, considero a Txalo un artista muy comprometido. No es un publicista ni un panfletista. Cree en lo que habla y genera a muchos niveles. La pieza escénica sólo es un ejemplo de sus ganas de comunicar, entre otros muchos contextos donde ha generado.

Cierro paréntesis.

Entramos en la sala del Antic. Una sala que, debido a las nuevas gradas, tiene un gran problema de visibilidad.

Nota contextual: Todo lo que mencionaré a continuación tiene la acción paralela de personas del público moviéndose y encontrando una posición cómoda.  

Nota contextual 2: Este texto ha sido redactado sin informarme mucho más del proceso y sólo considerando lo que vi. Para tener otro acercamiento distinto a la manera de ver este trabajo os invito a leer las Notas que patinan #43 de Rubén Ramos.

Tierra-Quemada

Txalo y Laida viajan o circulan por una serie de textos, países, proyecciones, relaciones de significado, imágenes, poesía y instrumentalización del mensaje, así como encuentros casuales entre ellos o transiciones amorosas. Txalo es el maestro de ceremonias,  el humilde, el que se sale del guión, el que habla al público, el que tiene más información sobre lo que está haciendo, el que toma decisiones al momento y se da el espacio de cambiar lo que quiera. Laida es la actriz, la ejecutante, la bailarina, el espejo, la historiadora, la defensora, el hilo, la poesía, la disparadora, la amante y la acompañante. Sus cruces son importantes, sus transiciones son relevantes, su roce de manos, sus sonrisas, su aparente complicidad es importante… Hablan de quemar muchas cosas pero se cuidan en la propuesta. Se quieren.

Al grano: últimamente me pierdo en los textos que me ofrece el teatro y tiendo a no prestar mucha atención al mensaje que se me presenta de manera tan deliberada. Las palabras, a menudo, me distraen. Entonces, me convierto en un morboso del comportamiento y de cómo comunican los cuerpos. En el caso de esta propuesta, parece ser que el texto tiene un rol muy importante; un rol que podría ser más importante que el dispositivo escénico. Las palabras quieren coger mucho espacio y el espacio, desde mi punto de vista, no está preparado para ello. Por un lado, los textos están contados demasiado oralmente y eliminan, en muchos casos, el cuerpo que lo cuenta. Por otro lado, el espacio es manipulado a partir de la presencia de unas bolsas que le añaden un elemento poético muy invasivo durante gran parte de la propuesta, las cuales, debido a su presencia y volumen, quieren ser excusadas demasiado a menudo. Durante el trabajo, se crea una clara separación entre cómo se cuentan los textos y cómo se activan en escena. Me pregunto si existe alguna manera de “casar” los dos procedimientos.

Desde mi punto de vista, esta propuesta quiere despertar cosas que ya estaban despiertas en mí y protegerme a partir de su estética. De alguna manera, es una paradoja que me confronta casi todo el rato: Imágenes enfrente a textos, textos vs imágenes, contar con la palabra vs contar con el cuerpo hablando, querer quemarlo todo y no darse el espacio de “quemarse” en la estructura. De alguna manera, siento que estoy viendo dos piezas a la vez; una encima de la otra. Dos piezas fantásticas y generosas que, al estar juntas, se contradicen y que no acaban de fundirse pese a querer estar juntas. La labor de los intérpretes es innegable, las ganas de compartir son indiscutibles, las buenas intenciones de querer quemar las cosas desde una buena actitud es presente y apreciable, el efecto imaginativo se agradece… pero, mis deseos quieren ir más lejos: ¿Cómo llegar a hacer una pieza que nos critique desde la misma manera de experimentar el protocolo o el contexto escénico? ¿Qué posición debo tomar como espectador ante la poesía visual junto a textos incendiarios? ¿Cómo quemar el cuerpo? ¿Cómo quemar el mensaje?

Pero Perro, un perro muy pero

 

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Los Torreznos: piensa en tu perro

El Ateneo de Madrid ha creado para estos meses el ciclo Ateneo Mucha Vida: una programación primaveral con cosas excelentes y cosas menos. Pero útil para que esta institución con solera y abolengo amplíe su campo de acción y sea un poco más conocida. Recomendación de Perro: acérquense a dar un paseo por el Ateneo. Por su ascendencia castiza a Perro Paco le gusta menear el rabo por allí de vez en cuando.

Otro Perro fue al Ateneo a ver a Los Torreznos (la primera vez que les vi fue El cielo. Intento no perdérmelos). Jueves 27 de febrero. 20:00 horas. Calle Prado 21. Antes pasé la tarde en su cafetería: libro y coñac en mano. Uno de esos lugares, importantes tiempo atrás, que aún mantienen el encanto de los viejos cafés: el Comercial, el Barbieri o el Gijón (hoy en día convertidos en lugares de peregrinación turística), pero que aún mantienen alguna camarilla en decadencia, salida como de otra época -por desgracia-, que se dedica al arte de la conversación animada. Mejor nos iría si volviésemos a sentarnos alrededor de una mesa con afán de debatir, acercar o separar posturas, polemizar y pasar un rato con algo de compañía de carne y hueso. Carne y hueso: la baba del Perro.

Los Torreznos consiguen algo parecido: un encuentro no forzado, un participación del público sin querer queriendo, un discurso abierto y reflexivo, un campo de juego a la vez que de pensamiento, una sencillez de lo complejo, un humor apelativo y profundo, un diálogo entre superficie y fondo, una lupa que muestra pero no dice, etcétera. Etcétera. Ellos saben que los que van a sus piezas no son imbéciles. Quizá de los allí presentes yo fuese el más estúpido: suele pasar con los que escriben, siempre dejándose cosas fuera, malinterpretando. Me disculpo al empezar.

Una última digresión. Este año Madrid ha comenzado agitado, ¡bendita agitación!, por Los Torreznos. Nos habló Rubén Ramos, en sus Notas que patinan, de la retrospectiva que les ha dedicado el CA2M, aquí. Suscribo. No repito. Pueden descargarse el catálogo acá.

La biblioteca del Ateneo es un lugar con aura. Las mesas de lectura llenas: entradas agotadas. Aproximadamente en medio: una mesa subida en una tarima con dos flexos. No hace falta nada más. Aparecen Rafael Lamata y Jaime Vallaure: Los Torreznos. Comienzan a repartir un céntimo a todos y cada uno de los allí presentes. Cercanos, charlando animados, paseándose entre las sillas: apriétalo fuerte cerrando el puño. Fuerte. Fuerte. Levanta el brazo. Que no se escape. Un signo que se irá trufando a lo largo de la velada: todo un Signo. O no. No es saludable ver significantes hasta bajo las piedras.

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Es la primera vez que pago mi entrada y al comenzar me dan dinero. Todo un céntimo. El inicio es una breve introducción sobre la pieza. Dejan hueco al silencio: ahí es donde surge la risa. Que si ellos para la gente de teatro hacen performance. Que si ellos para la gente de la performance hacen teatro. Por eso les han puesto en el programa teatro-performance. Para todos los gustos. A un lado la gente del teatro, al otro la gente de la performance. Pero ellos hacen performance, dicen. Atravesando límites. Fronterizos. Que si les gusta el dinero, que si aspiran a ganar más haciendo menos: a sólo decir su nombre y poner la mano. La pieza que van a presentar es del año 2008. Aprieta fuerte, que no se escape. Hemos venido a ver El dinero. Que las cosas han cambiado en estos seis años. Pero no han cambiado tanto: si unos no están, otros han ocupado su puesto: nada nuevo.

El dinero es una pieza aparentemente sencilla. Como todo lo sencillo, calla más de lo que dice. Bordea los grandes temas que fluyen bajo lo aparente y se revelan a los ojos del allí presente con frescura. No hay panfleto. Hay discurso velado: re-velado. El trabajo es una lista: consiste en decir las cien multinacionales con más dinero y el dinero que tienen. Nada más y nada menos. Repito: nada más y nada menos.

El trabajo vocal de Los Torreznos es composición musical, poesía fonética, arte sonoro. Múltiple. Mutante. A veces recuerda a las técnicas nemotécnicas que utiliza el estudiante para aprenderse la lección. A veces juegan con la sustracción: diciendo el número de la lista, pero no la empresa que lo ocupa: se acompañan del gesto. Van cambiando los ritmos, las estrategias y sus reglas, hacen bailar al espectador: el público se incluye de forma natural: ríe, habla, aprieta el céntimo, levanta el puño; se convierte en representante de las empresas: el conflicto, en ocasiones, se sitúa en el público despojado de agresividad pero manteniendo intacto su Sentido. Inventan términos y hacen del patrimonio de las empresas una progresión absurda. Realizan la conversión a otras monedas. Convierten los millones de dólares en espacio. Coquetean con el sinsentido. Muchas cosas pequeñas haciendo un conjunto tan grande. Todo lo que es interesante tiene un parte que se nos escapa. ¿Dónde guardar tanto dinero?, ¿a qué se dedican -en verdad- las empresas?, ¿Rollex tiene millones de dolares en agujas y correas?, ¿podemos guardar cuarenta millones de dólares en el espacio entre el radiador y la pared?, ¿en un lámpara?, ¿en el edificio de enfrente?

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Los Torreznos son abanderados de lo escénico: mucho tienen que aprender en el teatro de ellos. Oficio, artesanía, pasión, talento, humor sin buscar el humor, estructura, improvisación, manejo de herramientas… Controlan el tiempo y el espacio milimétricamente: como si todo fuese improvisado. Incluyen el error, su fracaso. Rafael y Jaime se conocen de maravilla: saben cómo y cuándo seguir los juegos del otro: saltos sincronizados encima de un escenario. Si Los Torreznos hiciesen música -que la hacen- ahora estaríamos asistiendo a un concierto de jazz. Se entregan, acaban exhaustos, cansados, sudan, el público se entrega con ellos, se deja ir. Consiguen que la atención no se pierda mientras dura su Trabajo. Al acabar, de camino a casa, la cabeza con el runrún sonoro metido dentro.

El público aplaude. Ellos aplauden. Se ha producido el encuentro. Es pecado perdérselos.

Otro Perro Paco

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De perros, nombres, caretas y seudónimos anonymous

Cursi es todo sentimiento que no se comparte

Ramón Gómez de la Serna

 

Mucho se trata entre bambalinas en las últimas semanas la cuestión del anonimato en comentarios, foros, blogs, críticas, crónicas y escupitajos. El propio Maestro Ramos se pronunció con la ya icónica sentencia: “Perro Paco es una especie de Anonymous de la escena ¿no?” re-situando el debate sobre las máscaras, caretas y hocicos manchados que ocultan y emborronan los nombres y los rostros.

Si Tu Perra tuviera algo que decir sobre el tema, diría esto:

El anonimato, como herramienta, puede constituir una potencia. Con luces y sombras, claro. Como en casi todo, su pertinencia depende de su uso. De su aplicación y de su utilidad.

El anonimato se constituye como una identidad desdibujada. Un cualquiera. Todos somos, por tanto, susceptibles de ser parte de esa comunidad sin comunidad. La comunidad de los anónimos. Todos los rostros superpuestos dan lugar a una rostridad genérica. Y sin embargo, este nombre común permite la individualidad más radical. Un individualidad libre y conectada. Lo hemos visto en las pantallas de nuestros ordenadores y móviles. Lo hemos visto en las calles. Lo hemos leído en muchos lados. La fuerza del anonimato. La comunidad anónima reniega de jerarquías, reivindica la asamblea, el diálogo y la reflexión crítica, personal y colectiva. La comunidad de los nadie es la voz de la multiplicidad. Del entrechocar de pensamientos. Todos somos Perro Paco. Perro Paco somos todos.

Y una de las cosas que facilita el anonimato es que las palabras no estén contaminadas. Que las ideas y el ritmo de las frases construyan una comunicación. A puñetazos o con caricias. Pero sin interferencias. Y así, se discutirán las ideas, si son útiles o fértiles o pertinentes. Y se desecharán si son improductivas o nocivas o banales. Nada más justo para un Perro. Conversación o silencio. Las palabras no tendrán el timbre de voz conocido. Las relaciones personales no condicionarán estas palabras. Quitarse un poco del medio, que diría Paniker. No dejar que las alianzas, los grupos, las comunidades y las amistades interfieran en las palabras. Palabras, palabras, palabras. Para ello, como dice el gacetillero, la única consigna, la única exigencia posible es exprimir un poco las meninges. Para que las neuronas espejo habitantes de otras meninges entren en resonancia. Y trabajen también. Para rechazar, modificar, desestimar. Pero que trabajen.

Interesante parece en todo caso que las conversaciones a media voz, los silencios, las ausencias y las reacciones indecorosas salgan a la luz. Y podamos hacerlas propias, discutirlas, tomar conciencia de los desacuerdos y, en definitiva, manosearlas. Construir algo con todo ello. Una plural conversación. Creo que esto es algo extremadamente necesario para los creadores, además. Aunque fragilice. Aunque moleste. Porque un/a autor, compañía, intérprete, coreógrafo/a o director/a de escena tiene las siguientes maneras de encontrar una respuesta del “público” o del “contexto” o simplemente, de todos aquellos que van a ver la presentación de la nueva propuesta:

1/ La reacción del público durante la pieza: cómo respira, cómo reacciona, cómo atiende y observa;

2/ Las presencias y ausencias en el patio de butacas;

3/ Las conversaciones, laudatorias principalmente, de gente que se acerca al artista después del estreno;

4/ Los silencios de aquellos que no dicen nada ni se acercan a comentar nada (esa situación especialmente absurda que convierte al autor en un apestado que excitado, dudoso y ansioso después del trabajo hecho para llegar a poner sus ideas frente o junto a otros, se encuentra hablando de cualquier cosa con los espectadores) cuando es posible que ese mismo silencio signifique tantas cosas: rechazo, incapacidad de decir, éxtasis sensible o disgusto airado…;

5/ Los, en unas ocasiones insufribles y en otras, las menos, iluminadores Aftertalks que se proponen en algunos contextos y espacios (en muchas ocasiones el autor y su obra se convierten rápidamente en una excusa para hablar, lo que se agradece cuando este hablar construye algún tipo de pensamiento en común, y entonces la obra es una excusa genial para aprender y reflexionar. Pero otras veces es simplemente el momento que algunos eligen para oírse hablar a sí mismos eternamente – no hay que ir muy lejos para saber a qué me refiero si estuvisteis en la conferencia de Michael Hardt en el MNCARS…);

6/ La críticas que puedan publicarse en la prensa (en el caso de las artes vivas contemporáneas su presencia es nula o milagrosa, y no hay mejor noticia que descubrir los textos de Pablo Caralana en El País estas últimas semanas) o en blogs y webs que siguen el desarrollo de la escena. La sensación de esta Perra es que la mayoría de estos blogs (sí, generalizando y exagerando, ¿si no como cojones voy a explicarme bien?) practican la lisonja aséptica, el bienquedar y la superficialidad en su acercamiento;

7/ La proposición de actuaciones, residencias, co-producciones, giras y bolos, que se constituye como algo fundamental para el artista, pero que sitúa la única recepción relevante de la práctica artística en comisarios, programadores y acumuladores de poder;

8/ La revisión o crítica más seria y elaborada de la “Academia”, los estudios, las publicaciones de documentación y revisión artística, etc. Algo que escasea por estas tierras y que suele ir por detrás de los propios artistas y sus trayectorias, siempre un poco tarde, siempre un poco anacrónico;

9/ Las conversaciones pausadas o exaltadas con amigos y gente de confianza, seguramente las más productivas, pero con tendencias ensimismadas;

970325_10152485266120639_652952459_nFoto de Tu Perra en su cuenta de twitter

Y poco más. ¿Y los espectadores, compañeros, artistas? Silencio o lisonja. Los Seudónimos Anonymous sólo pretenden aportar una voz más. Una voz que son muchas. Porque cuando el autor no está presente se habla mucho de las propuestas. Y todos estos diálogos maravillosos entre espectadores, entre los que conforman esa mágica comunidad incierta de “los que lo han visto”. Y también las conversaciones de los que explican lo que vieron a los que no pudieron o no quisieron acercarse al teatro, a la sala, al museo. El intercambio, las preguntas, las conclusiones inacabables. Todo eso, es lo que los Perros, de manera humilde y con tono pedante (no os preocupéis: nos estamos controlando…) pretenden arrimar a la luz. Iniciar la conversación. Con el convencimiento de que nos va a enriquecer. A todos.

Recordemos: los Perros escriben porque les sale de los huevos, sin cobrar un duro (pagando su entrada, en realidad), peleándose con el teclado del ordenador. Discutiendo consigo mismos. Tratando de generar pensamiento, coreografiar las ideas, encontrar las preguntas adecuadas. Exponer las dudas. Valorar los hallazgos. Construyendo con sus recién salidos dientes una manera de mirar múltiple. Y con todos los errores que produce una experiencia “en práctica”, no están utilizando su liquidez anónima para convertirse en un comentarista de periódico digital. ¿Escupen, a veces? Sí, claro, es que nos han dibujado así.

Es obvio que el anonimato tiene sus riesgos. Su mal uso problemático. El insulto personal y gratuito desde esa invisibilidad. Lo podemos leer en cualquier noticia del periódico. Lo más básico y rudimentario de la comunicación alienada encuentra su lugar. La reducción de la dialéctica al improperio. Llevado al extremo, el desprestigio y la calumnia desde una posición confortable. Todo esto lo vemos a diario. Pero que los árboles quemados no nos impidan ver la potencia del bosque en crecimiento.

(Flashback),

En el 2005 se creó la plataforma Youtube. En 2006 se inventaron Twitter, aunque alcanzaría el uso masivo años después. En 2007 Zuckerberg da forma a Facebook. Pero hubo un internet pre-conexión. Una world wide web pre 2.0. Era la época del anonimato. De la explosión de los chats. De la quimera de los “portales”. De los avatares. De las máscaras. Del juego y la personificación. En aquellos años, la consigna fundamental era no dejar tus datos, ni tu nombre real, no ser controlado. Cuando internet era una red que aspiraba al control a través de los portales de contenidos y el desembarco empresarial en el entorno virtual. Este control explícito tuvo como respuesta el anonimato. Años después, el desarrollo de blogs, del universo de la 2.0, traía una idea revolucionaria: que los usuarios generaran sus propios contenidos. El control pareció ceder y entonces todo explotó. Internet invadió nuestra cotidianeidad. Nos habíamos convertido en trabajadores esporádicos sin sueldo de google, facebook, tmblr, twitter y demás empresas de recogida de datos. Estos datos están siendo vendidos a multinacionales, gobiernos y lobbies empresariales. Cotizando en bolsa mientras colgamos nuestros gatitos y nuestros vídeos de la policía pegándonos y las fotos de nuestros pies en la playa y nuestros caretos en todos los estados posibles. Paradójicamente, lo que antes era dificilísimo de conseguir, ahora, en esta era de control difuso y global, está siendo regalado. Todos los “me gusta”, todos los clics, todas las galletitas. Comenzaba la era del Control. ¿Mr. Burroughs donde estará?

Y, por supuesto, la primera consecuencia de todo esto fue la marginación y desprecio a los seudónimos. No queríamos más diferencias entre el mundo virtual y nuestro día a día real. Estaba todo tan ligado, que no tenía sentido ser “muchos”. Bastante teníamos con intentar ser uno en medio de toda esta velocidad. Y ahora queríamos saber con quién estábamos hablando. Hacer amigos. Confundir la esfera pública y privada, la esfera personal y la profesional. ¡Fuera las caretas! ¡Abajo los seudónimos!

Y la posibilidad de un mundo virtual distinto del real se esfumó. Uno y otro mundo se fusionaron y el nuevo proletariado ocupó sus asientos frente a la pantalla del ordenador. Y los Cualquiera sólo podían ser quienes eran. Y llamarse con sus nombres. No podían soñar ni creerse otros. Game Over. Insert coin. Se acabó el teatro.

Especialmente sorprendente son las dudas y recelos entre la comunidad de escénicas ante estas máscaras, personificaciones y juegos performativos con la identidad. ¡Perro Paco es una puta performance! Y, a veces, mejor que muchas de las cosas que se ven en los escenarios. Recomendaría a los recelosos y jóvenes imbéciles que se rían un poco y disfruten del espectáculo. Con nombres o sin nombres, con caretas o a hocico descubierto, qué más da. ¡Que corra el aire!

Bueno, ya he llenado tres folios y necesito que me saquen a pasear si no quieren que mee en la alfombra del salón. Ni dueño ni amo. ¡Guau!

TU PERRA.

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