¿Dime qué consumes y te diré quién eres?

El otro día fui al Teatro Español a ver Ricardo III, dirigido por Carlos Martín, con un elenco de a priori buenos actores -solventes, al menos-, y estuve pensando, durante las dos horas de montaje, lo útil que sería que las butacas tuviesen un botón de eyección como el de los aviones para estamparse contra el techo y no tener que aguantar todo aquello. Abrir un claraboya para que entrase aire, luz. Salí triste. No tengo mucho más que decir. Quizá, por eso, hoy haya escrito esto.

EjectionseatPensar que cada vez que nos acercamos al teatro saldremos transformados, que nuestra vida sufrirá un ligero cambio o que acabaremos el día un poco más “sabios” es, además de utópico, un pensamiento bobalicón. Pero de ahí al pensamiento contrario hay bastante distancia.

El sistema neoliberal, basado en el consumismo, resta, paradójicamente, cualquier tipo de importancia al acto de consumir: todo lo que consumimos, ya sea un helado ya sea una noche en la ópera, se convierte en banal, desechable e intercambiable. En una sociedad de cifras y rendimientos económicos, la cantidad gana por K.O a la calidad. La obsolescencia programada es un concepto que además de aplicarse a la tecnología puede aplicarse a las corrientes de pensamiento y las artes: los poderosos marcan el ritmo. No hay nada que no pueda ser sustituido. Es más, el sustituto, que a su vez volverá a ser sustituido, hace posible que la máquina avance. Los griegos llamaban a este apetito insaciable pleonexia, y Platón lo consideraba una enfermedad. Igual que se considera un trastorno el síndrome de Diógenes. Pienso en esa gente que se vanagloria -y mira por encima del hombro- por ir veinte veces a las semana al teatro y que se erige en lobby, en juez y parte.

En el teatro podemos observar este fenómeno en las multiprogramaciones o las programaciones plato combinado (me gusta el huevo, me lo como; no me sienta bien el arroz, lo dejo): da igual lo que vayas a ver, pues tenemos muchas más cosas que ofrecerte. La insatisfacción engrasa este mecanismo y otorga al espectador una responsabilidad que todavía no es capaz de asumir -pasa en el teatro igual que pasa en el supermercado: consumo responsable, sostenibilidad, ética ecológica…-: lo que has visto hoy es un desacierto, pero lo que verás la próxima vez seguro que es mejor, y si te equivocas, la culpa no es nuestra porque nosotros ponemos a tu alcance un gran surtido -como los dulces navideños- de espectáculos. Y si te ha gustado, vuelve, tenemos muchas más que también te gustarán.

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Esta estrategia beneficia a unos pocos políticos y empresarios teatrales, mientas arruina a dueños de salas y hace inviables sus proyectos. Proyectos comprometidos con el riesgo y otras corrientes de pensamiento que son, por decirlo de manera suave, silenciados. Por no hablar de que la mayoría de la profesión sale damnificada, ni de las salas que se aprovechan de los amigos y familiares de los actores/directores/autores, etc; creando un flujo constante de público falaz e insostenible.

Un elevado número de las obras de nuestra cartelera no llegan siquiera a la etiqueta de teatro basura y aun así, el aficionado al teatro -aquel que no suele tener ningún vínculo profesional con él- sigue yendo un fin de semana tras otro con la esperanza de ver algo que merezca la pena. ¿No nos merecemos algo más? ¿Hasta cuándo?, ¿por qué pagar entradas de 20€ cuando lo que se obtiene no llega a ocio barato? ¿Qué papel ocupan las instituciones púbicas?, ¿qué papel deben ocupar? ¿Por qué repiten modelos privados en vez de crear un teatro público de mayor calidad?

Es verdad que hay tantos tipos de espectadores como personas y que hablar de ellos no deja de ser un ejercicio de soberbia. Uno no deja de asombrarse de la gente puesta en pie cuando baja el telón de soberanos bodrios; espero que llevados por la mitomanía a un actor famoso antes que extasiados por una propuesta tan añeja y mal trabada que hiede. Pero uno también es espectador y ha hablado con unos cuantos y está algo convencido, que palabra arriba palabra abajo, más de uno firmarían estas palabras. Estaría bien hacer una huelga de espectadores para que las instituciones teatrales nos traten, al menos, con el mismo respeto que algunos tienen al Teatro.

Parte del desastre del auge de las multiprogramaciones y de la burbuja teatral en la que estamos inmersos es motivado por los medios de comunicación: medios de poderosos/afines a partidos políticos (sean cuales sean). Varios son los motivos: la crisis de valores que desde hace tiempo arrastra el periodismo, el periodista que rara vez tiene un conocimiento profundo sobre lo que escribe o el buenrollismo imperante -vacío y corto de miras- de los medios especializados en artes escénicas que, en su mayoría, dependen de la publicidad privada para sobrevivir. Todos esos redactores que salen del teatro como si hubiesen visto a la Virgen María cuando solo han visto una mancha en la pared (segundo párrafo), poco tienen de periodistas, poco de aficionados/amantes al teatro y flaco favor le hacen.

Digresión. Por ejemplo. Debemos ser conscientes de que somos cómplices de la desforestación de  Indonesia si compramos productos que contienen aceite de palma -cultivado de manera no responsable-: el desconocimiento no omite la responsabilidad. En el caso del teatro debemos ser igual de conscientes. Sin llegar a la locura. Algo que nos llevaría al suicidio o a la ermitaneidad, si acaso esa palabra existe.

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La discusión o la polémica, en definitiva, la disonancia, además de ser un divertido ejercicio para la cabeza, es un dispositivo útil para transformar y crear nuevas estructuras. Hoy en día las polémicas apenas llegan a riña de patio de colegio y las que van un poco más lejos suelen estar motivadas por intereses personales. No estaría de más sentarse a tirarnos los platos a la cabeza, con elegancia y argumentos (Perro Paco ya dixit). Utilizar las herramientas a nuestro alcance de manera crítica y responsable. Con un poco de sentido común.

El teatro rara vez nos va a cambiar la vida; pero eso no quiere decir que cualquier cosa sea válida encima de un escenario. Y menos en uno público. Que debería tener objetivos más allá de lo económico. Cuando el teatro llega a la categoría de fast food algo está fallando: algo está pasando, también, en la sociedad: lo decía Larra. La crítica teatral, si existiese, sería una buena herramienta de crítica social.

 Otro Perro Paco

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Perro Paco pregunta, Fringe responde

El equipo de FringeMadrid 2014 se puso en contacto con Perro Paco porque querían matizar el artículo Golpes bajos a las artes escénicas: Talent, Fringe y Surge. Desde Perro Paco les propusimos tres opciones: un texto en el que hicieran directamente un comentario al artículo, una entrevista cara a cara o que les enviáramos preguntas para que nos respondiesen vía mail. Eligieron la última opción. Aquí está el resultado. Da para hablar.

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Joan Picanyol, director de FringeMadrid 2014, dijo sobre los términos vanguardia y  alternativo (aquí): “La verdad es que no acabo de tener claro qué término utilizar, soy consciente de no ser consistente. El término vanguardia me da muchas veces rabia pues la gente lo identifica con lo raro, con propuestas crípticas. A nosotros nos gusta más el término arriesgado, que quizá se acerque más a lo alternativo por lo que tiene de periférico. Quizá alternativo es mejor que vanguardia pero el Fringe prefiere lo arriesgado, lo atrevido, la originalidad”. ¿Qué entiendes tú por vanguardia escénica? ¿Y por artes escénicas alternativas?

Joan Picanyol nunca ha opinado sobre los términos vanguardia y alternativo. Esta pregunta, así como el artículo falaz que la inspira, tiene más malas intenciones que interés por la verdad. Pero, siguiendo con el juego, podríamos simplificarlo así: vanguardia escénica es Pradillo y CA2M; artes escénicas alternativas sería todo lo demás, precisamente por ser una alternativa a Pradillo y CA2M. En Fringe nos interesan ambas.

 ¿Cuáles son tus compañías o creadores referentes de vanguardia o alternativos?

Aunque cada miembro del equipo podrá tener sus opiniones al respecto, el Festival no tiene una postura oficial en este particular.

Se dice que FringeMadrid profesionaliza la precariedad, incluso que la institucionaliza, ¿algo que matizar?

El término “profesionalizar la precariedad” es algo confuso, ya que la precariedad laboral siempre se da en el plano profesional y no en otros. En cualquier caso, y fuera de disquisiciones filosóficas, Fringe Madrid es consciente de que los artistas que participan en el festival ganan mucho menos dinero del que merecen. Además, los que consiguen ingresar un dinero relevante lo hacen a cambio de haber asumido un riesgo económico importante e impropio, pues se contrata a las compañías por el 90% de la taquilla que generan, con un mínimo garantizado de 600 euros.

Por esa razón, el festival intenta aportar valor de otras maneras. En esta última edición, por ejemplo, y en convenio con Acción Cultural Española (A/CE), han visitado Fringe14 y tenido reuniones con compañías, 15 programadores internacionales que han hecho muestras de interés formales por un número importante de producciones presentadas en el festival, así como para acoger a artistas españoles en sus centros de creación. Con esa misma voluntad, el propio festival comenzará muy pronto a programar artistas que han estado en Fringe en otros festivales y teatros gracias a acuerdos y programas de intercambios, felizmente, en mejores condiciones económicas.

En cualquier caso, la retribución de los artistas es, sin duda, una prioridad a la hora de mejorar el festival, pero también es cierto que si las condiciones son estas es porque hay políticas y leyes culturales que Fringe Madrid no controla (ni aplaude) y por las que no puede ser responsable. Por ejemplo, el 21% de IVA, la imposibilidad administrativa de pagar a los becarios (igualito que en la Moncloa) o la política de no pagar cachés del Ayuntamiento de Madrid, “empresa” a la que pertenece el Teatro Español y, por tanto, Fringe Madrid.

De la misma manera, TEATRON no controla las leyes ni los recortes ni las políticas culturales de las “empresas” que la financian, en este caso, Ayuntamiento de Barcelona y Generalitat de Catalunya, a pesar que, dentro de sus políticas culturales, también hayan tomado la buena decisión de apoyar una libre comunidad escénica a través del Institut de Cultura del Ajuntament de Barcelona y del Departament de Cultura y del Consell Nacional de la Cultura i les Arts de “la Gene” en la que critican duramente, de forma infundada y sin ninguna precisión, absolutamente todos los festivales que se celebran en la ciudad de Madrid.

También es preciso tener en cuenta que, desgraciadamente, la precariedad laboral no sólo consiste en estar mal pagado. En este aspecto, los artistas que trabajan en Fringe podrían estar mejor pagados, pero difícilmente podrían trabajar con un equipo de dirección técnica, producción, caracterización, comunicación o administración mejor que el del Teatro Español. En este sentido, el festival puede presumir de profesionalidad sin atisbo de precariedad.

En definitiva, uno de los objetivos de Fringe es luchar contra la precariedad en la que crean y trabajan artistas comprometidos, talentosos y valientes. Para eso, aparte de quejarnos, trabajamos para crear un festival lo suficientemente relevante en la vida de un proyecto artístico como para que sea una plataforma a mejores contratos, mejores condiciones laborales, más públicos, más teatros, más festivales y proyectos de intercambio y creación. ¿Estaría menos profesionalizada la precariedad de los artistas de no existir Fringe Madrid?

¿Cuál es el presupuesto del festival? ¿Cómo se gestiona?

El presupuesto del festival este año ha sido de 160.000 euros procedentes, en su inmensa mayoría, del presupuesto de Actividades Culturales del Ayuntamiento de Madrid que gestiona la empresa pública Madrid Destino. También se aporta al festival una pequeña parte del presupuesto del Teatro Español pues Fringe es una producción de este teatro.

Este dinero se dedica fundamentalmente a producción y producción técnica del festival, alojamiento de las compañías, contratación de un equipo de profesionales durante tres meses. También a compensar hasta el mínimo garantizado de 600 euros a las compañías que no llegan a esa recaudación por taquilla, y a pagar las bandas de música y demás artistas que participan en el festival.

Pero el presupuesto real del festival es más elevado porque, igual que en el caso de una producción del Teatro Español, no se contabiliza el trabajo de los equipos de profesionales de los departamentos de dirección técnica, de producción, de administración y comunicación que también trabajan en Fringe.

También es cierto que, dado que las compañías van a taquilla y facturan una media superior a 600 euros (en 2013, cercana a los 1200 euros), estas compañías no sólo “pagan” su mínimo asegurado, sino que aportan un dinero extra al festival, aunque vaya destinado a ellas mismas.

Marion Betriu, coordinadora de las actividades teatrales del festival, dijo sobre los beneficios de las compañías y creadores: “El 90% de la taquilla es para ellas. Y les garantizamos 600 euros como mínimo, independientemente de lo recaudado”. ¿Qué te parece? ¿Caché o taquilla?

La pregunta ya está respondida en las anteriores.

¿Qué significa para ti el color amarillo?

Como sabréis el color amarillo es tradicionalmente el color de la mala suerte en las artes escénicas, desde que Moliere, según se dice, sufrió un ataque en el teatro vestido de este color. El festival juega con este concepto para su imagen gráfica desde su creación, como ha hecho en esta última edición el Festival de Avignon.

¿Cuáles son los parámetros que tenéis en cuenta a la hora de programar?

Trabajos de creación que primen la investigación y la experimentación, compañías que persigan la creación de un lenguaje propio y nuevo, espectáculos que busquen nuevas formas de entender y experimentar el teatro.

En este sentido, uno de los aspectos en los que se hace más hincapié, desde la primera edición, es el espacio como un elemento básico de la creación escénica. Es por este motivo que el festival ofrece a los creadores hasta el último rincón de Matadero para la exhibición de sus espectáculos. Espacios no convencionales que no han sido creados para la exhibición teatral.

El riesgo es otro de los conceptos que se tiene muy en cuenta a la hora de programar. Riesgo porque los creadores transitan por caminos nuevos no explorados. Caminos más salvajes y agrestes, repletos de sorpresas e imprevistos, que, en algunos casos, pueden resultar muy difíciles, tanto para los creadores como para el público que, por lo general, vive acostumbrado a la civilización y al cómodo hormigón.

Otro de los parámetros que sigue Fringe es abarcar las distintas disciplinas de las artes escénicas (teatro, danza, performance, circo) para tener una programación variada que atraiga distintos tipos de público y, a poder, ser los mezcle y contamine.

¿Hacia qué espacios escénicos madrileños sientes afinidad? ¿Hacia cuáles sientes rechazo?

Aunque cada miembro del equipo podrá tener sus opiniones al respecto, el Festival no tiene una postura oficial en este particular.

¿Qué pasará con FringeMadrid el próximo año ahora que hay un nuevo director en el Teatro Español?

Que seguirá mejorando, aunque no necesariamente haciéndose más grande. Pero nada está asegurado más allá de las buenas intenciones de toda la gente que forma parte de él.

¿Qué opinas de la nueva dirección del Teatro Español? ¿Y de su proyecto?

Aunque cada miembro del equipo podrá tener sus opiniones al respecto, el Festival no tiene una postura oficial en este particular.

¿Y de Natalio Grueso?

Aunque cada miembro del equipo podrá tener sus opiniones al respecto, el Festival no tiene una postura oficial en este particular. Eso sí, como es natural, el festival aplaude la iniciativa de Grueso a la hora de crear FringeMadrid.

¿Qué ves aquí?

Perro Paco

El festival ve aquí un pato.

¿Qué piensas de la gestión escénica de Matadero Madrid?

Aunque cada miembro del equipo podrá tener sus opiniones al respecto, el Festival no tiene una postura oficial en este particular. Eso sí, como es natural, el festival aplaude y agradece que Fringe Madrid forme parte de la programación de uno de los centros culturales con más potencial y duende de Europa.

¿Cuál es el objetivo de FringeMadrid?

Fringe Madrid tiene muchos objetivos: desde ser una plataforma de apoyo a la creación y exhibición de proyectos artísticos nuevos y relevantes, a ser un lugar de encuentro, debate, reflexión e intercambio entre creadores y profesionales de las artes escénicas (y otras disciplinas artísticas como la música, el audiovisual o la literatura). También, por supuesto, ser un lugar refrescante y estimulante al que acudir en las calurosas tardes de julio en Madrid.

Una entrevista de Perro Paco   

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Cuento viejo para directores nuevos

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Todavía no conocemos la programación del nuevo director del Teatro Español, pero acabo de recordar una historia que convendría no olvidar. Hay gente que estuvo al frente del Teatro Español e hizo bien su trabajo (no todo han sido calamidades). Sí, eran otros tiempos, lo sé, pero tampoco eran tan diferentes a estos. Un joven imbécil le escribió una carta; ahora, le contamos un cuento. 

A Pérez de la Fuente

Érase una vez una niña que se llamaba Margarita. Nació en Molins de Rei, cerca de Barcelona, en 1888; en el seno de una familia trabajadora. A la niña Margarita le gustaba mucho el teatro y comenzó a hacer funciones en centros y ateneos obreros. Cuando la niña Margarita tenía 18 años le ofrecieron una sustitución en una obra de Émile Zola y lo hizo tan bien que la niña Margarita pudo convertirse en profesional y dedicar su vida a estas mandangas. Durante seis años fue la reina de la escena catalana. Va a América una y otra vez y también hacer teatro por allá y también se convierte en reina por allá. En 1914 aparece por Madrid, actuando en el Teatro de la Princesa (cedido por Díaz de Mendoza y María Guerrero). Desde aquel momento alterna su vida en Barcelona con su vida madrileña.

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Margarita Salomé

La niña Margarita es una niña inquieta que no se conforma con los éxitos que va cosechando y no está dispuesta a repetir una y otra vez su repertorio (¡qué coñazo!). La niña Margarita se lanza a experimentar y asume riesgos que ninguna otra actriz de su tiempo se atreve a asumir (ni de su tiempo, ni casi de nuestro tiempo). Por ejemplo, con tan solo veintidós años, en 1910, estrenó en Barcelona, en el Teatro Principal, la Salomé de Óscar Wilde (¡obra prohibida en el país del autor hasta 1931!), y aquello originó un gran escándalo pues la niña Margarita, vestida con aires orientales, enseñaba el ombligo. Pero nada echaba para atrás a la niña Margarita y siguió representado obras y obras, obteniendo palos y éxitos, dejándose el pescuezo. Comenzando, gracias a su audacia y versatilidad -Ricardo Doménech dixit-, la renovación del teatro español antes incluso de que llegara la República.

En 1930 la niña Margarita se hace cargo del Teatro Español del Madrid y programa, durante las siguientes temporadas, el teatro más prestigioso de España, llevándolo a una de sus épocas más gloriosas (R.D, dixit). Contaba para tamaña empresa con la colaboración de Cipriano Rivas Cherif, en función de director de escena y asesor literario. Otro culo inquieto, clave en la historia del teatro español, que no dejó de poner en escena a las corrientes más innovadoras de la época ni cuando estuvo privado de libertad en el Penal del Dueso (llegando a representar en la cárcel Rumbo a Cardiff de O´Neill).

La niña Margarita y el niño Cipri introdujeron nuevos puntos de vista escénicos en el repertorio clásico español, pero no sólo se limitaron a hacer obra clásica de repertorio tras obra clásica repertorio (eso era lo de menos). Entre los dos rescataron obras clásicas en desuso (Fuente Ovejuna por decir una) y las dieron, mano a mano, un nuevo baño de color (en adaptaciones de Lorca o Unamuno o…) El niño Cipri conocía las experiencias europeas de vanguardia, a Max Reinhardt, por ejemplo.

No todo quedó en eso, y aquí viene lo más importante de este cuento viejo para directores nuevos, la niña Margarita no se limitó a renovar la puesta en escena de los clásicos (algo que estaría también bien revisar a día de hoy, tal vez mejor en otro teatro), sino que representó a los grandes autores españoles contemporáneos y a los autores “malditos” -hoy en día fundamentales- como Valle Inclán, e incluso Unamuno. R.D dixit que “abrió el teatro a una nueva generación destinada a hacer el mejor teatro de su tiempo, que entones estaba constituida por autores noveles, que habían tenido muy escasa presencia en la escena”.

La niña Margarita estrenó a un joven Lorca en su primera temporada al frente del Español y siguió estrenándolo… fue ella quien estrenaría por primera vez, ya en el exilio, La casa de Bernarda Alba -en Buenos Aires-, nueve años más tarde del fusilamiento de García Lorca.

Ya he dicho que se tuvo que exiliar. Sí. La derecha no perdonó a la niña Margarita su compromiso con el teatro nuevo ni con los valores republicanos. A pesar de sus éxitos al frente del Español. En junio de 1941 el Tribunal de Responsabilidades Políticas condenó a la niña Margarita “a la pérdida total de sus bienes y a la inhabilitación de toda clase de cargos, así como el extrañamiento (destierro) a perpetuidad”.

Lorca with Margarita Xirgu and Cipriano Rivas Cherif - Barcelona - 1935

La niña Margarita, con Cipri y Lorca

El caso es que hay una pequeña anécdota de la niña Margarita al frente del Teatro Español, esa anécdota de la que hablaba al principio y que no nos conviene olvidar. Y que resume parte de su labor. Y que es algo que debería pasarles a todos los que dirigen instituciones teatrales, porque significa que están haciendo bien su trabajo, que están removiendo conciencias y cambiando la sociedad. Todas esas cosas que escriben los teatreros en sus proyectos de dirección (programas electorales) y que no siempre cumplen. Ahí va: el 1 de junio de 1931, la niña Margarita estrena en el Teatro Español la obra Fermín Galán, de un jovencísimo Rafael Alberti, y esta obra le cuesta ser abofeteada por una dama católica mientras caminaba en el Retiro. Un guantazo que es más bien un premio a toda la labor que desarrolló Margarita Xirgu al frente del Teatro Español.

Amigo Pérez de la Fuente, solamente deseo que te lleves muchos guantazos de viejas damas católicas a lo largo de esta nueva andadura.

Otro Perro Paco

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Carta de un joven imbécil al nuevo director del Teatro Español

de la FuenteHola Juan Carlos Pérez de la Fuente soy tan joven que no sé nada de tu dirección hace años del CDN ni de tu carrera y soy tan imbécil que voy a escribir todo así hoy veía una película de Jean Rouch en el que un hombre calvo le reprochaba a un chaval que la juventud no detuviera la guerra de Argelia y el joven que se estaba quedando calvo le respondía que por qué hostias pensaba que la juventud siempre está disponible será que es cuando sientes más rabia y todo eso te revuelves y haces crees en la acción aunque sea escribir una carta además ahora tenemos tiempo libre lo primero es que no entiendo que alguien dirija dos teatros públicos en una misma vida ni que le dejen la miel del poder y la economía de favores José María Aznar presidente de la Tercera República Española supongo que pensarás que puedes volver a hacerlo bien no entiendo que no pienses que hay que dejar correr el aire nuevos aires sangre nueva aunque claro que he oído hablar de tu dirección del CDN que programaste a Arrabal y a Sastre que eres de derechas me da igual es lo de menos Ana Botella es tu jefa cómo lo llevas me meto en la wikipedia y veo tus montajes como director y si hago una media de los años de las obras me asusto porque no llega a Pina Bausch así que no lo hago qué digo Pina Bausch la media no llega a la transición puta transición española ilusión democrática burros y zanahorias no somos gilipollas no tanto hablando de democracia es la primera vez que abren el proceso de selección para la dirección del Teatro Español no sonaba mal pero luego escuchas los nombres que lo componen y joder estamos locos ya están los de las butacas calientes los de la declamación tomando decisiones España siglo XIX lo peor es que ni siquiera elegían era un comité asesor no somos gilipollas no tanto al final en este país en esta ciudad gobierna el dedazo sería elegante que se hiciera público cómo te eligieron Juan Carlos cómo se tomó la decisión la oligofrénica de Ana Botella no pudo ser no tiene puta idea de nada sería elegante que se hiciera público quién tomó la decisión los otros candidatos tampoco ni de coña por favor Gerardo Vera sobre todo Gerardo Vera no me jodas Gerardo Vera cualquier joven imbécil recuerda su vergonzosa dirección de CDN pensar que Sánchez-Cabezudo era la esperanza se agradece su video a veces dudo de la nueva hornada no hay ósmosis entre el teatrito en mayúsculas y otros códigos ya sabemos lo que pasa cuando los que follan son familia sospecho que el mecanismo por el que se relevan las generaciones escénicas en este país consiste en que la generación que ha agarrado el poder por los huevos crea un nicho de mediocridad a su alrededor y sólo permite que la siguiente entre a formar parte de su corralito si hace voto de mediocridad nadie puede quitarles lo bailado porque nunca han bailado alguien hablará alguna día del daño de momento ha quedado claro que el teatro alternativo es un trampolín al teatro no-alternativo fin de la historia el muro era un bastidor se sale por la izquierda y se entra por la derecha no hace mutis ni Perry Mason ninguna de las últimas direcciones de los teatros públicos alivia la rabia la bola de mierda es inmensa mejor no hablar de Natalio Grueso tu predecesor la presunción de inocencia es un derecho burgués dijo no sé quién y el tipo se va tan ancho sin dar explicaciones somos gilipollas mejor no habar de Mario Gas mejor no hablar de Ernesto Caballero somos gilipollas vuelvo contigo Juan Carlos me he leído tu programa y sólo tengo dudas tu lema es preservar y consolidar y visto lo visto no sé qué quieres preservar y consolidar limpia fija y da esplendor el Teatro Español es un cementerio lo han convertido en un cementerio como los diccionarios y las enciclopedias será difícil elegir quién dará vida a los clásicos con la panda asidua de arqueólogos y jardineros que anda suelta el público ya no distingue entre Gran Vía y Santa Ana les da igual donde ir a tomarse el vino de después el verdadero reto es el compromiso con los nuevos lenguajes escénicos los otros o lo que sea si nos los dejáis entrar romperán el dique cuidado Matadero ha perdido el poco atractivo que le quedaba ya sólo ofrece tercios a dos euros Grueso el imputado incapaz nos ha echado del Manzanares en tu programa sólo aparecen palabras del maldito Fringe riesgo innovación si de verdad que apuestas por la vanguardia escénica no la sigas explotando o se volverá en tu contra espero que lo de las tertulias sobre Teatro y toros sea una broma como lo de atraer a turistas y a empresarios que vienen a Madrid y hacer teatro para adolescentes tienes buen sentido del humor Juan Carlos y te deseo una dirección tranquila del Teatro Español esperamos tu programación pero tienes que saber que los perros y demás fauna también anda suelta y que si sientes el aliento en la nuca es porque de nuevo ocupas un cargo público y que no va a desaparecer porque nos gusta cuidar lo que es nuestro estás invitado a escribir una carta a un joven imbécil para despedirme te pongo la cumbia de Félix Rodríguez de la Fuente que no sé si es tu primo pero por lo menos nos echamos un baile que falta nos hace.

Un joven imbécil

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¿Quién recibe a quién?

Aviso para el lector: estas líneas son una pedrada a nosotros. Que cada cual analice la cantidad de golpe que le corresponde.

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Ahora que empezamos a enterarnos de las programaciones para la próxima temporada, la del CDN (analizada por Pablo Caruana en su blog de TEATRON) o la de los Teatros del Canal. Y ahora que sabemos que Pérez de la Fuente será el nuevo director del Teatro Español de Madrid (aquí su proyecto de dirección), y que se tiene que tragar la programación de Natalio, el amigo de Vargas Llosa, hasta enero, me viene a la cabeza una pregunta: ¿quién recibe a quién?, y como consecuencia, ¿quién elige a quién?

El título de esto, que bien podría dar para una serie de artículos, se centra en su primera -y posiblemente única- entrega, en qué puertas están abiertas o cuales están cerradas, cómo se cierran y para quién se abren, qué esperan y qué esperanza pueden tener los que quieren meter en el teatro su hocico. Un amigo mío, tan bromista como borracho, solía decir: para hablar conmigo hay que pedir audiencia; y en el teatro, si pedimos audiencia para hablar con alguien, ¿se nos concede?

Quizá todos aquellos que comienzan y depositan su ilusión en el mundo de las artes escénicas deban depositar más empeño en hacer nuevas amistades, bien conectadas, con su parcelita con vistas y piscina de poder, que en realizar un trabajo riguroso, digno, necesario o como ustedes lo quieran llamar. Véase la ironía. ¿Qué es lo más importante? ¿Quién lee (los) dossieres?, ¿qué programador va a ver espectáculos sin conocer, sin tener ni idea, de sus creadores?, ¿de qué vale las direcciones abiertas del CDN, por ejemplo (y pregunto porque en verdad no sé si cumplen alguna función)?, ¿hasta qué punto nos dejamos sorprender con alguien a quién no conocemos?, ¿hasta qué punto le damos un voto de confianza y por qué no damos votos de confianza a nadie? Hay gente que se deja el pescuezo intentando hacer su trabajo y, a pesar de tener propuestas que no desmerecen de algunas que son cabeza de cartel, no lo consiguen. ¿Por qué?

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Hay creadores que utilizan para hacer teatro los codos más que la cabeza. Teatro: nido de víboras. Cuando hay poco pan y muchas manos, las manos, en vez de preocuparse por el pan, se preocupan por guerrear con otras manos. Una guerra sucia, falsamente cordial, con las cartas sin levantar. El pan, al final, enmohece. La guerra de los que hablan de la paz es peor que el sopapo limpio. Seamos políticamente incorrectos: mostremos nuestras cartas. Se nos hincha el pecho con palabras como comunidad y somos muy poco comunitarios.

La frase hecha cría fama y échate a dormir, unida a la de los amigos de mis amigos son mis amigos, son los pilares básicos a la hora de hacer programaciones en los diferentes espacios escénicos, ya sean públicos, ya sean privados, ya reciban subvenciones, ya no las reciban. Y sé que esto es una generalidad. Yo mismo me he topado con gente que hace su trabajo como se tiene que hacer su trabajo: con amor a este oficio, con empeño, con las cosas claras. De ahí la aclaración al principio de estas líneas.

Esa otra frase: quien no tiene padrino no se confirma, es una sentencia que no siempre habla de buena salud y buenas prácticas. Podríamos hacer una guía de las malas prácticas en las artes escénicas (se aceptan sugerencias). Por ejemplo, es curiosa la cantidad de estirpes teatrales que pululan por España donde los hijos se convierten en peleles puestos a dedo por sus padres sin ni siquiera saber hacer la O con un canuto. Por suerte no todos los árboles genealógicos teatreros son así.

Hace algún mes leía una noticia/experimento que se llevó a cabo en el mundo editorial y que bien nos puede servir para ilustrar esto de lo que estamos hablando. Alguien cogió un libro de gran éxito editorial, le cambio simplemente el título y lo envío a agentes literarios y editoriales para que estudiasen su posible publicación. Entre las editoriales a las que se envió el manuscrito se incluía la editorial que lo había publicado. Pues bien, de las cientos de editoriales y agentes a las que se envió el libro (un éxito de ventas, crítica y público), tan sólo un agente se interesó en él, un agente que luego desestimó la idea de representar dicho manuscrito. Ni siquiera la editorial que había publicado el libro con gran éxito reconoció el manuscrito. Bien es verdad que para leer todas las propuestas que se reciben hace falta gente y para esto hace falta dinero: pescadilla que se muerde la cola; pero lo poco que hay ¿se reparte como debería ser repartido? Quienes tienen ese trabajo, ¿lo hacen bien? ¿Qué nos estamos perdiendo? Pedimos códigos de buenas prácticas a la instituciones, pero ¿existen códigos de buenas prácticas en nuestro día a día? Y esto no quiere decir que todo el mundo que tenga una propuesta/ocurrencia sea digna de llegar al escenario. ¡Acabáramos! No todo el mundo vale para Ministro, que decía otro amigo.

El caso: no es que las puertas sean pesadas y cuesten de abrir, sino que a veces son muros impenetrables que habrá que romper a martillazos. Leía hace algunos días una columna de Ignacio García May en El Cultural, que terminaba con la siguiente frase de Denise Scott Brown y Robert Venturi (la frase es del mundo de la arquitectura aplicada al mundo del teatro): “¿Por qué siguen creyendo los arquitectos que, cuando ‘las masas ‘se ‘eduquen’, querrán lo mismo que ellos?” La frase encierra dentro de sí una verdad y pone su punto de mira en el snobismo de unos cuantos teatreros. Pero tampoco hay que obviar que no todos tienen las mismas oportunidades, que el espectador no puede elegir platos que estén fuera de la carta y que quién diseña el menú tiene una responsabilidad que no es baladí; y que en muchas ocasiones se pasa por el forro de los huevos. Habría que diseñar algo así como una ética del programador/gestor que esté por encima de enchufismos (y sé que hablo, en cierto sentido, de una utopía) y, en el caso del teatro financiado con dinero público, de ciertos valores económicos. Siempre teniendo en cuenta la importancia que tiene la economía en un sector como el del teatro. La culpa no siempre está en el Ministerio de Cultura (que también): hay compañías, revistas, gestores (ni mucho menos todos)… que han cometido verdaderas tropelías con el dinero de las subvenciones recibidas. No nos engañemos. En todos los sitios cuecen habas. Para regenerarnos (es época de regeneración: se necesita aire nuevo para acabar con tanto anquilosamiento) regeneremos el sector desde dentro, en primer lugar. Una parte del enemigo del teatro está dentro del teatro. El gusano está también dentro de la manzana. No demos balonazos al aire. Démonos balonazos a nosotros mismos y afinemos bien la puntería para lo demás.

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Basta ya de que se nos llene la boca de palabras como compromiso, responsabilidad, buenas prácticas, etc. y luego seamos los lobos que están desangrando al teatro. Los caníbales. No se puede estar en misa y repicando. Tal vez esto sea por eso de las máscaras y tal y cual.

Ya decía mi madre aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga, y también decía: un día te irás a echar mano a una oreja y no te llegarás a la otra. Pues eso. Tal vez necesitamos un FíltralaRecogiendo la frase citada por García May, y para terminar (aunque me deje muchas cosas) quizás los primeros que deban educarse sean los teatreros, profesión acostumbrada a todo de tipo de chanchullos más que cuestionables (como otras, es cierto); seguro que luego haría menos falta eso de educar a los demás.

Otro Perro Paco

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