
Entrevista a Carolina Campos y Tomás Aragay, comisarias junto a Sofia Asencio y Sara Manubens de Sense esquerda no hi ha punt de llum, exposición en Santa Mònica hasta el 25 de octubre con la participación de Sofía Archer, Lu Chieregati, Efe Ce Ele, Lucía Egaña Rojas, Sergio Fausttini, João Fiadeiro, Núria Güell, Jokkoo Collective, Bruna Kury, Márcia Lança, Las Mediocre, Xavier Manubens, Manicure, Merci Xula, Jorge Nieto, Calixto Neto, Norma Pérez, Daniel Pizamiglio, Puzzlemania, Mar Reykjavik, Victor Ruiz Colomer, Serrucho, Leticia Skrycky, Tres Peons y Mónica Valenciano.
¿Cómo describís vuestra propuesta expositiva en Sense esquerda no hi ha punt de llum?
Tomás Aragay: El propio denominativo de exposición está puesto en cuestión a partir del trabajo del equipo curatorial. Viniendo de donde venimos las cuatro, también hubo tensión entre la palabra festival y la palabra exposición, o entre objeto artístico, instalación, cuerpo… El museo nos invita a partir de la pregunta de qué es un esdeveniment (acontecimiento), cuándo se produce un evento o algo relevante. Esto en un museo sucede cuando alguien se encuentra delante de una obra quieta, y en un lugar muy determinado para la cultura. Así que empezamos a jugar y preguntarnos sobre el esdeveniment en un museo bajo el paraguas de una exposición. La expo pone todo esto en cuestión y en tensión, tanto para la institución como para el visitante o la artista.
Carolina Campos: También nos hemos preguntado por los flujos de atención en un dispositivo como el museo, tendiendo en cuenta la idea de invitación o el público que visita el museo. A partir de ahí empezamos a pensar distintas naturalezas de acontecimientos, más o menos artísticos, centrales o periféricos, con distintas temporalidades, y dibujamos las distintas capas de la expo. Por los protocolos asumidos del museo y la exposición, parece importante explicar que el público se va a encontrar una propuesta diferente en función del día, como si fuese un festival. Entonces el público tiene una tarea en relación a la atención.
Tomás Aragay: Esta expo es un evento o algo que sucede cuando no lo esperas, que es entonces cuando coge su fuerza máxima, y puede producir una grieta en la realidad. Cuando algo que sucede no se le está mirando, genera un hecho poético que en una exposición, donde se supone que todo está explicado y quieto, es un problema y un acierto para el museo, porque genera un espacio nuevo que es el estamos intentado explicar. Hemos puesto en marcha estrategias desde la curadoría para que la sensación de cuándo va a suceder la cosa o quién es la cosa quede suspendida. En el texto curatorial se dice: “¿El acontecimiento seremos nosotras?”.
Carolina Campos: Una pregunta importante que atraviesa nuestro trabajo es quién ocupa esos acontecimiento del museo, qué cuerpos pueden estar allí. Hemos hecho también el esfuerzo de programar pensando en quiénes son las personas que se acercan a cada tipo de acontecimiento.

A grandes rasgos, parece que la exposición se organiza a partir de instalaciones, residencias y activaciones, pero se entiende que hay mucho más y entre medias. ¿Cómo funciona la máquina de Sense esquerda no hi ha punt de llum?
Tomás Aragay: La idea es mezclar públicos y clases de activaciones o sucesos en distintas temporalidades. Luego hay propuestas que están previamente anunciadas, que generan una expectativa, y cosas que no, que se generan en el tiempo de la exposición. Las cinco residentes estarán trabajando duracionalmente allí para generar algo en relación a la pregunta, pero que se activará cuando quieran, ni nosotras lo sabemos aún. Si bien hay ventanas que están marcadas para que lo hagan, esa tarde pueden estar en la escalera improvisando y los demás equipos acompañaremos y facilitaremos que eso pase. Esto supone una de las capas imprevistas de la exposición. Luego, en la tensión exposición/no exposición, el museo nos pidió que hubiera cosas fijas o instalaciones, y hay cuatro que también trabajan a partir del acontecimiento que sucede cuando sucede. Varias de ellas con temporalidades concretas y diversas, trabajando con la presencias o no de espectadores, funcionando como una especie de respiración interna que tampoco es fija aunque lo parezca, así que el espectador puede encontrarse las instalaciones activas o tendrá que tomarse el tiempo y esperar. Luego hay eventos puntuales con volúmenes muy diferentes. Desde un concurso de ajedrez que dura todo un día, o la Feijoada que es un espectáculo en toda regla con particularidades a su vez. La idea es cruzar todas esas capas en el tiempo.
Carolina Campos: Nos interesa mucho la imprevisibilidad. Hay mucha cosa controlada, programada y divulgada, pero muchas otras van a pasar en el momento. Por ejemplo una performance de diez personas sucediendo a la vez que un desfile de moda o un campeonato de ajedrez. Hay un deseo de crear las condiciones para no saber que atraviesa la exposición.
Tomás Aragay: En las primeras conversaciones del equipo curatorial, Sara Manubens trajo una lectura sobre la diferencia entre la catedral y el bazar. La catedral está quieta y rígida, y allí todo el mundo sabe lo que va a hacer y va suceder. El museo es muy parecido, es el templo del arte. El bazar es todo lo contrario, es el caos, el cambio y la mezcla. Y quisimos traer el bazar al museo.

Santa Mònica se ubica en La Rambla de Barcelona, en un antiguo convento, después cuartel e iglesia del barrio, que tras la reforma proyectada por los arquitectos Albert Viaplana y Helio Piñón se convirtió en centro de arte. Desde que Enric Puig Punyet dirige la institución, hemos visto propuestas espaciales muy diversas en cada exposición, siempre en negociación con la arquitectura del espacio. Para Sense esquerda no hi ha punt de llum habéis contado con el diseño expositivo del artista Víctor Ruiz Colomer. ¿Cómo es la propuesta espacial de esta exposición?
Tomás Aragay: Víctor Ruiz Colomer fue muy importante en el proceso curatorial. Santa Mònica es un centro muy particular espacialmente. Víctor ha querido reflejar la inestabilidad de la que hablábamos en el espacio, esa cosa que no acaba de estar del todo afirmada. Hay gestos en su propuesta que tienen que ver con eso, con cómo se accede al espacio, cómo se conforma el espacio representativo o la posibilidad de ser movible. También se ha trabajado el espacio con la idea de pasar tiempo en el museo, que no fuera un lugar de consumo de arte. Hay agua y comida hecha por Kantina Migrante. Esta expo responde a la idea del equipo comisarial de que alguien cuando vaya a ver algo concreto, se cruce con otra propuesta y se pueda tomar el tiempo. Ese ágora que llamábamos, sería el claustro del edificio. En el primer piso hay una instalación de Serrucho. En el piso de arriba hay un taller o atelier para las residentes, un espacio privado-público en el que trabajan, pero que también se puede ir a visitar. Durante el proceso hablamos de buscar maneras para que la espectadora entienda que todo lo que sucede en un lugar, más allá de si es señalado como arte u obra o no, ya forma parte del devenir de la cosa, como el personal de limpieza o de seguridad. Intentamos llevar la mirada o la sensación vital-coreográfica a eso y no darlo por supuesto. También comentar que a la artista Mar Reykjavik le hicimos un encargo poético-visual, una especie de coreografía de la atención a través de la palabra, en la que usará una radio interna del centro.
Carolina Campos: Hay toda una infraestructura arquitectónica en el espacio, pero también otra invisible que condiciona las temporalidades, el material que se puede usar… por lo que hemos tenido en cuenta y jugado tanto para el espacio como para la curadoría las tensiones de protocolos del museo. A pesar de que Santa Mònica es un centro que se está experimentando mucho, tiene unas restricciones nada neutrales. Al respecto, Víctor por ejemplo ha querido trabajar con algunos materiales exposiciones anterior.
Tomás Aragay: Hay barreras de la institución que no hemos podido derribar. Por ejemplo y entre otras cosas, queríamos que las residentes pudieran dormir en el museo. Dentro de que estamos en un mundo muy normalizado y vigilado, hemos intentado crear otras dinámicas y flujos de públicos que no sean el típico consumo de arte.

Santa Mónica se define como “un centro de artes público, gratuito y abierto a todo el mundo. No es un museo, es un espacio donde descubrir la creación artística más contemporánea. Es investigación, experimentación y creación participativa.” Si bien las artes performativas suelen estar demarcadas en los museos en actividades o programas públicos, y en pocas ocasiones son objeto central de interés, ¿qué pueden aportar las artes performativas a las propuestas museísticas y expositivas? ¿Cómo influyen en la vuestra?
Tomás Aragay: Creo que el arte vivo puede generar tensión, lo que a su vez provoca pensamiento crítico para los tres lados, a quien lo propone, a la institución, y para el que se ve involucrado al visitarlo. Mientras esa tensión siga viva, me parece que vale la pena practicar. Santa Mònica lo intenta y ahí hay algo vivo.
Carolina Campos: También tenemos que repensarnos dentro de las artes performativas. Ponernos en tensión nos hace ver también nuestros protocolos, lo que da conciencia de las neutralidades que creemos tener, y que no sé si son más o menos que las de los museos. Cuando nos ponemos en tensión con las cosas es donde aparece la vitalidad.

La exposición se inaugura con una obra del colectivo Jokkoo y se clausura con la Feijoada de Calixto Neto, obra que se presenta por primera vez en el estado. ¿Cómo son y qué significan esta apertura y este cierre de la expo?
Hemos tomado la decisión de empezar y cerrar con dos grandes eventos, tanto por las artistas que están involucradas como por sus propuestas. Es un privilegio poder programar la Feijoada en Barcelona. La obra ya juega en sí misma con el dispositivo teatral. Cerrar con una obra que es un gran acontecimiento que juega justo con la tensión entre celebrar y estar conscientes, desneutralizar y poner en movimiento lo que tú llamas alegría crítica. Feijoada te pone en un lugar festivo, pero también de conocer toda otra historia, y en el lugar de otra colectividad con sus rituales. Y empezamos con Jokkoo que trabaja con la arquitectura del lugar y las personas que entran en ella. Así que creo que vamos del espacio vacío con Jokkoo, cuando las artistas aún no están ocupando Santa Mònica, hasta el espacio lleno con la Feijoada.

En el texto comisarial describís Barcelona como “una ciudad higiénicamente remojada de acontecimientos”. ¿Cómo se relaciona y qué propone Sense esquerda no hi ha punt de llum en relación a Barcelona y sus dinámicas?
Tomás Aragay: Hay cuerpos y prácticas que no estarían en un museo o en un centro de atención que hemos intentado que aparezcan, en buenas condiciones y bien contextualizadas. Esto me parece que sí aporta en esta Barcelona donde lo institucional lo abarca casi todo y hay poco espacio para el underground, si es que esto es underground. Por un lado hay un intento de abrir esa grieta, y por otro el de desplazar el evento en una ciudad tan ordenada, que lo tiene todo en cajones y sus públicos bien separados, un intento deshigienizante o contaminante que, si sucediera un poco, sería increíble.
Carolina Campos: Ahora cuando estamos empezando con la divulgación de la expo, nuestras preguntas iniciales están ahí, pero hay otra capa que ordena todo por ejemplo a través de llamarlo performances o instalaciones, y tenemos la sensación de que estamos alimentando la misma lógica que Barcelona. Hay que ir poco a poco intentándolo, no lograrlo y seguir intentándolo. Hemos intentado desde el inicio torcer las cosas al máximo, pero después se acomodan como se acomodan.
Tomás Aragay: Los públicos también estamos súper formateados. A mí cuando me pregunta la gente qué o cuándo van a ver la expo, les digo que se pasen cualquier tarde, pero no es suficiente. “¿Pero qué tarde?” No lo sé, cualquiera puede ser la mejor.
Carolina Campos: Hay un contexto en el que estamos todas insertas, en una cierta economía de la atención y de los algoritmos. En que yo como público no quiero editar la información, queremos que nos digan a qué ir. En esta exposición estamos jugando y en diálogo con el cansancio que creo ahora mismo sufrimos todas.
Fernando Gandasegui
Imágenes de Jordi Play de la performance de Jokkoo y las instalaciones de Efe Ce Ele, Leticia Skrycky, Jorge Nieto y Serrucho.





