La carta de Rodrigo y el problema francés. Me siento como una mierda.

Yo me siento como una mierda, tú te sientes como una mierda, él se siente…

Cruda, vuelta y vuelta, a punto, chamuscada. Fot. Christophe Raynaud Delage. Fotografía Christophe Raynaud Delage

Los intermitentes franceses llevan calentitos los últimos meses pensando que les van a quitar la intermitencia. Pueden leer las noticias aquí y acá. Resumiendo: el Estado está en banquita rota, la derecha nacionalista asciende y la Francia no sabe qué hacer. Bueno sí, piensa en quitar la intermitencia a ver si saca cuartos de debajo de las piedras. Los intermitentes no están contentos y han ido a la huelga.

Rodrigo García, enfant terrible del teatro español, hijo predilecto en Francia y ahora director del CDN de Montpellier escribió un mail público que todavía está en la portada de la web del teatro. Ahora lean -y piensen-: la carta de Rodrigo y la contestación a la carta de Franck Ferrara.

CARTA DE RODRIGO GARCÍA A LOS ACTORES, TÉCNICOS Y TODO EL EQUIPO (16 PERSONAS) QUE PARTICIPAN EN LA OBRA GÓLGOTA PICNIC

Queridos amigos,

Como podéis ver, este mail ha sido escrito a las 3 de la mañana del cinco de junio y no porque he estado de fiesta, simplemente no conseguía dormir.
Las representaciones deGólgota Picnic han sido anuladas.

Esto se parece a lo que algunos de nosotros vivimos en 2003, teníamos funciones previstas en Avignon y al final nos quedamos en casa porque el festival fue anulado por el boicot de los intermitentes del espectáculo que reivindicaban sus derechos.

Hoy, once años después, el mismo hecho tiene lugar. Los intermitentes mantienen un combate contra el Estado francés y preparan huelgas para protestar porque han tocado sus derechos.

Comienzan por boicotear el primer festival de primavera-verano del sur de Francia: Las Primaveras y si las cosas no se arreglan seguro continuarán con el Festival de Montpellier Danza y terminarán quizá por obstruir el de Avignon, como en 2003, a menos que el gobierno ceda y negocie.

Yo, en nombre del CDN, he prestado hace ya tiempo la sala grande del teatro a los intermitentes para su primera Asamblea General.

Yo, en nombre del CDN, he firmado hace dos días una carta en apoyo a los intermitentes dirigida al Primer Ministro Emmanuel Valls.

Yo, esta mañana, tenía una reunión en el DRAC con otros 18 directores que forman parte -como yo- de eso que se llama comité de expertos: nos reunimos para debatir sobre compañías regionales que obtendrán subvenciones. Hemos decidido esta mañana no hacer nuestro trabajo y unirnos a la huelga y hemos redactado una carta a favor de los intermitentes.

Yo, esta tarde, he decidido que anulábamos Gólgota Picnic en un gesto de apoyo a los derechos de los trabajadores franceses a los que llamamos “intermitentes del espectáculo”.

Cuando explico, a otros, que uno de los actores de nuestra compañía (Gonzalo Cunill) ha renunciado a un trabajo de varias semanas en España sólo para hacer tres funciones de Gólgota Picnic en Montpellier, no le interesa a nadie.

A nadie le importa saber que otros sufren económicamente por todo esto.

Que se vayan al carajo, los artistas y técnicos españoles, italianos y portugueses de nuestro equipo, ellos que no reciben ninguna ayuda del Estado cuando no trabajan porque no trabajan en Francia, Bélgica o Suiza.

A todo el mundo le importa un bledo. A causa de esta cancelación, todo el equipo de Gólgota Picnic pierde la oportunidad de hacer un trabajo y ganar un salario para vivir con sus familias, a todo el mundo le importa un bledo que vengan de países en crisis donde no hay trabajo.

Los intermitentes franceses defienden sus derechos con un egoísmo pronunciado y no se preocupan de lo que pasa a su alrededor.

Es digno de estudio antropológico; a veces todo tiene un aire tan primitivo, como en Tristes trópicos de C. Lévi-Strauss. También hay que decir que la asamblea de esta tarde ha tenido sus momentos estalinistas, que me han parecido oscuros y patéticos. Y sin embargo, yo estoy con ellos. Los apoyamos.

Además: nadie se ha dado cuenta del gran perdedor: el público, los ciudadanos, sus vecinos, los profesores de sus hijos o los médicos que los curan, es decir, el público que, cuando deja de ser profesor o médico, va al teatro. Que se vayan al carajo. Este verano se quedarán en casa a echar un solitario o irán a pasear al Odysseum, porque no habrá ópera, ni teatro, ni danza.

El debate sociológico y filosófico sobre este tema sería interminable y no quiero comenzar a discutir en este mail que escribo solamente para comunicaros la mala noticia de la cancelación.

Como director de una institución, me he posicionado en uno de los dos campos, el de los intermitentes del espectáculo, que han sido traicionados por el gobierno socialista. Hollande no ha mantenido sus promesas. La ministra de cultura le pasa la patata caliente al ministro de trabajo que se niega a echarse atrás.

Al tomar esta decisión, me siento en el plano personal como una mierda, porque no podemos hacer nuestra obra en junio como estaba previsto (habíamos recibido tantas solicitudes de entradas que habíamos ampliado a una tercera función) y que vosotros, como yo, nos vemos privados de un primer contacto artístico con la ciudad de Montpellier.

Supongo que mi decisión de cancelar la obra y de situarme al lado de los intermitentes no agradará mucho al Ministro de trabajo. Supongo que esta carta, que hemos decidido hacer pública, no agradará mucho a los intermitentes del espectáculo. Muy bien, recibiré bofetadas de ambos lados. Por lo menos he dicho lo que tenía que decir. Creo indispensable decir que la gente que -y es su derecho- tira por los suelos un festival debe tomar conciencia de los “daños colaterales”, porque los hay, y no los menos.

No merece la pena decir que las trescientas personas que estaban en la Asamblea esta tarde me han aplaudido cuando he anunciado que no haría Gólgota. Me he sentido y me siento como una mierda. Porque amo mi trabajo.

Os volveré a escribir pronto para saber si es posible presentar Gólgota Picnic más tarde. Veremos. Porque esta cancelación afecta, y mucho, la economía precaria de nuestro pequeño CDN que tiene la ambición de crecer y modernizarse.

Rodrigo

4MUERTE_Y_RENCARNACION_EN_UN_COW_BOY_copyright-christianberthelotFotografía Christian Berthelot

A los pocos días en varios medios de comunicación apareció una respuesta del actor Franck Ferrara.

CARTA DE FRANCK FERRARA A RODRIGO GARCÍA

Hola Rodrigo,

Te conozco, conozco tu trabajo, te admiro por lo que haces y lo que defiendes en este arte que también es el nuestro. Te ruego que creas en mi amistad y mi sinceridad. Por mi parte, tú no me conoces y no puedes admirarme, pero da igual. Por lo contrario, cuando leí tu carta, me puso contento que te sintieses como una mierda, porque quiere decir que sientes un poco eso que yo siento después de diez años de lucha.

Porque yo también me siento como una mierda. Como una mierda cuando debo aceptar hacer mala figuración a dos horas en coche desde mi casa, sin que te paguen la gasolina. Como una mierda cuando tengo que sonreír para ver si encuentro un papel que nunca encuentro porque siempre es demasiado tarde. Como una mierda cuando doy talleres a chavales que se la sopla y que consideran el teatro como una buena razón para saltarse las clases, aunque yo sepa que comencé en el teatro como ellos. Como una mierda cuando mi familia me pregunta por qué no soy ya una estrella, por qué no salgo en la televisión, porque no hago cine. Como una mierda cuando les respondo que no quiero volverme comercial y que se rían en mi cara mientras me dicen que hoy todo el mundo lo hace. Como una mierda cuando los espectáculos que monto con mis compañeros no hacen gira porque no llegan por aquí o se pasan por allá. Como una mierda cuando llamo diez veces a un director para que acepte leer mi pobre dossier, como una mierda cuando entiendo que le importa un carajo mi trabajo y que cree ser mi padre. Como una mierda cuando comprendo que ese mismo director está cogido por los huevos y que sus subvenciones se ven reducidas año tras año. Como una mierda cuando aplaudía en la huelga con lágrimas en los ojos sabiendo que ese será el único modo de hace avanzar las cosas porque en este país, hoy, sólo las estúpidas demostraciones de fuerza logran cambiar las cosas. Como una mierda cuando he leído tu carta y me he dicho: tiene razón, ¿qué estamos haciendo? Como una mierda delante de gente que habrá leído tu carta y me dirá: “¡No tienes vergüenza, especie de gandul, impedir a la buena gente ir a distraerse al teatro!” ¡Como una mierda, tío! Una pequeña mierda que le importa un carajo a todo el mundo… que actúe, que no actúe… que sea artista o no, intermitente o no…

Pero Rodrigo, lo que hemos hecho hoy, lo que intentamos hacer, es para ti, es para todos tus amigos que volverán a actuar la próxima vez en tu teatro o en otros, es para todos aquellos que pueden decirse artista, técnico u otra actividad en el Arte. Es un oficio, no un pasatiempo, UN PUTO OFICIO, que podamos poner en la mesa delante de la suegra para que se calle la boca, delante de todos los que creen que el teatro son vacaciones, o simplemente escribir “intermitente del espectáculo” en cualquier documento que tenga tu oficio en vez de escribir “parado” porque es lo que somos oficialmente de nuevo, te recuerdo. Ya acabo…

La próxima vez que nos quieras decir algo, ven a hablarnos en vez de enviar una carta y mandarnos a la mierda, nuestras Asambleas Generales son caóticas, pero por lo menos nos expresamos, si tú lo haces mejor, si sabes más, ven y explícanos tu método.

Hace diez años que hacemos dossieres, que estamos ahí, que no soltamos la cuerda, porque sabemos que nuestras propuestas son justas, porque sabemos de lo que hablamos, porque sabemos lo que es anular un espectáculo, ¡ANULAR UN ESPECTÁCULO! Como reventar una fábrica o inmolarse en fuego o tirar por los suelos muchos meses de trabajo. ¿Es arcaico y estúpido? Pero es la única forma de luchar con una política arcaica y estúpida, es la única forma que nos queda después de TODAS LAS TENTATIVAS de diálogos, de encuentros, de propuestas.

La única acción que nos queda, el “Teatro”, para hacernos entender… y sin nosotros, no habrá más teatro… Más teatro libre, independiente, comprometido o caótico como nuestras Asambleas Generales o también tú teatro… El teatro para hacerse entender, para luchar, para intentar mejorar este país que se va al garete, para hacer oír la voz de los parados, los precarios, los temporales. No me enfado contigo, Rodrigo, pero la próxima vez, reflexiona un poco antes de escribir una carta a las 3 de la mañana, mi suegra las lee… Sabes dónde encontrarnos, Rodrigo, hasta pronto.

Franck Ferrara

Actor, escenógrafo, director, pedagogo, sustituto, profesor, intermitente del espectáculo y parado.

Le chien andalou

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Nadie dice nada y Pinter bebe Anís del Mono

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El Disco de Oro de las Voyager continúa su periplo por el espacio interestelar. La primera vez que vi La Abducción de Luis Guzmán fue en el Fringe 2013. Un escaparte en la pasarela del Manzanares que alardea de ser “el festival más arriesgado de artes escénicas”, cuando los únicos que arriesgan son los creadores al asumir que cobrarán una miseria por meses de trabajo. Todos contentos. ¿Todos contentos? Todos contentos! Sobre todo los encargados de la política cultural madrileña, porque han encontrado una fórmula más para devaluar la fuerza de trabajo de los locos que se dedican a las artes vivas, y de paso generar plusvalía simbólica al parecer que apoyan lo que algunos ya califican como un momento “único, efervescente, (…) tan importante como la movida madrileña”. Lo cual no sé por qué me recuerda a lo que le dice Maximiliano Guzmán a su hermano al inicio de la obra: “¿Sabes cómo es dejarse dar por el culo, duro, muy duro, una vez y otra, por un desconocido (…)?”. ¿Qué pasó con Sismo? ¿Qué ha pasado con Escena Contemporánea? Qué movida. Hay que joderse. Y nadie dice nada.

A finales de los setenta, la Nasa encarga a Carl Sagan que grabe un disco con los “Sonidos de la Tierra” para enviarlo en las sondas Voyager al espacio. Por si lo encuentra otra civilización y consiguen hacerse una idea de la nuestra. A Luis Guzmán le flipa Carl Sagan, el misterio y lo paranormal. En el disco puede escucharse la Cavatina de Beethoven, verse un diagrama de los órganos sexuales humanos, y leerse un saludo en Amoy que dice algo así como: “Amigos del espacio, ¿cómo están ustedes? ¿Han comido ya? Vengan a visitarnos, si tienen tiempo”. También hay imágenes de cómo lame, come y bebe nuestra especie. El Disco de Oro de las Voyager continúa su periplo por el espacio interestelar, pero en él no hay nada sobre artes escénicas. ¿Cómo se lo explicaríamos a otra civilización? ¿Con una imagen de un teatro griego? ¿Teatro del siglo XIX? ¿Teatro del XIX hecho en el siglo XX o en el XXI? ¿Performance? ¿Performance en un museo o performance en una caja negra? ¿Enviaríamos un texto de Shakespeare? ¿De Handke? ¿Y si a cualquiera de nosotros nos pidieran que explicáramos a otra civilización cómo eran las escénicas en 2014 en Madrid? ¿De qué hablaríamos? ¿Del ciclo de 10 años de la Tristura? ¿De Angélica Lidell? ¿De Albert Boadella y Arturo Fernández? ¿Alfredo Sanzol? ¿Paz Rojo? ¿De la Red de Teatros Alternativos? ¿Del CA2M? ¿Microteatro por dinero? ¿La Casa Encendida? ¿CDN? ¿Teatro Pradillo?

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La Abducción de Luis Guzmán es una marcianada. Un agente extraño en el cuerpo escénico madrileño. Y eso mola. Eso sí, hay dos posibilidades: o el cuerpo escénico se modifica para asimilara, o la expulsa. Habrá que estar atentos a la reacción. Por sus características, de las que hablaré más adelante, el espacio natural de esta obra debería ser alguna sala de los teatros públicos madrileños. Pero, por muy buen trabajo que sea, ¿cómo va a estar la primera obra de teatro de un tipo que se dedica a las audiovisuales, con actores como Emilio Tomé, en uno de esos cotos vedados? Año tras año nos lo demuestran. Y nadie dice nada. Nadie dijo nada de la despedida faraónica de Mario Gas del Teatro Español con Follies, sino que le agradecieron que se gastara menos que otras versiones del musical. Y la crítica le alabó y triunfó en los Max. ¿Cuántas obras se hubieran podido producir con el presupuesto de Follies? Producciones de esas en las que pagan ensayos, dietas, desplazamientos, y te hacen contrato de artista o torero durante las funciones. ¿Alguien sabe de qué hablo? Nadie dijo nada cuando Gerardo Vera dejó la dirección del CDN y monta con su productora Maribel y la extraña familia de Mihura. ¿No puso así de manifiesto con qué compás movía la batuta? Tampoco nadie dice nada de cambiar los estatutos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico para que muchas obras que están en el CDN se hagan en el Teatro Pavón y se ventile un poco el imaginario contemporáneo.

Hace un par de años cambió la dirección de los teatros públicos madrileños. Poco se ha notado. Y todos seguimos callados. Nadie dijo nada cuando Natalio Grueso tuvo la revelación de programar la obra dramática completa de Vargas Llosa. Todo un visionario, además de imputado. Y nadie ha dicho nada de los reestrenos de esta temporada en el CDN. Buen sí, ochenta y pico personas firmaron una carta pidiendo explicaciones a Ernesto Caballero. Quien no ha dicho nada es él. No passa res, en este país estamos acostumbrados desde siempre a que a las instituciones públicas las rijan principios conservadores, a que los espacios con más dinero sean los más rancios, a que lo que meten dentro de ellos lo llamen CULTURA, y que lo que dejan fuera sea cultura alternativa o incluso contracultura. Mientras tanto a Rodrigo García se convierte en el director del CDN de Montpellier. Y así seguirán las cosas por los siglos de los siglos, a no ser que hagamos algo. ¿Propuestas?
http://vimeo.com/81843202

La Abducción de Luis Guzmán es una obra de texto, de personajes, de conflicto dramático y todas esas cosas del siglo XIX que han sobrevivido a las vanguardias históricas, al viraje plástico de Beckett, a las dramaturgias de la “densidad” y la “complejidad”, a la danza contemporánea, a todos los pos y repos, y, y, y… Quizás el motivo sea que las instituciones burguesas (y fascistas) también han sobrevivido al siglo XX, y todos somos más o menos burgueses (y fascistas). Y al ser burgueses (y fascistas), todavía nos creemos que nuestro mundo aséptico tiene un orden y su devenir un sentido, y por eso nos tragamos cosas como que esta crisis tiene principio y tendrá un final, o la cartelera de muchos teatros. No asumimos la complejidad y seguimos representando la “realidad” en estructuras que responden a los principios de causalidad y coherencia. El teatro burgués, gran parte de nuestro teatro para bien o para mal, se construye para vender al espectador la sensación de que la “realidad” es explicable, predecible y controlable. Así, el imperio de la verosimilitud dramática gobierna la escena desde hace demasiado tiempo. Todo lo demás es lo otro, lo obsceno, y cuando lo conoces y te lo metes, has de volver a configurar tus hábitos dramáticos, o mirar para otro lado.

El principal transmisor de la verosimilitud ha sido el texto. Por supuesto, hay y ha habido de todo. Hay textos que han reventado la tradición, generando nuevas vías escénicas. Otros, aun partiendo de estructuras verosímiles, han sabido llevarlas hasta el límite, poniendo en cuestión los principios de los partían. La dramaturgia anglosajona está llena de buenos ejemplos, pero quizás el más interesante sea el de Harold Pinter. La Abducción de Luis Guzmán es lo que hubiera escrito Pinter si en vez de whisky hubiera sido bebedor de Anís del Mono. Lo que la diferencia del teatro de texto que solemos sufrir en esta ciudad, y me lleva a pensar sobre ella.

El argumento la obra es el siguiente: Luis Guzmán es un hombre raro. En su pueblo será el tonto del pueblo, aunque su dialéctica supere la de muchos hombres cultos de ciudad. Sufre algún tipo de trastorno mental de esos por los que encerraban a la gente en psiquiátricos y ahora salen en la tele o se les incluye en las listas cerradas de los partidos políticos. Está obsesionado con el misterio, lo paranormal, el espacio exterior, Carl Sagan y su Disco de Oro, y alucina un poco creyendo que todos los días graba un programa de radio llamado La hora de Luis. Luis Guzmán es el loco que la sociedad niega y oculta para no enfrentarse con lo terrible. Hasta ahora ha vivido con su padre José Luis, quien se encargaba de su cuidado. Su padre muere, y su hermano Maximiliano vuelve de Londres a enterrarle y a decidir qué hacer con Luis. Empieza la obra. Tarde después del entierro. Hermanos contrapuestos. Max, egoísta y frío, es un ejemplo del individualismo anglicano liberal. Tres palabras que podrían ser sinónimas. Nada que ver con la familia cristiana que permanece unida en torno al brasero de la mesa camilla de la que Max procede, y de la que su mujer, Clara, no sabía nada. Max y Clara, dos nombres muy pinterianos. Primera transición. Llega Clara y flipa con Luis y con el pasado de Max. Max y Luis se enfrentan, Max y Clara se enfrentan, Luis y Clara se enfrentan. Triángulo. Segunda transición. Al día siguiente Max y Clara deciden qué hacer con Luis. Ya. En fin, esto puede leerse en cualquiera de las críticas que se han escrito sobre la obra.

Por ponerme un poco perro, creo todo fluiría más si se perdiera el respeto a las coordenadas temporales y el apego a la estructura dramática. Old Times de Pinter. Las espaciales no influyen. ¿Es Castilla? Qué más da. Podría ser cualquier pueblo. Se abstraen las características de las provincias. Mola. El personaje ausente del padre, de quien se nos dice poco, se hace presente a través del sillón y del abrigo que se pone Clara al llegar. Bien. Clara también podría ser un personaje ausente y no pasaría nada. Lo que pasa, pasa entre Luis y Max. El problema es que no podríamos disfrutar de la interpretación de Ana Alonso. Que se quede Clara, entonces, que se quede Ana Alonso. Francisco Reyes tiene mucho de eso que los entendidos llaman presencia escénica, cuya enseñanza por profesores de interpretación daría para una divertida videoplaylist o un cómic. Pero no sólo es presencia. Se luce en esos relatos que tanto recuerdan a Ashes to ashes de Pinter. Emilio Tomé ha conseguido construir un personaje con el que empatizamos desde que sale comiendo pipas. Yo, si se emitiera La hora de Luis, sería un oyente fiel. Luis Guzmán no tiene ideas, tiene trenes de ideas. Luis Guzmán no habla, vomita. Si Luis Guzmán tuviera twitter sería un fenómeno hipster. Tomé, mucho mejor que en el Fringe, logra encauzar el torrente verbal de Luis sin pasarse de revoluciones. La participación de Emilio Tomé en el montaje, a quien se le ha nombrado como “uno de los valores del teatro de vanguardia patrio”, pone en cuestión la tontería esa que nos quieren hacer creer de las familias del teatro y la danza, y anima a la promiscuidad escénica. Algún día, cuando encuentre el modo de no herir demasiadas sensibilidades, escribiré sobre la generación silenciada de creadores escénicos de Madrid, a la cual pertenecería Emilio Tomé. Gran parte de las palabras de Remón, de quien por favor esperamos más obras, han sido escritas a partir de improvisaciones en los ensayos. Un método que ahora se le atribuye a Claudio Tolcachir y su Timbre 4, pero que sólo es posible con mucho tiempo de trabajo previo. Condiciones que estaría bien que alguien empezara a hacer viables. Es decir a pagarlas para que montajes como La Abducción de Luis Guzmán no sean un sacrificio económico, y salgan de los halls de los teatros y ocupen los escenarios.

La obra tiene todas las papeletas para convertirse en un éxito. Un éxito merecido. Por méritos propios. De ser así el cuerpo escénico madrileño lo agradecerá. Significaría que su salud mejora. Y entonces sí, Todos contentos!
http://vimeo.com/65635065

Un Perro Paco

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Carta a un joven imbécil #1 Pablo Caruana. Día 5: la simulación culpable

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 Protegedme de lo que deseo, de Rodrigo García

 

DÍA 5: viernes 4 de octubre.

LA SIMULACIÓN CULPABLE

Va sin coña, mi mail bulle. Hoy he recibido varios mensajes, todos me apoyan, uno me habla de su abuela y todo lo que aprendió de ella, otro me dice que el texto de Cohen lo han leído en el ensayo y ha cambiado todo el rumbo que estaba tomando la obra, otros me dan simples palmadas en la espalda y me instan a que siga escribiendo otra vez. De la chica de danza no he sabido nada, del “quetedencaruana@…” tan sólo he recibido un inquietante mail que dice: “pufffffff”.

Estaba pensando, en cómo debe afrontar, ya sea uno actor, iluminador, crítico, director de un festival o lo que sea, las reacciones exteriores al trabajo propio. Este es un gran tema. Mucho se ha hablado del montaje siguiente a uno que tuvo éxito, mucho del miedo del artista ante el estreno… Sobre esto último diría más: yo lo he visto, el miedo, digo, en plena acción. Semanas antes de un estreno he visto creadores incapaces de escuchar nada sobre sus montajes, creadores que sabiendo de su debilidad se protegen todo lo que pueden. Incluso he visto a un director español, pero de renombre europeo, cambiar un montaje después de una crítica. Bueno, este último caso es el más esperpéntico y quizá el más fácil de evaluar.  Pero la pregunta no es fácil ¿cómo afrontar el elogio, cómo un pequeño éxito o cómo una pequeña derrota? Lo primero que hay que tener en cuenta es que si esto pasa es porque uno ha hecho, y eso ya está bien. Hacer tiene que ver con quedar expuesto, no es fácil.

Dicho esto y aunque sea un método bíblico no hay nada mejor que la anécdota ilustrativa: yo tengo un primo que es de Cáceres, siempre tuvo con nosotros, capitalinos de pro, un poco de distancia resentida, de auto complejo provinciano. Era un tío listo pero a su manera, con lógica paralela y extraña para una familia llena de matemáticos e ingenieros. En unas navidades en Pamplona, eso sí que eran navidades, la casa de los abuelos con el jardín nevado, la chimenea donde veíamos a los mayores reír y tomar… Bueno, unas navidades a este primo le regalaron un aparatito lógico-deductivo. Como era de los pequeños de los primos a los cinco minutos ya se lo habían quitado. En toda la noche no le dejaron jugar con él (recibíamos los regalos de Papá Noel por la noche). El juguete tenía varios niveles, dos de los primos más matemáticamente listos se pusieron a competir. Al final, quedaron empatados, digamos, en el nivel 7, nadie pasaba al 8.

Acabada la noche, todos no fuimos a la cama. Al día siguiente, después de desayunar, mientras unos jugábamos con el nuevo Petrópolis y otros seguían desperezándose, mi primo de Cáceres como quien no quiere la cosa cogió su juguete, se puso a ello y pasó al nivel ocho. Al principio, la reacción fue bochornosa. Uno de los que había quedado finalista se lo hizo repetir porque no se lo creía. Mi primo lo repitió, después de unos minutos de cierto estupor todos empezaron a felicitarlo, me acuerdo que yo me quedé muy contento, durante el resto de navidades todos los primos cambiaron la consideración en que tenían a mi primo el de Cáceres y empezaron a hacerlo mucho más participe de los juegos y a tener más en cuenta su opinión. Yo, como disléxico que soy, me alegré mucho. Siempre me cayó bien este primo. Hace poco, hará un mes me lo encontré por la calle en Madrid y nos tomamos una caña, no sé por qué le recordé la anécdota, él me miró sombrío y me dijo: “Sí, ya recuerdo, fueron las peores navidades de mi vida, lo pasé horrible, aquella noche de la que hablas me la pasé jugando como un energúmeno al juego cuando todos dormíais. Fue obsesivo, me decía: “joder yo debía tener diez años, y me juré que no pararía hasta pasar aquel puto nivel”. Al día siguiente, simulé que lo hacía con total naturalidad. A partir de ahí, me sentí una mierda todas las navidades”.

Y mi hija, que está leyendo esto y ya está demasiado espabilada me dice: “Ya, pero si lo hubiese hecho de verdad (pasar al nivel 8, dice), ¿qué tendría que haber hecho?, ¿hacerse amiguito de su primo que antes lo trataba tan mal?”. Y pienso, que puta razón que tiene la niña, el problema más que obtener “éxito” por una u otra vía, sea cual sea, es cómo gestionarlo luego. Mi primo no lo pasó mal por el engaño, sino por aceptar pasar a una liga que deseó tanto como detestó. ¿Qué coño es lo que queremos? ¿El objeto en el que focalizamos el deseo u otra cosa? Ten cuidado de lo que deseas. “Protegedme de lo que deseo”, Rodrigo García dixit.

 Pablo Caruana
pablo_caruana@yahoo.es

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