Nadie dice nada y Pinter bebe Anís del Mono

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El Disco de Oro de las Voyager continúa su periplo por el espacio interestelar. La primera vez que vi La Abducción de Luis Guzmán fue en el Fringe 2013. Un escaparte en la pasarela del Manzanares que alardea de ser “el festival más arriesgado de artes escénicas”, cuando los únicos que arriesgan son los creadores al asumir que cobrarán una miseria por meses de trabajo. Todos contentos. ¿Todos contentos? Todos contentos! Sobre todo los encargados de la política cultural madrileña, porque han encontrado una fórmula más para devaluar la fuerza de trabajo de los locos que se dedican a las artes vivas, y de paso generar plusvalía simbólica al parecer que apoyan lo que algunos ya califican como un momento “único, efervescente, (…) tan importante como la movida madrileña”. Lo cual no sé por qué me recuerda a lo que le dice Maximiliano Guzmán a su hermano al inicio de la obra: “¿Sabes cómo es dejarse dar por el culo, duro, muy duro, una vez y otra, por un desconocido (…)?”. ¿Qué pasó con Sismo? ¿Qué ha pasado con Escena Contemporánea? Qué movida. Hay que joderse. Y nadie dice nada.

A finales de los setenta, la Nasa encarga a Carl Sagan que grabe un disco con los “Sonidos de la Tierra” para enviarlo en las sondas Voyager al espacio. Por si lo encuentra otra civilización y consiguen hacerse una idea de la nuestra. A Luis Guzmán le flipa Carl Sagan, el misterio y lo paranormal. En el disco puede escucharse la Cavatina de Beethoven, verse un diagrama de los órganos sexuales humanos, y leerse un saludo en Amoy que dice algo así como: “Amigos del espacio, ¿cómo están ustedes? ¿Han comido ya? Vengan a visitarnos, si tienen tiempo”. También hay imágenes de cómo lame, come y bebe nuestra especie. El Disco de Oro de las Voyager continúa su periplo por el espacio interestelar, pero en él no hay nada sobre artes escénicas. ¿Cómo se lo explicaríamos a otra civilización? ¿Con una imagen de un teatro griego? ¿Teatro del siglo XIX? ¿Teatro del XIX hecho en el siglo XX o en el XXI? ¿Performance? ¿Performance en un museo o performance en una caja negra? ¿Enviaríamos un texto de Shakespeare? ¿De Handke? ¿Y si a cualquiera de nosotros nos pidieran que explicáramos a otra civilización cómo eran las escénicas en 2014 en Madrid? ¿De qué hablaríamos? ¿Del ciclo de 10 años de la Tristura? ¿De Angélica Lidell? ¿De Albert Boadella y Arturo Fernández? ¿Alfredo Sanzol? ¿Paz Rojo? ¿De la Red de Teatros Alternativos? ¿Del CA2M? ¿Microteatro por dinero? ¿La Casa Encendida? ¿CDN? ¿Teatro Pradillo?

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La Abducción de Luis Guzmán es una marcianada. Un agente extraño en el cuerpo escénico madrileño. Y eso mola. Eso sí, hay dos posibilidades: o el cuerpo escénico se modifica para asimilara, o la expulsa. Habrá que estar atentos a la reacción. Por sus características, de las que hablaré más adelante, el espacio natural de esta obra debería ser alguna sala de los teatros públicos madrileños. Pero, por muy buen trabajo que sea, ¿cómo va a estar la primera obra de teatro de un tipo que se dedica a las audiovisuales, con actores como Emilio Tomé, en uno de esos cotos vedados? Año tras año nos lo demuestran. Y nadie dice nada. Nadie dijo nada de la despedida faraónica de Mario Gas del Teatro Español con Follies, sino que le agradecieron que se gastara menos que otras versiones del musical. Y la crítica le alabó y triunfó en los Max. ¿Cuántas obras se hubieran podido producir con el presupuesto de Follies? Producciones de esas en las que pagan ensayos, dietas, desplazamientos, y te hacen contrato de artista o torero durante las funciones. ¿Alguien sabe de qué hablo? Nadie dijo nada cuando Gerardo Vera dejó la dirección del CDN y monta con su productora Maribel y la extraña familia de Mihura. ¿No puso así de manifiesto con qué compás movía la batuta? Tampoco nadie dice nada de cambiar los estatutos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico para que muchas obras que están en el CDN se hagan en el Teatro Pavón y se ventile un poco el imaginario contemporáneo.

Hace un par de años cambió la dirección de los teatros públicos madrileños. Poco se ha notado. Y todos seguimos callados. Nadie dijo nada cuando Natalio Grueso tuvo la revelación de programar la obra dramática completa de Vargas Llosa. Todo un visionario, además de imputado. Y nadie ha dicho nada de los reestrenos de esta temporada en el CDN. Buen sí, ochenta y pico personas firmaron una carta pidiendo explicaciones a Ernesto Caballero. Quien no ha dicho nada es él. No passa res, en este país estamos acostumbrados desde siempre a que a las instituciones públicas las rijan principios conservadores, a que los espacios con más dinero sean los más rancios, a que lo que meten dentro de ellos lo llamen CULTURA, y que lo que dejan fuera sea cultura alternativa o incluso contracultura. Mientras tanto a Rodrigo García se convierte en el director del CDN de Montpellier. Y así seguirán las cosas por los siglos de los siglos, a no ser que hagamos algo. ¿Propuestas?
http://vimeo.com/81843202

La Abducción de Luis Guzmán es una obra de texto, de personajes, de conflicto dramático y todas esas cosas del siglo XIX que han sobrevivido a las vanguardias históricas, al viraje plástico de Beckett, a las dramaturgias de la “densidad” y la “complejidad”, a la danza contemporánea, a todos los pos y repos, y, y, y… Quizás el motivo sea que las instituciones burguesas (y fascistas) también han sobrevivido al siglo XX, y todos somos más o menos burgueses (y fascistas). Y al ser burgueses (y fascistas), todavía nos creemos que nuestro mundo aséptico tiene un orden y su devenir un sentido, y por eso nos tragamos cosas como que esta crisis tiene principio y tendrá un final, o la cartelera de muchos teatros. No asumimos la complejidad y seguimos representando la “realidad” en estructuras que responden a los principios de causalidad y coherencia. El teatro burgués, gran parte de nuestro teatro para bien o para mal, se construye para vender al espectador la sensación de que la “realidad” es explicable, predecible y controlable. Así, el imperio de la verosimilitud dramática gobierna la escena desde hace demasiado tiempo. Todo lo demás es lo otro, lo obsceno, y cuando lo conoces y te lo metes, has de volver a configurar tus hábitos dramáticos, o mirar para otro lado.

El principal transmisor de la verosimilitud ha sido el texto. Por supuesto, hay y ha habido de todo. Hay textos que han reventado la tradición, generando nuevas vías escénicas. Otros, aun partiendo de estructuras verosímiles, han sabido llevarlas hasta el límite, poniendo en cuestión los principios de los partían. La dramaturgia anglosajona está llena de buenos ejemplos, pero quizás el más interesante sea el de Harold Pinter. La Abducción de Luis Guzmán es lo que hubiera escrito Pinter si en vez de whisky hubiera sido bebedor de Anís del Mono. Lo que la diferencia del teatro de texto que solemos sufrir en esta ciudad, y me lleva a pensar sobre ella.

El argumento la obra es el siguiente: Luis Guzmán es un hombre raro. En su pueblo será el tonto del pueblo, aunque su dialéctica supere la de muchos hombres cultos de ciudad. Sufre algún tipo de trastorno mental de esos por los que encerraban a la gente en psiquiátricos y ahora salen en la tele o se les incluye en las listas cerradas de los partidos políticos. Está obsesionado con el misterio, lo paranormal, el espacio exterior, Carl Sagan y su Disco de Oro, y alucina un poco creyendo que todos los días graba un programa de radio llamado La hora de Luis. Luis Guzmán es el loco que la sociedad niega y oculta para no enfrentarse con lo terrible. Hasta ahora ha vivido con su padre José Luis, quien se encargaba de su cuidado. Su padre muere, y su hermano Maximiliano vuelve de Londres a enterrarle y a decidir qué hacer con Luis. Empieza la obra. Tarde después del entierro. Hermanos contrapuestos. Max, egoísta y frío, es un ejemplo del individualismo anglicano liberal. Tres palabras que podrían ser sinónimas. Nada que ver con la familia cristiana que permanece unida en torno al brasero de la mesa camilla de la que Max procede, y de la que su mujer, Clara, no sabía nada. Max y Clara, dos nombres muy pinterianos. Primera transición. Llega Clara y flipa con Luis y con el pasado de Max. Max y Luis se enfrentan, Max y Clara se enfrentan, Luis y Clara se enfrentan. Triángulo. Segunda transición. Al día siguiente Max y Clara deciden qué hacer con Luis. Ya. En fin, esto puede leerse en cualquiera de las críticas que se han escrito sobre la obra.

Por ponerme un poco perro, creo todo fluiría más si se perdiera el respeto a las coordenadas temporales y el apego a la estructura dramática. Old Times de Pinter. Las espaciales no influyen. ¿Es Castilla? Qué más da. Podría ser cualquier pueblo. Se abstraen las características de las provincias. Mola. El personaje ausente del padre, de quien se nos dice poco, se hace presente a través del sillón y del abrigo que se pone Clara al llegar. Bien. Clara también podría ser un personaje ausente y no pasaría nada. Lo que pasa, pasa entre Luis y Max. El problema es que no podríamos disfrutar de la interpretación de Ana Alonso. Que se quede Clara, entonces, que se quede Ana Alonso. Francisco Reyes tiene mucho de eso que los entendidos llaman presencia escénica, cuya enseñanza por profesores de interpretación daría para una divertida videoplaylist o un cómic. Pero no sólo es presencia. Se luce en esos relatos que tanto recuerdan a Ashes to ashes de Pinter. Emilio Tomé ha conseguido construir un personaje con el que empatizamos desde que sale comiendo pipas. Yo, si se emitiera La hora de Luis, sería un oyente fiel. Luis Guzmán no tiene ideas, tiene trenes de ideas. Luis Guzmán no habla, vomita. Si Luis Guzmán tuviera twitter sería un fenómeno hipster. Tomé, mucho mejor que en el Fringe, logra encauzar el torrente verbal de Luis sin pasarse de revoluciones. La participación de Emilio Tomé en el montaje, a quien se le ha nombrado como “uno de los valores del teatro de vanguardia patrio”, pone en cuestión la tontería esa que nos quieren hacer creer de las familias del teatro y la danza, y anima a la promiscuidad escénica. Algún día, cuando encuentre el modo de no herir demasiadas sensibilidades, escribiré sobre la generación silenciada de creadores escénicos de Madrid, a la cual pertenecería Emilio Tomé. Gran parte de las palabras de Remón, de quien por favor esperamos más obras, han sido escritas a partir de improvisaciones en los ensayos. Un método que ahora se le atribuye a Claudio Tolcachir y su Timbre 4, pero que sólo es posible con mucho tiempo de trabajo previo. Condiciones que estaría bien que alguien empezara a hacer viables. Es decir a pagarlas para que montajes como La Abducción de Luis Guzmán no sean un sacrificio económico, y salgan de los halls de los teatros y ocupen los escenarios.

La obra tiene todas las papeletas para convertirse en un éxito. Un éxito merecido. Por méritos propios. De ser así el cuerpo escénico madrileño lo agradecerá. Significaría que su salud mejora. Y entonces sí, Todos contentos!
http://vimeo.com/65635065

Un Perro Paco

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Hay quien se pone unas gafas de sol por tener más carisma y sintomático misterio

Se ha hablado mucho en Teatron estos días sobre la necesidad de descentralizar y colectivizar las narraciones (por ejemplo, aquí). Poco a poco lo vamos consiguiendo, le joda a quien le joda. Pero también, desde hace unos meses, desde algunos think tanks se está configurando una realidad escénica que merece la pena ser cuestionada. Dibujemos una cara más al poliedro. La portada de la semana pasada de El cultural de El mundo da qué pensar. El titular reza así: “El off madrileño asalta la cartelera. Big bang en las salas alternativas”. En verano fue el Babelia de El País, con un extenso reportaje sobre lo que bautizaron como “El teatro de la resistencia”, y hace un mes un panfleto publicitario en ABC.es que retrataba “Diez salas alternativas de Madrid”.

Pongamos que cualquiera de nosotros tiene un primo o una prima que ni se acuerda de la última vez que fue al teatro, o que le suena que le llevaron a ver con el colegio “La venganza de Don Mendo” o algo así, pero nunca sabe a qué teatro porque seguramente ahora tiene nombre de helado o de aseguradora. Pongamos que charlando con nuestra prima o nuestro primo surge el tema del teatro y tal, porque nos quiere y sabe que nos gusta y eso, y dice:

Joder, ¿hay que ver cómo está el patio? Llevo un tiempo leyendo por ahí que el teatro va de puta madre. Y luego lo del teatro alternativo. La de salas alternativas que no paran en Madrid de hacer teatro alternativo. ¿Estarás contento? ¿no?

¿Alternativas? ¿alternativas a qué? ¿alternativas a qué tipo de tradición escénica? ¿alternativas a los dinosaurios públicos? ¿alternativas a los teatritos privados? ¿alternativas a las grandes cagadas privadas? ¿alternativas a las alternativas de siempre? ¿alternativas para qué público? ¿alternativas para qué tipo de creadores? ¿alternativas a qué industria escénica?

Que quede claro, mola que se haya generado este movimiento escénico en Madrid. Parafraseando a Perogrullo, cuantas más salas de teatro abran, mejor; cuanta más gente esté haciendo teatro, mejor; cuanto más público vaya al teatro, mejor; cuantas más posibilidades existan en el campo escénico, mejor que mejor.

El problema es, por decirlo rápidamente, la apropiación de un universo lingüístico. Palabras como vanguardia, experimentación, etc., no sé si pertenecen al mismo universo que Microteatro por dinero, La casa de la portera, etc. Por supuesto que cada sala es un mundo, y habría que hacer un análisis pormenorizado de ellas. Pero como decía antes, se está gestando una narración que parece haber conformado una realidad escénica compartida masivamente, en la que Madrid está lleno de salas alternativas como Nave 73, Sala Mirador, Sol de York… en donde se hace un teatro alternativo que, a lo mejor en esto sí que tienen razón, lo está petando en taquilla. Pero el tipo o los tipos de propuestas escénicas de dichas salas en poco se distinguen de aquellas que se programan en las anquilosadas salas públicas y privadas que sirven de negativo al definirlas y categorizarlas. El lenguaje es perverso. Una de las primeras compañías del actual director del CDN se llamaba “Producciones Marginales”. En los artículos mencionados se pueden leer cosas como:

“Un abigarrado circuito de espacios de pequeño formato que se suma a otros emblemáticos del off madrileño: Cuarta Pared, Triángulo, Alfil, Pradillo…”

“Autores y directores han encontrado su hueco en espacios de vanguardia”

“Sobre sus tablas se encuentra la esperanza de renovación del teatro en la capital”

“Son un laboratorio perfecto en el que experimentar con nuevos lenguajes escénicos”

 “La explosión está aquí y todo el mundo la aplaude”

Esto es lo que el público recibe, y consecuentemente es lo que busca cuando va allí, y lo que seguro termina encontrando. Ojalá fuera como lo cuentan, de verdad, pero no creo que así sea. Por dibujar una cara más al poliedro. Por cuestionar toda esta narrativa… No me creo lo que me cuentan. Y estoy convencido de que esta historia hace un flaco favor a las artes escénicas.

Lo repito, estupendo que abran salas, estupendo que los creadores encuentren un espacio en el que desarrollarse, estupendo que el público de teatro aumente… pero llamemos a las cosas por su nombre. Si al decir tobogán estoy diciendo tiburón, o si al decir esponja estoy diciendo tenedor, tenemos un problema. Confunde. ¿Alternativas? NO en cuanto a innovación y renovación de lenguajes escénicos… o sí, lo cual será preocupante a medio plazo. SÍ, vale, alternativas en cuanto a otra forma de entender la industria escénica, de la que habría que aprender algo.

Por ejemplo, han utilizado y evidenciado el deseo latente que existía en el público de encontrar algo nuevo. Atención, la gente está ávida de experiencias vivas. Aprovechémoslo. Dejemos de lamernos las heridas. Sabemos que el público se hace.  Blablablá. Pues a por él. A por el público y a por sus gustos. En Barcelona ya pueden celebrar la tercera temporada de la Secció Irregular del Mercat de les Flors. En Madrid Teatro Pradillo es una prueba más de que hay esperanza y mucho trabajo por hacer. Los problemas de este tipo de propuestas son otros. Tu Perra, promiscua colaboradora en Perro Paco nos hablaba de ello en su último post. Es verdad que en este país existe un techo para dichos contextos escénicos. “¿Y qué vais a hacer con ese techo?”, preguntaría nuestro primo o prima. A lo que tendríamos que responder: reventarlo a hostias. A ver qué pasa.

Un Perro Paco

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Macroteatro por la patilla

  No sé cómo me las compongo, que pásase mi vida en un continuo discreto, sin interpolar una mierda. Si hacía casi un mes andaba yo por las viejas calles de la Nueva España buscando donde hincharme a chilaquiles, ahora gasto dieta de nectarinas y paraguayas. Si el año pasado todo solo a mis estrechas morando en una madriguera de mala muerte, de esas de menos de treinta metros cuadrados, ahora danzando por estos mis corredores, de lo que se me antoja inmenso palacio. Y así con todo, que ya puede andar buscando Paco Lobatón a ese el hombre aristotélico, el del término medio, que llamaba el hombre prudente. Porque me paso mañanas y tardes entre modelos, buscando una variedad que minimice la suma de los cuadrados de las distancias a la muestra de todos los datos, y me doy con un canto en los dientes sí hay algún maldito puto punto que esté contenido en ella. Vamos, dicho vagamente, que eso del “promedio” es purita abstracción.  Pero bueno, mea culpa, será que soy hombre de excesos.

  Hacía justo una semana que había ido al teatro, a la Sala Triángulo, donde representaban una obra llamada “La realidad”, y aunque eso de que la oscuridad es luz detenida no me lo acabé de comer, porque un fotón o cualquier otra partícula nunca puede estar en reposo, sino que es sólo su ausencia (la luz se absorbe, se refracta o se refleja), salí muy satisfecho, por ser cosa entendible y currada, lo que es más que suficiente para un hombre lego en el arte del retablo. Así que me andaba con suma cautela por las calles de esta ociosa ciudad, temeroso de que alguna morralla me asaltase a la vuelta de cualquier esquina. Fue en la que traza “Loreto y Chicote” con “Corredera Baja de San Pablo”. Me habían invitado compañeros del curro, y como, a pesar de ser espíritu solitario, uno no puede dar largas eternamente, y menos tratándose de buena gente, había aceptado. Hice mis cálculos, me di una ducha bien larga y salí de Atocha para Malasaña. Trotaba sumido en prejuicios, lata en mano, blasfemias mascando. Luego habría de ratificarlos. ¡Válgame! -me decía- ¿Microteatro por dinero? A estos bien pronto les planto yo un macroteatro por la patilla en el local aledaño. Ya sabéis, por eso de la competencia desleal. Pero bueno, Primum vivere, deinde philosophari… ¡Si, la verdad, comer es lo primero! Pero nótese la clara distinción que hace el Estagirita: por un lado comer, y por otro filosofar ¡Bienaventurados los que puedan hacer de su pasión jornal!

  Llegué como siempre impuntual: demasiado temprano. En la calle se estaba debuti, que dicen los autóctonos. Soplaba ligerísima brisa otoñal, y yo escrutaba el ambiente en busca de alguna exótica mientras apuraba mi birra. Había algo de agitación y me preguntaba la causa. La gente parloteaba a la puerta sin cesar. Una a mi vera, verita, verita mía, ya se había clavado un par de impertérritos en dos frases, y yo me decía: ¡Aquí está la crema! Pronto di con la causa del revuelo: Pilar Bardem estaba a la puerta con su hijo. La verdad es que Pilar Bardem sólo me la pone dura en sus fotos de juventud, y su hijo nunca. Pero tenían pinta de buena gente, y como decía mi padre, eso es lo más importante. Llegaron los colegas y nos entramos al local. El ambigú cojonudo: mesitas en la entrada, barra bien larga y, rebasada la pantalla, pasillo hasta el fondo y baño abajo. La pantalla es cosa de carnicería, de yo a mi número y cuando me llamen, con la diferencia de que el solomillo es proteína de la güena, y lo que estamos a punto de ver inanición del alma.

  Llaman y bajamos por estrecha escalera. Al cabo una recita instrucciones en clave robótica, y su binaria memoria me evoca el “Pocket Calculator” de Kraftwerk. Guardamos silencio, abre la puerta y me asalta un dejavu de la casa del terror, allí por Batán, con Freddy Krueger más motosierra, y ahora sin Isaac, personaje bíblico de los bajos fondos de mi tierra, que espantaba al mismísimo diablo, y bien pudiera estar ahora defendiéndose en el estrado por a la niña del exorcista haber violado. Dejo ya el hipérbaton. Cubículo de escándalo, más chiquito que mi antiguo piso, sillas junto a la pared, un reloj, y al fondo un funcionario en su mesa, a falta de veinte minutos de salir del trabajo. Lamparita, maletín, folios, y sobrevolando la estampa, dos fotos de familia: el Golden Gate en luna de miel y a la diestra sus dos criajos. Me queda el último asiento, maldita prudencia, pegado a la puerta. La escenografía apunta maneras, que me figuro que el tipo hace de Kafka. Collejón al canto: acaba de entrar la jefa. Ya soy parte integral de la comedia. Va muy seductora embutida en una falda azul marino, consolidada con una camisa de varas anchas, alternándose azules y blancas, bien metida por dentro para realzar sus orondos senos. Empieza el combate. Ella, un poco histriónica, más o menos convence, intentando seducir al otro, que se pone si cabe más nervioso. Querer versus Deber. El ratoncillo australiano fecunda una media de no sé cuantas hembras hasta fallecer agotado. Él no me convence, porque me resulta muy forzado. Ella embiste que embiste, chochito encumbrado, y el otro resiste que resiste, moral apocada. Es cuestión de tiempo. Querer suele ser más fuerte que Deber. Acaba sacando un pañuelo de cada bolsillo y tapa los cuadros  ¿Quién coño lleva dos pañuelos de tela en los bolsillos? Ni mi abuelo, macho.  Tapa los cuadros y baja al pilón. A mí eso de lamer no es que me pirre, pero las piernas de ella sobre los hombros del otro son tremendamente eróticas. Al final resulta que son marido y mujer y el chiste se ha acabado. Me acuerdo de un chistoso en Pajares de los Oteros, que era muy poco gracioso. Salgo de la sala más hueco que un tambor. Reverberan en mi cabeza aquellos versos de Samaniego:

Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales;
consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales.

Aristócrata, claro. Esos sí que sabían gastar el dinero. Calogero sube la escalera y el hijo de la casa Salinas se mofa de su frac. Revoluciones a la mar. Un aborto fatal, eso había sucedido. Y en el nombre del arte. Eso no es arte, diría Enzensberger. Porque hasta donde yo entiendo, el teatro es vivencia, y eso requiere desarrollo. Requiere tiempo. Porque así uno no se ve representado. Uno no se involucra; no sino en el tiempo; aunque tenga a los actores a un palmo. Fe empirista, que ironizaba Machado. El Ser y el Tiempo. Tela marinera. Hablo de ser lo suficiente como para poder afirmarlo; como para serlo. Porque los conflictos de la existencia tienen su lugar en un tiempo. Todo nace y muere en su transcurso ¡Transcurso, discurso, vivencia! Tiempo, tiempo, tiempo ¿Cabe figurarse una sonata sin desarrollo? ¿Sin reexposición? Un retrato en veinte minutos, ¿no es una caricatura? Casi no había dado ni para exponer, referenciar y ubicarse. Un puto chiste por cuatro euros. Como quien sale de un McDonalds tras haberse comido un Big Mac. Para convencerme pregunto a mis compañeros. ¿Os imaginas una tragedica en quince minuticos? Uno muy despierto me dice que sí, que empezaría (y casi acabaría) así:

-Mis hijos han muerto.

Ya, ya. Pero cómo y por qué. Un Edipo sin los pies hinchados, no nato; nacido muerto. Un Ícaro que no alza el vuelo, tirado en la cima del acantilado. El problema es más grave. Porque la gente que hizo la obra no lo hizo mal y obraba de corazón, lo cual infunde respeto. Quizá pueda hacerse una obra buena en veinte minutos ¿Pero magnífica? El problema es el tiempo y la gestión que el neoliberalismo hace de él (su innovador y atroz crimen), merced del progreso científico. “Los Físicos” de Dürrenmatt. Más dinero y más rápido. ¡Rendimiento, rendimiento! Como si la vida fuera un motor de Carnot. ¿Y qué urgencia es esta de tanto producir basura y amasar dinero? ¿Para comprarse un portentoso ataúd contadas todas tus horas? Ahora han puesto drive thru en los tanatorios americanos. ¿Os lo imagináis?

-Otro Big Mac y mi más profundo pésame. Perdona que no me baje, amigo del alma, pero no hago nada que no comporte un gasto considerable de gasolina.

Si al final seguro que el ataúd está hecho de plástico. Putas prisas y puto dinero. Hay que dejar las cosas reposar. Que se empapen del mundo. Buen fermento con sabor a madera, queso bien curado y todo eso. No entiendo, la verdad. Si se tratara de economizar más nos valiera el suicidio. La nada es muy austera. Pero aquí no se quiere morir ni Perry. La esencia del ser es perseverar, decía un filósofo holandés. La vida es “inútil” derroche. Si quieren llenar sus arcas que lo hagan, pero que del bulto promuevan la excelencia en el arte y la ciencia. ¿Dónde están los benefactores de la cultura? ¿Dónde están los mecenas? ¿Dónde el pintor de la corte y las insignes academias? ¡Los poderosos de hoy son una panda de horteras! Microteatro y microexistencia. Mariposa y hormiga. Efímeros insectos. Nos sobrevivirán, pero los hombres, bien sabe la naturaleza que requiere más tiempo hacerlos. Un hombre me vale a mí, como decía Leibniz, todo el Universo. Un hombre hecho y derecho, lleno de experiencias y de tiempo. Dijera un hombre eterno. Pero bueno, me la envaino y soporto el castigo, por osado, como Prometeo las cadenas. Adelante con el microteatro. En el peor de los casos, lo malo, si breve, la mitad de malo. Yo aguardo expectante, henchido de esperanza. Ahora me toca una de arena. Todavía soy joven. Siempre nos quedará Madrid.
http://youtu.be/T4Drz9vvpOM

Pacotrón

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